sábado, 26 de junio de 2010

Conquistando las "naciones" con Amor

Estas son las siete "naciones" y cómo conquistarlas:

Ira: calma, felicidad, paz, placidez, concordia
Codicia: generosidad, amorosa bondad, benevolencia
Envidia: humildad, contento consigo mismo, auto-confianza
Impaciencia: auto-control, facilidad, entereza, tolerancia, aceptación
Imprudencia: sensatez, cuidado, precaución, previsión, reflexión
Indolencia: diligencia, dedicación, laboriosidad
Lujuria: modestia, templanza, austeridad, moderación, frugalidad

Lujuria y codicia tienen objetivos similares que eventualmente llegan a ser satisfechos, aunque temporalmente. Envidia, al igual que lujuria y codicia son causadas por sentimientos de carencia, ya sea real o imaginaria, pero la envidia nunca llega a ser satisfecha. Envidiar y codiciar tienen raíces comunes. Sabios sostienen que la ilusoria creencia de Eva de que el Paraíso carecía de algo la llevó a comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y el mal. Ira e impaciencia son causadas o motivadas por la creencia o sentimiento de no estar satisfecho con lo que se es o lo que se tiene. Por lo tanto no hay aceptación, tranquilidad, felicidad o paz con lo que se es ni con lo que se tiene. Imprudencia e indolencia tienen como raíz común la negligencia. Si uno es indiferente tampoco le concierne nada ni nadie.

Estas emociones negativas usualmente son percibidas como cualidades malignas, pero de hecho son emociones y no cualidades. Las emociones negativas no son doblegadas por emociones positivas sino por cualidades positivas, porque las emociones en sí mismas son neutrales. Esto quiere decir que las emociones en su estado natural deben ser dirigidas por cualidades positivas. En general, el egocentrismo es el motivador de todas las emociones y rasgos negativos. En el libro "Dios como Amor" dijimos que las emociones son neutrales por naturaleza, y las describimos como "vasijas vacías" en espera de ser llenadas y guiadas por los niveles superiores de la conciencia. Entonces, o las llenamos y conducimos con nuestra conciencia de Amor Divino, o por las fantasías y deseos de ego. Si uno codicia, empeña su confianza y su autoestima en la envidia, la avaricia y la lujuria; y si no consigue aquello que envidia o codicia con lujuria caerá en la impaciencia y la ira, que lo hacen imprudente y finalmente indolente. Es en este contexto que entendemos el dicho de que "el pecado es el castigo mismo".

También mencionamos en el libro que, además de las emociones, los restantes aspectos o niveles de la conciencia también son vasijas vacías que incluyen intelecto, mente, sentimientos, pasiones, los cinco sentidos, e instintos. Nuestro intelecto debe llenar (instruir) la mente con sentido común, ideas prácticas y principios inspirados en los caminos y atributos de Amor. Nuestra mente llena (dirige) las emociones con pensamientos positivos, y estas a su vez llenan nuestros sentidos invitándolos a abrazar la pasión y excitación que colmen cada rincón del cuerpo, haciendo del habla y la acción manifestaciones tangibles de Amor.

Nuestros Sabios enseñan que las cualidades positivas que redimen a las emociones negativas son la amorosa bondad, reverencia, compasión, confianza, honestidad, lealtad y humildad. Otros Sabios consideran que esas cualidades son en realidad el estado natural de las emociones, y que terminan mal dirigidas por las fantasías e ilusiones de ego. Esto significa que aman ideas, personas o situaciones equivocadas; que reverencian y respetan personas prejuiciadas o fanáticas; que son compasivos ante los malvados y la conducta criminal; que confían en falsas creencias y dedican su lealtad a personas negativas; y que son humildes y sumisos ante situaciones que exigen valentía y determinación.

Mucha gente cree que esas cualidades tienen una naturaleza dual, y que son dirigidas hacia lo positivo o lo negativo dependiendo del carácter de la persona. Entonces, en vez de amar lo bueno y las acciones constructivas, ama los malos hábitos y las adicciones destructivas; en vez de ser humilde prefiere la arrogancia; en vez de confiar en la solidez de sus principios decide creer en estilos de vida glamorosos o superficiales; y miente para hacer creer a otros las fantasías de su ego.

