domingo, 27 de febrero de 2011

El Santuario, Israel, Sión y Jerusalén

En las últimas porciones del libro del Éxodo el tema central es el Santuario (Tabernáculo), seguido por el Sumo Sacerdote y las ofrendas. Nos enfocamos en el Santuario como tiempo y espacio en nuestra conciencia donde y cuando estamos permanentemente unidos al Creador mediante el constante conocimiento de Su Amor, representado por el Sumo Sacerdote. Tenemos que enfatizar que el Santuario está siempre erigido en este conocimiento aunque esté físicamente destruido. Rezamos diariamente al Amor de Dios para reconstruir Jerusalén y su Templo, y esta plegaria también es parte de nuestra oración de acción de gracias después de comer en la que agradecemos Su amor por el continuo sustento de Sus criaturas. En este contexto Jerusalén es tan importante como su Templo porque la capital indivisible de Israel también representa un espacio y un tiempo donde todos los niveles de nuestra conciencia están unidos bajo la voluntad del Creador. Sin embargo es nuestra la decisión de retornar a Jerusalén y reunificarnos con Él.

Aquellos que reconocemos el Amor de Dios por toda Su Creación y seguimos Su palabra podemos entender la certeza de nuestra elección; y al tener presente Su palabra en nuestra mente y corazón, hacemos la elección. Por lo tanto las palabras del Amor de Dios son nuestro camino para retornar a Jerusalén, a Sión, y su Templo. Cerremos el libro del Éxodo y comencemos el del Levítico con la invitación de nuestro Creador a retornar a Su Amor, en las palabras que dictó a nuestro profeta Isaías:

"A estos Yo traeré a Mi Monte Sagrado, para darles alegría en Mi Casa de Oración (Templo de Jerusalén). Sus ofrendas de fuego (elevación) y sus sacrificios serán aceptados en Mi altar, porque Mi casa será llamada Casa de Oración para todas las naciones" (Isaías 56:7) "Todas las naciones" representan todos los rasgos de la conciencia potencialmente negativos que son eventualmente redimidos bajo la conducción de los atributos de Amor, una vez decidamos que sea así: "En los días postreros el Monte del Templo del Eterno será establecido como el principal entre las montañas; y se elevará por encima de las colinas, y todas las naciones concurrirán a él. Muchos pueblos vendrán y dirán, 'Venid, subamos al Monte del Eterno, la Casa de Jacob. Él nos enseñará Sus caminos para que podamos andar en Sus senderos'. La ley (la Torá) saldrá de Sión, la palabra del Eterno de Jerusalén" (2:2-3), "Naciones vendrán a tu Luz (de Jerusalén), y reyes al resplandor de tu aurora" (60:3) porque es en la conciencia de Jerusalén que estamos unidos en el Amor de Dios; y en esta unidad no hay conflicto, separación o división. Esto quiere decir que todos los rasgos y cualidades de la conciencia, inferiores o superiores, pueden coexistir en armonía bajo la conducción del Amor de Dios:

"Ellos ni dañarán, ni destruirán Mi Monte Sagrado, porque la Tierra estará llena del conocimiento del Eterno, como las aguas llenan el mar" (11:9), "'El lobo y el cordero pacerán juntos, y el león comerá paja como el buey, y polvo será el alimento de la serpiente. Ellos ni dañarán, ni destruirán en todo Mi Monte Sagrado', dice el Eterno" (65:25). En este conocimiento nos deleitamos en el Amor del Creador: "En este Monte el Eterno Todopoderoso preparará una fiesta de manjares para todos los pueblos, un banquete de vinos añejos, las mejores viandas, y los más finos vinos" (25:6).

En nuestra elección de ser y manifestar los caminos y atributos de Amor, sólo vivimos la Esencia del Creador: "Aquellos que quedaron en Sión, que permanecen en Jerusalén, serán llamados sagrados, todos aquellos que son contados entre los vivientes en Jerusalén" (4:3), "Serán llamados el Pueblo Sagrado, los Redimidos del Eterno; y seréis llamada La Buscada, la ciudad (Jerusalén) no desolada" (62:12), "Gritad y cantad de alegría, pueblo de Sión, porque grande es el Sagrado de Israel entre vosotros" (12:16).

