domingo, 31 de julio de 2011

Parshat Devarim: Vivir en el Amor de Dios

Cada libro de la Torá es importante al igual que cada palabra contenida en ellos, y sus mensajes están dirigidos a todos los aspectos y dimensiones de nuestra conciencia para entenderlos, asimilarlos y asirlos. Sabemos que algunos de los Mandamientos de la Torá están más allá de nuestra comprensión, y ello tiene sentido considerando que la Palabra de Dios, al igual que el Amor de Dios y Sus atributos, en últimas, están fuera de nuestro entendimiento. Nosotros solamente "entendemos" y "sentimos" tanto como nuestras almas nos lo permiten.

Nuestros Sabios dicen que el alma es para el cuerpo lo que el Creador es para el mundo, y esto quiere decir que el alma nos hace conscientes de ella en el cuerpo, como Él hace al mundo consciente de Su Presencia. También quiere decir que el alma es el lugar del cuerpo y Dios es el lugar del mundo, pero ni el cuerpo ni el mundo son el lugar del alma, ni el lugar de Dios. Entendemos este principio haciéndonos conscientes de que nuestra misión como individuos (cuerpos) y como colectividad (mundo) es revelar el Amor de Dios como la Presencia Divina en nuestras vidas y entornos, porque Él es nuestra Esencia, nuestro sustento y nuestra vida.

En el último libro de la Torá, Devarim (Cosas, Dichos), hay una repetición de muchos de los Mandamientos ya dados y reiterados en los libros anteriores, y también profecías que han sido cumplidas a lo largo de nuestra historia judía. Reflexionemos en algunas de estas repeticiones: "El Eterno nuestro Dios nos habló en Horeb, diciendo, 'Vosotros habéis vivido lo suficiente en esta montaña. Volved y partid, y venid a la montaña de los amorreos y a todas sus comarcas, en la llanura, sobre la montaña, en las tierras bajas, y en el sur, y por la playa del mar, la tierra de los cananeos, y el Lebanón, hasta el gran río, el río Éufrates." (Deuteronomio 1:6-7).


En estos dos versículos se nos recuerda nuevamente que una vez vivimos lo suficiente en el Amor de Dios, bajo Su cuidado, protección y guía, como elementos del conocimiento permanente de Su Presencia en nuestras vidas, debemos verter este conocimiento en todos los niveles y dimensiones de la conciencia con el fin de poder "asentarnos" en la Tierra Prometida, en la vida dentro de los caminos y atributos de Amor como manifestación material del Amor de Dios.

Estos niveles y dimensiones son el mayor conocimiento de la amorosa bondad y sus manifestaciones ("las montañas"), de las emociones y pasiones ("las llanuras"), de nuestros instintos ("las tierras bajas"), de los caminos (sur, norte, este, oeste, arriba y abajo) adonde dirigimos nuestros pensamientos ("la playa del mar"), de cómo subyugamos, controlamos y dirigimos nuestras emociones negativas ("las naciones cananeas), de cómo consagramos nuestros deberes y actividades en la vida ("el Lebanón" como símbolo adicional del Tabernáculo o Templo), y el fluir de nuestra identidad activa ("los ríos"), como las premisas para vivir una vida en la plenitud de Amor: "Y ellos tomaron en sus manos el fruto de la Tierra [Prometida] y nos lo trajeron para nosotros, nos contaron y dijeron, 'La Tierra que el Eterno nuestro Dios nos da es buena'." (1:25), ya que la vida, en los modos y de Amor, siempre es buena.

Otra vez se nos recuerda tener en mente que nuestro mayor conocimiento del Creador (representado por Moisés, nuestro maestro) es de hecho nuestro verdadero guía, pero necesita las demás cualidades y aspectos positivos de la conciencia (las Tribus de Israel) para cumplir plenamente nuestra misión de revelar (para nosotros mismos y para las naciones) la Presencia de Dios en Su Creación: "¿Cómo llevaré yo solo vuestras molestias, vuestra carga, y vuestras disputas? Preparad para vosotros hombres sabios y entendidos de entre vuestras Tribus, y yo haré de ellos guías sobre vosotros" (1:12-13).