Todos sabemos que hay ciertos factores que determinan las creencias y comportamiento de la gente, los cuales son principalmente patrones culturales, ideologías, nivel económico y social, educación, y valores inculcados en la familia. En el judaísmo todos ellos están sujetos a principios éticos, lo que implica que nuestra línea de pensamiento, reacciones emocionales, pasiones e instintos, están sometidos a esos principios éticos. Y ellos están basados en el Amor de Dios por toda Su Creación, y en Sus Mandamientos para que seamos y manifestemos Sus caminos y atributos. En "Dios como Amor" mencionamos que las emociones son el eje que mantiene el equilibrio de todos los niveles de nuestra conciencia. Mientras las mantengamos llenas de la Verdad, estaremos bien con nosotros mismos, con los demás y con nuestro entorno; y esa Verdad es Amor. Sin ninguna otra consideración, debemos llenar nuestras emociones y todos los niveles de la conciencia con Amor para serlo y manifestarlo, ya que esa es la misión que Él nos ha ordenado.

Parshat Pinjas: La Paz del Amor de Dios

La porción anterior, Balak, termina con el comienzo de un episodio que continúa en la porción de esta semana, Pinjas. Nos cuenta las circunstancias en las que “Pinjas el hijo de Elazar el hijo de Aarón” (Números 25:11) mató a Zimri, el príncipe de la tribu de Shimón y a Cozbi, hija de uno de los príncipes de Madián. La principal lección para aprender de esta parshá es acerca de lealtad y fidelidad a nuestro Creador. Es evidente que el israelita con esta conciencia superior de tales cualidades inherentes al Amor de Dios, que nos pide que seamos Uno con Él, es Pinjas. Usamos el presente indicativo aquí para honrar nuestra creencia común de que Pinjas es el profeta Elías que sigue vivo. Como Pinjas y como Elías, este israelita único se caracterizó por su profundo apego a Dios, el cual trasciende las ilusiones materiales en todos los niveles de la conciencia.

Tal como hemos mencionado, los “celos” proverbiales de Dios son la expresión emocional que indica la exclusiva e inquebrantable lealtad y fidelidad que Él nos tiene, y que exige de nosotros para estar siempre unidos a Él. 24 mil israelitas perecieron por cohabitar con mujeres idólatras e inclinarse a sus ídolos. La lujuria, al igual que la ira, la arrogancia, la envidia y demás pensamientos, emociones, pasiones y sentimientos negativos son descritos por nuestros Sabios como ídolos; y mientras los adoremos estaremos separados de los modos y atributos de Amor. En este contexto podemos entender los celos como algo necesario para garantizar la eterna vigilancia de la lealtad y fidelidad que Amor exige de nosotros.

Si somos una emanación del Amor de Dios, que además provee nuestro sustento, la fuente con la que vivimos y disfrutamos lo bueno de la vida, ¿cómo es posible que elijamos las fantasías e ilusiones de ego como los ídolos que nos conducen a nuestra separación del Creador? Debemos ser más sensatos y aprender de la experiencia. Sentido común, prueba y error, útil vs. inútil, y otras dualidades desafían nuestro libre albedrío cada momento para discernir entre correcto e incorrecto. 


El dilema sobre tomar la decisión correcta parece depender más de la terquedad que del sentido común. La sensatez nos hace conscientes de lo que elegimos, y este conocimiento se trata de saber que Amor es el guía natural que mantiene el balance armónico de todos los niveles de conciencia. Este equilibrio es la recompensa por mantener a Amor dirigiendo nuestras vidas, y de eso se trata el Pacto de Paz del Eterno. Rashi y otros exégetas hebreos explican que este Pacto de Paz es inherente al Sumo Sacerdote, el cual representa el nivel más elevado de nuestra conciencia de conexión permanente con el Creador. Mientras mantengamos Amor en nosotros, la paz siempre estará presente.

La porción prosigue con un nuevo censo de los hijos de Israel, y la distribución de la Tierra Prometida de acuerdo a sus Tribus. En esta parte de la historia la presencia femenina en la Tierra es reconocida como elemento esencial de la misión de Israel para ser Luz de las naciones, y crear un lugar para que Dios more en este mundo. Las hijas de Zelofejad se presentaron a reclamar su herencia (27:1-11), y nos enseñan no sólo a reconocer la igualdad de sus derechos sino también el valor de las contribuciones de las mujeres a la identidad israelita. Históricamente las mujeres judías se han destacado por sus virtudes, compromiso, lealtad y devoción al Creador, mucho más y mejor que sus hombres. La Torá y las Escrituras hebreas ilustran este hecho, lo cual nos invita a reflexionar sobre cuán negligentes hemos sido con el principio femenino de la Creación en la misión que nos ha sido encomendada por mandato Divino.

