domingo, 30 de junio de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XI) Hagueo

"Entonces vino la palabra del Eterno por [mediante] Hagueo el profeta, diciendo: '¿Es acaso tiempo para que vosotros vivais en vuestras casas techadas, y [mientras] esta Casa está desolada? Y ahora así dice el Eterno de las multitudes, ¡considerad vuestros caminos!" (Hagueo 1:3-5)

Hemos dicho que una casa representa nuestra conciencia, ya que esta es el lugar donde vivimos nuestra existencia. Todo lo que creemos que somos y tenemos está guardado en esa casa. También es la morada en la que estamos encomendados y destinados a tener un lugar para que nuestro Creador habite entre (en) nosotros. Él habla mediante el Profeta para hacernos reflexionar en lo que almacenamos en la conciencia, y lo que construimos como techo para protegerla.

Dios nos pregunta qué es más importante para nosotros, la casa cubierta con nuestros propios pensamientos, creencias, ideas y sentimientos como producto de fantasías e ilusiones de ego; o la Casa donde Él mora entre nosotros. ¿Qué nos hace construir una casa por "nuestra" cuenta, y olvidarnos de la Casa de Dios erigida en el más elevado nivel de la conciencia? Él nos invita a reflexionar acerca de la respuesta a esta pregunta.

"Habéis sembrado mucho y cosechado poco; coméis pero no os saciáis. Bebéis pero no os llenáis con beber; os vestís pero no os calentáis; y aquel que se contrata [para laborar] se contrata para sí por una bolsa agujerada." (1:6)

Dios conoce nuestra respuesta. Sabemos que lo que proviene de un falso sentimiento o creencia de carencia derivado de fantasías e ilusiones de ego nunca nos saciará completamente. También sabemos lo que realmente realiza el destino preparado para nosotros por el Creador, y el verdadero sentido de la vida. Mientras ignoremos los modos y atributos de Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad, y también como los medios de manifestar el Amor de Dios en Su voluntad, caminos y Mandamientos, viviremos en el predicamento de ego.

Las tendencias negativas en la conciencia, tales como envidia, lujuria, avaricia, codicia, arrogancia, indiferencia e indolencia -- los rasgos que representan las naciones cananeas --, nos mantienen lejos de las cualidades de Amor. Esas actitudes negativas son el gatillo para llenar la casa de la conciencia con deseos, fantasías, ilusiones y espejismos que por naturaleza nunca sacian lo que siempre añoramos en la vida: Amor como la manifestación material del Amor de Dios. Esto es lo que verdaderamente llena lo que queremos ser, tener y realizar, que precisamente son los modos, medios, cualidades y atributos de Amor.

"Subid al campo de la montaña, y traed madera, y construid la Casa; y Yo me deleitaré en ella, y Yo seré glorificado, dice el Eterno." (1:8)

Al construir la casa de nuestra conciencia como la Casa de Dios con Sus caminos y atributos que son Su Gloria, estos se manifestarán en lo que creemos, pensamos, sentimos, tenemos y hacemos. Así es como alabamos y glorificamos la Esencia Divina de la que fuimos creados, al ser y realizar lo que Él quiere para nosotros. Esta es la manera de entender y vivir nuestra Esencia e identidad.

"Vosotros buscasteis mucho, y he aquí que vino a poco; y cuando lo trajisteis a casa, Yo soplé sobre este. ¿Por qué? dice el Eterno de las multitudes. Porque Mi casa está desolada, mientras vosotros corréis cada uno a la suya." (1:9)

El Creador nos recuerda repetidamente las consecuencias de nuestras decisiones, y siempre dependerá de nosotros elegir retornar a Él a través de Sus caminos. Si sembramos fantasías e ilusiones de ego en los campos de sentimientos de carencia, Amor estará lejos de nosotros.

"Por lo tanto sobre vosotros los cielos retienen el rocío, y la tierra retiene su fruto." (1:10)

Hemos reiterado en la mayoría de nuestros comentarios en este blog que la naturaleza en el mundo material se fundamenta en causa y efecto. Nuestros Sabios enseñan en el Nombre Divino Elokim (escrito incorrectamente para honrar el Nombre de Dios) es relacionado con la manera como funciona la naturaleza, y Havaya (para referirnos al impronunciable Nombre Divino de cuatro letras) es relacionado con el poder regente de Dios sobre Su Creación, y por lo tanto asociado a Su amorosa bondad y compasión.

