miércoles, 28 de julio de 2010

Una reflexión sobre la debilidad y el dolor

Este pasado 15 de julio fui sometido a una operación de cuádruple puente coronario en el hospital Rambam de Haifa. Todo ocurrió muy, muy rápido, lo cual debería considerar como una bendición; aunque tuve suficiente tiempo "lento" para reflexionar sobre toda esa experiencia. La principal reflexión surgió de la abrumadora debilidad como resultado de la operación. Es en esta debilidad en la que verdaderamente asimilé algunos de los principios del judaísmo que creemos entender, pero no tanto como deberíamos.

En la debilidad nos damos cuenta que la fuerza es la que nos mantiene vivos y no en el desamparo ni en la carencia. La debilidad se convirtió para mí en el catalizador para darme cuenta que la vasija que soy estaba casi vacía; y consecuentemente comencé a pensar sobre quién creó la vasija, cómo la llena, y con qué la llena. Reflexionar sobre esto me hizo vivir, no sólo en carne propia sino en todos los niveles de la conciencia,
que yo era una ilusión creada por una ilusión de mí mismo. No importa cuánto intente o trate de acercarme a quien me creó, lo hago en medio de la ilusión que me separa de Él.

Se trató más de debilidad que de dolor. A pesar de lo agobiante que puede llegar a ser, el dolor sacude; pero es la ausencia de fuerza la que nos hace conscientes de que la vida y toda la Creación están sustentadas
por nuestro Creador y por nada más. En esto incluyo todas las dimensiones y niveles de la conciencia: nada es resultado de nuestra creación sino sólo de Él. La reflexión no necesariamente me llevaba a nada en particular, sino a la realización de que sólo Dios es. Esta realización abarca todas las posibles concepciones éticas de la vida y la Creación, incluyendo la conciencia de humildad que nos conduce a aceptar Su voluntad, la Única que es. Toda esta reflexión fue sorprendentemente igualada por un correo que recibí después de la operación enviado por mi rabino en Chicago, donde vivía antes de hacer aliá, que me siento obligado a compartir con ustedes:

Querido Ariel,

Está escrito en el libro de Isaías: "Mis pensamientos no son tus pensamientos y Mis caminos no son tus caminos"
(1). En últimas, la persona religiosa acepta la realidad de que somos nosotros los creados y que Él es el Creador. Somos nosotros los finitos y que Él es infinito. Vivimos dentro de nuestro tiempo, mientras que Él conoce el tiempo de principio a fin. Debemos aceptar esto como lo hizo Moisés; somos nosotros los reverentes, los sirvientes de Dios. Yo he enfrentado la muerte en mi propia vida. Me sometieron a una operación que los médicos creían que no iba a sobrevivir. A mis hijos les dijeron que avisaran a mi familia extensa que yo no sobreviviría. Recuerdo con nitidez cuando me llevaban en silla de ruedas al quirófano. Estaba sereno. Me puse en las manos de Dios y simplemente me calmé. Dios, EL BIEN, determinaría mi destino.

El judaísmo exige que vivamos como si no existiera Dios. Debemos dirigir nuestras vidas y no simplemente rezar pidiendo la intervención Divina. Aun así, hay momentos en que hemos hecho lo mejor en nuestro nivel, y no hay nada más que podamos hacer. En esos momentos caemos en las manos de Dios sabiendo que Él hará con nosotros lo que crea conveniente de acuerdo a Su plan eterno de Creación. Ariel, cálmate. Dios en Su sabiduría determinará tu futuro. "El Eterno es mi pastor, nada me ha de faltar"
(2). Esto es verdad, yo lo sé en mi corazón y en mi alma. Deja que el Pastor te cuide a Su manera.

Refuah Shlema.

