domingo, 29 de julio de 2012

Va'etjanán: El Eterno es nuestro Dios, el Eterno es Uno (y Único)

Debemos concebir nuestra conexión y relación con Dios como parte de Él. Esta es la lección principal de esta porción cuando leemos la declaración y principio fundamental del judaísmo: “Oye [entiende] Israel, el Eterno es nuestro Dios, el Eterno es Uno [y único]” (Deuteronomio 6:4) que también define nuestra identidad individual y colectiva como judíos, ya que son las primeras palabras que oímos cuando nacimos, y las últimas palabras que decimos y oímos cuando morimos.

De esta declaración identificadora entendemos quiénes somos y cuál es nuestro propósito en la vida. Mientras seamos conscientes del Creador en todas las dimensiones de la conciencia, podremos vivir nuestra verdadera Esencia e identidad que provienen del Él porque somos parte de Él.

Los versículos siguientes nos encomiendan cómo amar la Fuente de nuestra identidad, porque Amor determina esta identidad. La Torá nos encomienda amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, y con todas nuestras fuerzas (6:5) lo que también quiere decir con todos los niveles y aspectos de la conciencia, porque cada dimensión de nosotros también es parte del Amor de Dios adonde pertenecemos.

Es así como entendemos y asimilamos que Amor es nuestro nexo común con Dios. Estos versículos son decisivos para hacernos conscientes de nuestra Esencia e identidad a partir de nuestra conexión y relación con Dios.

También están íntimamente relacionados con los primeros dos Mandamientos del Decálogo, también mencionados en esta porción antes de la declaración fundamental indicada al principio.

Yo soy el Eterno que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud. No tendrás otros dioses ante Mí. No te harás para ti imágenes talladas, ni ninguna imagen de lo que esté en el cielo arriba o esté en la tierra abajo, o que esté en el agua bajo la tierra. No te inclinarás ante ellas, ni las servirás (...)” (5:6-8)

En estos Mandamientos Dios define Su conexión con nosotros, lo que Él es para nosotros, y lo que Él quiere de nosotros basados en nuestra relación con Él, claramente especificada por la Unidad y Unicidad del Amor de Dios. De ahí que amarlo a Él es afirmar nuestro nexo común con Él.

Si no asimilamos este principio jamás entenderemos el significado de nuestra identidad judía como está definida arriba (ver nuestros comentarios sobre la Parshat Va'etjanán: “La Unidad de Israel y el Amor de Dios” del 18 de julio de 2010 y “Nuestro Nexo con el Amor de Dios” del 8 de julio de 2011).

Nuestra verdadera libertad depende de los modos y atributos de Amor como la manifestación material del Amor de Dios. Solamente en esta libertad podemos conocer a Dios y vivir nuestra relación con Él, a diferencia de vivir bajo el dominio de fantasías e ilusiones materialistas en las que estamos esclavizados como lo estuvieron nuestros antepasados en Egipto.

En ese entonces los trabajos forzados construían pirámides para el faraón, y en nuestros días estamos forzados a trabajar para mantener las fantasías e ilusiones derivadas de la explotación de los deseos de ego por parte de la sociedad de consumo (el faraón de estos tiempos). Fantasías e ilusiones que no ven, no oyen, no huelen y no gustan; ni piensan ni se mueven por sí solas, porque son los mismos ídolos del pasado y del presente.

En nuestra Unidad con el Creador estamos plenamente conscientes de que todo proviene de Él y es sustentado por Él, y nada más. Así nos damos cuenta que Él es la única realidad de la que existimos, y no hay ninguna otra.

La Torá Oral y Escrita, ambas como una, nos instruye cómo conocer a Dios además de decirnos que pertenecemos a Él. Primero tenemos que conocer quiénes somos como parte de Su Amor, y luego debemos saber cómo relacionarnos con Sus caminos y Su voluntad para nosotros.

El segundo Mandamiento del Decálogo nos advierte acerca de vivir bajo el dominio y control de ilusiones creadas por los deseos de ego, derivadas de una creencia de carencia ya sea falsa o impuesta. No hay carencia en nuestro nexo permanente con Dios porque Él es suficiente para todo lo que Él ha creado. Vivimos divididos y separados cuando no vivimos en la unidad de los modos y atributos de Amor en todos los aspectos de la conciencia.

La Torá nos encomienda amar a Dios porque a través de Amor estamos unidos a Su Amor, y en esta Unidad no hay fantasías ni ilusiones de ninguna clase. En este conocimiento Amor es la única realidad y el único propósito de la vida en este mundo. El Amor de Dios es Su Gloria que cubre la Tierra.