En el ordenamiento de causa y efecto nos desenvolvemos en la vida. Cosechamos lo que sembramos. En este contexto la ausencia de los modos y atributos de Amor tiene consecuencias directas. No los tenemos ni los disfrutamos como el rocío y la lluvia para nuestro propósito y esfuerzos, cuando dedicamos nuestra conciencia a lo que es diferente de ellos. Así, lo bueno que es la vida no se manifiesta en lo que queremos ser, tener y hacer.

"La palabra de Mi Pacto con vosotros cuando salisteis de Egipto, y Mi Espíritu, permanecen entre vosotros; no temáis." (2:5)

El Amor de Dios es el sello de Su Pacto con nosotros, el pueblo que Él liberó de la esclavitud más abyecta. Su Amor es Su Espíritu que permanece siempre con nosotros, de ahí que no tengamos nada qué temer. En un sentido más profundo, mientras el Amor de Dios esté con nosotros, ¿qué remotamente podríamos temer? ¿Qué nos podría hacer temer? Temor es lo contrario a Amor.

Todos los miedos se derivan de creencias o sentimientos de carencia. Nos sentimos indefensos y necesitados por creer o sentir que lo que somos y tenemos no es suficiente. El remedio, como nos dice el Rey David -- portador de la Conciencia Mesiánica --, es confiar en Dios, y eso lo hacemos conociéndolo a Él en todos Sus caminos.

"(...) y Yo agitaré todas la naciones, y lo mejor de ellas vendrá, y Yo llenaré esta Casa con gloria, dice el Eterno de las multitudes." (2:7-8)

Repetimos otra vez que la Conciencia Mesiánica es el medio para transformar las tendencias negativas y todo lo que se opone a los modos y atributos de Amor. Estos son los que agitan y sacuden para rectificar y reorientar todas las facetas de la vida. Estos son los que hacen salir lo bueno que podemos recoger de la vida. Estos son los que llenan nuestra conciencia para que el Amor de Dios también la llene como Su Casa. Ya sabemos que todo proviene de Su Amor.

En este sentido Su oro y plata son Sus caminos y atributos para construir y hacernos conscientes de nuestro nexo permanente con Él. Nuestra verdadera libertad y Redención Final son paz como lo completo y total. Paz que solamente proviene del Amor de Dios.

"Mayor será la gloria de esta última Casa que la [Casa] anterior, dice el Eterno de las multitudes. Y en este lugar Yo doy paz, dice el Eterno de las multitudes." (2:9)

Aquí tenemos que compartir las palabras de Maimónides, el Rambam, respecto al Tercer y final Templo de Jerusalén que existirá eternamente. Nuestro legendario Sabio dice que el Primer Templo fue destruido debido a homicidio, incesto e idolatría; que el Segundo fue destruido debido a odio gratuito, pero que el Tercero será construido sobre Amor gratuito para que exista eternamente. Su gloria será mayor que el anterior porque que estará bendecido por la Paz de Dios.

domingo, 23 de junio de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (X) Zacarías

"Regocíjate inmensamente, oh hija de Sión, oh hija de Jerusalén. He aquí que tu rey viene a ti. Él es justo y redentor, humilde, y montado sobre un asno, y sobre un pollino hijo de asnas." (Zacarías 9:9)

En este punto de su mensaje, el Profeta se refiere a rey ungido considerado por nuestros Sabios como el Mesías judío. Ellos nos enseñan que él encarna las virtudes del rey David (sobre las que comentaremos posteriormente) y, en torno al versículo de arriba, humildad es uno de los rasgos primordiales de la Conciencia Mesiánica. Este rasgo es mencionado en el contexto de rectitud y redención, y enfatizado al acompañarlo de la sencillez simbolizada por los asnos, que también representan la fuerza para sostener cargas pesadas.

El significado tradicional de la palabra rectitud en hebreo está relacionado con hacer lo correcto, justo y apropiado. Se trata de cualidades relacionadas con intenciones positivas en aras de resultados positivos. Somos rectos debido a buenos principios, pensamientos, emociones y sentimientos que nos motivan a cumplir su propósito. Por ello el término generalmente es traducido como "caridad", aunque su fin es actuar por Amor como la motivación fundamental detrás de lo que es correcto. Esta premisa nos conduce al resultado que todos anticipamos. Estamos aliviados, realizados, cuidados, curados y protegidos como efecto de lo que sigue a la rectitud en ese versículo: Redención.