Más adelante el texto relata la transferencia de liderazgo de Moisés a Yehoshua: “Impondrás parte de tu majestad sobre él para que toda la congregación de los hijos de Israel lo sepa. (…) puso sus manos sobre él y le ordenó de acuerdo a lo que el Eterno le había hablado a Moisés” (27:20, 23) e inmediatamente se refiere a las ofrendas de sacrificio. El contexto en que estos sacrificios son mencionados es bastante claro: tenemos que mantener la fortaleza de nuestra conexión con Dios constantemente. Es por ello que se enfatizan nuestras ofrendas diarias y los sacrificios adicionales para ocasiones especiales como el Shabat, el primero del mes (Rosh Hodesh), y los festivales.


Mencionamos en comentarios anteriores sobre el libro de Levítico que los sacrificios representan nuestro conocimiento de ser y hacer lo que es sagrado para el Creador: "ofrendas hechas por fuego, de un dulce aroma para Mí" (28:2, 6, 8, 13, 24, 27; 29:2, 6, 13, 36). También dijimos que fuego representa Amor como el catalizador que transforma tinieblas en Luz, proclamando así la Presencia Divina en la dimensión material de la Creación. Esta Presencia, Su Gloria manifestada, es el "dulce aroma" para Él. La frase está escrita diez veces enfatizando que las ofrendas deben hacerse constantemente

Nos lo recordamos con los rezos diarios, vistiendo tzitzit, poniendo tefilín, y cubriendo la cabeza. Son buenos recordatorios y la sensatez que inspiran mantiene la eterna vigilancia de nuestra conexión con los modos y atributos de Amor, y su guía en todo lo que somos y hacemos. Cuando estamos conscientes de esta conexión, el Pacto de Paz del Creador está con nosotros.

domingo, 20 de junio de 2010

Parshat Balak: El Poder de las Bendiciones del Creador

En esta porción los moabitas, una de las naciones asentadas en la tierra de Canaán, y los madianitas convocan al hechicero Balaam para que maldiga a los hijos de Israel. Ambos pueblos están simbólicamente relacionados con la superstición y las artes adivinatorias que siempre distorsionan la Verdad de la vida: “Y los ancianos de Moab y los ancianos de Madián salieron con las dádivas de adivinación en su mano y llegaron a Balaam (…)” (Números 22:7) y Balaam representa la inclinación destructiva de ego y la actitud posesiva ante la vida con el fin de subyugarla a sus deseos y tendencias negativas. Y, ¿cuáles son las principales dádivas de ego? “Porque te rendiré grandes honores, y haré lo que sea me digas que haga (…).” (22:17) Honores y control total son los fines que procuran el ego y sus dádivas.

Balaam goza del mismo acceso que los profetas hebreos tienen con Dios, y surgen preguntas obvias. Si Dios es bueno por Esencia y no cohabita con nada distinto a Sus caminos y atributos, ¿cómo es posible que Él no niegue acceso a un personaje malvado como Balaam? Antes de responder debemos destacar algunos de los fundamentos del judaísmo.


Dios es Uno y Único, no tiene forma, cuerpo o imagen, y Su Esencia no es comprensible. Esto cual significa que no podemos asimilar las maneras como dirige Su Creación. Lo poco que sabemos de Él es por inferencia de lo que no es; y aunque ello es insuficiente, el judaísmo lo concibe como bueno y Hacedor de bondad, y Su Creación es la prueba rotunda de este principio absoluto. El judaísmo también cree que Él recompensa a los que hacen el bien y castiga a los que hacen el mal, lo cual es una reafirmación de Él es bueno. Esto quiere decir que Él está del lado de aquellos que hacen el bien, y no con los inicuos. En este contexto comprendemos lo que hemos repetido aquí, que el Creador no cohabita con nada diferente a Sus caminos y atributos; definiendo Sus caminos como Sus Mandamientos y Sus atributos como los mencionados en la Torá (Éxodo 34:6-7), todos positivos e inherentes a sí mismos.