"Oh pueblo de Sión que vive en Jerusalén, no lloraréis más. ¡Cuán compasivo Él será cuando claméis por auxilio! Cuando Él oiga, Él os responderá" (30:19) porque el Amor Divino siempre está presente en toda Su Creación; sólo tenemos que estar conscientes de esta verdad: "Y los rescatados del Eterno retornarán. Entrarán cantando a Sión, dicha eterna coronará sus cabezas. Felicidad y alegría los llenarán, y se irán la tristeza y el suspiro" (35:10, 51:11), "Tu sol no volverá a ocultarse otra vez, y tu luna no menguará más; el Eterno será tu Luz inagotable, y tus días se tristeza terminarán" (60:20), "El Eterno ciertamente confortará a Sión, y verá con compasión todas sus ruinas; Él hará sus desiertos como el Edén, su devastación como el Jardín del Eterno. Alegría y felicidad se encontrarán en ella, acción de gracias y el sonido de cantares" (51:3).

"Regocijaos con Jerusalén y alegraos por ella, todos vosotros que la amáis; regocijaos grandemente con ella, todos vosotros que habéis estado de luto por ella" (66:10), "Pero alegraos y regocijaos por siempre en lo que Yo crearé, porque Yo construiré Jerusalén para ser una delicia, y su pueblo una alegría" (65:18), "Yo Me regocijaré en Jerusalén, y Me deleitaré en Mi pueblo; el sonido del clamor y el llanto no se oirán más" (65:19) Es en este conocimiento que hacemos la elección: "Escuchadme, pueblo Mío; oídme Mi nación: La ley saldrá de Mí, Mi justicia será una Luz para las naciones" (51:4) y nunca olvidemos que Amor Divino es la Luz que nos guía a Su Unidad, siempre presente y disponible para nosotros: "Antes de que llamen, Yo responderé; cuando estén aun hablando, Yo oiré" (65:24).

No somos perfectos mientras tengamos el libre albedrío que el Creador nos dio en Su Amor incondicional, y Él espera que elijamos Su Amor en vez de las tinieblas de las ilusiones del mundo material: "Que abandone el malvado su camino, y el inicuo sus pensamientos; y que retorne al Eterno, y Él tendrá compasión de Él, y (de él) para nuestro Dios, porque Él perdonará en abundancia. Porque Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos Mis caminos, dice el Eterno. Porque como los Cielos son más altos que la Tierra, así Mis caminos son más elevados que vuestros caminos, y Mis pensamientos más elevados que vuestros pensamientos" (55:7-9) porque "En todos tus sufrimientos Él también sufrió, y el ángel de Su Presencia los redimió. En Su Amor y Su compasión Él los redimió, Él los levantó, y los cargó todos los días del mundo" (63:9).

El Amor de Dios nos creó y de Él estamos hechos, Él siempre está presente sustentándonos y esperando nuestro retorno a Amor, nuestra verdadera identidad. Pero la decisión es sólo nuestra, y cuando elijamos la Verdad viviremos plenamente las palabras del Rey David al declarar: "Dichosos son aquellos que residen en Tu Casa, ellos aun te alabarán eternamente" (Salmos 84:5).

domingo, 20 de febrero de 2011

Parshat Vayajel-Pekudei: El Santuario del Amor de Dios

Nuestro mayor conocimiento del Creador, representado por Moisés, es lo que nos da el poder para congregar (unir) la conciencia multidimensional representada por los hijos de Israel: “Y Moisés congregó (vayajel) a toda la comunidad de los hijos de Israel, y les dijo: 'Estas son las palabras que el Eterno ha encomendado, para que vosotros las hagáis. Seis días se hará labor, pero en el séptimo día será para vosotros un día sagrado, un Shabat de solemne descanso para el Eterno; quien haga alguna labor en él será muerto [condenado a muerte]'.” (Éxodo 35:1-2).