Así concebimos y asimilamos los modos y atributos de Amor, como los cimientos que sostienen nuestra Redención individual y colectiva. De ahí que la Conciencia Mesiánica se base en vivir por estos modos y atributos que nos hacen ser y hacer lo correcto. Conociendo de dónde provienen entendemos que todos pertenecen a la humidad. Este rasgo esencial es contrario a la soberbia como la ausencia de las cualidades positivas mencionadas antes. Así entendemos las fantasías e ilusiones como resultados de los deseos materialistas de ego, que no nos motivan a actuar de acuerdo a los modos y atributos de Amor. En la Redención que todos añoramos no hay lugar para nada opuesto a los rasgos positivos que caracterizan la Conciencia Mesiánica.

"Y cortaré los carruajes de Efraín, y los caballos de Jerusalén, y el arco de batalla [también] será cortado, y él hablará paz a las naciones; y su dominio será de mar a mar, y desde el río hasta lo confines de la Tierra." (9:10)

La Conciencia Mesiánica se manifiesta como el principio integrador, unificador y armonizador que remueve y transforma tendencias y rasgos negativos. En particular aquellos que generan división, conflicto, confrontación y disputa, que culminan en guerra y destrucción. Estos son los carruajes, caballos y arcos de batalla, que además representan las armas de ego para hacer prevalecer sus fantasías e ilusiones negativas. Estas armas rodean, afligen y desolan Jerusalén como el nivel más elevado de la conciencia en el que estamos permanentemente conectados con el Creador. Efraín acá representa las Tribus de Israel como el heredero de la Primogenitura investida en su padre José.

Una vez las tendencias y rasgos negativos de la conciencia son removidos mediante las cualidades redentoras de la Conciencia Mesiánica, esta conducirá todos los aspectos y facetas de la vida con los modos y atributos de Amor ("y su dominio será de mar a mar, y desde el río hasta lo confines de la Tierra"). El Profeta se refiere al ungido que actúa en humildad como el pacificador entre las naciones, lo que significa que el poder de la paz es capaz de unificar todos los aspectos y dimensiones de la conciencia, para todos y cada uno de nosotros en este mundo.

Paz y armonía son los efectos de los modos y atributos de Amor, como rasgos positivos necesarios para desaparecer la maldad de la faz de la Tierra. En este sentido, el rey ungido anunciado en la profecía judía representa la Conciencia Mesiánica que prevalecerá cuando abracemos Amor como la manifestación material del Amor de Dios, y como nuestra Esencia y verdadera identidad.

"Porque los ídolos hablan vanidad, y los adivinadores ven mentira; y cuentan sueños de ilusión. Ellos confortan en vano porque anduvieron como rebaño. Fueron afligidos porque no había pastor." (10:2)

Una y otra vez nuestros Profetas nos advierten acerca de las fantasías e ilusiones de ego como los ídolos que nos hacen vivir en lo vano e inútil. Queremos comodidad y satisfacción en ellos al dedicarles nuestras energías. Al despertar de ellas nos damos cuenta que lo bueno prevalente de los modos y atributos de Amor no está en nuestra vida. Abrazamos nuestra Esencia y verdadera identidad como el primer paso hacia nuestro retorno al Creador, que nos dio lo que realmente somos. Al regresar al Él, Su Amor fortalece nuestra convicción de vivir en Sus caminos y atributos.

"Y Yo fortaleceré la casa de Judá, y Yo redimiré la casa de José, y Yo los traeré de regreso porque Yo tengo compasión de ellos, y ellos estarán como si no los hubiera desechado; porque Yo soy el Eterno Su Dios, y Yo los oiré." (10:6)

Cuando la Conciencia Mesiánica esté entronizada como el principio redentor anunciado por nuestros Profetas, las tendencias y potenciales positivos comenzarán a dar frutos. Hemos dicho muchas veces en este blog que las Tribus de Israel representan las tendencias y potenciales positivos destinados a revelar la Presencia de Dios, creando un espacio para que Él habite entre nosotros, tal como lo Él lo encomienda en la Torá y a través de Sus Profetas. Ellos nos recuerdan que el Creador sabe de nuestra añoranza de Él, y en Su compasión espera nuestro retorno a Él.