Sólo necesitamos estar conscientes de esto para verdaderamente conocerlo a Él. Primero tenemos que dejar que los modos y atributos de Amor conduzcan y guíen nuestro discernimiento y pensamientos, creencias e ideas, sentimientos y emociones, pasiones e instintos, lo que decimos y hacemos.

Este es el comienzo para despertar nuestra conciencia a la Presencia Divina en todo lo que Dios ha creado. A través de Amor es que revelamos Su Presencia ocultada en el mundo, porque Amor es el medio de descubrir Su Amor en Su Creación.

Nuestros Profetas nos dicen que Dios mora en Sión, en el Templo de Jerusalén, y es la misma Verdad cuando declaramos que el Eterno es nuestro Dios y el Eterno es Uno [y Único]. Dios vive en nosotros mientras nos demos cuenta que así es. En este sentido depende de nosotros saber y vivir que la Torá saldrá de Sión y la palabra del Eterno de Jerusalén, cuando finalmente decidamos entronizarlo a Él en el más elevado conocimiento de nuestra conexión con Él, representada por Sión-Jerusalén.

Primero debemos liberar nuestra conciencia de las ataduras de las fantasías y deseos materialistas, y retornar a la libertad que Amor es. Amor es el medio y el camino de nuestra verdadera libertad, y en esta podremos reconocer y abrazar el Amor de Dios como la Fuente de nuestro Amor y de nuestra libertad.

Este es el significado y la implicación del primer y segundo Mandamientos, en los que se basa nuestra relación con Dios. Reflexionemos con mayor profundidad sobre la declaración que oímos al nacer y que recitamos al menos dos veces al día.

Debemos discernir a fondo sobre nuestra Esencia y verdadera identidad. Reflexionemos intensamente sobre por qué Dios nos encomienda amarlo a Él con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, y con todas nuestras fuerzas.

domingo, 22 de julio de 2012

Devarim: Afrontando el Mundo Material

“El Eterno nuestro Dios nos habló en Joreb [Sinaí], y dijo: 'Habéis estado lo suficiente asentados en este monte. Volteaos y dirigíos (...)'” (Deuteronomio 1:6-7)

Estas dos oraciones conforman uno de los aspectos esenciales de la relación entre Israel y el Creador. De hecho estamos unidos al Él como lo estuvieron nuestros antepasados en el desierto de Sinaí durante los cuarenta años después del Éxodo de Egipto. Ellos fueron los que iniciaron esta conexión con Él, la cual seguimos teniendo mientras querramos estar conscientes de la misma.

Estamos lo suficiente con el Creador en nuestro estudio de la Torá, en el que aprendemos a conocer la identidad que Él definió para nosotros, y en su pleno conocimiento debemos salir al mundo conducidos por esta identidad. La clave de este conocimiento es vivir la voluntad de Dios para nosotros en cada aspecto de la conciencia. Como lo hemos reiterado frecuentemente, Su voluntad son Sus Mandamientos que cumplimos con Sus atributos de compasión, gracia y amorosa bondad, porque son nuestro nexo común con Su Amor.

En este conocimiento nos damos cuenta que los modos y atributos de Amor son la manifestación material del Amor de Dios, que deben dirigir constantemente nuestro discernimiento, pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos, y también en lo que decimos y hacemos. Se trata de un proceso práctico en el que Amor es la Luz que disipa la oscuridad de la indiferencia, el miedo, la aprehensión, la duda, la incertidumbre, la carencia, el desamparo, la desesperación y los demás aspectos potencialmente negativos de la conciencia humana.

Mientras confrontemos las fantasías e ilusiones de la actitud materialista de ego ante la vida con los atributos de Amor, aseguramos nuestra conexión con el Amor de Dios. Vemos esta confrontación simbolizada por los hijos de Israel en sus guerras contra las naciones corruptas asentadas en la Tierra Prometida.

Tenemos que estar en plena conciencia de nuestra unidad con el Amor de Dios para ser capaces de subyugar los aspectos inferiores de la conciencia y encaminarlos hacia fines positivos y constructivos. Si dudamos del Amor de Dios y de los atributos de Amor como medios para nuestra Redención individual y colectiva, viviremos bajo el dominio del egoísmo, la separación, la indiferencia, la crueldad, la lujuria, la envidia, la indolencia y todo aquello que nos aparta de la unidad integradora que es Amor. Este es uno de los significados del siguiente versículo.