Rabino Phil Lefkowitz


Como lo dijo el rabino, somos la invención del Creador, no la nuestra. Y nuestras vidas, ya sea en debilidad o fortaleza, están en Sus amorosas manos.
(1) Isaías 55:8
(2) Salmos 23:1

Parshat Ekev: Las Bendiciones de Amor

En la porción de esta semana Moisés enfatiza en la dinámica de nuestra relación con el Creador. En este contexto, eikev no solamente significa porque sino debido a que: "Y acontecerá, porque has oído estas ordenanzas, y las has mantenido y cumplido, que el Eterno tu Dios mantendrá para ti el Pacto y la amorosa bondad que Él juró a tus padres" (Deuteronomio 7:12) El texto prosigue con las bendiciones del Creador cuando estamos constantemente apegados a Él (7:13-15), especialmente Su poder para vencer los males que sufrimos cuando elegimos apegarnos a las bajas pasiones y fantasías de ego (idolatría). Sabemos que este apego puede ser más fuerte que nuestra voluntad, y llegamos a pensar: "estas naciones son más que yo, ¿cómo puedo expulsarlas?" (7:17)

Moisés nos urge a confiar en el Amor de Dios como nuestro liberador, el Redentor que nos guía en nuestro propósito de dirigir todos los niveles de la conciencia (ego incluido) en Sus caminos: "(…) recuerda lo que el Eterno tu Dios hizo al faraón, y a todo Egipto" (7:18) Como mencionamos en comentarios anteriores, el faraón representa la pretensión del ego de controlar todas las dimensiones de la conciencia, y Egipto las limitaciones y opresiones resultantes.

Debemos comprender que los modos y atributos de Amor no son condicionales a sus bendiciones sino inherentes a ellas. Amamos, y al amar somos bendecidos. Como hemos dicho, Amor es su causa y su efecto porque lo abarca todo. Sólo debemos estar conscientes de ello siendo y manifestando los caminos y atributos del Creador (8:6, 10:12, 11:22), acerca de los cuales Rashi se refiere a ser y manifestar Su imagen y semejanza: "Él es amoroso, entonces debemos ser amorosos; Él es compasivo, entonces debemos ser compasivos; Él hace actos de bondad, nosotros debemos ser bondadosos". 


Esta es la dinámica de nuestra relación con el Creador: Cuando lo concibamos a través de Su Amor nos relacionaremos con Él como tal, siendo y manifestando Sus caminos y atributos. Así estamos conscientes de que somos Amor porque fuimos creados por Su Amor, debido a Su Amor, y por la gracia de Su Amor; y esta causa es su propio efecto. Cuando realicemos esta identidad seremos capaces de expresarla, y ser Amor en lo que somos y hacemos. Este conocimiento tiene el poder inherente de revelar Amor donde y cuando esté ocultado, porque seremos capaces de distinguir entre Amor como Verdad, e ilusión como falsedad.

Perdemos este sublime conocimiento cuando permitimos que la agenda de ego tenga control sobre nuestras vidas: "Mi poder y la obra de mis manos me dieron esta riqueza" (8:17), y sus devastadoras consecuencias (8:19-20). Sabemos que podemos ser muy testarudos en el proceso de redirigir el ego y todos los niveles de conciencia bajo la conducción de Amor: "(…) porque pueblo de dura cerviz eres tú" (9:6, 13) Nosotros no pretendemos proclamar que somos perfectos, pero sabemos lo que es perfección cuando la vemos en toda la Creación. Sólo entonces sabremos que Amor es perfecto, y que nuestra felicidad, alegría y plenitud provienen de Él.

