domingo, 24 de junio de 2012

Jukat: Viviendo los Mandamientos del Creador

Hemos dicho muchas veces que la Torá define nuestra identidad judía, la cual se trata de lo que somos y hacemos, que a su vez determinan nuestra relación con el Creador. Esta relación está forjada a partir de nuestra conexión con Él, la cual depende de Sus Mandamientos, decretos y estatutos contemplados en la Torá.

Hemos mencionado que la raíz semántica hebrea del término “mandamiento” quiere decir conexión, y está determinada por Sus reglas y no las nuestras. Tenemos que entender y asimilar los caminos, modos, medios y atributos con los que Dios se relaciona con Su Creación, incluidos nosotros, de acuerdo a cómo la Torá nos lo instruye. Estos son los cimientos para comprender Sus Mandamientos a pesar de nuestras limitaciones para conocerlo a Él, ya que el Creador no tiene definición. Es por ello que nuestros Sabios enseñan que sólo podemos conocerlo a través de Sus modos y atributos, y aún así nunca lo llegaremos a conocer.

Debemos insistir en que nuestra identidad judía es la suma de todos los 613 Mandamientos en la Torá, porque no sólo definen lo que somos sino también nuestra conexión con el Creador. La esencia subyacente en esta conexión es Amor como nuestro nexo común con Él. El Amor de Dios está presente en sus (trece) atributos como nos lo enseña la Torá (Éxodo 34:6-7).

Como mencionamos en nuestro libro “Amor de Dios”, el reiterado atributo del Creador por Su Creación es compasión como la manifestación material de Su AmorEstos atributos determinan nuestra relación con Él y para abordar y cumplir Sus Mandamientos, ya que son las maneras de asimilar Su Amor también como nuestra Esencia e identidadEl salmista nos lo recuerda.

“El Eterno es graciable y compasivo, lento para el enojo y abundante en amorosa bondadEl Eterno es bueno con todos, Él tiene compasión por todo lo que Él ha creado.” (Salmos 145:8-9)

De ahí que Su Amor sea nuestra referencia en todos nuestros niveles de conciencia. Es así como debemos abordar la vida, y todo lo que somos y hacemos.

Recientemente comentamos acerca de las bendiciones sacerdotales señaladas en la Torá y, en el contexto de nuestra relación con el Creador, tenemos que asimilarlas no sólo como algo que recibimos de Él sino como un Mandamiento para cumplirlo como para de nuestra conexión con Él.

El Creador nos bendice y protege, siempre y cuando también bendigamos con Su Amor todo lo que hagamos, y en esta acción de hecho estamos protegidos porque Amor es nuestra protección. Él resplandece Su rostro (Su Amor) en nosotros mientras nosotros también resplandezcamos (manifestemosAmor con nuestros hechos, ya que Su gracia está en nosotros cuando actuamos con Amor.

Él eleva Su rostro (Amor) en nosotros y pone paz en nosotros mientras dejemos que Amor eleve nuestra conciencia, y en este proceso la paz está con nosotros y con aquellos a quienes tratamos con amorosa bondadDicho de otro modo, las bendiciones del Creador no las recibimos para disfrutarlas como un regalo que nos haga sentir realizados y satisfechos a nivel personal.

Sus bendiciones de hecho tienen un propósito, el cual es que las manifestemos en lo que somos y hacemos. En nuestra relación con el Creador es así como funcionan Sus Mandamientos, ya que mientras los realizamos estamos conectados con Él, y este es un proceso concreto y práctico.

No podemos darnos el lujo de vivir en la fantasía e ilusión de ego de sentirnos bendecidos por Dios creyendo que somos merecedores de Sus bendiciones. Se las pedimos precisamente para manifestarlas en todas las dimensiones de la vida y en nuestra relación con los demás y nuestro entorno.

Ser bendecido no es una dotación personal o individual. Significa lo mismo que sugiere el proverbio de que “a quien mucho se le da, de él mucho se espera”. Una de las mayores diferencias entre el judaísmo y otras creencias es que los judíos estamos instados a manifestar la voluntad del Creador en el mundo material y no para nosotros mismos.

Los Mandamientos de Dios no están dirigidos a beneficiarnos a nivel individual sino a nivel colectivo. Nuestra Redención individual debe ser parte de la Redención colectiva. Recordamos el episodio de los espías en Shelaj como la actitud personal negligente ante la voluntad de Dios, ya que prefirieron permanecer bajo el amparo de la nube divina en el desierto en vez de salir y conquistar las naciones cananeas para asentarse en la Tierra Prometida.