Este mayor conocimiento del Amor de Dios como nuestra Esencia puede elevar toda nuestra conciencia y hacerla capaz de revelarlo a Él en nuestras vidas y en el mundo: "Y yo ordené a Josué aquella vez, diciendo, 'Tus ojos han visto todo lo que el Eterno, tu Dios, había hecho a estos dos reyes' Así el Eterno hará a todos los reinos a través de los cuales atravesarás. No les temáis, porque el Eterno vuestro Dios es quien lucha por vosotros." (3:21-22).

Aquí aprendemos que Josué y Moisés representan el mismo conocimiento para nosotros como individuos y como Nación. Una vez somos conscientes ("vemos") que el Amor de Dios es nuestro Creador, nuestra vida y sustento, podremos reencaminar nuestros pensamientos, emociones, pasiones e instintos, por los que "atravesamos" cuando manifestamos lo que somos y lo que hacemos. En esta "travesía" no tenemos que temer caer en emociones negativas y en bajas pasiones porque Amor con sus atributos está allanando el camino, suavizando las asperezas de nuestra conciencia.


Esta es la manera en que el Amor de Dios "lucha" por nosotros cuando hacemos la elección de permitir que Él conduzca nuestras vida para vivirla en Sus caminos y atributos, que son la Tierra que ha prometido para nosotros.

domingo, 24 de julio de 2011

Parshat Masei: Los Trayectos hacia el Amor de Dios

Esta porción recuerda los trayectos de los hijos de Israel desde su salida de Egipto bajo la conducción del Creador: "Moisés escribió sus salidas en sus jornadas (masei) de acuerdo a la palabra del Eterno, y estos fueron sus trayectos con sus salidas" (Números 33:2). Hemos dicho que la vida en sí misma es una jornada, un trayecto en el que tenemos muchas salidas. Nuestros Sabios enseñan: "Conoce de dónde vienes, adónde te diriges, y ante quién estás destinado a dar un juicio [discernimiento] y a dar cuentas [a qué responder]." (Pirké Avot [Ética de Nuestros Padres] 3:1).

Esto es para ser conscientes de que nosotros, al igual que toda la Creación, provenimos del Amor de Dios. Este, por ser nuestra Esencia e identidad nos insta a andar en Sus caminos. Por lo tanto con Amor discernimos la vida y el mundo material, porque es Amor a lo que tenemos que responder y dar cuentas.

En los trayectos de la vida seguimos las palabras y actos de Amor como las salidas para discernir las fantasías e ilusiones de ego en las que tropezamos, caemos y luego nos levantamos para continuar aprendiendo en los caminos y atributos del Creador. Estas son las ilusiones que debemos disipar en todos los niveles y dimensiones de la conciencia para vivir en la Tierra Prometida, la vida en los modos y atributos de Amor: "Y echaréis a los habitantes de la tierra y os asentaréis en ella, porque Yo os he dado la Tierra [Prometida] para ocuparla." (Números 33:53). También se nos ha recordado antes: "Y no dejéis que la Tierra os vomite por haberla profanado, como vomitó a la nación que estaba antes que vosotros." (Levítico 18:28, 20:22), porque el Amor de Dios no convive con nada diferente a Sus atributos.


Este es el principio más importante que debemos tener presente acerca de las decisiones que tomamos en la vida. Tenemos que entender que esta "expulsión" de la Tierra Prometida no es del Amor de Dios, sino la consecuencia de seguir las fantasías materialistas de ego y no Sus caminos. Si elegimos vivir la vida con Amor como nuestra verdadera identidad, la Tierra Prometida donde añoramos vivir como nuestra herencia Divina, tenemos que ser dignos de Amor.

En esta porción también se nos recuerda que nuestro mayor conocimiento del Creador (representado por el sacerdocio levítico) tiene que dirigir, guardar y proteger nuestra conexión con Él: "Ordena a los hijos de Israel que darán a los levitas de su posesión hereditaria ciudades donde habitar, y daréis a los levitas espacios abiertos alrededor de las ciudades" (Números 35:2), porque todos los aspectos esenciales de la conciencia (Israel) deben ser conducidos por este mayor conocimiento capaz de redimir y reencaminar nuestra vida cuando transgredimos la voluntad de Dios.