"Y aquellos de Efraín será como un hombre poderoso, y su corazón se regocijará como con vino; sí, sus hijos lo verán y se regocijarán, su corazón se alegrará en el Eterno. Yo los llamaré y los reuniré, porque Yo los he redimido; y ellos se multiplicarán como se han multiplicado." (10:7-8)

Tengamos presente siempre en nuestros corazones que la Redención Final se manifiesta cuando nuestro retorno al Creador sea completo, cuando nuestro Amor y Su Amor se junten y vivan juntos por siempre.

"Y el Eterno es Rey sobre toda la tierra, en ese día hay un solo Dios, y Su Nombre uno." (14:9)

domingo, 16 de junio de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (IX): Zacarías

El Sumo Sacerdote es convocado en el tercer capítulo del mensaje encomendado a Zacarías, porque aquel representa el máximo conocimiento de nuestra conexión permanente con el Creador. Si este conocimiento está ausente en nuestra conciencia, juzgaremos por lo que lo sustituyemos. Dicho de otro modo, como los Sabios jasídicos enseñan, los niveles de la conciencia son vasijas vacías en espera de ser llenadas. Si las llenamos con codicia en vez de generosidad, ambición en vez de solidaridad, o disputa en vez de armonía, se manifestarán según lo que pongamos en ellas. De ahí que debamos ser cuidadosos con lo que ponemos en nuestros pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos. Nuestra Redención individual y colectiva comenzará cuando los mantengamos llenos de los caminos y atributos del Creador. El conocimiento más elevado de nuestro nexo permanente con Dios es el comienzo de este proceso.

"Así dice el Eterno de las multitudes: Si anduvieres en Mis caminos, y si guardares Mi ordenanza, y también tú gobernarás Mi casa, también tú cuidarás Mis atrios; entonces Yo te daré libre acceso entre estos que esperan". (Zacarías 3:7)

El Creador reafirma Su Redención restaurando el conocimiento permanente de que estamos unidos a Él. En esta realización todos los aspectos y dimensiones de la conciencia son guiados por Su voluntad. Estos son la casa y los atrios ocupados por Sus caminos y atributos. Pero primero debemos remover de aquellos las fantasías e ilusiones de ego. Al vivir en modos positivos, invitamos y manifestamos amorosa bondad en lo que somos, tenemos y hacemos.

Los modos y atributos de Amor nos dan la libertad que precede nuestra Redención total y final. La Conciencia Mesiánica se manifiesta a través del pleno conocimiento de Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad. El Sumo Sacerdote representa la piedra fundamental que sostiene todas las facetas de la vida, simbolizadas por los siete días de la Creación. Una vez integramos los caminos del Creador como nuestros, todo lo negativo desaparece y Amor es el regente que une y armoniza nuestra conciencia. Esto lo viviremos en cada uno de nosotros, y reflejado en nuestro entorno.  

"Porque he aquí que la piedra que he puesto sobre Josué [el Sumo Sacerdote en aquellos tiempos], sobre una piedra hay siete lados. He aquí que Yo la marcaré en ella, dice el Eterno de las multitudes: Y Yo removeré la maldad de la tierra en un día. En ese día, dice el Eterno de las multitudes, todos vosotros habréis de llamar a cada hombre su vecino bajo la viña y bajo la higuera." (3:9-10)

Los siete lados mencionados por el Profeta también simbolizan las siete emociones humanas, como principios positivos descritos en el Zohar. Amorosa bondad (1) como principio integrador que genera poder (2) para establecer armonía [un orden armónico] (3) como el triunfo (4) que prevalece para dar honor (5) a la fundación (6) en la que todas las dimensiones de la vida son regidas bajo la manifestación material del reinado (7) del Creador. En este conexto las cualidades y atributos de Amor deben reinar para que la verdad prevalezca en nuestros juicios, aquello considerado justo. Así verdad es la manifestación de Amor, como también lo son compasión y misericordia. Justicia es lo que hace Amor al remover las tendencias negativas de la conciencia como indolencia, opresión, indiferencia y crueldad.