Lo multidimensional abarca no sólo cada aspecto, rasgo y nivel de nuestra conciencia sino también la realidad individual de cada judío, sea pobre, rico, sabio, ignorante, débil, fuerte, etc. Cuando lo multidimensional es integrado hacia el propósito común de crear en este mundo un lugar donde more la Presencia Divina, el primer Mandamiento es entender esta unidad dentro del contexto del Shabat.

Esta porción de la Torá enfatiza la diferencia entre el Shabat y los demás días, de la misma manera que las labores relacionadas con la construcción del Santuario (Tabernáculo) son aquellas que no realizamos durante el Día de Reposo. Nuestros Sabios explican esta distinción no como una separación entre lo material y lo espiritual, sino como una conexión entre ambas. Después de todo, nada está separado en la Unidad del Creador y Su Creación. En nuestra realidad material se hará labor, no sólo para ganarse la vida y sobrevivir sino para procurar la felicidad individual y colectiva con nuestro esfuerzo. En este punto tenemos que definir el tipo de labor” que nos encomienda el Creador para hacer y son precisamente Sus Mandamientos, Sus caminos y atributos.

Hemos indicado en este blog que nuestro trabajo en este mundo material es revelar el Amor de Dios, y lo hacemos cuando somos y manifestamos Sus caminos y atributos. Esa es nuestra labor y la realizamos en la verdad de Amor, eligiendo esta opción en cada momento de nuestra vida diaria. Por lo tanto trabajamos” en lo que tengamos que hacer siendo y manifestando lo que realmente somos, imagen y semejanza del Creador.

Esta identidad se define a través de Su Amor porque somos una emanación de este Amor. De ahí que lo debamos revelar y vivir en el mundo material. En este contexto las labores diarias para construir el Santuario son nuestros mismos esfuerzos para construir la Unidad permanente con el Creador en nuestra vida diaria. Entonces construir el Santuario para lograr esta conexión es también trabajar dentro de los modos y atributos de Amor para estar unidos al Amor del Creador en nuestra realidad material.

El Shabat no es un día más porque su Esencia trasciende tiempo y espacio: en el Shabat el Creador está más allá de Su Creación y de Su expresión creadora. Hemos dicho muchas veces que nuestros sabios sostienen que “el Creador, la Torá, el Shabat, e Israel son Uno”. Es así es como entendemos la vida en este mundo: en nuestra Unidad con el Creador. Sin este conocimiento vivimos en el aspecto material del mundo, y la consecuencia es una vida sin la Presencia del Creador, algo que puede igualarse a la muerte. Entonces no se trata de imponer la pena capital a quienes no guarden el Shabat, ya que muerte es la consecuencia de ello. ¿Tiene acaso sentido vivir en este mundo sin la Presencia de su Creador?

Vayajel está unida a la última porción del libro del Éxodo, Pekudei, la cual comienza así: “Estos son los acontecimientos (pekudei) del Tabernáculo, además del Tabernáculo del Testimonio [la Torá], como sucedieron según el mandamiento de Moisés, a través del servicio de los levitas; mediante la mano de Itamar, el hijo de Aarón, el sacerdote” (38:21).

La descripción del Santuario prosigue, y los detalles terminan con la corona para el Sumo Sacerdote: “Y ellos hicieron la bandeja de la corona sagrada de oro macizo, y grabaron en ella un escrito, como el relieve de un sello: 'Sagrado para el Eterno'. Y ataron a ella una cinta de azul para ajustarla sobre la mitra encima, como el Eterno encomendó a Moisés” (39:30-31) La corona de oro simboliza lo sagrada que es la conexión permanente con nuestro Creador. “Y ellos trajeron el Tabernáculo a Moisés (…) Y Moisés vio toda la labor y, he aquí, ellos lo habían hecho tal como el Eterno lo había encomendado, y así lo hicieron. Y Moisés los bendijo.” (39: 33, 43).