Este es el significado de las ciudades de refugio (lit. absorción), el lugar en la conciencia donde expiamos (transformamos) nuestras transgresiones contra Amor, la Esencia de la vida. Es por ello que las ciudades de refugio están relacionadas con el homicida involuntario, aquel que profana la vida acabando con ella. Una vez más la vida, y la humana en particular, es destacada como la más importante manifestación de la Creación, al punto de que es definida como imagen y semejanza del Creador. En este contexto, vida y el Amor de Dios están estrechamente relacionados porque Su Amor es la fuente de vida.

La haftará para esta porción reafirma Amor como la semejanza primordial entre el Creador y nosotros, como Su Creación, y denuncia las ilusiones materialistas que nos separan de Su Amor: "Así dice el Eterno: ¿Qué vuestros padres han encontrado como carga en Mí, que ellos se distanciaron de Mí, y se fueron tras la vanidad y se volvieron vanos?" (Jeremías 2:5), porque en las ilusiones de ego vivimos en la vanidad y nos volvemos vanos, convirtiéndonos en los ídolos que adoramos: "Porque Mi pueblo ha cometido dos males; ellos Me abandonaron, la fuente de aguas vivas, para cavar cisternas, cisternas rotas que no retienen agua." (2:13)


Otra vez se nos recuerda que Amor nos aguarda cuando hacemos la elección de retornar a Los caminos y atributos del Creador: "Si regresas, Oh Israel, dice el Eterno, a Mí, tú regresarás; y si tú apartas tus abominaciones de Mi Presencia, no estarás errante. Y tú jurarás, diciendo, vida es el Eterno, en verdad y justicia, y en rectitud, y bendecirse han en Él las naciones, y lo alabarán a Él" (4:1-2).

Nuestros Sabios reafirman las palabras del Profeta al decir que "el mundo se sostiene en tres cosas: la Torá, el servicio a Dios, y los actos de bondad" (Pirké Avot 1:2) y también dicen que "por tres cosas se sostiene el mundo: la Torá, la verdad y la paz" (1:18). Como lo hemos mencionado, todas estas cualidades son inherentes al Amor de Dios, y están entretejidas como modos y atributos de Amor que definen nuestra Esencia e identidad.

domingo, 17 de julio de 2011

Parshat Matot: Amor como la Fundación de la Vida

Las tres últimas porciones bíblicas hebreas (parshiot) que hemos comentado están relacionadas porque cada suceso está ligado al anterior. En Balak, la transgresión de fornicación con las hijas de de Moab tuvo consecuencias negativas que condujeron a los hijos de Israel a asimilar que el celo del conocimiento permanente de nuestra cercanía al Amor de Dios debe estar presente todo el tiempo.

Como mencionamos en nuestro comentario sobre Pinjas, este celo es fundamental para abrazar los caminos y atributos de l Creador como los medios para liberar nuestra conciencia de las fantasías, ilusiones y deseos materialistas de ego. Este celo es también la fundación de nuestra lealtad, fidelidad y devoción como las promesas que hacemos con el fin de abordar el mundo material con la Verdad que es el Amor de Dios. Promesas o votos son el tema central presentado en Matot al pueblo de Israel: "Moisés habló a las cabezas de las Tribus (Matot) de los hijos de Israel (…)" (Números 30:2).

Otra vez, las cabezas de las Tribus son mencionadas como las cualidades y rasgos más refinados que nos habilitan para conducir todas las dimensiones de la conciencia. Este refinamiento se adquiere con la experiencia, mediante prueba y error, discerniendo lo verdadero de lo falso, el bien del mal. El siguiente episodio de Matot precede el Mandamiento de "Toma venganza para los hijos de Israel contra los Midianitas (…), después tú [Moisés] te juntarás a tu pueblo." (31:2), y es dado a Moisés como el mayor conocimiento del Creador, porque en este conocimiento juntamos todos nuestros niveles de conciencia con el fin de conducirlos en Sus caminos, con los que disipamos las cualidades y rasgos negativos que maldicen nuestra vida.


