lunes, 26 de septiembre de 2011

Que el Eterno bendiga a las mujeres

En los campos celestiales del Eterno hay dos salones de clase, uno para almas de mujeres y otro para almas de hombres, y Él es el Maestro en ambos. El curso que Él enseña dura un año, y el examen final tiene lugar en la Tierra a través de toda la vida. No es un examen final que podría tomar sólo una hora, sino la vida entera. El estudio de un año de duración en los salones celestiales es acerca de la Torá y los Mandamientos, y la manera de implementarlos en el mundo material durante nuestras vidas como judíos.

En el salón de las mujeres todas las estudiantes sin excepción obtuvieron una A+ en todos los exámenes semanales impartidos por el Maestro a lo largo del año escolar. El Maestro estaba muy contento con ellas, y al final del curso las congregó a Su alrededor y les dijo: 'Vosotras sois mis mejores alumnas. He visto que no sólo sois listas sino completamente comprometidas con Mi Torá y Mis Mandamientos, y no únicamente Yo os lo confirmo sino también Mi Torá, las escrituras de Mis amados Reyes, Profetas y Sabios, y la historia de Israel a través de los siglos. Estoy tan complacido con todas vosotras que os merecéis ser eximidas del examen final'. Luego de escuchar estas palabras, las mujeres estaban tan contentas que comenzaron a celebrar y a danzar alrededor de su Maestro, cantando elogios y alabanzas en Su honor.

Al día siguiente, el Maestro fue al salón de los hombres y con semblante circunspecto se dirigió a ellos, diciéndoles: 'Entre todos vosotros, veo que los mejores alumnos son los sacerdotes y los levitas. Todos estos obtuvieron A+ en los exámenes semanales y se convirtieron en "estudiantes de honor". Los de las tribus de José, Judá y Benjamín con A, mientras que el resto de las tribus compartieron B, C, D, y F; siendo los menos rendidores entre la tribu de Simeón. Mis expectativas de vosotros eran que todos lograran A+, pero veo que no fue así' Entonces el Maestro se dirigió a los levitas, preguntándoles cómo habían logrado tal excelencia con sus calificaciones. Ellos respondieron, 'Porque somos más listos que el resto' y los sacerdotes agregaron, 'y porque también somos los más comprometidos' Los demás estudiantes protestaron gritándoles, '¿Cómo se atreven a llamarnos menos listos que vosotros? ¿Qué os hace pensar que sois mejores? ¡Ante los ojos del Maestro todos somos iguales! Además, estudiamos lo mismo y entendemos todo lo que el Maestro enseña'. '¡Bien', replicaron los sacerdotes, 'vosotros podréis ser tan listos, pero está muy claro que no sois lo suficientemente comprometidos!'

El Maestro pidió a toda la clase que guardara silencio y les dijo, 'Estoy consciente de que todos vosotros no Me van a obtener la A+ que Yo quiero en el examen final; pero Me complacería si, al menos, pasarais la prueba y ello debería interesarles a vosotros. También sé que necesitaréis la ayuda de aquellos con las mejores calificaciones', y dirigió Su mirada a los levitas y sacerdotes, quienes le dijeron: 'Maestro, nosotros podríamos apelar a su inteligencia e ingenio, pero no a su compromiso con Tus Enseñanzas porque ello es un asunto de su libre albedrío. No podemos obligarlos a tomar una decisión que es sólo de ellos. Para eso necesitarán más ayuda de la que nosotros podríamos darles. Nuestra instrucción y guía podrían no ser suficientes, como Tú comprenderás'.

El Maestro cerró Sus ojos y el salón se llenó de un profundo silencio. Después de unos largos segundos, el Maestro abrió los ojos y dijo: 'Yo os daré los ayudantes que vais a necesitar para estudiar Mi Torá y cumplir Mis Mandamientos, mientras viváis en la Tierra. Mañana tendremos una asamblea general en el campo abierto, y ahí haré Mi anuncio.

La mañana siguiente había dos grupos reunidos en el campo, las mujeres a la izquierda y los hombres a la derecha con el Maestro en medio. Tanto hombres como mujeres se miraban unos a otros como tratando de encontrar sus almas gemelas entre ambos grupos. Al verse se iban encontrando, sabiendo que estarían unidos en matrimonio cuando llegara el momento. El Maestro los miró a todos con Su infinito Amor y bondad, y les dijo:

'Compartiré con vosotros muy buenas noticias para todos. Antes que nada, de todo corazón quiero felicitar a las mujeres por su excelencia individual y colectiva en sus estudios de Mi Torá y Mis Mandamientos a lo largo del año. Todas ellas obtuvieron A+ y por ello merecieron ser eximidas del examen final'. Se escucharon algunos suspiros con llanto entre las mujeres, y el Maestro al verlas les preguntó: '¿Por qué estáis tristes y llorando? Debierais estar felices, porque habéis demostrado que estáis y siempre estaréis a Mi lado, y esto es cierto tanto para Mí como para vosotras. Estáis conmigo y siempre estaréis a Mi lado, ¡entonces sed felices y regocijaos!'