Otra vez Moisés es reiterado como el mayor alto conocimiento del Creador a cargo de conducir y elevar TODO aspecto, nivel, dimensión, rasgo, cualidad y expresiones potenciales de nuestra conciencia, con el propósito de estar constantemente unidos a los modos y atributos de Amor. Esta es la bendición de Moisés para los hijos de Israel. Y cuando estemos todos unidos individualmente y colectivamente en Amor como nuestra identidad común, el Amor de Dios se unirá a nosotros para ser Uno con Él: “Entonces la nube cubrió la tienda de reunión, y la Gloria del Eterno llenó el Tabernáculo.” (40:34) así la Presencia Divina siempre estará con nosotros: “Porque la nube del Eterno estaba sobre el Tabernáculo de día, y era fuego de noche, ante la vista de toda la casa de Israel, a través de todas sus jornadas” (40:38),

El libro del Éxodo comienza con nuestra esclavitud en el más denso materialismo, y mediante el Amor de Dios fuimos redimidos con Sus Milagros. En nuestro conocimiento del Amor de Dios, Él nos abraza siempre. En este conocimiento, representado por el Santuario, el Creador cumple Su promesa: “Y ellos Me harán un Santuario y Yo moraré entre [en] ellos” (25:8, 29:45-46, Levítico 26:11, Números 5:3, I Reyes 6:13)

domingo, 13 de febrero de 2011

Parshat Ki Tisá: Entre las Fantasías de Ego y la Verdad de Amor

Cuando cuentes la cabeza [la suma total] de los hijos de Israel según sus números, cada uno ofrendará para el Eterno una expiación de su alma cuando sean contados; entonces no habrá plaga entre ellos cuando sean contados” (Éxodo 30:12). Nuestros Sabios enseñan que este nuevo censo de los israelitas está relacionado con los sucesos que ocurrieron en esta porción de la Torá, los cuales son las instrucciones finales de la construcción del Santuario (Tabernáculo), la transgresión del becerro de oro, y los atributos de misericordia del Creador.

Este censo en particular involucra la contribución individual de medio shékel de plata por cada adulto para los cimientos del Santuario. Esto representa dos objetivos: ser conscientes de que como individuos somos incompletos (mitades), porque nuestra totalidad sólo se logra en la unidad con el Creador; y que tenemos que ofrecer nuestro ser individual (la mitad que somos) para los cimientos de lo que simboliza la unidad con Dios, el Santuario, como el más elevado conocimiento de Él.

El versículo “El rico no dará más y el pobre no dará menos de medio shékel cuando den la ofrenda al Eterno para expiar por sus almas” (30:15) nos señala que ofrendamos la totalidad de nuestro ser que no es ni más ni menos de lo que somos y poseemos como rasgos y cualidades que nos hacen individualmente únicos. Es esta la totalidad que elevamos al Creador para ser expiados (transformados) por Su Amor. Este proceso ocurre cuando abrazamos Sus caminos y atributos en el mundo material. Después de las instrucciones finales para la construcción del Santuario y su unción, se repite un recordatorio: “(…) '¡Guardaréis Mis Shabats! Porque es una señal entre Yo y vosotros a través de vuestras generaciones, para que sepáis que Yo, el Eterno, os santifico. Así guardaréis los hijos de Israel el Shabat, para hacer del Shabat un Pacto eterno a través de sus generaciones'.” (31:13-17). El recordatorio no sólo nos advierte de la preeminencia del Shabat como la ausencia de las labores relacionadas con la construcción del Santuario, sino para enseñarnos que en él somos Uno con el Creador, y ello nos hace sagrados.

Tras este preámbulo la narración prosigue con la rebelión de las bajas emociones, pasiones e instintos, instigadas por el ego contra el más alto conocimiento del Creador en nuestra conciencia, representado por Moisés y Aarón. Todos los milagros acontecidos para la liberación de la esclavitud de las ilusiones de ego fueron olvidados, y reemplazados por esas mismas ilusiones: “Ellos rápidamente se han apartado del camino que Yo les mandé, ¡se han hecho para ellos un becerro fundido! Y ellos se han prostrado ante él, ofrendado sacrificios a él, y dijeron: 'Estos son tus dioses, oh Israel, que te sacaron de la tierra de Egipto'.” (32:8).

El poder de ego, que proviene de nuestro Creador, existe para servirle a Él pero ello depende de nuestro libre albedrío, de las decisiones que tomamos cada momento: seguir nuestros deseos materialistas o los modos y atributos de Amor. Ante esta disyuntiva nuestro mayor conocimiento de Su Presencia es el responsable de conducir todos los aspectos de la conciencia en Su dirección.