Este conocimiento debe ser dirigido por Pinjas, el celo del Amor de Dios: "Y Moisés los envió (...) a Pinjas el hijo de Eleazar el sacerdote." (31:6). Nuestros Sabios enseñan que Moisés lo envió porque aquel que empieza a cumplir un Mandamiento (en este caso una acción positiva) debe terminarlo.

Hemos dicho que Midián significa conflicto, disputa como el resultado de poca claridad en nuestro conocimiento individual del Amor de Dios en nuestra vida. En este sentido, conflicto es el antagonista del celo de los atributos de Amor en nuestra conciencia. Nuestros Sabios también definen disputa como la raíz de separación y división, y en este sentido ambos son las típicas expresiones de ego para reafirmar su "independencia" de la unidad que es Amor.


La guerra contra Midián significa reencauzar nuestros pensamientos, ideas, creencias, concepciones, emociones, sentimientos y pasiones en los caminos unificadores y armonizadores de Amor como nuestra verdadera Esencia e identidad. Después de ganar esta guerra, dirigida por nuestro mayor conocimiento y celo del más grande Amor de todos, Israel se junta unido con su líder natural, que es nuestro conocimiento individual y colectivo de que el Amor de Dios abarca e impregna toda Su Creación.

Nuestro conocimiento del Creador es el único guía que nos trae de vuelta a nuestra verdadera identidad: "Moisés les dijo, 'Si lo hiciereis así, si os armáis vosotros para ir a la batalla detrás del Eterno, y vuestra fuerza armada cruza el [río] Jordán ante el Eterno, hasta que Él haya expulsado a Sus enemigos delante de Él." (32:20-21). El mensaje es claro, y el condicional "si" quiere decir que depende de nosotros combatir el lado oscuro de nuestra conciencia con Amor como la "fuerza armada" que tenemos ante el Eterno, porque proviene de Su Amor: "Y la Tierra (Prometida) será conquistada ante el Eterno, (…) y esta tierra se convertirá en vuestra herencia ante el Eterno." (32:22) porque cuando la vida es conducida por lo bueno de los atributos de Amor se convierte en nuestra Tierra Prometida.

Si actuamos contra nuestra verdadera Esencia e identidad, simplemente actuamos contra lo mismo que nos creó y nos sustenta: "Pero si así no lo hiciereis, he aquí que habréis pecado ante el Eterno; y sabed que os alcanzará vuestro pecado" (32:23). Otra vez, la elección es sólo nuestra. El Amor de Dios es incondicional porque Él nos dio libre albedrío para que dependa de nosotros la opción entre Amor y las ilusiones de ego. Amor es la elección de Israel como el Pueblo Escogido para revelar la Presencia del Creador en el mundo.

Nuestra misión es ser Luz para a las naciones, como aquellos que viven por, con y para el Amor de Dios; y este Amor es mutuo, tal como nos lo recuerda el Profeta en la haftará para esta porción bíblica: "Israel es sagrado para el Eterno, la primicia de Su trigo; todos los que lo devoren pecarán, mal vendrá sobre ellos, dice el Eterno." (Jeremías 2:3).


Amor es la fundación sobre la que construimos para acrecentar y elevar la vida, como la causa y efecto de todo lo que es. Si no vemos o experimentamos este principio fundamental en nuestra conciencia individual y colectiva, entonces es nuestro deber reinstaurarlo disipando las tinieblas que hemos convertido en causa y efecto de todas nuestras miserias en el mundo material.

domingo, 10 de julio de 2011

Parshat Pinjas: Nuestro Celo por el Amor de Dios

Nuestros Sabios místicos explican que el máximo conocimiento de nuestra conexión con el Amor de Dios (representado por el sumo sacerdocio judío) está más allá de toda comprensión, porque trasciende tanto la realidad material como la espiritual. En este máximo conocimiento, nuestra conciencia no deja que nada cuestione o amenace esta conexión. Este nivel de percepción implica un "celo" que tampoco permite nuestra separación del Amor de Dios: "Pinjas el hijo de Eleazar el hijo de Aarón ha alejado Mi ira de los hijos de Israel, por su celo de vengarme entre ellos, para que Yo no destruya a los hijos de Israel bebido a Mi celo" (Números 25:11). Este "celo" asegura nuestra conexión con Él, la cual es y siempre debe ser permanente.