"(...) 'Así ha hablado el Eterno de las multitudes, diciendo: Haced justicia verdadera, y expresen misericordia y compasión cada hombre a su hermano. Y no oprimáis a la viuda, ni al huérfano, ni al pobre; y no dejéis que ninguno de vosotros haga mal contra su hermano en vuestro corazón" (7:9-10)

Nuestros juicios negativos reflejan pensamientos, emociones y sentimientos negativos hacia nosotros y los demás. Cada hombre es una extensión de nuestra propia conciencia, de ahí que sea un hermano. Una viuda y un huérfano también representan algo bueno en nosotros que perdió su entereza o su sustento, y que requieren nuestra atención y apoyo para recuperar su entereza. Del mismo modo que cuidamos nuestras propias viudas y huérfanos en nuestra conciencia, debemos protegerlos en nuestro entorno.

La misma actitud se aplica al converso como aspiración en espera de ser realizada y consumada, y al pobre como la debilidad que debe ser fortalecida. Asistimos al converso para que se convierta en parte integral de nuestra Nación y de nuestra tierra. Apoyamos y educamos al pobre para que desarrolle su potencial y adquiera las riquezas existentes en su identidad judía.

Al amarnos a nosotros mismos lo suficiente para refinar y realzar todos los niveles de conciencia mediante los caminos y atributos de Dios, bondad es el efecto porque bondad es la causa. En pleno conocimiento de la bondad como Amor, no hay maldad en la manera como nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. Del mismo modo en que lo bueno abarca todos los aspectos de la vida individualmente, también nos une colectivamente.

"Y aconteció que, cuando Él llamó, ellos no oían; entonces ellos llamarán y Yo no oiré, dijo el Eterno de las multitudes. Y Yo los dispersaré con un torbellino entre todas las naciones que ellos no han conocido. Así la tierra fue desolada detrás de ellos, para que ningún hombre pasara por ella o regresara; porque ellos dejaron desolada la tierra placentera'." (7:13-14)

Una vez más el Profeta nos advierte acerca de la causa y el efecto de nuestra separación de los caminos del Creador. Cuando preferimos oír las voces de las ilusiones y fantasías de ego, no oímos la voz de Dios y Él tampoco oye la nuestra. Las ilusiones de ego exilian nuestra conciencia y dispersan nuestra bondad potencial entre lo negativo. Aunque Dios se atribuye nuestra dispersión entre las naciones, de hecho hemos sido nosotros quienes propiciamos nuestro exilio.

Nuestra bondad no conoce envidia, codicia o maldad, como "naciones" que oprimen nuestra Esencia y verdadera identidad. Las naciones que convierten en desolación lo buena y placentera que es la vida, la cual también es nuestra tierra. El Amor de Dios es mayor que nuestro Amor. En Su compasión, el Creador no olvida Su Pacto que es el nexo permanente con nosotros.

"Y la palabra del Eterno de las multitudes vino, diciendo: 'Así dice el Eterno de las multitudes: "Yo estoy celoso de Sión con gran celo, y estoy celoso de ella con gran furia". 'Así dice el Eterno: "Yo retorno a Sión, y moraré en Jerusalén; y Jerusalén será llamada Ciudad de la Verdad; y la montaña del Eterno de las multitudes [será llamada] la montaña sagrada." (8:1-3)

La Torá y las Escrituras Hebreas se refieren a los celos de Dios para indicarnos la intensidad de Su Amor. Él también quiere que lo amemos con un Amor intenso y exclusivo. Un gran Amor ardiente y mutuo sella nuestro nexo eterno con Él, en un tiempo y espacio llamado Sión/Jerusalén. Este tiempo y espacio es también la verdad sagrada en la que queremos vivir eternamente. La verdad llena amplios lugares donde expresiones vitales de vigor se manifiestan en la libertad total de Amor. En este conocimiento somos Uno con el Creador.

"Y los amplios lugares de la ciudad estarán llenos de muchachos y muchachas jugando en ellos. Así dice el Eterno de las multitudes: Si será maravilloso en los ojos de este pueblo en aquellos días, también será maravilloso en Mis ojos, dice el Eterno de las multitudes." (8:5-6)

domingo, 9 de junio de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (VIII) Zacarías

Hemos reiterado muchas veces que nuestro destino es conocer al Creador de todo. Hay momentos en la vida cuando nos hacemos las típicas preguntas existenciales. Quién soy, de dónde vengo, cuál es el propósito de mi vida, y hacia dónde se supone tengo que ir el resto de ella. Mientras creamos en un Creador, todas las respuestas apuntan hacia Él. En este contexto debemos entender el retorno a Dios, evocado por nuestros Profetas en sus mensajes a Israel. En este retorno todo nos es revelado. Todos los misterios y paradojas en torno a la vida y el mundo material son resueltos.