Moisés dijo a Aarón: '¿Qué te hizo este pueblo que has traído sobre él un pecado tan grande?' Y él respondió: 'Que no se enoje mi señor. Tú conoces al pueblo, que son propensos a la iniquidad'.” (32:21-22) y aunque la batalla se libra en cada momento, Amor siempre prevalece cuando elegimos Sus modos y atributos. En este conocimiento permanente de Amor nos redimimos de las tribulaciones impuestas por la agenda materialista del ego. Una vez integramos todos los niveles de conciencia en el Amor de Dios y seguimos Sus caminos aparece la Redención. Esta unidad es lograda en el conocimiento de Sus atributos:

Y el Eterno pasó por delante de él [Moisés], y proclamó: 'El Eterno, el Eterno, Dios de bondad, compasión y gracia, paciente, y abundante en amorosa bondad y [abundante] en verdad; preserva amorosa bondad por miles de generaciones, perdona iniquidad y rebelión y transgresión; [aunque] y ello no exime [al transgresor] de su culpa; que ve [cómo] la iniquidad de los padres [recae] sobre los hijos, y sobre los hijos de sus hijos hasta la tercera y la cuarta generación'.” (34:6-7). Tal como es ampliamente explicado en este blog, estos trece atributos de compasión Divina son inherentes al Amor del Creador hacia Su Creación.

Una vez más se nos recuerda que sólo en la unidad con el Amor de Dios, Él libera nuestra conciencia de sus expresiones potencialmente negativas, representadas por las naciones cananeas: “Cumple cuidadosamente lo que te encomiendo hoy: He aquí que Yo desalojo de ti al amorreo y al cananeo, al heteo y al perizeo, al heveo y al jebuseo. Cuídate de hacer alianza con el habitante de la tierra hacia donde vienes, porque se convertirá en un tropezadero en medio de ti. Mas derribaréis sus altares, destruiréis sus monumentos, y cortaréis sus árboles sagrados. Porque no te inclinarás ante otro dios, porque el Eterno, cuyo nombre es “el Exclusivo”, es un Dios celoso, exclusivo'.” (34:11-14).

Así que no hay lugar para fantasías ni ilusiones de ego: “No te harás dioses fundidos para ti” (34:17), para reiterar que Amor no cohabita con nada diferente a Sus modos y atributos. Los siguientes versículos (18-26) contienen Mandamientos previamente mencionados como esenciales en el Pacto de Israel y el Creador: “El Eterno dijo a Moisés: 'Escribe tú estas palabras, porque de acuerdo a estas palabras Yo he formado un Pacto contigo y con Israel'.” (34:27)

domingo, 6 de febrero de 2011

Parshat Tetzavé: El Conocimiento Permanente de Nuestra Conexión con el Creador

El primer Mandamiento en esta porción implica una acción permanente, en curso y continua, la cual abarca los deberes de nuestra constante conexión con el Creador: “Y tú [Moisés] mandarás (tetzavé) a los hijos de Israel, y tomarán para ti aceite de oliva puro, prensado para iluminar, para encender continuamente las lámparas. (…) como estatuto perpetuo para sus generaciones, de los hijos de Israel" (Éxodo 27:20-21). De ahí que sea una dinámica incesante de ser y manifestar los caminos y atributos de Dios en cada expresión de nuestra vida.

Este Mandamiento se trata de tomar lo mejor que podemos extraer de nosotros mismos, de nuestra bondad esencial representada por el “aceite de oliva puro”, como cualidad que proviene de nuestra naturaleza material pero que al mismo tiempo la trasciende. Es el tipo de bondad libre de las fantasías e ilusiones de ego representadas por lo efímero, finito y limitado de la vida material. La bondad que queda después de esforzarnos para sobrevivir en este mundo. Ella es el “aceite” que ilumina cada aspecto de nuestra vida en lo que somos y hacemos. Esta bondad no es nada más que Amor que el Creador encomienda a Su pueblo para ser y manifestar continuamente como un decreto perpetuo.