Amar a nuestro Creador es el Mandamiento primordial para comprender plenamente nuestra relación con Él: "Porque si cumpliéseis diligentemente todo este Mandamiento que os ordeno que hagáis, de amar al Eterno vuestro Dios, andar en todos Sus caminos, y apegarse a Él" (11:22) Esta es nuestra herencia, nuestra identidad, y la fuente de todas nuestras bendiciones.

domingo, 18 de julio de 2010

Parshat Va'etjanán: La Unidad de Israel y el Amor de Dios

Moisés cumplió su misión trascendental como el celoso vigilante y guía que condujo a los hijos de Israel desde la esclavitud en Egipto hasta la libertad en la Tierra Prometida. El Amor de Dios escuchó al pueblo rogando por libertad, y también oyó a Su fiel servidor suplicándole entrar a la Tierra Prometida: "Te ruego Dios que esta vez (...)" (Deuteronomio 3:23) El apego de Moisés al Servicio Divino lo obligó a rogar por más, pero su misión ya había sido cumplida. 40 años en Egipto, 40 años en Madián y 40 años en el desierto, para un total de 120 años de aprendizaje y transformación que transcurrieron en una vida memorable y ejemplar. Moisés tuvo el privilegio de ver al Creador "cara a cara", y rendirse a Él completamente.

Su gran deseo de ver la Presencia Divina le fue concedido para mirarla en todo Su esplendor, y aprendió que esto es posible sólo cuando conquistamos las naciones de Canaán (las cualidades inferiores de la conciencia y sus aspectos negativos), y vivimos en la Tierra Prometida (la plenitud y abundancia de los caminos y atributos de Amor). Dios permitió que Moisés la contemplara desde la distancia. Nuestros Sabios dicen que "escuchar es entender, pero ver es saber". Entonces Moisés vio y Moisés supo, y ¿qué más necesitaría saber luego de haber visto todo? ¡Pues ser parte de ello! "Tú, Oh Eterno, apenas has comenzado a mostrar a Tu servidor Tu grandeza" (3:24), explicando que nuestra verdadera conexión con Él comienza en la vida práctica con nuestra misión de revelarlo a Él cuando y donde esté ocultado en el mundo. La Tierra Prometida también representa la realización en nuestra conciencia del Amor de Dios, por lo tanto es el punto de partida para vivirlo plenamente en el mundo material.

Esta realización tiene el poder de transformar tinieblas en Luz, revelando así Amor ocultado por las ilusiones de la conciencia apegada al materialismo. La grandeza de Amor es la revelación material del Amor de Dios en toda la Creación, y vivimos esa grandeza cuando todos los niveles de nuestra conciencia están llenos de Sus caminos y atributos, los cuales son Su Gloria. Esa es la verdadera vida: "Y vosotros que os apegásteis al Eterno vuestro Dios estáis vivos cada uno en este día" (4:4) Nuestro Sabios explican que "este día" se refiere al eterno presente que se sustenta continuamente del Amor de Dios. Considerando el hecho de que Su Amor está siempre con nosotros, que Él nos creó y nos sustenta, de nosotros depende estar conscientes de esta Verdad transcendental.

Aún si vivimos en las ilusiones del mundo material, siempre tenemos acceso a Él en nuestro estudio de la Torá: "Desde ahí buscarás al Eterno tu Dios, y lo encontrarás si lo buscas con todo tu corazón y tu alma" (4:29) Nunca olvidemos que Él es la única Verdad: "No hay nada además de Él" (4:35, 39; 5:22) En sus Leyes Fundamentales de la Torá (1:1), Maimónides reafirma esta Verdad indicando que "este el principio de todos los principios, y el pilar de toda sabiduría: saber que hay un Ser Primordial que trae a la existencia a todos los seres; que todas las existencias del Cielo y la Tierra, y lo que hay entre ellos, dependen solamente de la Verdad de Su Ser".