En nuestros tiempos actuales tenemos que entenderlo como el proceso dinámico de salir al mundo y subyugar los aspectos negativos de nuestra conciencia, que nos impiden asentarnos en los modos y atributos de AmorEl salmista nos ayuda a comprenderlo.

“Todos los caminos del Eterno son amorosa bondad y Verdad para quienes guardan Su Pacto y [Sus] testimonios.” (Ibid. 25:10enseñándonos que Sus Mandamientos de hecho son amorosa bondad y Verdad inherentes a Su Amor, y a la manera como Él nos ama.

En este sentido debemos asimilar que Amor es nuestra protección.

Que Tu amorosa bondad y Verdad me protejan continuamente.” (40:12)

La Torá del Eterno es perfecta, restaura el alma; el testimonio del Eterno es fidedigno, hace sabio al necio. Los Mandamientos del Eterno son rectos, alegran el corazón. El Mandamiento del Eterno es claro, ilumina los ojos” (19:8-9)

En los caminos y atributos de Amor todo es recto, dichoso e iluminante.

En nuestros rezos diarios bendecimos a Dios y le agradecemos por Sus Mandamientos.

“(...) porque con la Luz de Tu rostro [en Su Amor]oh Eterno nuestro Dios, Tú nos diste la Torá de vida y amorosa bondad, bondad, rectitud, bendición y compasión, vida y paz”.

Los atributos de todos los Mandamientos que Él nos dio son parte de la identidad que Él quiere que tengamos por ser Sus elegidos. Estos atributos son los decretos, testimonios y estatutos que definen nuestra conexión con Él, porque también son Sus atributos y nuestro nexo común con Él.

domingo, 17 de junio de 2012

Kóraj: La Agenda Separatista de las Fantasías e Ilusiones de Ego

De lo que se trata vivir en este mundo material es crear un espacio donde la Presencia Divina more con nosotros, y ese espacio primero tenemos que crearlo en nuestra conciencia. ¿Qué sentido tendría vivir, haciéndolo sin Él que creó todo lo que existe? Hay un gran vacío en nuestra conciencia cuando no sabemos quiénes realmente somos, y llegamos a tener pleno conocimiento de nuestra identidad cuando asimilamos que somos una emanación del Creador a través de Su Amor.

Hemos dicho esto muchas veces para enfatizar que todo lo que existe proviene del Amor de Dios, por tanto Su Amor es nuestra Esencia e identidad. Desconocer esta Verdad universal y trascendente es lo que nosotros llamamos vivir en las fantasías e ilusiones de ego.

En la conciencia fragmentada que tenemos, en la que estamos “divididos” en la dualidad de bien y mal, verdadero y falso, correcto e incorrecto, positivo y negativo, etc., el Creador nos dotó con libre albedrío para poder elegir lo más conveniente y hacerlo. Él nos dio Su Torá para enseñarnos que lo “conveniente” significa lo mejor para nosotros, siempre y cuando también sea bueno para los demás y nuestro entorno inmediato.

Es con este principio fundamental que asimilamos la Presencia Divina en nuestra conciencia, y por lo tanto en nuestras vidas. Lo bueno, lo correcto, lo verdadero y lo positivo son lo esencial para vivir en la unidad que Amor es, porque Amor nos une a través de sus modos y atributos. Mientras vivamos en, con y por ellos jamás estaremos separados unos de otros ni de Dios, porque Amor es el nexo entre nosotros y con Él.

Vivir sin este conocimiento es la más clara indicación de que estamos separados de Amor, y consecuentemente viviendo la agenda individualista de ego.

Hemos declarado muchas veces que ego define nuestro sentido de individualidad, ya que nos percibimos como individuos. Esto no quiere decir que debamos perseguir agendas individualistas separándonos de los demás. Hemos dicho que la separación es la peor de todas las ilusiones, ya que en realidad no podemos vivir separados o aislados de otros.

Esto lo hemos aprendido desde que vinimos al mundo. No podemos vivir solos porque fuimos creados por Dios para estar unidos mediante Amor como nuestra Esencia e identidad, y a Él porque estamos aquí debido a Su Amor por toda Su Creación.