Una de las mujeres preguntó al Maestro: 'Si estamos exentas, ¿ello quiere decir que no iremos a la Tierra como parte del examen final?' El Maestro respondió: 'De hecho vosotras no necesitáis ir a la Tierra para demostrarme vuestra lealtad y compromiso con Mi Torá y Mis Mandamientos. Sin embargo, debo deciros que los hombres en el otro salón no obtuvieron vuestras calificaciones en los exámenes semanales durante el año, y ciertamente algunos reprobaron muchos de ellos. Esto quiere decir que no estoy completamente seguro de enviarlos al examen final, porque no quiero que lo reprueben. Quiero que lo pasen, aún con la calificación mínima para aprobar. Ellos no tienen la misma lealtad de los sacerdotes y levitas, ni la de vosotras. Por lo tanto, quiero preguntar a todas las mujeres aquí si deseáis ayudar a los hombres a pasar el examen final'.

Las mujeres se miraron unas a otras, y luego miraron a los hombres al otro lado del campo. Se miraban unos a otros y los hombres les preguntaron, '¿Queréis ayudarnos a lo largo de toda la vida a estudiar Torá y cumplir con todos los Mandamientos que nuestro Maestro nos ha enseñado? ¿Seriáis nuestras ayudantes ante la adversidad de las ilusiones materiales del mundo? ¿Nos ayudaríais a vivir en la Verdad del Maestro, momento a momento, día a día, año por año, hasta completar Su examen asignado a nosotros? ¿Lo haríais?' Todas las mujeres en el campo celestial respondieron en unanimidad un rotundo '¡Sí!'

El Maestro sonrió e hizo un giño a las mujeres, y les dijo muy quedo a sus oídos, "Siempre guardad en vuestros corazones que vosotras estáis a Mi lado, que Yo os escucho a vosotras primero, que Yo oigo vuestras oraciones y alabanzas primero, y que Yo cumplo con vuestras súplicas antes que a nadie. Recordad esto porque vosotras estáis exentas, y como os dije antes, ello quiere decir que ya estáis a Mi lado.

Solamente las mujeres escucharon estas palabras del Maestro en un diálogo invisible que los hombres en el campo no pudieron oír. Las mujeres le dijeron, 'Pero si estamos exentas del estudio de la Torá y el cumplimiento de los Mandamientos ordenados para los hombres, habremos de necesitar Mandamientos para poder vivir en la Tierra y poder ayudarles a cumplir su parte'. El Maestro respondió, 'Tal como os dije, os escucharé a vosotras primero y ello significa que a través de vuestras oraciones Yo os daré la asistencia que necesitaréis en la ayuda que habréis de dar a vuestros hombres. También encenderéis las velas del Shabat para iluminar vuestros hogares, horneareis la jala para renovar Mi Pacto con vosotras, vuestros hombres e hijos, y más que todo daréis a luz niños que honrarán Mi Nombre. Cuando vuestros hombres olviden Mi Pacto, vosotras recordaréis a ellos y a vuestros hijos esta Alianza que nos mantendrá unidos por siempre'.

Que el Eterno bendiga a las mujeres.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Parshat Vayalej: Eligiendo Retornar al Creador

Nuestro mayor conocimiento del Creador (representado por Moisés) es nuestro guía natural hacia nuestra conexión permanente con Él (representada por Aarón, el sumo sacerdote). Moisés construye el Tabernáculo para que Aarón oficie en él. En esta secuencia de acción permitimos que el Creador dirija cada aspecto de nuestra vida porque Él es el medio y el fin con que debemos conducirnos, tal como nos lo enseña Moisés: "El Eterno tu Dios, Él cruzará delante de ti; Él destruirá estas naciones delante de ti para que tú las poseas. El Eterno, Él es quien va delante de ti; Él estará contigo, Él no te abandonará ni te desamparará. No temas, y no te intimides." (Deuteronomio 31:3, 8).

El Rey David y todos los Profetas nos recuerdan esta verdad Divina que debemos entronizar en todos los niveles y dimensiones de la conciencia, y es nuestra elección hacerlo o en vez de ello seguir las ilusiones y fantasías de ego como los ídolos que creamos bajo un falso sentido de carencia.