Moisés continúa reiterando el Pacto entre Dios y Su Pueblo, advirtiendo acerca de las consecuencias de seguir tras las fantasías e ilusiones de ego (idolatría), en vez de apegarse permanentemente al Creador; y le recuerda a Israel los Diez Mandamientos (5:6-17), seguir Sus caminos, y manifestar Sus atributos: "Caminaréis en todo camino que el Eterno vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien; y se prolonguen vuestros días en la Tierra que habréis de poseer" (5:29) Este contexto precede la más importante declaración del judaísmo, que define la Unidad de Dios en Su Creación a través de la conciencia de Su Pueblo, Israel. Es Israel quien que da completo sentido a esta declaración porque es Israel quien recibe el Mandamiento de ser consciente de ella: "Escucha [entiende] Israel: El Eterno es nuestro Dios, el Eterno es Uno [y Único]" (6:4)

Aunque esta declaración es hecha por Moisés nuestro maestro, realmente proviene del Amor de Dios, quien la proclama en primera persona plural. Esta es la culminación de la Unidad de Israel con el Creador, e Israel como el adjudicatario de este principio Divino. Este versículo es seguido de una clara explicación de este principio, pues contiene una dinámica que implica una conciencia activa. Esta explicación es la manera en que realizamos esa conciencia (6:5-25), y Amor es su fundamento esencial. Siempre y cuando estemos en, con, y para el Amor de Dios, seremos Uno con Él.

Los versículos destacan la importancia de estar constantemente conscientes de los caminos y atributos del Creador en virtualmente todo lo que hagamos día y noche. Este vínculo de Amor que ejemplifica unidad no permite ningún tipo de separación porque este Amor sólo cohabita con los caminos y atributos del Creador hacia nosotros, y con nada más. Como hemos mencionado en comentarios anteriores, cuando elegimos separarnos del Amor de Dios las consecuencias están simbólicamente ilustradas en la Biblia hebrea como "ira" y "venganza" derivadas de "celo".

Es precisamente este celo el que nos apega al Amor que nos mantiene unidos a Él: "porque un Dios celoso [exclusivo] es el Eterno tu Dios que está en medio de ti, para que la ira del Eterno tu Dios no se encienda contra ti y te destruya de la faz de la Tierra" (6:15) De hecho, estamos destruidos cuando elegimos vivir en ilusión y no en Su Verdad: "(…) para servir a otros dioses, entonces la ira del Eterno se encenderá contra ti, y Él te destruirá rápido" (7:4), "Porque tú eres un pueblo sagrado ante el Eterno tu Dios: el Eterno tu Dios te ha escogido como Su tesoro entre todos los pueblos que están en la faz de la Tierra" (7:6)

Ciertamente no todos somos tocados e inspirados por el Amor de Dios para ser y manifestar Sus caminos y atributos. Si nuestros ancestros y sus descendientes fueron escogidos, nosotros como un Israel unido y único debemos honrar este legado eligiendo Su Amor: "El Eterno no os ha amado o elegido por ser un pueblo más numeroso que los demás, sino porque fuisteis los menos numerosos entre los pueblos" (7:7) Honremos el legado de nuestros ancestros, honremos Amor por la gracia de Amor.

domingo, 11 de julio de 2010

Parshat Devarim: Reflexión acerca del Amor de Dios

"Dichos" y "cosas" comparten la misma palabra en hebreo, pero en el último libro de la Torá significa cosasDevarim, que es también el nombre de su primera porción: "Estas son las cosas que Moisés habló a todo Israel" (Deuteronomio 1:1) Aunque es considerado una repetición de las enseñanzas y sucesos mencionados en los cuatro libros anteriores, Devarim enfatiza en cómo concebimos al Creador y cómo Israel debe relacionarse con Él. Es por ello que comienza con Moisés reprochando a todo Israel, porque el Pueblo Elegido no solamente cuestiona el Amor de Dios sino que también se rebela contra Él.

Dijimos en comentarios anteriores que Moisés y Aarón representan respectivamente nuestra más alta conciencia del Creador, y nuestra conexión permanente con Él. Moisés es el conductor que nos guía (a Israel) hacia los caminos y atributos de Dios, y nos enseña a serlos y manifestarlos. Aarón nos hace conscientes de nuestra Unidad con el Creador. Moisés se comunica con nuestro intelecto, razonamiento y entendimiento para hacernos conocer Sus caminos y atributos. Aarón nos hace vivir ese conocimiento: "Sed de los discípulos de Aarón, amantes de la paz y procuradores de la paz, amantes de las criaturas a las que atraen a la Torá" (Pirké Avot 1:12)

Moisés es quien nos conduce al conocimiento de la Verdad, porque es el maestro primordial que habla "boca a boca" con nuestro Creador. Continuamente destacamos que el Amor de Dios es la Esencia que sustenta toda Su Creación, porque esta emana de Él y está unida a Él. Desconocer esta Verdad o rechazarla no solamente es vivir engañados sino vivir en las tinieblas de las ilusiones materialistas.