En este sentido la consecuencia de este conocimiento permanente es ser y estar íntegro, completo, eterno, en paz: "Por lo tanto, diles, 'He aquí que Yo le doy [a Pinjas] Mi Pacto de Paz'. Y será para él y para la simiente procedente de él un sacerdocio eterno; porque él fue celoso de su Dios, e [y con ello] hizo expiación por los hijos de Israel." (25:12).


En nuestro constante conocimiento del Amor de Dios transformamos (hacemos expiación por) cada nivel y dimensión de la conciencia, con el fin de crear un espacio para que Él more entre (en) nosotros. Esta transformación ocurre cuando Amor dirige nuestros pensamientos, emociones, sentimientos, y acciones. Con y mediante Amor toda clase de conflictos y sufrimientos desaparecen: "Acosad a los medianitas, y habréis de someterlos" (25:17), "Porque ellos os acosan con sus maquinaciones que ellos fraguaron contra vosotros en el incidente de (Baal) Peor (…)" (25:18).

Nuestros tratos con la realidad material ponen a prueba las maneras en que abordamos cada situación, y en particular las buenas cualidades que definen quiénes somos. Estas cualidades son las que debemos siempre dirigir de la mejor manera posible, por lo tanto tenemos que
cuidarlas realzándolas y elevándolas hacia el más alto propósito que tenemos en la vida, que es revelar el Amor de Dios en Su Creación, incluyendo las dimensiones de nuestra conciencia y el mundo en que vivimos.


"Toma un censo de toda la congregación de los hijos de Israel (…)" (26:2), ya que es importante contar, distinguir, y apreciar cada rasgo y cualidad que se mantenga firme y decidido para conquistar los aspectos negativos (las naciones de Canaán) que nos separan de la Tierra Prometida, la cual representa nuestra vida en los caminos y atributos de Dios. Entonces dedicación y devoción en la manera como nos cuidamos a nosotros y a otros, paciencia y perseverancia para transformar situaciones negativas, alegría y entusiasmo para ser y haber el bien, figuran entre las cualidades positivas que debemos expandir en nuestro conocimiento del Amor Divino en nuestra vida (la Tierra Prometida): "A la (tribu) más numerosa daréis una mayor herencia (porción), y a la tribu menor daréis una menor herencia, a cada persona se le dará una herencia de acuerdo a su número." (26:54).

Los últimos dos largos capítulos de esta porción (28 y 29) se refieren a nuestras ofrendas al Creador, las diarias y las designadas [festivales], comenzando con: "Ordena a los hijos de Israel y diles a ellos: 'Mi ofrenda, Mi alimento para Mis ofrendas de fuego, un espíritu de satisfacción para Mí, vosotros procuraréis la ofrenda para Mí en su tiempo designado'." (28:2) y termina con: "Estas vosotros las ofreceréis [elevaréis] al Eterno en vuestros festivales, además de vuestras promesas y ofrendas voluntarias, para vuestras ofrendas de fuego, para vuestras ofrendas de alimentos, para vuestras [ofrendas de] libaciones, y para vuestras ofrendas de paz." (29:39).


Es importante destacar que el episodio de Pinjas con Zimri está yuxtapuesto con las ofrendas, porque al elevar constantemente cada aspecto de nuestra conciencia al Amor de Dios, estamos expresando nuestro celo de estar siempre cerca de Él.

Nuestros Sabios reflexionan sobre la soledad que experimentamos individualmente al querer alcanzar el Amor de Dios. Especialmente cuando todos los niveles de conciencia parecen abandonarnos en nuestro propósito de revelar Su Presencia entre las tinieblas de las ilusiones del mundo material. Sin embargo, el nivel de mantenernos siempre conscientes de nuestra conexión con el Creador (el sumo sacerdocio) y nuestro celo por protegerlo (Pinjas y el Profeta Elías) deben ser permanentes.