Hemos dicho que Dios creó el mal para que podamos tener libre albedrío, y como referencia para distinguir lo que no es bueno. También mencionamos que el mal y sus derivados negativos tienen dos caras: un aspecto es ocultar Amor y mantenerlo ocultado, y el otro como el efecto de separar nuestra conciencia de la unidad de Amor. Esto es el resultado de elegir las ilusiones y fantasías de ego en vez de los modos y atributos de Amor. Esta es la lucha interna y externa que define la conexión entre Israel y Dios: al elegirlo a Él, Sus caminos y atributos, los Israelitas son capaces de conquistar las “naciones” que representan las tendencias negativas en la conciencia.

Luego de este necesario preámbulo podemos poner en perspectiva a Balaam y lo que dice esta parshá acerca de él. Otro aspecto fundamental del judaísmo es que Dios tiene control absoluto de Su Creación y la dirige de acuerdo a Su voluntad, incluyendo el mal creado por Él para que nosotros disfrutemos de libre albedrío y que no excluye al malvado Balaam. Debemos resaltar
de este episodio que la maldad está sometida a Amor y por tanto no puede maldecir, poner en peligro o dañar los modos y atributos de Amor. El pasaje nos cuenta que las cuatro veces que Balaam intentó maldecir a Israel, sólo bendiciones salieron de su boca porque Amor doblega la maldad. Amor siempre bendice no solamente a quienes siguen los caminos del Creador sino también a quienes tienen el potencial de ser y manifestar Sus atributos. Todos estamos bendecidos siempre y cuando vivamos en las tiendas de Amor: “¡Cuán buenas son sus tiendas, Oh Jacob; tus moradas, Oh Israel!” (Números 24:6)


Si Amor está por nosotros con las bendiciones de Dios, ¿qué podría oponerse? “¿Cómo podría yo maldecir lo que el Eterno no ha maldecido? Y, ¿cómo podría abominar a quien el Eterno no ha abominado?” (23:8) Con Amor de nuestro lado todas las ilusiones y fantasías del mundo material están destinadas a desaparecer. Ya dijimos que el Amor de Dios nos dotó con libre albedrío, y Él nos dio no sólo la elección entre las bendiciones y las maldiciones sino el Mandamiento de elegir la vida, la cual representa Sus bendiciones.

El episodio con Balaam nos enseña una vez más que Amor nos otorga el poder de transformar en bondad y bendiciones todos los males, supersticiones y maldiciones, mientras vivamos en sus modos y atributos. La elección es siempre nuestra. Después de todo somos nosotros los agraciados con libre albedrío mediante el Amor de Dios. Celebremos entonces vivir en las bendiciones de Amor:

“Desde la cima de las rocas lo veo (a Jacob/Israel), y desde las colinas lo observo: He aquí un pueblo que morará aparte, y no será contado entre las naciones. ¿Quién ha contado el polvo de Jacob, o contado la multitud de Israel? ¡Que tenga yo la muerte de los justos, y que mi final sea como el suyo!” (23:9-10) Israel representa la conciencia realizada a partir del Amor de Dios, a la cual estamos destinados en la vida porque es nuestra misión revelar la Presencia Divina en toda la Creación. Esta es la que hemos ocultado bajo las tinieblas de las ilusiones del mundo material. El conocimiento total de Amor es percibido y logrado desde los niveles superiores de la conciencia
("desde la cima de las rocas"). En ese sublime lugar estamos aparte, unidos a Amor como la manifestación material del Amor de Dios. En Amor los aspectos negativos de la conciencia (las naciones) no están con nosotros (no somos contados entre las naciones). En esta realización queremos vivir y morir, porque es la manifestación material del Amor de Dios: “El Eterno no es un hombre para poder mentir, ni hijo de hombre para poder arrepentirse: cuando Él ha dicho, ¿acaso no lo hará? O cuando Él ha hablado, ¿no lo ejecutará? He aquí que bendije, y cuando Él ha bendecido yo no puedo revocarlo” (23:19-20)

Las bendiciones continúan, reafirmando que cuando vivimos en los modos y atributos de Amor podemos transformar las tinieblas en Luz, y revelar Amor cuando y donde esté ocultado: “Nadie ha visto iniquidad en Jacob, ni nadie ha visto perversidad en Israel; el Eterno su Dios está con él, y el estruendo del Rey entre ellos. El Eterno que los sacó de Egipto es para ellos como los cuernos de un buey salvaje. Porque no hay hechicería con Jacob ni adivinación con Israel: 'Como ahora será dicho de Jacob y de Israel: ¡lo que ha hecho el Eterno!' He aquí un pueblo que como león se levantará, y como león se erguirá solo. No se echará hasta que coma la presa y beba la sangre de los muertos
” (23:21-24) Es esencial reiterar otra vez que Amor no cohabita con las fantasías e ilusiones de control de ego (hechicería y adivinación).