Moisés reprocha a todos los aspectos de nuestra conciencia y sus expresiones, con el propósito de hacerlos conscientes de su misión en este mundo. Esta radica en reconocer la preeminencia de Amor en nuestras vidas como causa, medio y finalidad para relacionarnos unos con otros y con toda la Creación. Este reproche no es una reprimenda sino una invitación a reflexionar sobre las ilusiones de ego que impiden nuestro propósito de lograr una conexión permanente con el Creador. El conocimiento conductor hacia los modos y atributos de Amor -- como manifestación material del Amor de Dios -- necesita cada aspecto de nuestra conciencia para lograr ese propósito: "(…) diciendo: 'No puedo cargaros yo solo por mí mismo" (1:9, 12) Es entonces que el conductor asigna a las mejores cualidades y rasgos para dirigir, "juzgar" los aspectos inferiores de la conciencia, "porque el juicio es del Eterno" (1:17)


La próxima reflexión tiene que ver con dudar del Amor de Dios para conquistar las bajas pasiones y las emociones negativas, a pesar de Sus incontables pruebas y milagros: "Aunque en esta cosa no creísteis en el Eterno vuestro Dios" (1:32), "Porque el Eterno vuestro Dios os ha bendecido en toda la labor de vuestras manos; Él os conoció caminando este gran desierto, estos cuarenta años el Eterno vuestro Dios ha estado con vosotros; a vosotros no os ha faltado nada" (2:7)

La porción concluye reiterando lo que Moisés nuestro maestro tiene muy claro: "No les temeréis porque el Eterno vuestro Dios, es Él quien libra vuestras batallas" (3:22) Cuando dudamos de Amor y creemos en las ilusiones del mundo material, estas toman control de nuestra conciencia. Tal como lo hemos repetido muchas veces, con nuestras decisiones elegimos ya sea separarnos o conectarnos con los modos y atributos del Creador, ya que Su Amor nunca se separa de nosotros. Es Amor el que batalla contra las tinieblas de la agenda de ego, y es Amor el que siempre prevalece.


Devarim es Moisés repitiendo una y otra vez la invitación para ser completamente conscientes de que el Amor de Dios nos creó, es nuestra vida, nuestro origen, y nuestro sustento. Nuestro destino es vivir plenamente Amor en lo que somos y lo que hacemos.

sábado, 3 de julio de 2010

Parshat Matot-Masei: Amor Vence el Conflicto

Mencionamos en comentarios anteriores que las Tribus de Israel representan rasgos o cualidades que constituyen la identidad de Israel. Estas cualidades son los aspectos positivos de todos los niveles de la conciencia, los cuales están destinados a realizar la misión de Israel de crear un lugar para que Dios more en el mundo: "Y Moisés habló a las cabezas de las Tribus, a los hijos de Israel, diciendo (…)" (Números 30:2) Nuestro intelecto, mente, pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos (incluyendo sus respectivas expresiones), todos dependen de la dirección en la que son guiados; todos son vasijas en espera de ser llenadas, ya sea con los modos y atributos de Amor, o con la agenda de ego. Es por ello que Moisés (el nivel más alto de conocimiento del Creador y Su Amor) habla a las más altas cualidades de la conciencia, las cabezas de las Tribus. 