Tenemos que confiar en el Amor de Dios como nuestra verdadera Esencia e identidad, y también como el poder y la fuerza que pelea nuestras batallas contra los ídolos del materialismo: "Y el Eterno hará con ellos como Él hizo a los reyes amorreos, Sijón y Og, y a su tierra que Él destruyó." (31:4). En este conocimiento comprendemos que solamente viviendo en los caminos y atributos de Dios de hecho somos librados de las ilusiones de ego: "Y [cuando] el Eterno te los entregue delante de ti, tú les harás a ellos de acuerdo a todo el Mandamiento que te he ordenado." (31:5).

Si no podemos confiar en el Amor de Dios como nuestro Creador y nuestra Esencia, es probable que estemos confiando en ilusiones que en últimas nos llevan a separarnos de quiénes realmente somos, y a las consecuencias que ello acarrea. Por lo tanto debemos ser imperturbables: "¡Sed fuertes y valientes! No temáis ni os intimidéis con ellos, porque el Eterno vuestro Dios, Él es quien va con vosotros. Él no os abandonará ni os desamparará." (31:6).

Fantasías e ilusiones, por su naturaleza, siempre nos traicionan porque son como los deseos insaciables de ego, como los ojos que nunca se llenan con lo que ven. Tenemos que unir todas nuestras cualidades, rasgos, niveles, aspectos y dimensiones de la conciencia en torno a los modos y atributos de Amor, y armonizarlos para servir al Creador: "Reúne al pueblo: los hombres, las mujeres, y los niños, y el forastero en tus ciudades, para que ellos oigan, para que ellos aprendan y veneren al Eterno tu Dios, y para que observen y cumplan todas las palabras de esta Torá." (31:12).

Tenemos que reiterar una vez más que Amor como manifestación material del Amor de Dios no cohabita con nada diferente a sus modos y atributos, y este es un principio inmutable que debemos tener presente en cada momento al pensar, sentir, percibir y hacer: "Y Yo ocultaré Mi rostro en ese día, debido a toda la iniquidad que ellos cometieron, cuando se volvieron a otras deidades." (31:18). Cuando este conocimiento ya no está presente (representado por la muerte de Moisés) estamos a merced de nuestras propias ilusiones materialistas: "Porque sé que después de mi muerte, os corromperéis y os desviaréis del camino que os he encomendado. Consecuentemente, la iniquidad caerá sobre vosotros al final de los días porque hicisteis maldad ante los ojos del Eterno, para provocar Su ira con la obra de vuestras manos." (31:29).

Nuestras acciones, "la obra de nuestras manos", ilustran lo que creemos y lo que seguimos. Si no es en los modos de Amor, probablemente sea en algo que no cohabita con Amor. Sabemos muy bien que amamos selectivamente, y que lo hacemos según la versión de nuestro propio ego. Condicionamos Amor para que sea lo que queramos y no lo que es. De la misma manera que muchos condicionan al Creador como su propio dios "personal", que llaman "mi Dios" para su servicio, sin ética ni valores morales: un dios de fanáticos.

Todos sabemos que no funciona así. Amor inherentemente significa e implica ética, como lo es el Dios de la Torá y las sagradas escrituras hebreas, el Dios cuya Creación es una emanación de Su Amor. El Dios que conoce y ama a Su Creación, incluyendo la naturaleza humana con la que Él nos hizo. En Su amorosa bondad, Él nos da libre albedrío para elegir entre Amor y nuestras ilusiones. Él nos ama incondicionalmente porque nos deja elegir, y en Su Amor incondicional espera nuestro retorno a Él como la Esencia de quienes verdaderamente somos.

Nuestros Profetas reiteran esta verdad en la haftará para esta porción: "Regresa, oh Israel, al Eterno tu Dios, porque has tropezado en tu iniquidad. Tomad palabras con vosotros y retornad al Eterno. Decid, "Tú perdonarás toda iniquidad y nos enseñarás [el] buen [camino], y daremos becerros [la ofrenda] de nuestros labios." (Oseas 14:2-3).

"¿Quién es un Dios como Tú que perdonas iniquidad y olvidas el pecado del resto de Tu heredad? Él no mantiene Su enojo por siempre, porque Él desea la amorosa bondad. Él volverá y nos ofrecerá compasión. Él ocultará nuestras iniquidades, y Tú arrojarás a las profundidades del mar todos sus pecados. Tú darás la verdad de Jacob, la amorosa bondad de Abraham, que Tú juraste a nuestros antepasados de los días de antaño." (Miqueas 7:18-20).

domingo, 18 de septiembre de 2011

Parshat Nitzavim: El Amor de Dios como Nuestra Identidad

¿Por qué tenemos que amar a Dios? La respuesta es un asunto de identidad, lo que quiere decir que se trata más de nosotros que de Él. Después de todo no podemos concebir, entender o comprender al Creador; por lo tanto, lo que concibamos o comprendamos acerca de Él es lo que nos apega a Él. Esto suena como a afrontarlo con sentido común, y es exactamente lo que es.