Entre las bendiciones que siguen (24:5-9, 24:17-24) resaltamos una oración significativa: “Benditos sean quienes te bendigan, y malditos sean quienes te maldigan”. Podría parecer una declaración excluyente, segregadora o de represalia. Aunque podría serlo, no se trata de nada de eso. Hemos dicho que Amor sustenta todo y lo abarca
todo, lo que significa que es incluyente y no lo contrario. Las ilusiones de ego son las que nos excluyen de la Unidad de Amor, por lo tanto cuando maldecimos nuestra conciencia con ellas, de hecho estamos maldecidos.

La parshá termina con la lamentable caída de miles de israelitas seducidos por la lujuria durante la conquista de Moab. Tal como es cierto que nuestro permanente conocimiento del Amor de Dios nos libera de las ilusiones y fantasías del mundo material, al caer en ellas perdemos nuestra conexión con Él, y se convierten en nuestro propio castigo: la plaga que afectó a 24 mil israelitas en ese entonces. Muchos dicen estas sabias palabras: “El pecado es su propio castigo”. En conclusión, el mensaje es reiterado nuevamente: cuando Israel realiza su Unidad con Dios, mediante Su Amor presente en Su Creación, este es revelado y manifestado con toda Su gloria.

domingo, 13 de junio de 2010

Parshat Jukat: Fe en el Amor de Dios

El Creador habla a Moisés y Aarón diciendo: "este es el decreto de la Torá como lo ordena el Eterno (…)" (Números 19:1) La oración enfatiza la autoridad Divina con las palabras "decreto" (jukat) y "ordena", lo cual según Rashi significa que nadie tiene el derecho de cuestionar tal decreto. Tenemos que añadir que esto también se aplica a todos los Mandamientos de Dios en la Torá. ¿Cómo podemos cuestionar la voluntad de nuestro Creador? ¿Cómo podemos atrevernos a cuestionar el aire que nos mantiene vivos? Aún así, parece que nuestro libre albedrío (también dado a nosotros por el Amor de Dios) puede elegir desafiar al Creador de todo. ¿O más bien se trata de una elección de nuestro ego?

Este decreto en particular se refiere al sacrificio de una vaca roja, cuyas cenizas reciben poder Divino en "una ofrenda de fuego purificadora" (19:17) para limpiar a aquellos que estuvieron en contacto con un cadáver. Esto lo entendemos como estar en contacto con la muerte que separa de la verdadera vida. ¿Por qué una vaca roja y no uno de los otros animales mencionados como posibles ofrendas de sacrificio en el Tabernáculo o Templo? Este es uno de los misterios Divinos que ninguno de nuestros exégetas ha podido descifrar, incluyendo al hombre más sabio que jamás ha existido, el rey Salomón. En un sentido literal entendemos que se trata de un animal especial, "una vaca roja perfecta y sin tacha sobre la cual no ha sido puesta una yunta" (17:2) Al igual que los demás animales ritualmente aptos, puede representar una cualidad humana que al ser transformada con fuego (Amor Divino) tiene el poder de redimirnos de la muerte. En este contexto, esa cualidad humana transformada tiene tal poder. Sabios místicos relacionan las cenizas de la vaca roja con la Redención Final cuando la muerte será erradicada del mundo. El punto aquí no es determinar esa cualidad humana particular que tenemos que dirigir hacia nuestra Redención final. El punto es que debemos dirigir todas nuestras cualidades, todos los aspectos de la conciencia al Servicio Divino, el cual es ser y manifestar los caminos y atributos de Dios. Esto es lo que verdaderamente nos redime de las tinieblas de las ilusiones materialistas.