“El Eterno vuestro Dios va delante de vosotros, Él luchará por vosotros, tal como lo hizo por vosotros en Egipto ante vuestros ojos (...) (1:30)

A veces estamos abrumados y sometidos por fantasías e ilusiones negativas que nos vemos incapaces de superar. Parecen como adicciones a drogas que nos dominan completamente. En este punto crítico debemos confiar en Amor como nuestra salida, como nuestro Redentor y liberador, porque Amor lucha y gana nuestras guerras contra las decisiones negativas que tomamos y sus consecuencias.

“No los temáis, porque es el Eterno vuestro Dios quien lucha por vosotros.”(3:22)

Volvamos a referirnos a las dos oraciones indicadas arriba porque en nuestra conexión con el Creador comprendemos el poder que experimentamos cuando andamos en Sus caminos. Tenemos que conocer Sus caminos para asimilar plenamente el poder de la amorosa bondad, la compasión y la gracia, como algunos de los atributos primordiales de Amor como la manifestación material del Amor de Dios.

La vida es una jornada y debemos vivirla abrazando lo bueno que son los modos y atributos de Amor. Nacimos para ser amados, nutridos, cuidados y protegidos para que igualmente podamos amar, nutrir, cuidar y proteger a otros. Esa es la razón por la que estamos en este mundo material. Amor es su causa y su efecto, y mientras sepamos esta Verdad estaremos listos para vivir la vida a pesar de las ilusiones de negatividad, violencia y hostilidad que muchos viven en este mundo.

Sin embargo muchos de nosotros preferimos vivir en las bondades de la vida sin prestar atención a la maldad y evitando negatividad e iniquidad, separándonos de su influencia y predicamento. Esta parece la mejor manera de mantener nuestra armonía individual, protegiéndonos del peligro y el daño eventual. Pero esta no es la manera que el Creador quiere para nosotros, y eso es lo que quieren decir las dos líneas mencionadas al principio. Así lo era entonces en el desierto y así lo es ahora.

La idea es no sólo disfrutar del Amor de Dios y Su bondad para nosotros en los modos y atributos de Amor, sino manifestarlos donde no los encontremos. Dicho de otro modo, el propósito de Amor – al igual que de la Luz – es disipar las tinieblas y crear un espacio y tiempo donde sus atributos estén plenamente manifestados.

En el desierto el Amor de Dios proveyó todo lo que nuestros ancestros necesitaron, y en ese tiempo y espacio nada los hizo diferentes unos de otros, porque todos ellos vivían bajo el cuidado y protección de Dios. De la misma manera, cuando todos vivimos en los modos y atributos de Amor, nada nos diferencia porque todos compartimos la misma visión y actitud hacia cada uno. Nada nos hace mejores o superiores a otros porque compartimos la misma identidad.

El desafío comienza cuando salimos a un mundo lleno de ilusiones y fantasías materialistas que nos separan de Amor como nuestra Esencia común y actitud entre nosotros. En este punto nos vemos obligados a confrontar tales ilusiones con la fortaleza y el poder del conocimiento de lo que verdaderamente somos.

La rectitud, justicia, compasión, equidad, gracia y bondad de Amor son nuestras referencias además de sus otros atributos, para confrontar los rasgos opuestos a ellos. Si no hay justicia y equidad, debemos hacerlas prevalecer; si hay maldad, hacemos que prevalezcan la rectitud y la bondad; y así con todo lo demás. Amor nos hace mejores a todos, porque Amor es mejor que todo lo diferente a sus modos y atributos. Estos nos definen la manera en que vivimos, de la misma manera que el Amor de Dios da forma y sustenta a Su Creación.

En la libertad que Amor nos da (porque Amor es nuestra libertad), amamos a nuestro Creador y Su voluntad hacia nosotros. Sólo en total libertad podremos realmente amar a Dios y Sus caminos. Es por esto que debemos liberarnos de las fantasías e ilusiones materialistas que nos mantienen cautivos en los aspectos inferiores de la conciencia, y Amor es la llave de nuestra libertad para vivir en la libertad que es Amor.

Esta tarea o misión comienza con nosotros individualmente, y lo hacemos aprendiendo los caminos y atributos de Dios como los enseña Su Torá, y cómo Él se relaciona con Su Creación. Una vez adquiramos este conocimiento, lo integramos en todos los niveles y dimensiones de la conciencia, para luego manifestarlo en lo que discernamos, creamos, pensemos, sintamos, hablemos y hagamos. Es así como nos redimimos a nosotros y a aquellos en nuestro entorno, haciendo de los modos de Amor, nuestros modos.