En nuestra conciencia “dividida” (la ponemos entre comillas porque es así como estamos acondicionados para percibirnos a nosotros mismos y a la realidad material) tenemos todos los arquitipos de lo potencialmente negativo y positivos para elegir entre ellos. Esto significa que tenemos el potencial de llegar a ser como Moisés y Aarón, o como Kóraj y sus compinches.

Ego es nuestro poderoso sentido de individualidad y como tal puede encaminarnos en los modos y atributos de Amor que nos unen unos a otros y con Dios, o en las illusiones y fantasías que nos separan unos de otros y de Dios. En este punto de la historia de nuestra conciencia debemos saber qué nos une y qué nos separa.

Esto lo hemos aprendido por experiencia propia a través de los siglos, y la Torá nos lo instruye recordándonos los modos y medios para hacerlo en los caminos que Dios quiere que andemos, y no en las fantasías e ilusiones de ego.

Insistimos nuevamente y reiteramos que nuestra “separación” de los caminos del Creador, Su Amor como Él quiere que lo entendamos mediante Sus atributos indicados en la Torá, es la más ilusoria de todas las ilusiones que podamos tener. De hecho es el mayor dilema como confusión que podamos tener, e igualmente requiere de la mayor certeza y claridad de todas.

Ponemos fin a nuestra separación del Creador cuando nos hacemos plenamente conscientes de Amor como nuestra conexión unificadora y compenetradora con Él y Su Creación. Koraj es el individualista separatista que debemos remover de nuestra conciencia y llenar su espacio con el conocimiento unificador colectivista representado por Moisés y Aarón.

Tenemos que ser vigilantes y sensatos en todos nuestros discernimientos, pensamientos, ideas, sentimientos, emociones, pasiones e instintos para dirigirlos en los caminos y atributos de Amor, manteniendo la conciencia unida en lo potencialmente bueno de su propósito (ver nuestros comentarios sobre la Parshat Kóraj: “Vencer las Ilusiones de Egodel 9 de junio, 2010 yDiferenciando entre Verdad e Ilusióndel 19 de junio, 2011).

Dios nos dio el precioso regalo que es la vida para ser plenamente vivida como individuos que dependen unos de otros y de su ciudado, y este cuidado es Amor. Así como Él nos cuida proveyendo nuestro sustento diario y nutriéndonos con Su Amor, también Él quiere que nos cuidemos unos a otros, proveyendo entre nosotros.

Repitámoslo otra vez. Esto lo sabemos por experiencia, por evidencia empírica, y la Torá nos lo instruye para recordárnoslo. Vivimos en tiempos que nos obligan a erradicar para siempre la mentalidad separatista y reemplazarla por la conciencia de unidad que Amor nos invita a vivir, devido a lo bueno que hay en ella.

Esperar que otros cambien su mentalidad separatista primero que nosotros para luego cambiar la nuestra es parte de la actitud que caracterizó a Kóraj. La actitud de Moisés y de Aarón es primero iniciar en nosotros el proceso de transformación individual, ya que de hecho se trata de nuestra Redención individual y personal de las fantasías e ilusiones de ego.

Una vez empecemos a hacerlo vendrá la Redención colectiva. ¡Que se manifieste completamente y pronto en nuestros días!

domingo, 10 de junio de 2012

Shelaj: Descubriendo Nuestra Relación con el Creador

En nuestros dos comentarios anteriores acerca de Shelaj estuvimos reflexionando en torno a dos aspectos. Uno es nuestra confianza en Él y Su Amor (Parshat Shelaj: “Confiemos en el Amor de Dios” del 30 de mayo, 2010) y elegir por nuestro propio libre albedrío vivir en Sus caminos y atributos (“Encaminándonos en el Amor de Dios” del 12 de junio, 2011) ya que estos dos aspectos son esenciales para realizar nuestra conexión con Él.

Los sucesos narrados en esta porción de la Torá ciertamente nos pueden ocurrir en cualquier momento, ya que tanto en ese entonces como ahora enfrentamos el mismo dilema y desafíos sobre el conocimiento de quiénes somos y el propósito de nuestras vidas como judíos.

Hemos indicado que la identidad judía abarca facetas multidimensionales contenidas en las doce Tribus de Israel, y dichas facetas están destinadas a manifestar todo el potencial de bondad en la conciencia humana.

Este proceso debe ocurrir como un esfuerzo unido y mancomunado, y es por ello que nuestro Creador instruye a Moisés (nuestro mayor conocimiento de Él) para guiar y dirigir todas las dimensiones de la conciencia durante la trayectoria para asentarnos en la bondad potencial de quienes somos, esa Tierra Prometida.