La preeminencia de Amor como principio Divino es reafirmada otra vez en el episodio
cuando Moisés duda del poder transformador y redentor de nuestro Creador: "Toma la vara y reúne a la congregación, tú y tu hermano Aarón, y habla a la roca en presencia de ellos y la roca dará su agua. Y les sacarás agua de la roca para ellos y darás de beber a la congregación y a sus bestias" (20:8) En este versículo aprendemos que la vara representa la dirección que nuestra conciencia superior (Moisés y Aarón) imparte a todos los aspectos y dimensiones de la conciencia material (la roca que representa a los hijos de Israel). El Amor de Dios quiere que le hablemos a la roca para que dé su agua, la que nos mantiene vivos en el desierto donde estamos libres de las ilusiones del mundo. Esta agua es Amor ocultado en la oscuridad del mundo, las tinieblas en las dimensiones de nuestra conciencia, también simbolizada por la roca. Cuando Amor habla la Luz ocultada es revelada, y nuestra conciencia es capaz de realizar nuestra Unidad con Dios. Todo lo que tenemos que hacer es ser Amor, manifestar Amor y hablar Amor, el fuego Divino que transforma los aspectos negativos de la conciencia en expresiones de Amor. 


Hemos dicho que sólo Amor tiene el poder de revelar Amor ocultado en las dimensiones oscuras de la Creación. Y esta agua, este Amor revelado, nutre no solamente nuestra conciencia espiritual sino también los aspectos materiales de nuestra vida ("a la congregación y sus bestias").

Nuestra conciencia superior (Moisés y Aarón) no está libre de cometer errores. Nuestro sentido de rectitud puede volvernos duros y severos al disciplinar nuestra mente, pensamientos, emociones, pasiones e instintos. Parece que tenemos dificultad en armonizar todos los aspectos de la conciencia en nuestras batallas para derrotar las fantasías e ilusiones de ego. Sin embargo sabemos que el Amor de Dios es lo que nos libera de los dominios de ego, del cautiverio en Egipto. Por lo tanto saber esta Verdad implica confiar en ella. La transgresión de Moisés al golpear en vez de hablar a la roca, tal como se lo ordenó el Creador, fue cuestionar Su poder transformador
y redentor aún en las dimensiones más densas y oscuras de nuestra conciencia.

Moisés, nuestro Maestro y el más grande de todos los profetas judíos, cuestionó el Amor de Dios al poner en duda la capacidad de su pueblo de abrazar Su Amor como su único Redentor. Moisés tenía muchas razones para dudar del compromiso de su pueblo como el elegido para crear un lugar en el mundo donde el Creador more en nosotros. Un compromiso para cumplir la misión de revelar Amor como Luz de las tinieblas del materialismo. Esta duda estaba basada en las muchas veces q
ue los hijos de Israel, a pesar de maravillosos milagros, cuestionaron la conducción de Su Redentor. La lección aquí para Moisés y Aarón como símbolos de nuestra conocimiento de conexión con Dios, para Israel y para el resto del mundo, es que el poder del Amor de Dios es ilimitado, eterno y lo abarca todo.

Amor como la manifestación material del Amor de Dios está en todas partes, tanto revelado como ocultado, y nuestra misión en este mundo es revelarlo donde y cuando esté ocultado. Sólo aquellos que estemos permanentemente conscientes de Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad podremos permitir que sea el Amor de Dios el que libre nuestras batallas para conquistar las naciones (los aspectos negativos de la conciencia) y morar para siempre en la Tierra Prometida.

miércoles, 9 de junio de 2010

Parshat Kóraj: Venciendo las Ilusiones de Ego

Kóraj y sus seguidores representan la interferencia del ego cuando los hijos de Israel procuran la elevación de la conciencia (representada por Aarón y Moisés), mediante la cual estamos en constante conexión con Dios. Nuestros Sabios dicen que Kóraj robó uno de los tres tesoros del faraón que habían sido escondidos por José. Como indicamos citando a Sabios místicos, el faraón representa la meta del ego para convencer a nuestra conciencia de que "el río es mío, yo lo creé" (Ezequiel 29:3, 9), y el ego usualmente gana cuando nos hace creer que estamos separados de Dios, que es Unidad.