Entre más conocemos quiénes somos y entendemos más lo que somos y hacemos, más podremos conocerlo a Él. Es es en nuestra verdadera Esencia que realmente lo conocemos debido al hecho de que somos Su Creación. Si provenimos de Él, ¡qué más podríamos ser sino Su Esencia! Sí, hay cuestiones relacionadas con bien y mal, correcto e incorrecto, falso y verdadero, cosas del libre albedrío que ciertamente nos sirven para discernir lo que podamos llegar a ser. Nuestras decisiones quizá no definan quiénes somos, pero en efecto sí lo que pensamos, creemos, sentimos y hacemos. 

Este es el contexto de los versículos: "Porque este Mandamiento que te ordeno este día no está ocultado a ti, ni está lejos. No está en el Cielo, para que digas '¿quién irá a subir al Cielo por nosotros para traérnoslo, para decirnos[lo] a nosotros, para decir[lo] a nosotros para que podamos cumplirlo?' Ni está más allá del mar, para que tú digas '¿quién cruzará al otro lado del mar por nosotros, y traérnoslo para nosotros, para decir[lo] a nosotros para que podamos cumplirlo?' En vez, [esta] cosa está muy cercana a ti; está en tu boca y en tu corazón para que la cumplas" (Deuteronomio 30:11-14).


¿Podemos ocultarnos de nuestra verdadera Esencia e identidad? ¡Sólo si diésemos poder a esa ilusión de ocultárnoslo! Situaciones y circunstancias muchas veces nos conducen a creer en cualidades y rasgos negativos sobre nosotros mismos, y otra vez debemos ponderar si nuestros actos definen lo que en verdad somos. Esto también se puede volver un asunto de elección entre vivir en ilusiones negativas o en la realidad positiva que Amor es. Tan sólo tenemos que ser conscientes de este regalo de Dios que podemos disfrutar al ser, vivir, y manifestar los modos y atributos de Amor:

"Porque tal como te ordeno este día, de amar al Eterno tu Dios, de andar en Sus caminos, de guardar Sus Mandamientos, Sus estatutos, y Sus ordenanzas, para que tú vivas y te multipliques; y que el Eterno tu Dios te bendiga en la tierra que vas a tomar en posesión de ella"(30:16), porque amar a Dios es el camino para hacernos conscientes de nuestra propia identidad, de nuestra razón y propósito de ser.

Las bendiciones de Amor no son una simple promesa Divina, sino que son su propio efecto: "Y el Eterno tu Dios te traerá a la tierra que poseyeron tus antepasados, y tú
[también] tomarás posesión de ella, y Él te hará bien a ti, y Él te hará más numeroso que tus antepasados." (30:5).


Podríamos preguntarnos por qué Moisés dice que las bendiciones de Dios "hacen bien" si es bastante obvio que siempre es así. ¿Por qué es fundamental enfatizarlo una y otra vez? La respuesta es la misma de antes, como un recordatorio para abrazar todo aquello que nos hace crecer, desarrollarnos, evolucionar, mejorar, ser felices, fructíferos, abundantes, prósperos, y todos los atributos que únicamente Amor puede dar; aquello que nos hará "más numerosos" que los que forjaron el legado de Amor como nuestra verdadera identidad.

¿Cuán grande o grandiosa podría ser la bondad que Amor trae a nosotros como para llegar a cuantificarla? No en vano la arena de los mares y las estrellas en el cielo son una pálida ilustración de ello, ya que tal como el Amor de Dios que nos creó, Amor como su manifestación material tampoco tiene límites.

En el conocimiento de esta Esencia en todos los niveles de conciencia estamos de pié (nitzavim) ante nuestro Creador (29:9-10) para reclamar y reafirmar Amor como nuestro nexo común con Él: "para que tú puedas entrar en el Pacto del Eterno tu Dios, y Su promesa que el Eterno tu Dios te está haciendo este día." (29:11)


Tengamos presente que tanto nuestra conciencia espiritual como material son las dimensiones para las cuales estamos obligados a dar cuentas por las decisiones que tomamos: "Este día, pongo al Cielo y a la Tierra como testigos [de que Yo te he advertido] para ti: Yo he puesto ante ti vida y muerte, la bendición y la maldición" (30:19) y ya bien sabemos los resultados de cualquiera de ellas.