Así nos lo recuerda la haftará para esta porción: "La palabra del Eterno vino a él. Y Él le dijo: '¿Qué estás haciendo aquí, Elías?' Y él le dijo: 'He estado siendo celoso del Eterno, el Dios de las Multitudes, porque los hijos de Israel han abandonado Tu Pacto. Ellos han destruido Tus altares, y ellos han asesinado a Tus profetas por la espada; y yo he permanecido solo, y ellos persiguen mi vida para tomarla'." (I Reyes 19:9-10).

No importa qué tan dispersas estén nuestras buenas cualidades, pero es esencial que nunca perdamos la conciencia de que fuimos creados por el Amor de Dios, y que Su Amor nos sustenta.

domingo, 3 de julio de 2011

Parshat Balak: Elevando Nuestra Conciencia al Amor de Dios

"El Eterno dijo a Balaam, '¡Tú no irás con ellos! Tú no maldecirás al pueblo (de Israel) porque ellos están bendecidos'." (Números 22:7) y la pregunta que tenemos que hacer es qué representa Balaam. Nuestros Sabios místicos lo llaman el equivalente de Moisés para "las naciones". Dicho de otra manera, lo que Moisés representa para Israel, Balaam lo representa para las naciones. También dicen que Labán, Balaam y el demonio son el mismo.

Ya hemos dicho que Moisés representa el mayor conocimiento que tiene Israel del Creador. En el mismo contexto, Balaam representa no sólo el menor conocimiento del Creador sino también los rasgos inferiores y las cualidades negativas que niegan la presencia del Creador en Su Creación. Es por ello que uno de los reyes de las naciones cananeas (Balak) llamó a Balaam para que maldijera a Israel. Esto porque las emociones negativas, las bajas pasiones y los bajos instintos ("las naciones") no reconocen el Amor de Dios como el Creador y sustentador de todo, ni tampoco la cualidad redentora de Amor. Por tanto, Israel como el portador de este conocimiento, se convierte en el permanente enemigo de las naciones.

"Balaam respondió y dijo a los sirvientes de Balak, 'Aún si Balak me diera una casa llena de plata y oro, yo no podría hacer nada grande o pequeño que transgrediera la palabra del Eterno, mi Dios". (22:18), porque hasta el mínimo conocimiento del Amor de Dios no puede dar crédito a las ilusiones materialistas de ego. Esto quiere decir que todos los niveles de conciencia (altos y bajos) en últimas reconocen que la entera Creación proviene de Dios, y está dirigida por Él: "¿Cómo podría yo maldecir lo que el Eterno no ha maldecido, y cómo podría yo invocar la ira del Eterno si el Eterno no ha estado enojado?" (23:8).


En últimas, el nivel más bajo de la conciencia humana añora vivir y morir en los modos y atributos de Amor, los caminos que Israel está destinado a seguir y manifestar como Luz de las naciones (“Para ser Luz de las naciones” [Isaías 42:6, 49:6]), como Luz del mundo: "¿Quién ha contado el polvo de Jacob o el número de una cuarta parte de Israel? Que mi alma tenga la muerte de los justos, y que mi fin sea como el suyo [con la cualidades de Israel]" (Números 23:10).

Hasta los aspectos y expresiones más bajos de nuestra conciencia reconocen la bondad de Amor manifestada por los aspectos positivos (Israel), por los que el Creador quiere que vivamos: "Él no ve maldad en Jacob, y no ve perversidad en Israel; el Eterno, su Dios, está con él; y él tiene la amistad [Amor] del Soberano." (23:21) y esta "amistad" es nuestra conexión permanente con Su Amor.

En este sentido, no hay lugar para la agenda individualista y manipuladora de ego: "Porque no hay adivinación en Jacob ni presagio en Israel" (23:23), ya que las fantasías e ilusiones materialistas de ego no conviven con los modos y atributos de Amor. Cuando vivimos bajo la voluntad del Creador todas las ilusiones desaparecen, porque Su Amor lo que sustenta todo, incluyéndolas a ellas.