Cuando hacemos esto individualmente y colectivamente, surge la Redención. Hemos señalado muchas veces que Maimónides dice que la Redención Final (la era Mesiánica) se manifiestará cuando comencemos a amarnos unos a otros sin precondiciones ni reservas, a lo que él se refiere como “amor gratuito” (como lo opuesto a odio gratuito). Lo hacemos como la manera de disipar las tinieblas de todo lo opuesto a los modos de Amor.

Para algunos esto suena como misión imposible. No se pueden imaginar que la maldad pueda ser totalmente erradicada mediante los atributos de Amor. En otras palabras, creen que Amor no es tan fuerte o aun más que la maldad, y prefieren ser indiferentes y aislarse de lo que crean negativo.

Este esfuerzo no significa que tengamos que obligar a todos a abandonar su maldad y abrazar los modos de Amor, porque Amor no se impone a nada ni a nadie. Amor no necesita promotores ni defensores porque se presenta a sí mismo como una opción y no como como un arma.

De la misma manera que la maldad se presenta ante nosotros como una opción, Amor también es una opción. Sin embargo la idea es considerar la maldad no como una opción sino como una referencia, y hacer de Amor la única y exclusiva elección para vivir felices siempre. Y para vivir felices siempre debemos subyugar los impulsos y deseos de ego bajo la conducción de Amor, para asegurar todo lo bueno, paz y armonía en las decisiones que tomamos cada momento. 

Esta es la tarea de Amor y al realizarla, el Amor de Dios también está de nuestro lado ayudándonos a luchar en nuestras guerras contra los aspectos potencialmente negativos de la conciencia, representados por las naciones que ocupaban la Tierra Prometida. Recordemos que esta Tierra es también el espacio y el tiempo donde y cuando Amor conduce y guía todas las dimensiones de la vida para que vivamos felices siempre. También lo llamamos Redención.


Entonces aceptemos y ejecutemos el Mandamiento del Creador de dirigirnos en la jornada donde confrontamos las fantasías e ilusiones del mundo material con el conocimiento de Sus caminos. Transformemos nuestra conciencia mediante los modos, medios, cualidades y atributos de Amor, para asentarnos permanentemente en la Tierra Prometida que es nuestra Redención.

domingo, 15 de julio de 2012

Matot-Masei: Realizando Nuestra Conexión con el Amor de Dios

Hemos mencionado en comentarios anteriores que la guerra contra las tendencias negativas en nuestra conciencia debe ser dirigida por nuestra sublime conexión con el Creador y Su Amor, simbolizada por el Sumo Sacerdote; y en esta batalla en particular acontecida en Matot, por PinjasTenemos que enfatizar nuevamente que cuando elegimos separarnos de nuestra conexión con el Amor de Dios, acarreamos las consecuencias de esa elección.

Las fantasías e ilusiones de ego, como objetos de nuestra propia invención, provienen todas de concepciones erróneas y sentimientos de carencia que nos hacen dudar de nuestra conexión con el Creador mediante Sus caminos y atributos. En el momento en que ego nos hace creer que estamos separados y no unidos al Amor de Dios, y por extensión a los modos y atributos de Amor, estamos a merced de fantasías e ilusiones como ídolos fabricados por nosotros.

“(...) el producto de manos humanas. Tienen boca pero no pueden hablar, tienen ojos pero no pueden ver, tienen orejas pero no pueden oír (…). Aquellos que los fabrican se convertirán como ellos, todos los que confían en ellos.” (Salmos 135:15-18)

Seamos conscientes de que somos nosotros los que creamos ídolos y un mundo ilusorio basado en lo que pensamos o creemos que carecemos, aquello que de verdad nos mantiene vivos: el Amor de Dios. ¡La mayoría de nosotros no sabemos que Dios nos sustenta al igual que a toda Su Creación! Debemos recordar que nuestra “caída” del Paraíso fue el resultado de un falso sentido de carencia, basado en la ilusión de que nosotros también podemos convertirnos en un dios, que es precisamente la proyección negativa de ego en el mundo material, porque nos creemos dioses de nuestra propia vida. Mientras vivimos en tal ilusión nos sentimos separados, divididos y en últimas aislados de la unidad que es Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad.

Amor es lo que nos une y nos mantiene unidos con los demás humanos, con nuestro entorno y con nuestras circunstancias individuales. Amor es nuestro denominador común, el nexo común con el Creador porque fuimos creados por Su Amor que también nos sostiene. 