El Profeta nos recuerda que Sión y Jerusalén representan este sublime conocimiento del Amor de Dios como nuestra identidad, la cual debemos reclamar en voz alta, confrontando y superando las ilusiones materiales que nos retienen en las tinieblas, porque los modos y atributos de Amor son nuestra Redención:


"Por amor a Sión, Yo no estaré en silencio; y por amor a Jerusalén no descansaré, hasta que su rectitud surja como un resplandor, y su redención arda como una antorcha" (Isaías 62:1), y "Los actos de amorosa bondad del Eterno yo mencionaré, las alabanzas del Eterno según todo lo que el Eterno ha conferido sobre nosotros, y abundante bondad a la casa de Israel, que Él ha conferido sobre ellos según Sus misericordias, y según Sus abundantes actos de amorosa bondad." (63:7) porque la amorosa bondad del Creador también se manifiesta en los modos y atributos de Amor.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Reflexiones en torno a Elul

Nuestra tradición judía nos dice que Elul es el mes de nuestro retorno al Creador. Algunos de nuestros Sabios llaman a este proceso "arrepentimiento", un término que implica un regreso hacia lo que eran las cosas antes de elegir separarnos de Él. Algunos de nuestros contemporáneos lo comparan con la reprogramación de un ordenador personal, y quizá podría ser así. Después de todo, la vida, al igual que las computadoras, funciona de acuerdo a un "programa" diseñado según la información que contenga o que se le imprima. Pero nosotros sabemos que la vida es más compleja que eso, ya que de lo contrario seríamos androides; aunque mucha gente en este mundo vive como máquinas pre-programadas o pre-condicionadas. El asunto aquí es qué clase de programa o acondicionamiento son los que vuelven irrelevante el libre albedrío y la libertad, debido al hecho de que convierten a la gente en entidades que responden o reaccionan basadas en cómo se les dijo pensar, sentir, comportarse y actuar.

Este preámbulo es una invitación a reflexionar en quiénes realmente somos, en nuestra verdadera identidad como individuos que razonan y dotados con emociones, sentimientos, pasiones e instintos. ¿Adónde hemos ido que necesitamos retornar al Creador, y qué tan lejos estamos de quiénes verdaderamente somos? Estas son las preguntas que debemos considerar en Elul antes de pararnos frente al Creador de todo lo que existe. ¿Qué "realidad" es la que nos aleja de Él, la que nos hace dudar y con la incertidumbre de quiénes somos? En el libro "Dios como Amor" decimos repetidas veces que el Amor de Dios es nuestra Esencia porque nosotros, al igual que toda Su Creación, somos una emanación de Su Amor; y Amor es el programa, lo que ingresamos y recibimos, la causa y el efecto. Cualquier cosa diferente de Amor es lo que nos separa de Amor mismo, por lo tanto de nuestro Creador y de todo lo demás que proviene de Él. Solamente con nuestro total conocimiento de Amor como nuestra causa y efecto en nuestras vidas podremos presentarnos ante Dios.

En este punto de nuestras reflexiones sabemos que lo que es diferente de Amor son las fantasías e ilusiones de los deseos materialistas de ego, la "información" equivocada y los "virus" que deterioran y dañan el programa original de la vida humana, y de la vida en general. En este sentido, el "arrepentimiento" implica el concienzudo proceso de atención y sensatez hacia un inventario detallado de las cosas que afectan y deterioran nuestras vidas y las de los demás. Estas cosas abarcan pensamientos, ideas, creencias, patrones de comportamiento, valores socioculturales, emociones, sentimientos y adicciones psíquico-físicas. Una vez tengamos el inventario del discernimiento de las cosas negativas que no queremos en nuestra vida ni en nuestros entornos, debemos tener el coraje y la determinación de separarnos de ellas. Se trata de las elecciones que hicimos como resultado de las ilusiones de ego y su sentimiento de carencia. Por un lado, nos damos cuenta que carencia es la creencia y el sentimiento de estar incompletos; y por otro, que es Amor lo que mantiene nuestra copa siempre llena. Este es el conocimiento (lo que nos unge) que necesitamos tener presente en la mente y el corazón para que nuestra vida (la copa) esté siempre llena de Amor: "Tú has ungido mi cabeza con aceite, mi copa está rebosante" (Salmos 23:5) Después de todo, si el Amor de Dios es nuestro sustento y guía, ¿de qué podríamos carecer? "El Eterno es mi Pastor, nada me habrá de faltar" (23:1)

No es un proceso fácil tras una vida entera de acondicionamientos basados en la mala educación que hemos recibido a través de miles de años. Tampoco fácil hacerlos desaparecer en un mes. Sin embargo, si tenemos el coraje, no sólo de enfrentar nuestras fantasías e ilusiones de ego sino de aguantar sus consecuencias, entonces hay en verdad una bendición en nuestro dolor y sufrimiento; porque, a través de ellos, nos damos cuenta que negatividad no es lo que necesitamos en nuestras vidas, tanto individuales como colectivas. ¿Cuánto dolor y sufrimiento, tristeza y depresión hemos creado y seguimos creando en el mundo, como si ya no fueran suficientes? En "Dios como Amor" decimos que creemos que la vida y el mundo están para ser vividos y disfrutados como el Jardín del Edén creado para ser eso y para seguir siéndolo; y Amor es el camino para regresar a él.