Es significante que estos versículos sean el preámbulo para presentar a quien es el servidor permanente del Creador de todo: “Y harás vestimentas sagradas para tu hermano Aarón, para gloria y esplendor. (…) para consagrarlo, para que Me sirva de sacerdote” (28:2-4). Como hemos mencionado anteriormente, el Sumo Sacerdote Aarón representa la conexión permanente con Dios, porque de esa conexión depende la gloria y el esplendor con los que nos consagramos a nosotros mismos. Esta conexión es el medio para servir a nuestro Creador. Otra vez reiteramos que todos los aspectos, niveles, y dimensiones de nuestra conciencia -- en su estado refinado -- son las cualidades para vestir esta conexión: Y tomarán el oro, el azul, el púrpura, el escarlata, y el lino (…) (28:5).

En este conocimiento, “(…) Aarón llevará en sus dos hombros los nombres de ellos [los hijos de Israel] ante el Eterno como recuerdo” (28:12, 29-30). Este proceso culmina con la elevación de toda la conciencia procurando nuestra unidad con el Creador. Esta elevación incluye la re-dirección del ego (el cordero, el becerro, el macho cabrío) hacia el servicio del Creador: “y harás que todo el cordero se eleve en humo sobre el altar; es una ofrenda de fuego hecha para el Eterno; es un espíritu de satisfacción, una ofrenda de fuego al Eterno.” (29:18, 25; 29:41).

Nuevamente se nos recuerda hacer esto de manera continua y permanente: “Por siete días expiarás sobre el Altar, y lo consagrarás. Y el altar será sacrosanto. Todo lo que toque el Altar será sagrado” (29:37) y en este conocimiento, lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos se vuelve sagrado. Recordemos que fuimos hechos del Amor de Dios, y por Su Amor a nosotros y a Su Creación. La presencia central del Sumo Sacerdote como el eje de nuestra conciencia es nuestro vehículo para retornar al Creador. En este conocimiento de Amor llenamos de espiritualidad nuestra vida y el mundo material, creando así un lugar para que Él habite entre nosotros.

Nuestros Sabios nos convocan a ser y manifestar esta conexión constante con el Amor del Creador: “Sed de los discípulos de Aarón, un amante de la paz, procurador de la paz, aquel que ama las criaturas y las acerca a la Torá" (Pirké Avot 1:12).

La conciencia de Amor nos conduce a la paz, y mediante Amor venimos a la Presencia Divina (en el Santuario) para vivir en Sus caminos: “Ahí Yo Me reuniré con los hijos de Israel, y será consagrado para Mi gloria. Yo consagraré el Santuario y el Altar (…) Yo moraré entre los hijos de Israel y Yo seré su Dios. Ellos sabrán que Yo, el Eterno, soy su Dios que los saqué de la tierra de Egipto para que Yo pueda morar en ellos; Yo soy el Eterno, su Dios" (Éxodo 29:43-46).

La Gloria de Dios es el Amor de Dios, y cuando vivimos en Su Amor Él también vive en nosotros. En este punto de nuestra conciencia de Unidad con el Creador reconocemos plenamente que Él es nuestro Dios que nos libera de la esclavitud del apego a las fantasías e ilusiones materialistas de ego.

En este contexto nuestro Amor, que es la manifestacion material del Amor de Dios, se convierte en el más sagrado de los conocimientos en nuestra conciencia. Es con este conocimiento que reconstruimos a Jerusalén y su Templo, como los pasos necesarios para invitar a la conciencia mesiánica en cada aspecto de nuestra identidad individual y colectiva, como el vehículo hacia nuestra Redención final.

La porción termina mencionando otra vez el encendido de las lámparas en el Santuario, esta vez acompañado de la quema de especias para reafirmar nuestra conexión permanente con el Creador: “Y cuando Aarón encienda las luces al anochecer, él hará que se eleve en humo, un incienso continuo ante el Eterno por [todas] sus generaciones (30:8). Este versículo precede a los finales que se refieren a Yom Kipur como el día de las sagradas convocaciones en las que nos unimos colectivamente a Él, porque “es sagrado para el Eterno” (30:10).

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.