El más elevado conocimiento de nuestra conexión con el Amor de Dios es el que pelea nuestras guerras y batallas contra lo que nos separa de Él. Es por ello que Moisés, nuestro mayor conocimiento del Creador y Su Amor, envía a Pinjas al campo de batalla donde estamos abocados a derrotar todo lo que divide la unidad de nuestra conciencia, y que crea conflicto dentro de nosotros.

Nuestros Sabios enseñan que la raíz semántica de la palabra hebrea Midián (la nación que se unió a Moab para tratar de destruir a Israel) quiere decir conflicto y división (ver nuestros comentarios sobre la Parshat Matot-Masei: “Amor Vence el Conflicto del 3 de julio, 2010 y “Amor como la Fundación de la Vida” del 17 de julio, 2011).

Y Moisés los envió, mil por cada Tribu para la legión; a ellos y a Pinjas el hijo de Eleazar el sacerdote a la legión, y en su mano las vasijas sagradas y las trompetas para sonar.” (Números 31:6)

Las vasijas son elementos esenciales del Santuario porque mediante ellas honramos y renovamos nuestra conexión permanente con el Amor de Dios. Estas vasijas están para contener las ofrendas sin tacha, nuestros más puros pensamientos, emociones, sentimientos, palabras y acciones, que elevamos al Creador para honrarlo con la pureza que es Amor, la fragancia que Él insufló en nosotros.

En esto nos regocijamos y proclamamos nuestras alabanzas a Él, completamente liberados de aquello diferente a Sus modos y atributos. Esta es la felicidad sublime que vivimos al hacer resonar las trompetas de nuestra dicha. Las vasijas y las trompetas pertenecen al Santuario, y son usadas y tocadas por los sacerdotes y levitas respectivamente, quienes ofician permanentemente en el tiempo y espacio que son uno solo en nuestra unidad con el Creador, en el Santuario que Él construyó para nosotros.

El Profeta nos recuerda los deberes respecto a limpiar la conciencia de los aspectos potencialmente negativos derivados de las fantasías e ilusiones materialistas, representados por las naciones y sus gobernantes.

He aquí que Yo te he nombrado a ti [Israel] sobre las naciones y sobre reinos para desarraigar y quebrantar, y para destruir y demoler, para construir y para plantar.” (Jeremías 1:10)

La guerra contra la negatividad y la maldad tiene como único propósito construir y plantar sobre las cualidades de los modos y atributos de Amor. Combatimos el mal con bondad, derrotamos la negatividad con buenas acciones, disipamos las tinieblas con Luz. Vencemos y prevalecemos sobre las fantasías e ilusiones de ego cuando abrazamos los modos y atributos de Amor.

La parte central de nuestros rezos judíos diarios contenía originalmente dieciocho bendiciones, y a raíz del constante asedio a Israel por otros pueblos nuestros Sabios instituyeron otra bendición para el Creador, pidiéndole que nos ayude a vencer a todos nuestros enemigos. Su texto se basa en las batallas en que Él ayudó a nuestros antepasados.

Que no haya esperanza para los difamadores [delatadores], y que todos los herejes y todos los malvados perezcan instantáneamente. Que todos los enemigos de Tu pueblo sean rápidamente exterminados, y que desarraigues, rompas, quebrantes y subyugues el reinado de la iniquidad rápidamente y en nuestros díasBendito este Tú, Eterno, que quebranta a los enemigos y subyuga a los malvados”. (De los rezos diarios judíos)

Reiteremos nuevamente que todos nuestros enemigos también habitan dentro de nuestra conciencia, y que las guerras que libramos para proteger a nuestro pueblo y nuestra tierra también se libran dentro de nosotros. Este es el significado primordial de las guerras peleadas por nuestros antepasados para asentarse en la Tierra PrometidaEllos primero tuvieron que pelear, vencer, subyugar y destruir las naciones y pueblos que la ocupaban para que pudiéramos nosotros habitar en ella permanentemente. Así fue entonces y así es ahora.

No seremos merecedores de esta tierra si no retiramos primero a aquellos que no pertenecen a ella. La Tierra Prometida no sólo es la tierra de Israel que Dios nos dio en Su Torá, sino también el conocimiento en nuestra conciencia de las bendiciones que Él nos dio como Su pueblo elegido para entronizar Sus caminos y atributos en todos los aspectos de la vida.