Entonces regresemos juntos, como el salmista nos lo recuerda en los seis versículos de una de sus alabanzas al Creador:

"El Eterno es mi Pastor, nada me habrá de faltar. En verdes praderas me hace recostar [en la abundancia de Su Amor como nuestra Esencia e identidad]; Él me conduce junto a aguas tranquilas [los pensamientos de Amor que dirigen nuestras acciones]. Él revive mi alma [Amor sustenta y nutre nuestra conciencia del Amor de Dios aún cuando nos separamos de Él]. Él me conduce por senderos de rectitud en aras de Su Nombre [los caminos de Amor son todos de rectitud, por ser inherentes a Él]. Aún si anduviere yo por el valle de la sombra de la muerte, no temeré mal alguno porque Tú estás conmigo [aún si anduviésemos en las tinieblas de las ilusiones, Amor como nuestra verdadera Esencia no nos abandona porque es lo que somos]. Tu vara y tu cayado [los caminos y atributos de Amor], ellos me confortarán. Tú preparas una mesa para mí ante la mirada de mis enemigos [somos capaces de reconocer que Amor es mayor que cualquier ilusión material, porque Amor trasciende el mundo material. Amor es la mesa llena de Sus atributos, a diferencia de la carencia derivada de la negatividad y sus ilusiones que son nuestros enemigos]. Tú has ungido mi cabeza con aceite, mi copa está rebosante [cuando nos hacemos conscientes del Amor de Dios como nuestro propio Amor]. [Y en esta sublime realización podamos siempre vivir en el conocimiento de Amor en cada dimensión de nuestra conciencia:] Que sólo el bien y la amorosa bondad me sigan todos los días de mi vida, y vivir en la Casa del Eterno por muchos largos años" (Salmo 23)

Que las reflexiones en torno a nuestro regreso al Amor de Dios, a Amor como nuestra verdadera identidad, nos lleven a remover toda negatividad de nuestras vidas y entornos, y de todo lo innecesario en el mundo en que vivimos. Y que sólo Amor y sus atributos lo llenen con Su Gloria, como siempre ha sido, es, y será. Amén.

Parshat Ki Tavó: La Herencia del Amor de Dios

El segundo versículo de esta porción es un Mandamiento "(…) que tú tomarás las primicias de todos los frutos del suelo, que tú traerás de tu tierra que el Eterno tu Dios te está dando" (Deuteronomio 26:2). Nuestros Sabios místicos se refieren a dos niveles de conciencia representados por los reinos vegetal y animal. Contrario a lo que podríamos pensar, ellos explican que lo vegetal implica sensualidad y actividad sexual, simbolizados por el constante florecimiento y fructificación de algunos árboles y plantas; mientras que lo animal implica sentido de propósito y movilidad, simbolizados por la conducta animal instintiva de actuar de acuerdo a su propósito en la naturaleza.

En este sentido podemos tener un mejor entendimiento de los sacrificios (ofrendas) de Caín y Abel. En el contexto de esta porción, "los frutos del suelo" son la expresión del proceso creativo individual de cada aspecto de la conciencia (en particular aquellos relacionados con los sentidos, sensualidad, pasiones, e instintos) que deben ser elevados hacia la misión que el Creador ha encomendado a Israel.

Los versículos anteriores en Ki Teitzei y los posteriores en Ki Tavó están todos relacionados con valores éticos encaminados a promover la armonía individual y colectiva entre todos los niveles sociales y condiciones económicas entre el Pueblo de Israel. Por lo tanto, el versículo mencionado arriba es sólo otro recordatorio de que tenemos que dirigir todos los aspectos de la conciencia en los caminos y atributos de Amor, porque tenemos que ser conscientes de que toda la Creación -- incluyendo nuestras vidas individuales -- pertenecen al Creador; y al reconocerlo de hecho estamos dispuestos a cumplir Su voluntad: "Yo declaro este día al Eterno tu Dios, que yo he venido a la Tierra que el Eterno prometió a nuestros antepasados darnos" (26:3).

Esta Tierra es el conocimiento de que el Amor de Dios nos creó, y que debemos ser y actuar de acuerdo a Sus caminos y atributos, como individuos y como la Nación que somos. Nuestra verdadera libertad tiene lugar en este nivel de conciencia, contrario a la esclavitud bajo las fantasías e ilusiones materialistas de ego. Estas son los espejismos por los que esclavizamos nuestra vida a trabajar duro para mantenerlos como "reales": "Y los egipcios nos trataron cruelmente y nos afligieron, e impusieron sobre nosotros trabajo duro" (26:6). Es por ello que tenemos que recordar diariamente nuestro éxodo de Egipto para tener siempre en cuenta que debemos hacer la elección cada momento de, ya sea vivir en la esclavitud de las ilusiones de ego o en la libertad de los atributos de Amor.