Estas cabezas conocen los límites entre lo permitido y lo no permitido, y los demarcan de acuerdo a nuestras fortalezas y debilidades cuando nos toca enfrentar las ilusiones del mundo material. Este es el contexto de los Mandamientos relacionados con votos (juramentos) y promesas expresados verbalmente con nuestras palabras: "Cuando un hombre haga un voto ante el Eterno, o haga una promesa que ate a su alma, no podrá romper su palabra; deberá hacerlo como salga de su boca" (30:3) Estos votos y promesas están claramente dedicados al Servicio Divino, lo que significa actuar de acuerdo a los caminos y atributos del Creador. Cuando estemos seguros dentro de los límites que imponen nuestros votos y promesas, podremos ser redimidos de ellos.

El texto continúa con los aspectos elevados de la conciencia que guían y redimen, representados por la figura paterna y el futuro esposo en referencia al "matrimonio" entre Israel y Dios. Una vez estemos permanentemente conectados con el Creador y Su Amor seremos redimidos de las restricciones de las ilusiones materialistas que debemos evitar en nuestra meta de estar constantemente conscientes de nuestra Unidad con Dios. Alegóricamente el padre es la conciencia superior, la hija es Israel, y su esposo es el Creador. En el contexto de la narración bíblica, padre y esposo representan a Dios. Aprendemos de este pasaje que debemos mantener la Verdad en lo que concebimos, pensamos, sentimos, decimos y hacemos, y estar siempre unidos a la Verdad que son los modos y atributos de Amor. 

Nuestros Sabios explican que este primer pasaje hace perfecto sentido al preceder el episodio de la guerra contra Madián, porque sólo después de comprometernos completamente a dirigir positivamente todos los niveles de la conciencia podremos ser capaces de derrotar el conflicto (madián) que el ego quiere hacer prevalecer en la conciencia. En esta guerra todas las Tribus participan, incluyendo los levitas, todos liderados por Pinjas (31:2-12) Fue una exitosa guerra en la que Israel unido derrotó al enemigo sin bajas en el campo israelita. Sin embargo Moisés reprendió a los victoriosos soldados por no haber eliminado totalmente las amenazas (mujeres y niños midianitas) contra la conciencia superior lograda tras las restricciones impuestas por sus votos y promesas, y luego cumplieron las órdenes de Moisés (31:14-17) Las amenazas de los rasgos negativos aparentemente frágiles o inofensivos son algunas de las razones que manipula el ego en su avidez por controlar la conciencia.

El pasaje siguiente nos relata el botín de guerra y el proceso de purificación de utensilios de metal, barro o madera (31:22-54) Nuestros Sabios explican que después de derrotar a nuestros enemigos podemos usar sus utensilios y bienes, no sin antes purificarlos. Aprendemos de esto que cada cualidad negativa puede ser transformada en positiva después de someterla al fuego del Amor Divino. El fuego, como lo hemos mencionado en este blog, es el catalizador que transforma un estado incompleto o inadecuado en completo o adecuado. Aunque el fuego tiene el poder de destruir, cuando se relaciona con en Amor de Dios tiene cualidades de transformación y transmutación. Amor, como la manifestación material del Amor de Dios, es el catalizador con el que tenemos el poder no de destruir sino de transformar y elevar los aspectos negativos de la conciencia, y también el mundo material para permitir que Dios viva en él.

El último capítulo de Matot (31:1-42) nos cuenta la petición de las Tribus de Rubén y Gad para asentarse en el valle al este del río Jordán. El área pedida está fuera de la Tierra Prometida, con ciudades que pertenecieron a idólatras. Nuestros Sabios explican que Rubén y Gad prometieron destruir los ídolos, cambiar los nombres de las ciudades, y luchar en la vanguardia cuando sus hermanos en el otro lado del río tuviesen que ir a una guerra. En otras palabras, estaban dispuestos a mantener la unidad de Israel a pesar de asentarse fuera de su tierra. Sabios místicos enseñan que cuando estamos totalmente comprometidos con nuestro conocimiento del Amor Divino, somos capaces de conquistar y ocupar otras "tierras", dando a entender que tenemos el poder de transformar oscuridad en Luz.