Nuestra tierra es el lugar donde vivimos la plena libertad de nuestra conciencia cuando abrazamos Amor como nuestra Esencia e identidad. En este conocimiento no hay más espacio para compartir con enemigos, tanto dentro como fuera de nuestro país, o dentro de nuestra conciencia. Pinjas representa nuestra aproximación al Amor de Dios y nuestra conexión con Él. También es nuestra aproximación al mundo material y nuestra altitud y actitud hacia todo lo que amenaza los modos y atributos de Amor.

domingo, 8 de julio de 2012

Pinjas: El Sacerdocio como el Mayor Nivel de Conciencia

La conciencia es un espacio multidimensional que integra todos los aspectos, rasgos y cualidades que forman la identidad humana. Estas dimensiones abarcan desde discernimiento, pensamiento, emociones, sentimientos, pasiones e instintos, hasta talentos, destrezas, creatividad y los modos en que nos relacionamos con el prójimo y las circunstancias. Todos estos junto a sus expresiones coexisten en una sola entidad que llamamos conciencia de ser, con el fin de vivir los resultados positivos y negativos de las decisiones que tomamos con nuestro libre albedrío.

Podríamos comparar la conciencia con el arca de Noé, donde él y su familia compartían el mismo espacio con parejas de especies animales. Es una metáfora apropiada y significativa de todas las dimensiones de la conciencia compartiendo una variedad de aspectos cuyo fin es coexistir armónicamente dentro de nosotros.

Como acabamos de mencionar, estas dimensiones implican diferentes niveles y actitudes de acuerdo a las circunstancias. Nuestro discernimiento no comparte su nivel con emociones o instintos, y nuestras pasiones no tratan con pensamientos o sentimientos cuando estas expresan su intensidad. Esto no quiere decir que estos niveles estén completamente separados entre sí porque de hecho pertenecen a la totalidad de la conciencia.

Lo que debemos aprender es hacer que todos manifiesten sus propias cualidades de la manera más armoniosa posible. En este sentido requieren un gobernante, un guía, un conductor que los una con ese propósito. Este conductor es el Sumo Sacerdote, la dimension o nivel más alto de la conciencia, ya que este representa el más sublime conocimiento de nuestro Hacedor, del Creador de todo.

Estamos destinados a unir nuestra conciencia bajo la voluntad del Creador, y lo hacemos mediante nuestro libre albedrío. La Torá nos instruye elegir lo positivo, productivo y constructivo, y también corregir y rectificar las consecuencias de nuestras decisiones equivocadas. Los filósofos llaman a este proceso empirismo, aprendizaje basado en la experiencia, algo que la Torá ha señalado con anterioridad.

Para tomar las decisiones correctas, el discernimiento es lo que nos lleva a lo bueno que deseamos, y a la Redención de añoramos. El espacio en que actúa nuestro discernimiento lo ocupan los modos y atributos con los que el Creador se relaciona con Su Creación, estos son los medios y cualidades de Amor como reflexiones materiales del Amor de Dios.

En este sentido, el Sumo Sacerdote es nuestro discernimiento cuando este actúa en los modos de Amor. Este es el mismo espacio donde el Sumo Sacerdote dirige las demás dimensiones de la conciencia.

Sed de los discípulos de Aarón, un amante de la paz, un procurador de la paz, que ama las criaturas y las acerca a la Torá” (Pirké Avot 1:12)

¿Cuál es el camino correcto que un hombre debe elegir por sí mismo? El que fuere armonioso para quien lo elige, y armonioso para la humanidad.” (2:1)

Esto que significa que aquello que hagamos debe ser positivo no sólo para nosotros sino para también para los demás.

Tenemos que entender el significado del Sacerdocio en el contexto de afecto y paz como rasgos primordiales de los modos y atributos de Amor, y es así como asimilamos por qué Dios dio a Pinjas Su Pacto de Paz.

“Pinjas el hijo de Eleazar el hijo de Aarón el sacerdote ha retirado Mi ira de los hijos de Israel debido su celo reivindicándome entre ellos, para que Yo no destruyera a los hijos de Israel debido a Mi celo. Por lo tanto he aquí que le di Mi Pacto de Paz.(Números 25:11-12)

Podría resultar difícil asociar paz con un acto violento como matar a dos personas al mismo tiempo con una lanza (25:7-8), lo cual debemos comprender respecto a nuestra relación con el Creador. Esto es el significado de lo que repetidamente hemos dicho en “Amor de Dios”: Amor no cohabita con nada diferente a sus modos y atributos”, y esto en sí es una concepción fundamental y radical.

Reiteramos otra vez que la dualidad existe en nuestra conciencia con el único propósito de que ejerzamos el libre albedrío para elegir ante positivo y negativo, donde “negativo” existe como referencia y no como opción. Pinjas tiene esto muy claro en su conciencia hasta el punto de cometer un acto aparentemente despiadado.