En el conocimiento de nuestra diversidad individual y colectiva sabemos que esa diversidad es expresada de distintas maneras, según su propósito. La manera en la que un gerrero se expresa es bastante diferente del médico, el sacerdote, el comerciante, el juez, el artista, el zapatero y el vagabundo, por mencionar sólo algunos. Esto no quiere decir que el guerrero no pueda habitar con aquellos que no tienen la rutina de él.

Como Israel unido somos todos parte de la identidad multidimensional que nos define como judíos, y como tales estamos destinados a realizar nuestra unidad como el Creador lo quiere de nosotros.

Debemos explorar las cualidades o “territorios” de nuestras Tribus, su potencial y recursos para manifestar los modos y atributos de Dios como medios y arbitrios de Amor, dirigidos a crear un lugar para que Él habite con nosotros. En el mundo material, bajo la dictadura de las fantasías e ilusiones de ego y sus tendencias negativas, nos damos cuenta que nuestros territorios estás ocupados por “pueblos” y “naciones” que niegan la bondad que queremos sembrar y cosechar en cada aspecto de la conciencia.

Resulta interesante que hoy en día tenemos una situación similar viendo a nuestros enemigos declarados ocupar nuestra Tierra, y de hecho viviendo en la casa que es nuestra. Además de eso, nuestra benevolencia y tolerancia hacia estos enemigos encima es considerada por ellos como agresión y opresión de nuestra parte.

Todo esto es el resultado de permitir que nuestra conciencia cohabite con enemigos. Cuando los erradiquemos de nuestra Tierra, nuestro hogar, podremos cumplir nuestro destino. La única manera de hacerlo es estando juntos y unidos por el propósito común de realizar nuestra identidad judía como el medio para proclamar la voluntad de Dios en el mundo material.

Caleb de la Tribu de Judá fue el único que, por su propia convición, fidelidad y lealtad al Creador, captó la extraordinaria bondad de la Tierra Prometida, y se enfrentó a los representantes de las demás Tribus que traían un mensaje negativo acerca de la Tierra.

“La Tierra que atravesamos para explorar, ¡la Tierra es muymuy buena!” (Números 14:7)

Debemos afrontar el mundo material con la bondad potencial que podemos manifestar de él y por él, porque esa es la actitud que Dios quiere de nosotros. Esto es lo que nos identifica como judíos, como el Pueblo Elegido. Si tenemos una concepción y actitud negativas acerca de la vida y el mundo, estamos negando lo bueno que pueden tener. Esta es la razón por la que Judá prevaleció sobre las demás Tribus.

Los descendientes de Judá (junto con los Levitas) eligieron permanecer leales a la identidad que Dios dio a Israel en Su Torá. Esta fidelidad y lealtad también impulsó a otro descendiente de Judá, Najshón hijo de Aminadav, a lanzarse a las divididas aguas del Mar Rojo, en una travesía donde la única guía es el Amor de Dios.

Esta es la realización que necesitamos para asentarnos en la Tierra Prometida, en la extraordinaria bondad de los modos y atributos de Amor como los únicos medios para remover las tinieblas y la negatividad de la conciencia humana. Caleb sabía la debilidad que producen en la conciencia las ilusiones y fantasías de ego.

En ilusiones todo es incierto, vano, efímero e inútil, porque esa es su naturaleza. Debemos despejar la oscuridad de la conciencia para permitir que la Luz ocupe todas las dimensiones de la vida, y eso lo hacemos abrazando Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad.

Caleb conocía los peligros de las ilusiones materiales y necesitó reafirmar su identidad judía para mantenerse fuerte en su conciencia del Amor de Dios. De ahí que fuera a orar en las tumbas de nuestros Patriarcas en Hebrón. En su recuerdo de ellos se fortaleció con el significado de su identidad derivada del Pacto de Abraham, Isaac y Jacob con el Creador; porque debemos saber de dónde vinimos y nuestra historia para darnos cuenta plenamente de quiénes somos.

Somos débiles cuando no sabemos quiénes somos, y nuestra fortaleza depende de lo que somos, tenemos y somos capaces de lograr. Los pensamientos negativos, las bajas pasiones, los malos sentimientos y las emociones destructivas pueden convertirse en verdaderos gigantes que pueden vencernos en el momento en que tenemos que elegir entre ellos y los atributos de Amor.