La separación es la razón fundamental de la existencia del ego, y contradice reglas distintas a su propia agenda: "Toda la comunidad es sagrada y el Eterno está entre ellos, ¿por qué ustedes se alzan sobre la congregación del Eterno?" (Números 16:3) Esto es como si las manos y los pies se quejasen contra la cabeza porque ella controla el cuerpo: “Si todo el cuerpo es sagrado, por qué la cabeza tiene que estar en control? Cada parte del cuerpo también puede estar en control”. En la claridad de nuestro intelecto en su búsqueda de elevar la conciencia y no en la oscuridad del egoísmo es donde la agenda de ego debe ser confrontada: "Venid en la mañana. y el Eterno mostrará quién es Suyo, y quién es sagrado... y a quien Él ha escogido hará que se acerque a Él" (16:5)

Hemos dicho muchas veces que Amor no cohabita con nada distinto a sus caminos y atributos; y esto quiere decir que todos los niveles de nuestra conciencia, tanto los inferiores como los superiores, deben seguir los caminos y atributos de Amor para que estemos siempre cerca del Creador. En este proceso nuestra naturaleza material es debidamente elevada a las supremas alturas de los modos y atributos de Amor, y las dimensiones negativas retornan a las ilusiones del materialismo de donde vinieron. Las ilusiones y fantasías de ego terminan devorando nuestra conciencia y todo en lo que creemos: “La tierra debajo de ellos abrió su boca y los tragó junto con sus casas, y todos los hombres que estaban con Kóraj y todo lo que tenían. Ellos, y todo lo que poseían, descendieron vivos a la tumba; la tierra los cubrió, y fueron perdidos para la congregación” (16:32-33) El texto no menciona que murieron e implica claramente que descendieron vivos a la tumba, y la materialidad que representa la tierra los tragó. La consecuencia fue su separación de la Unidad del Pueblo de Israel con Dios.


La porción prosigue recordándonos que nuestra conciencia superior tiene que estar a cargo de la conexión constante con Dios: “(…) para recordar a los hijos de Israel que ningún ajeno, que no sea de la simiente de Aarón, se acerque a ofrendar incienso ante el Eterno, que no sea como Kóraj y su compañía” (17:5) Estos ajenos son también las ilusiones de ego que pretenden romper la Unidad de Amor. Posteriormente el texto nos relata un milagro para ilustrar la preeminencia del Sumo Sacerdote en nuestra conciencia, y el poder transformador y redentor del Amor de Dios: “(…) y he aquí, la vara de Aarón de la Casa de Leví había brotado; y tenía capullos, y producía almendras. Tenía capullos, produjo frutos, y almendras maduras” (17:23) En hebreo la palabra nes (milagro) también significa “elevación”, que es el propósito de los milagros, ya que elevan nuestra conciencia. En nuestros rezos judíos diarios agradecemos al Creador “(…) en la noche, en la mañana y en la tarde por Tus milagros que están con nosotros, por Tus maravillas y beneficencias en todo momento. (…)”.

La preeminencia del Sumo Sacerdote es reafirmada otra vez: “Y el Eterno habló a Aarón, ‘He aquí, Yo te he dado las ofrendas elevadas a Mí, todas las cosas sagradas de los hijos de Israel” (18:8), “De todo lo que se te ha dado a ti, separarás lo que es ofrecido al Eterno como sacrificio; de todo lo mejor de ellos ofreceréis, la parte más sagrada”
(18:29) Está claro que en nuestra relación con Dios tenemos que ser y manifestar lo mejor de nuestros talentos y cualidades. Si el Creador nos creó a Su imagen y semejanza, la única manera de concebirlo y de verdaderamente conocerlo es siendo y manifestando Sus caminos y atributos, que son precisamente nuestras "cosas sagradas", "lo mejor de la ofrenda", las más sagradas expresiones de todos los niveles de nuestra conciencia y nada menos que eso.

Maimónides dice que “Todo lo que es por Amor de Dios debería ser lo mejor y lo más hermoso. Cuando uno construye una Casa de Oración debería ser más bella que nuestra propia casa. Cuando uno alimenta al hambriento debería alimentarlo con lo mejor y más dulce de su mesa. Cuando uno viste al desnudo debería hacerlo con sus ropas más finas. Cuando uno designa algo para un propósito sagrado debería santificar sus más preciadas posesiones, tal como está escrito: ‘Toda la gordura es para el Eterno’ (Levítico 3:16).” (Mishné Torá, Leyes de las cosas prohibidas para traer al Altar 7:11)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.