¿Acaso no deberíamos ser despiadados con la maldad? ¿Podríamos darnos el lujo de dispensar la causa de todos nuestros males, dolores, sufrimientos, frustración, depresión, tristeza, avaricia, crueldad, indiferencia, indolencia, violencia, explotación, opresión, despotismo y totalitarismo? No, no podemos; no, no debemos; no, no deberíamos.

No podemos permitir que las fantasías e ilusiones negativas de ego dirijan, guíen y conduzcan todas las dimensiones de la conciencia, y hacer de nuestra vida y entorno un lugar donde lamentemos vivir porque ha sido convertido en un basurero.

Una vez abracemos la voluntad de Dios como nuestro camino, y Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad, entonces nos tocará proteger lo que somos, tenemos y hacemos con el escudo de los modos y atributos de Amor. Es así como entendemos que Amor es nuestra propia protección, porque Amor es su propia recompensa.

Es así como entendemos el “celo” y la “ira” de Dios, porque es con nuestro celo y nuestra ira que nos defendemos de los peligros y daños de las actitudes destructivas, el descuido y las malas acciones. La lección de la maldad, la iniquidad y la negativiadad es que tenemos que rechazarlas sin piedad y sin consideraciones.

Algunos proclaman que “la maldad en el mundo ya es suficiente”, como si el mal por sí mismo no lo fuera. Nos dan la impresión de que tener “algo” de maldad está bien, lo cual indica que no tienen idea de lo que se trata la Redención.

La Redención en el judaísmo es la erradicación de todo mal sobre la tierra, lo que significa erradicarlo de la conciencia humana como preludio para vivir en paz y armonía, tal como está escrito.

“Tú no eres un Dios que se complace con el mal. Contigo no convive el malvado.” (Salmos 5:4)

“La cara del Eterno está contra los que hacen maldad, para borrar el recuerdo de ellos sobre la tierra.” (34:16)

Logramos este conocimiento en los modos y atributos del Creador, en el conocimiento de Él, donde no hay absolutamente nada negativo.

Ellos no dañarán ni destruirán en mi montaña sagrada, porque la tierra estará llena del conocimiento del Eterno como las aguas llenan el mar.(Isaías 11:9)

Restablecemos todos los medios y arbitrios de los atributos de Amor al limpiar nuestra conciencia de lo que no necesitamos para vivir en el Pacto de Paz que el Creador nos ofrece al elegir Sus caminos y atributos en vez de las fantasías e ilusiones de ego. La misma determinación e ímpetu con los que rechazamos y eliminamos la negatividad en la conciencia son los que nos llevan a abrazar Amor como el guía y conductor de todas las dimensiones de la vida.

domingo, 1 de julio de 2012

Balak: Las Bendiciones de los Modos y Atributos de Amor

En la percepción dualista del mundo material nos vemos obligados a elegir en cada momento, y el reto constante es hacerlo entre una actitud positiva y otra negativa. En este sentido todos los niveles y dimensiones de la conciencia se asemejan a vasijas vacías en espera de ser llenadas con las elecciones que hacemos o que somos inducidos a hacer. Todo esto en últimas se reduce a elegir, ya sea los modos y atributos de Amor o las fantasías e ilusiones de ego.

Hemos dicho muchas veces que el Creador nos hizo con libre albedrío para existir como seres libres, de ahí que dependa de nosotros actuar en y por la libertad. El asunto es que este predicamento implica reglas y directrices para salvaguardar esa libertad para cada uno. De lo contrario el resultado es precisamente lo que hemos estado viviendo desde tiempo inmemorial hasta ahora: los rasgos negativos de la conciencia imponiendo su predicamento en la mayoría de los aspectos de la vida.

Esto bajo la dictadura de la agenda separatista de ego cuyo único fin es alejarnos de los modos y atributos de Amor. Las reglas y directrices necesarias para salvaguardar la paz y la armonía, la prosperidad y la abundancia, la solidaridad y la felicidad, el crecimiento y el progreso, la pureza y el refinamiento, y todo lo bueno que Amor ofrece, están dadas a nosotros por el Creador en Su Torá.

Los testimonios, estatutos, Mandamientos, caminos, medios, arbitrios y atributos del Creador son las bendiciones para nosotros y para los demás. Israel está particularmente bendecido como el receptor y heraldo de la Torá como instrucción, para convertirse en el mensajero y oferente de las bendiciones que el Creador nos da a todos.

Hemos dicho antes que las bendiciones son huecas si no las incorporamos en lo que somos y hacemos. No basta con decir, “¡Qué bien! Estoy bendecido. ¡Qué dicha!”, porque la verdadera bendicion es cuando somos y realizamos lo que esa bendición es para nosotros. Es como ser un monarca sin reino ni súbditos.