Puede que sea más fácil ser indiferente, avaro, envidioso, codicioso, lujurioso, indolente y negligente cuando nos embargan sentimientos de carencia en la conciencia. Entonces encontramos extremadamente difícil reconocer y abrazar nuestra identidad. En ella radica nuestra Esencia y fortaleza para elevarnos a las alturas de la exreaordinaria bondad en la vida.

“Caleb calló al pueblo hacia Moisés y dijo, 'Ciertamente ascenderemos y la conquistaremos, ¡porque ciertamente podemos!' Pero los hombres que habían ascendido con él dijeron, '¡No podemos ascender hacia esa gente porque es demasiado fuerte para nosotros!'” (13:30-31)

Los aspectos negativos de la conciencia de hecho pueden ser más fuertes que nuestra determinación para superarlos, y depende de nosotros desafiar ese predicamento. La negatividad puede destruir lo mejor en nosotros: “¡(...) es una tierra que devora a sus habitantes!” (13:32)

Descubrimos nuestra relación con el Creador en la identidad que Él forjó para nosotros como Su Pueblo. A través de Sus caminos y atributos llegamos a saber quiénes somos, porque Él quiere que lo emulemos. El Amor de Dios es la fuente y fortaleza de nuestra vida, y con Amor todos los niveles y dimensiones de la conciencia tienen el poder para conquistar y vencer los obstáculos y dificultades que nos presentan las ilusiones y fantasías de ego. Amor es nuestra Tierra Prometida.

domingo, 3 de junio de 2012

Behaaloteja: Viviendo en los Medios y Arbitrios de Amor

Así era, que cuando el arca [de la Alianza o Pacto entre Dios e Israel] emprendía viaje, Moisés decía 'Levántate Eterno y Tus enemigos serán dispersados, y quienes Te odian huirán de delante Ti'. Y cuando el arca descansaba él decía, 'Vuelve Eterno a los miles y miles de Israel'.” (Números 10:35-36)

El arca es donde la Torá es guardada, y podemos decir que ambas compartían el mismo lugar en Jerusalén y su Templo, que representan el más elevado nivel de la conciencia. Es ahí donde guardamos la Torá del Eterno y Sus Mandamientos, y desde donde guiamos todas las dimensiones de nuestra vida. El Profeta Isaías lo reitera.

Pues de Sión saldrá la Torá y la palabra del Eterno de Jerusalén.” (Isaías 2:3)

En este sentido, cuando nos levantamos en mañana nuestra conciencia debe estar en convergencia con la voluntad del Creador. Estamos instados a expresarle nuestra gratitud a Él desde el momento en que abrimos los ojos, reconociéndolo como el Dueño de Su Creación, incluidos nosotros. Nos levantamos saliendo con el Arca de la Alianza para afrontar el nuevo día que Dios crea para nosotros, otra jornada llena de desafíos en los que debemos tomar decisiones en cada momento.

Estamos agradecidos de ser los elegidos del Creador para tomar las decisiones correctas, por y mediante los medios y arbitrios de Amor; y no por y mediante las ilusiones y fantasías de ego (ver nuestros comentarios anteriores sobre la Parshat Behaaloteja: “Ascendamos al Amor de Dios” del 22 de mayo, 2010 e “Iluminándonos con el Amor de Dios” del 5 de junio, 2011).

Hemos indicado que Moisés representa nuestro más elevado conocimiento de los caminos y atributos del Creador, y en esta máxima realización los manifestamos en lo que discernimos, pensamos, sentimos, hablamos y hacemos. El rey David también nos lo recuerda.

Todos los caminos del Eterno son amorosa bondad y verdad para quienes guardan Su Pacto y Sus testimonios.” (Salmos 25:10)

También elabora su contexto.

Rectitud y justicia son los cimientos de Tu trono; amorosa bondad y verdad van delante Tu rostro.” (89:14)

Estas cualiades pertenecen a los modos y atributos de Amor para que los impregnemos siempre en lo que somos, tenemos y hacemos. Estas se derivan del Amor de Dios para que las emulemos en el mundo material.

Sólo necesitamos estar conscientes permanentemente de que el Amor de Dios, Su Gloria, está presente en toda Su Creación.

Él ama rectitud y justicia, la Tierra está llena de la amorosa bondad del Eterno.” (33:5)

Debemos tener esto presente cada vez que estemos ante los espejismos de las ilusiones y fantasías de ego en nosotros y en los demás. Nos levantamos todos los días en el campo de batalla donde se enfrentan las tendencias negativas de la conciencia a las cualidades positivas de los modos y atributos de Amor.