Con este conocimiento tenemos que revelar el Amor de Dios ocultado por las ilusiones y recuperarlo como lo que nos redime de ellas: "He aquí, un pueblo que se levanta como una leona, y que se yergue como un león. No se acuesta hasta comerse su presa y tomar la sangre de lo que mata." (23:24), porque la misión de Israel es elevar todos los aspectos de la conciencia encauzándolos en los caminos y atributos de Dios. Esto incluye convertir los rasgos inferiores en maneras vibrantes y edificantes de proclamar y manifestar Su Gloria, Su Presencia revelada en el mundo material.

Este es el sentido metafórico de la fortaleza de Israel ("la leona") para transformar a través de los modos y atributos de Dios los aspectos inferiores de la conciencia (nuestra naturaleza "animal" [la presa] y su alma [la sangre de la presa]) para cumplir nuestro destino como la voluntad del Creador.

El Amor de Dios, nuestro conocimiento de Su Amor, es el poder transformador para convertir tinieblas en Luz: "El Eterno, que los sacó de Egipto, con la fuerza de Su poder Él consumirá a las naciones [los aspectos negativos de nuestra conciencia] que son sus adversarios (de Israel), exponer sus huesos, y hundir sus flechas" (24:8).


De esta manera, "Edom será poseída, y Seir se volverá la posesión de sus enemigos, e Israel triunfará" (24:18), aunque esta victoria no podría lograrse si seguimos las ilusiones de ego de glamor, prestigio, sofisticación, y sus fantasías: "Israel se asentó en Shitim, y el pueblo comenzó a fornicar con las hijas de Moab" (25:1), "Israel se apegó a (el culto de) Baal Peor, y la ira del Eterno se encendió contra Israel" (25:3).

Como lo hemos indicado en este blog, la "ira" de Dios es solamente el furor que nosotros sentimos cuando vivimos el vacío de nuestra separación de Él, luego de elegir seguir nuestras bajas emociones, pasiones e instintos, en vez de los modos y atributos de Amor.

"El Eterno dijo a Moisés, 'Toma a todos los líderes del pueblo y cuélgalos ante el Eterno, con cara al sol, y entonces la ira ardiente del Eterno será removida de Israel" (25:4). Una vez pensemos, sintamos y actuemos con los más elevados rasgos y cualidades de nuestra conciencia (los líderes de Israel), y los apeguemos al conocimiento permanente de Amor y Su Luz ("cara al sol") de veras retornaremos a Su Amor.


En este sentido, cuando nuestros más elevados rasgos (los líderes de Israel) caen ante las bajas pasiones (idolatría) deben ser sacrificados ("colgados") para que Amor, nuestra verdadera identidad, viva en consonancia con el Amor de Dios, y no con la "ira ardiente" que padecemos al separarnos de Él. En este conocimiento no hay ira, envidia, avaricia, lujuria, indolencia, crueldad, ni ninguno de los rasgos negativos que experimentamos como resultado del sentido de carencia que los causan.

La haftará para esta porción reitera el poder transformador del Amor de Dios, con el que todas las ilusiones desaparecen: "Y Yo destruiré la hechicería de tu tierra, y tú no tendrás adivinadores. Y Yo destruiré tus imágenes talladas [literalmente: máscaras] y tus estatuas de tu entorno. Y tú nunca más te arrodillarás a las obras de tus manos. Y Yo arrancaré tus Asherim [los habitantes de la tierra como alegoría de los deseos negativos de ego] de tu entorno, y Yo destruiré a tus enemigos." (Miqueas 5:12-13).


El Creador también nos recuerda que Su Amor es nuestro sustento y Redención: "Oh Mi pueblo, ¿qué te hecho Yo y en qué Te he molestado? Responde contra Mí. Porque Yo te saqué de la tierra de Egipto, y te redimí de la casa de esclavitud; y te envié a Moisés, Aarón y Miriam" (6:3-4) y "Él te ha dicho, oh hombre, lo que es bueno; y lo que el Eterno pide de ti es hacer justicia, amar la amorosa bondad. Y caminar con humildad con tu Dios." (6:8).

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.