Esta parshá usualmente se lee junto a Masei (trayectos, etapas), la última porción del libro de Números. Estas etapas (33:1-49) son las paradas que los hijos de Israel hicieron por el desierto antes de entrar a la Tierra Prometida. Todos atravesamos por cambios en nuestra búsqueda individual para traer Luz a cada dimensión de la conciencia, y disipar la oscuridad que oculta la Presencia Divina y Su Amor, detrás de las ilusiones materialistas de ego: "(…) expulsaréis todos los habitantes de la tierra fuera de vosotros, y destruiréis todas sus imágenes talladas, y destruiréis todas sus imágenes fundidas, y demoleréis todos sus templos. Y expulsaréis a los habitantes de la tierra, y moraréis en ella; porque a vosotros Yo he dado la tierra para que la poseáis" (33:52-53) 


Masei continúa describiendo las fronteras de Israel y las áreas donde se asentarán las Tribus, incluyendo 48 ciudades para los levitas entre todas las Tribus, seis de ellas llamadas "ciudades de refugio" (35:6-8) "(…)para vosotros, para que el asesino que mató a una persona por error pueda huir ahí. (…) Para los hijos de Israel, y para el extranjero, y para el que more entre ellos (…)" (35:11, 15) Nuestros Sabios enseñan que somos buenos por naturaleza porque nuestras almas están conectadas a Dios, que es bueno; que alguien peca cuando un espíritu de locura ha entrado en él; y que cada quién puede y debe rectificar sus errores.

El Mandamiento para tener ciudades de refugio es otra manifestación de la amorosa bondad de Dios para que tengamos compasión por aquellos que sinceramente se comprometan a conducir sus vidas en Sus caminos y atributos. Esta compasión no puede extenderse a quienes deliberadamente asesinan a otros, y la Torá nos ordena imponerles la pena de muerte. Como hemos dicho en otros comentarios, muerte es la consecuencia de elegir separarse de la Unidad de Dios, y esta separación es el resultado de permitir que las fantasías e ilusiones de ego corrompan nuestra conciencia: "Y no mancillaréis la tierra en la que habitáis, en medio de la cual Yo habito; porque Yo, el Eterno, habito entre los hijos de Israel" (35:34) Masei concluye con un episodio de regocijo: "(…) las hijas de Zelofejad se casaron con los hijos del hermano de su padre. Se casaron con familiares de los hijos de Menasé, el hijo de José, y su herencia permaneció en la Tribu de la familia de su padre" (36:12-13)

Comentemos sobre la haftará (Jeremías 1:1-19, 2:1-3) que complementa estas dos porciones. El Amor de Dios, nuestro Creador, nos habla con las más dulces palabras: "Cuando Yo aún no te había formado en el vientre, y antes de que salieras del vientre, Yo te santifiqué; e hice de ti un profeta para las naciones". Esta declaración está dirigida a Israel, su Unidad con el Creador, y su misión para ser Luz de las naciones: "A todo lo que te envíe, tú irás; a todo lo que te ordene, tú hablarás. No temas a ellos porque Yo estoy contigo para liberarte, dice el Eterno". Estas son las palabras del más grande Amor de todos, que nos conoce antes de saber que estamos vivos; que nos bendice antes de que revelemos Su Presencia en este mundo. Nosotros somos Su Amor manifestado, tal como lo vemos también manifestado en toda Su Creación; vamos donde Él nos dice que vayamos, y nuestras acciones hablan de lo que Él nos encomienda. Él está con nosotros cuando salimos de la dimensión de las ilusiones materialistas, así que no hay nada qué temer: "pero no prevalecerán contra ti porque Yo estoy contigo para liberarte, dice el Eterno". Amor Divino nos creó, Amor somos, Amor manifestamos. Amor es nuestra Esencia, Amor es nuestro destino.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.