El preámbulo de nuestro retorno comienza cuando nos damos cuenta de dónde venimos, y también al dar un vistazo a lo que hemos atravesado a lo largo de nuestra historia. Así entendemos que la esclavitud y el exilio preceden a la libertad y la Redención, oscuridad a luz, ignorancia a conocimiento. En este sentido nos damos cuenta que todo pertenece a una sola Unidad, y que no hay separación en la Creación de Dios. Todo es parte de un proceso activo e infinito puesto en marcha por Dios. Así nos hacemos conscientes de que todo lo que percibimos en la conciencia humana pertenece a algo que eventualmente asimilaremos con el fin de vivirlo, aprenderlo y conocerlo a fondo.

Uno de los principios de la ciencia es que "la materia y la energía no se crean ni se destruyen sino que se transforman". Aunque sabemos que hay un Creador de todo lo que existe, también somos conscientes de que "lo único constante es el cambio", como la ciencia también lo proclama. Reflexionemos un momento en estos principios basados en la observación humana.

Desde una perspectiva filosófica, el principio anterior no parece aplicarse a nosotros, a pesar del hecho de que estamos hechos de materia. Sabemos que vivimos y morimos, y vivimos para transformar y cambiar nuestra naturaleza material con el fin de crecer, envejecer y morir. En estos parámetros asimilamos de inmediato el otro principio, que se manifiesta en cambio constante.

Da la impresión que la ciencia nos engaña. Quisiéramos vivir eternamente en constante transformación sin perder en ese proceso el conocimiento de lo que somos. La idea detrás de esta breve reflexión sobre la materia y la vida es alzar los ojos al Creador para obtener las respuestas verdaderas. Mientras tengamos los ojos puestos en nuestras observaciones humanas "científicas" para encontrar respuestas existenciales, el regreso a nuestro Creador estará más lejos de lo que imaginamos. El primer paso para retornar a Él es conociéndolo para saber adónde estamos regresando.

"El Eterno ha estado muy descontento con vuestros padres. Por lo tanto decídles, 'Así declara el Eterno de las multitudes: Retornad a Mí, dice el Eterno de las multitudes, y Yo retornaré a vosotros, declara el Eterno de las multitudes'." (Zacarías 1:2-3)

En nuestra relación con Dios, como lo presenta la Biblia hebrea, debemos entender que la manera como Él se relaciona con nosotros es el resultado de cómo nos relacionamos con Él. Insistimos constantemente estar conscientes de que las maneras como pensamos, sentimos y actuamos deben estar inspiradas y motivadas por los modos y atributos de Dios, como nos enseña la Torá. Si estamos descontentos o incómodos con estas, de igual modo invitamos a Dios respondernos.

Nuestro Pacto con Dios es mutuo, y debemos saber que somos nosotros quienes establecemos los términos de nuestra relación con Él. Dios nos dio Sus términos en la Torá, que también son nuestros términos como parte del Pacto que define el nexo permanente con Él. De ahí que cuando Él está descontento con nosotros es porque estamos descontentos con Dios al elegir nosotros vivir en términos diferentes. Si el Creador nos pide retornar a Él, lo haremos a través de Sus modos y atributos, que son nuestra Esencia y verdadera identidad. Es interesante notar que el Creador nos pide regresar a Él como el Dios de las multitudes, el Hacedor de una infinita multitud que también abarca infinitas dimensiones.

"(...) Así dice el Eterno de las multitudes: Retornad ahora vosotros de vuestros malos caminos, y de vuestras malas acciones; pero ellos no Me escucharon, ni Me atendieron, dice el Eterno" (1:4) "(...) entonces ellos se alejaron y dijeron: Así como el Eterno de las multitudes se dirigió a nosotros, de acuerdo a nuestros caminos y de acuerdo a nuestras acciones, así Él se ha dirigido a nosotros'." (1:6)

Dios nos recuerda mediante el Profeta que los caminos y atributos que nosotros elegimos vivir no son los Suyos. Los malos modos y las malas acciones no son Sus maneras de proceder. Por ello nos enseña que para retornar a Él tenemos que retomar Sus modos como los verdaderos caminos. En este sentido entendemos que los modos y atributos de Amor no cohabitan con nada diferente de sus cualidades y atributos. Dios nos enseña cómo percibirlo una vez elegimos vivir separados de Sus caminos. De la misma manera como vivimos la vida creemos y sentimos que Dios lo hace con nosotros.