Después de todo el Amor de Dios es nuestra verdadera Esencia, y la Redención de todas las desgracias que acarrea vivir en y por las ilusiones del mundo material: "Entonces clamamos al Eterno, Dios de nuestros padres, y el Eterno oyó nuestra voz y vio nuestra aflicción, nuestra fatiga, y nuestra opresión." (26:7).

Nos hacemos libres en la Tierra que Él nos ofrece: "Y Él nos trajo a este lugar, y Él nos dio esta tierra, una tierra que fluye leche y miel" (26:9), donde todos somos felices: "Entonces tú te regocijarás con todo lo bueno que el Eterno tu Dios te ha dado a ti y a tu casa, al levita, y al forastero que vive en medio de ti" (26:11), donde cada nivel y dimensión de la conciencia viven en la trascendencia de Amor como nuestra verdadera identidad, y por ello pedimos al Creador constantemente que nos mantenga conscientes de Amor como Su herencia para nosotros: "Mira abajo desde Tu sagrada morada, de los Cielos, y bendice a Tu pueblo Israel, y el suelo que Tú nos has dado, como lo juraste a nuestros antepasados, una tierra que fluye leche y miel." (26:15).

"Y el Eterno te ha escogido este día para ser Su pueblo preciado, como Él te ha hablado, para que tú guardes todos Sus Mandamientos, y para hacerte supremo sobre todas las naciones que Él hizo, [para que tu tengas] elogio, un [distinguido] nombre y gloria; y para que seas un pueblo sagrado para el Eterno tu Dios, tal como Él ha hablado" (26:18-19). Entonces tenemos que elegirlo también a Él, ejerciendo y manifestando la identidad que Él nos ha conferido, el honor y el privilegio de ser y vivir en los caminos y atributos de Amor: la herencia del más grande Amor de todos, el Amor de Dios.

El Profeta otra vez recuerda para nosotros el conocimiento de nuestra herencia en la haftará para esta porción: "Y naciones andarán por tu Luz, y reyes por el brillo de tu resplandor. Eleva tus ojos alrededor y mira, todos ellos reunidos, ellos han venido a ti; tus hijos vendrán desde lejos, y tus hijas serán criadas [crecerán] sobre [su] lado.

Entonces tú verás y estarás radiante, y tu corazón se maravillará y estará ensanchado, por la abundancia de la multitud del mar sobre ti, la riqueza de las naciones que vendrán a ti." (Isaías 60:3-5).

En este conocimiento "Violencia no se oirá más en tu tierra, ni robos, ni destrucción dentro de tus fronteras, y llamarás Redención a tus murallas, y alabanza a tus puertas. No tendrás más al sol como luz por el día, y como brillo la luna no te dará luz, porque el Eterno será para ti una Luz eterna, y tu Dios para tu gloria." (60:18-19).

domingo, 4 de septiembre de 2011

Parshat Ki Teitzei: Amor como Ética

"Cuando salgas a combatir tus enemigos, y el Eterno tu Dios te los entregue en tus manos (...)" (Deuteronomio 21:10) contiene la certeza de que cuando Amor es el camino y el medio para confrontar las ilusiones materialistas de ego, Amor como actitud y altitud desde donde afrontamos el dolor y el sufrimiento como resultado de aquellas, Él las entrega en nuestras manos. En nuestras manos, porque de la misma manera en que la conducta negativa lleva nuestras manos a hacer y experimentar pensamientos dañinos, emociones hirientes y pasiones destructivas, con nuestras manos también rectificamos y mejoramos nuestros actos y acciones bajo la conducción de los atributos de Amor. Como hemos dicho antes, Amor es el catalizador para transformar y refinar las concepciones, rasgos y hábitos negativos en los que vivimos bajo la dictadura de ego.

Esta transformación comienza cuando somos capaces de ver el potencial de bondad, rectitud y virtudes de nuestros pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos; la belleza que podemos abrazar cuando vivimos en los caminos y atributos de Dios: "Y [si] vieras entre los cautivos una bella mujer, y [si] la desearas (…)" (21:11), ya que las mismas emociones, sentimientos, pasiones e instintos que experimentamos negativamente tales como depresión, abatimiento, ira, avaricia, indolencia, etc. también los podemos experimentar con lo opuesto, cuando Amor los llena a todos.

Comenzamos haciéndolo con nuestra propia vida, y una vez fortalecidos con la total conciencia del Amor de Dios podremos ayudar a aquellos en nuestro entorno inmediato, y a nuestros seres queridos incluyendo nuestros hermanos judíos: "No verás el buey de tu hermano, o su cordero, perdidos; y retirarte de ellos. [En vez,] tú los volverás a tu hermano." (22:1). No debemos ser indiferentes ante los bajos deseos y pasiones de ego (su "buey" y "cordero" perdidos, descarriados) de nuestro prójimo. Respecto al asunto de identidad de género, nacemos dotados con dos polaridades, masculina y femenina, que estamos convocados por la Torá a desarrollar y dirigir por voluntad del Creador.