Los hijos de Israel están bendecidos porque ofrecen su bendición a la humanidad, al compartir su Torá con todos los que deseen también convertirse en esa bendición al vivir en los modos y atributos de Amor. Este es el legado, herencia y Mandamiento para Israel: Ser Luz para las naciones, tal como lo decretó nuestro Creador que es nuestra bendición y la de todo el mundo.

Ya hemos señalado (ver nuestros comentarios sobre la Parshat Balak: “Elevando Nuestra Conciencia al Amor de Dios” del 20 de junio, 2010 y “El poder de las Bendiciones de Amor Divino” del 3 de julio, 2011) que elegimos las bendiciones porque deseamos vivir en la bondad de Amor, y esta elección requiere determinación y compromiso para rechazar las ilusiones materialistas de ego en su afán de separarnos de la unidad de Amor.

Mientras vivamos y disfrutemos de nuestra libertad de elegir, somos abundantemente bendecidos si perseguimos los modos y atributos de Amor, así como el Profeta nos lo recuerda en la haftará para esta porción.

“Tu mano se levantará [prevalecerá] por encima de tus opresores, y todos tus enemigos serán destruidos.” (Miqueas 5:8)

Sólo necesitamos realizar nuestra determinación con templanza, sabiendo que Amor no cohabita con nada diferente de sus modos y atributos. Amor genera las buenas acciones que prevalecen sobre lo negativo, lo que nos oprime, nuestros enemigos. Mientras nos mantengamos firmes en la fortaleza y el poder de nuestra conciencia de Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad, nada negativo puede oponerse.

No puede ser de otra manera, ya que Amor es la manifestación material del Amor de Dios, el mismo Amor que creó y sustenta toda Su Creación. No tenemos ninguna razón ni argumento para cuestionar el Amor de Dios como la Fuente de la que vivimos y respiramos.

Nuestra confianza en Dios es la misma que le tenemos a Amor desde el momento en que nacimos, porque sabemos que de hecho no podemos vivir sin Amor, el mismo que emana del Amor de Dios. Esta es la razón por la que debemos amarnos unos a otros, porque el Eterno nos ama. Esta confianza nos fortalece para darnos cuenta que el Amor de Dios también es nuestro Redentor para liberarnos de los aspectos negativos de la conciencia, que tarde o temprano nos harán elegir de vuelta los modos y atributos de Amor.

“Y acontecerá que en ese día, dice el Eterno, Yo quebrantaré vuestros caballos de vuestro entorno, y Yo destruiré vuestras carrozas.” (5:9)

Estas últimas representan lujuria y avaricia.

“Y Yo destruiré las ciudades de vuestra tierra, y Yo romperé todos vuestros baluartes.” (5:10)

Estos simbolizan las creencias negativas, al igual que las adicciones y hábitos negativos de los que no podemos liberarnos.

Solamente Amor tiene el poder de redimirnos de las artimañas manipuladoras de ego. Estas siempre auguran, llenas de expectivas, satisfacer fantasías e ilusiones materialistas.

“Y Yo destruiré la hechicería de vuestra mano, y no tendréis agoreros.” (5:11)

Y esas fantasías e ilusiones eventualmente se convierten en ídolos de nuestra total sumisión y devoción. Después de todo son nuestra propia invención, la obra de nuestras manos.

“Y Yo destruiré vuestras imágenes talladas y vuestras estatuas en vuestros entornos, y nunca más os prosternaréis ante la obra de vuestras manos.” (5:12)

Con nuestro pleno conocimiento de Amor somos capaces de subyugar los aspectos negativos de la conciencia.

“Y Yo quitaré vuestros templos de idolatría de vuestro entorno, y Yo destruiré a nuestros enemigos.” (5:13)

Y el Amor de Dios, en su infinita gracia y compasión, librará nuestra lucha para vencer los rasgos negativos remanentes que nos parece imposible vencer o subyugar. Estos mismos son los que nos hacen añorar volver a vivir permanentemente en la total libertad que Amor es.

“Y en Mi ira y furia Yo ejecutaré venganza sobre las naciones que no han cumplido.” (5:14)

Es así que como finalmente asimilamos que Dios nuestro Creador de hecho es nuestra bendición, y en este conocimiento también elegimos vivir en las bendiciones de Su Amor como nuestra Esencia e identidad, el precioso legado de Israel, de nosotros el pueblo hebreo para el mundo.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.