"Así dice el Eterno de la multitudes: Yo estoy celoso por Jerusalén y por Sión con gran celo. Y Yo estoy muy descontento con las naciones que están a sus anchas; Yo estoy aún descontento, y ellas ayudaron por maldad. Por lo tanto así dice el Eterno: Yo retornaré a Jerusalén con compasión. Mi casa será [re]construida en ella, dice el Eterno de las multitudes, y una línea se extenderá sobre Jerusalén." (1:14-16)

Estamos celosos por lo que más amamos. Entonces el celo representa cuidado, protección, lealtad y fidelidad por aquello que amamos. ¿Qué sería lo más amado para nosotros sino nuestro nexo permanente con el Creador? Esto es lo que representa Jerusalén en nuestra conciencia. Realizamos nuestra conexión permanente con Dios cuando nuestro Amor y Su Amor se compenetran en uno solo.

Esto significa que, mientras los modos y atributos de Amor conduzcan todos los aspectos y dimensiones de la conciencia, no hay lugar para ningún tipo de negatividad representada por las "naciones". Al separarnos de Amor y dejar que bajos pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos controlen nuestra vida, estaremos descontentos con los modos del Creador, y consecuentemente Él estára descontento con nuestros modos negativos. Sin embargo, Él no nos abandona en medio de la desolación que dejan las fantasías e ilusiones de ego al separarnos de Su Amor. En la compasión de Su Amor, Dios espera nuestro retorno a Él. El Creador reconstruye Jerusalén como Sión en Su compasión y amorosa bondad.

"(...) 'Jerusalén será habitada sin murallas para la multitud de hombres y ganado en ella. Porque Yo, dice el Eterno, seré para ella una muralla de fuego a su alrededor, y Yo seré la Gloria dentro de ella" (2:8-9) "(...) 'Canta y regocíjate, oh hija de Sión; porque he aquí que Yo vengo, y Yo moraré en ti, dice el Eterno" (2:14)

Al permitir que los modos y atributos de Amor guíen todas las facetas de la vida, nuestra conciencia se convierte en un espacio abierto e integrador. Ahí todos los niveles, aspectos y dimensiones del intelecto, pensamientos, sentimientos y emociones (representados por la multitud de hombres), al igual que las pasiones e instintos (representados por el ganado) estarán unidos y juntos en armonía.

Esto quiere decir que no hay necesidad de murallas para restringir o limitar las expresiones de toda la conciencia, bajo la guía y conducción de Amor como la expresión material del Amor de Dios, manifestado como Su Gloria. Este es el regocijo más sublime de todos, porque emana de la Presencia del Creador en nosotros y nuestro entorno.

domingo, 2 de junio de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (VII) Habacuc

Nuestro destino es conocer al Creador de todo. Seamos conscientes de que Él es la causa de lo que somos, tenemos y hacemos. Esto a pesar de la creencia egocéntrica de que somos los únicos dueños de lo que presumimos ser, de lo que creemos tener, y de lo que consideramos hacer. Es un hecho concreto que el conocimiento nos otorga la fuerza y el poder para pensar, sentir y hacer respecto a nuestras circunstancias y entornos. Lo que tenemos que discutir aquí es la clase de conocimiento que nos conduce a asumir y actuar en consecuencia.

Existe un conocimiento que integra, unifica y eleva todos los aspectos de nuestra conciencia, y cuando lo vivimos también lo reflejamos en nuestro entorno y nuestra relación con los demás. También hay un conocimiento que separa, divide y subyuga nuestra conciencia para pensar, sentir y actuar de acuerdo a este. De ahí que tengamos que procurar el anterior y rechazar el posterior. El anterior es el conocimiento del Creador. Este es el conocimiento que habla a través de nosotros, nos conduce y rectifica creencias que dividen, sentimientos que separan, emociones que subyugan, pasiones que oprimen e instintos que destruyen.