Estas dos polaridades deben coexistir armónicamente como función y propósito. Sabemos que todos nos esforzamos en balancearlos de la mejor manera que podemos con el fin de vivir en armonía tanto individual como colectiva. Ambas polaridades, al igual que los demás niveles y dimensiones de la conciencia, deben ser guiados y dirigidos por los atributos y caminos de Amor, y no extraviados por las ilusiones y fantasías de ego.

Masculino y femenino son dos de los principios fundamentales de la Creación material, y debemos "vestirlos" con sus rasgos y cualidades inherentes a cada uno con el objeto de cultivarlos como las energías complementarias que mantienen el equilibrio de nuestra existencia material: "No vestirá la mujer hábito de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer, porque hacer estas [cosas] es detestable para el Eterno, tu Dios." (22:5).

Las lecciones éticas continúan en esta porción, y compasión es una de ellas como atributo de Amor: "Alejarás a la madre, y [luego] podrás tomar a los polluelos para ti, para que te vaya bien y prolongues tus días" (22:7) y destacan que los Mandamientos (tanto los racionales como los supra-racionales) nos han sido dados para refinar y realzar nuestras vidas, como principios éticos y morales que aseguren una vida dedicada a la justicia, la paz y la felicidad para todos; y no simplemente para complacer al Creador. Después de todo, "Si pecas, ¿en qué lo afectas a Él? Si tus transgresiones se multiplican, ¿qué le haces a Él? Si eres recto, ¿qué le das a Él? ¿Qué podría Él recibir de tu mano?" (Job 35:6-7).

Nuestros Sabios dicen que aunque (¡Dios no lo permita!) Él no estuviese con nosotros, debemos vivir por la verdad de la justicia y rectitud, por nuestro bien individual y colectivo. En este sentido, la vida se trata de ética para poder coexistir y sobrevivir como seres humanos que se aman y no como animales salvajes. Estamos hablando de la ética de Amor en sus modos y atributos, que debemos preservar y proteger siendo y manifestando Amor como nuestra identidad: "Cuando construyas una casa nueva, harás una baranda para tu techo, para que no causes sangre [que sea derramada] en tu casa, con aquel que llegase a caer desde él [el techo]." (Deuteronomio 22:8). 

En el proceso de construir valores de Amor en nuestra conciencia (la casa) debemos hacerlos prevalecer en cada aspecto de lo que somos y hacemos, para así guardarnos y protegernos de caer en ilusiones negativas que terminan destruyendo los cimientos de los atributos de Amor, al dejar que las ilusiones se tomen la conciencia y traigan desgracia a lo que consideramos la más preciada posesión de todas. Debemos andar en los caminos de las bendiciones de Amor, el Amor de Dios en nuestra conciencia, y separarnos de las maldiciones de una vida en desamor representada por las naciones cananeas: "Pero el Eterno, tu Dios, no quiso oír a Balaam. Entonces el Eterno, tu Dios, transformó la maldición en una bendición para ti; porque el Eterno, tu Dios, te ama" (23:6).

Como ya sabemos, el Amor de Dios está con nosotros mientras le permitamos estar en todos los aspectos de la conciencia: "Porque el Eterno, tu Dios, va en medio de tu campamento, para rescatarte y entregarte a tus enemigos ante ti. [Por lo tanto,] Tu campamento será sagrado, para que Él no vea nada indigno entre ti y se aleje de ti"(23:15), y vender nuestra conciencia de Amor por las ilusiones materialistas es como nos separamos de Él.

Esta porción con sus 74 Mandamientos termina recordándonos destruir la memoria, el pensamiento, el sentimiento, y la emoción de duda, incertidumbre y vacilación respecto a la única verdadera elección de todas, que es vivir en los caminos y atributos de Amor: "[Por lo tanto,] Será, cuando el Eterno tu Dios te dé un respiro de todos tus enemigos alrededor [tuyo] en la tierra que el Eterno tu Dios te da como una herencia para poseer, que tú borrarás el recuerdo de Amálek de debajo de los cielos. ¡No lo olvidarás!" (25:19).

Seamos siempre conscientes de que Dios es nuestro Creador, y que Su Amor es nuestra Esencia e identidad por la que tenemos que vivir cada momento. Amor es de lo que estamos hechos, Amor es lo que somos, y Amor es lo que tenemos que manifestar. Mientras las fantasías de ego son efímeras y nos abandonan en su ilusión, lo que siempre permanece en nosotros es Amor y sus atributos que esperan que retornemos a ellos.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.