En este escenario Amor es nuestra fortaleza y armadura como la manifestación material de la amorosa bondad del Creador. En esta fortaleza vencemos nuestros problemas más difíciles y las situaciones negativas, los enemigos de lo sencillo, de la bondad, de la simplicidad, humildad y los rasgos positivos que queremos hacer prevalecer  en nosotros y en nuestro entorno inmediato.

Mi Dios de amorosa bondad vendrá a mí, Dios me hará ver mi deseo sobre mis enemigos.” (59:11)

Hemos dicho en una de nuestras reuniones de estudio en Israel que el rey David es el personaje bíblico que mejor asimiló los caminos del Creador, y la prueba de ello son sus Salmos y sus dichos citados en los libros de Crónicas de nuestra Biblia hebrea.

Sus reflexiones abarcan los mensajes primordiales de la Torá, ofreciéndonos una comprensión sencilla y práctica del Amor de Dios; y nuestros Profetas reiteran la sabiduría de nuestro querido rey de Israel.

Y vosotros, retornad a vuestro DiosMantened amorosa bondad y justicia, y esperad en vuestro Dios continuamente.” (Oseas 12:6)

Así habló el Eterno de las multitudes diciendo, 'Ejecutad verdadera justicia, y mostrad amorosa bondad y compasión unos a otros'.” (Zacarías 7:9)

Este es el contexto en el que reflexionamos acerca de las palabras de Moisés citadas arriba. En nuestro total conocimiento de los modos y atributos de Amor, como manifestación material del Amor de Dios, enfrentamos a nuestros enemigos no sólo los malvados que quieren nuestra muerte y la destrucción de Israel, sino también los difamadores y detractores que nos odian porque no encuentran nada más en qué vaciar su odio y frustración.

Tiempos difíciles nuestros ancestros y nosotros hemos vivido, y viviremos diariamente para defender nuestro derecho a existir y a proclamar la verdadera Esencia e identidad que el Creador nos dio en Su Torá. Seamos también conscientes de que enemigos similares amenazan con dominar nuestra conciencia para hacernos olvidar amorosa bondad, justicia y compasión, cuando permitimos que las ilusiones y fantasías negativas de ego controlen nuestros pensamientos, sentimientos, pasiones e instintos.

Nuestros Sabios destacan que cuando uno se somete a rasgos negativos, se condena a estar dominado por aquellos con rasgos similares. Dicho de otro modo, cuando uno se hace esclavo de adicciones destructivas, malos hábitos y actitudes negativas, se hace esclavo del dominio de otros con esos mismos defectos.

Algunos llaman a este predicamento “infierno viviente” y “purgatorio” como lugares y situaciones en las que todo es negativo hasta la saturación, con el fin de hacer aprender completamente lo que significa ser “negativo”.

Hemos mencionado en otros comentarios que algunos dicen que la maldad existente en el mundo es suficiente, aunque en algunas partes parece que se pone peor cada día. Se preguntan si hay tal cosa como la Redención Final que prometen los Profetas en el judaísmo.

Nosotros les decimos que de hecho sí hay Redención Final, y que esta comienza cuando elegimos seguir los caminos y atributos de Amor, en vez de los caminos negativos y destructivos que ego quiere hacer prevalecer.

¡Que la Redención sea y que comience conmigo! Lo hacemos cuando permitimos que Amor dirija y conduzca todos los aspectos de la conciencia, una persona a la vez. Tengamos presente que la Redención empieza primero en nosotros como individuos.

No podemos exigir que otros cambien para bien si no cambiamos primero nosotros. Primero tenemos que elevar todos los niveles de conciencia bajo la conducción de los medios y arbitrios de Amor. Es así como dispersamos y eliminamos a nuestros enemigos, y es así como entendemos “Levántate Eterno y Tus enemigos serán dispersados, y quienes Te odian huirán de delante Ti” porque en la conciencia de Amor estamos unidos al Creador, de ahí que nuestros enemigos lo sean también de Él.

Al terminar otro día de decisiones y desafíos en los que elegimos Amor y no sus opuestos, podremos decir contentos: “Vuelve Eterno a los miles y miles de Israel” y permanece con nosotros, Padre, con quienes te conocemos por Tu amorosa bondad, justicia, verdad y compasión... Tu Amor eterno.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.