"Parado estaré en mi vigía, firme estaré en la torre, y velaré para ver lo que Él hablará en mí, y yo responderé cuando sea reprobado." (Habacuc 2:1)

El Profeta nos invita a estar permanentemente vigilantes de nuestros pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos. Esta "vigía" acontece en una "torre" que simboliza la altitud que debemos tener para conectarnos y compenetrarnos con el Creador, porque así es como Él habla en nosotros. En nuestra conexión constante con Dios, mediante nuestro conocimiento de Él, conduce nuestro discernimiento. Nos inspira a reconocer nuestras transgresiones y a rectificarlas mediante Sus caminos y atributos. En este conocimiento y realización nos damos cuenta de que lo bueno, incluyendo los demás modos y medios de Amor, son los atributos justos que elegimos vivir. Estas son las cualidades a las que debemos fidelidad, la fe por la que vivimos.

"(...) pero el justo vivirá por su fe."­(2:4)

Lo contrario a estos modos, medios, atributos y cualidades son las fantasías e ilusiones de ego, que traicionan el conocimiento de nuestra Esencia y verdadera identidad. Una falsa creencia puede llevarnos a falsos pensamientos, emociones, sentimientos y pasiones. Este predicamento empeora cuando la agenda separatista de ego impone sus deseos. Esto se nota en nuestra soberbia y orgullo, que nuestros Sabios consideran las peores formas de idolatría junto con la ira. En nuestra soberbia caemos en la ira y rechazamos lo que se opone a la falsedad o negatividad de nuestras creencias. En ese predicamento estamos realmente muertos, porque todo lo proveniente de una actitud egoísta ante la vida niega la unidad y elevación de los modos y atributos de Amor. Las fantasías y deseos de ego se unen a las tendencias negativas de la conciencia, representadas por las "naciones" y "pueblos".

"Ciertamente el vino es un socio traicionero, el soberbio no accede; aquel que ensancha su deseo como tumba y es como muerte que no puede saciarse. Y junta para sí todas las naciones. Y amontona para sí todos los pueblos." (2:5)

Nuestra caída comienza cuando sometemos todos los aspectos y dimensiones de la conciencia a las fantasías e ilusiones de ego. Esto ocurre cuando alimentamos falsas creencias que se convierten en obsesiones, hábitos, apegos y adicciones; aquello que el Profeta llama aquí una ciudad construida sobre la iniquidad.

"¡Ay de aquel que construye un pueblo con sangre, y funda una ciudad con iniquidad!" (2:12)

El antídoto contra caer en las fantasías e ilusiones de ego es el conocimiento del Creador. Este es el fuego que transforma y eleva nuestra conciencia para conectarnos con Dios. Esta es nuestra labor como tarea y deber que tenemos que perseguir como nuestro destino. Es el comienzo para entrar en la Conciencia Mesiánica, contraria a la vanidad y futilidad de las fantasías e ilusiones de ego junto con las tendencias negativas en la conciencia.

"¿Acaso no proviene del Eterno de las multitudes que los pueblos laboren por el fuego, y que las naciones se fatiguen en su vanidad?" (2:13) "¿Qué ganancia hay en la imagen tallada para el que la creó, y para la imagen tallada, y para el que enseña mentiras; que el que las crea confía en ellas, para hacer ídolos mudos?" (2:18)

Entramos en la Conciencia Mesiánica cuando comenzamos a conocer los caminos y atributos de Dios, y a vivir en ellos. Así es como realizamos nuestro destino. Debemos reiterar una vez más que la Gloria de Dios es el Amor de Dios. Ya conocemos que "la Tierra está llena de Su Gloria", y depende de nosotros ser plenamente conscientes de ello como la culminación de nuestra Redención Final.

"Porque la Tierra estará llena del conocimiento de la Gloria del Eterno, como las aguas llenan el mar." (2:14)

Nuestro Creador quiere que lo conozcamos. Por ello nos dio Su Torá. Entonces tenemos que abrir nuestro corazón a Su Amor, de donde proviene todo lo que existe. Al permitir que los modos y atributos de Amor guíen y dirijan todos los aspectos de nuestra conciencia, el Amor de Dios nos conducirá a Su conocimiento. En nuestra separación, bajo la soberbia y la arrogancia de nuestra ira, le pedimos a Él que nos redima en Su compasión, gracia y amorosa bondad.

"Oh Eterno, aviva Tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos házla conocer; en la ira acuérdate de la compasión." (3:2)

Al retornar a la conexión y compenetración permanentes con nuestro Creador, y entramos en la Conciencia Mesiánica como la Redención Final, nos regocijaremos eternamente caminando con Él en lo más sublime de nuestra conciencia de vivir verdaderamente a plenitud.

"Por lo que me alegraré en el Eterno, y me regocijaré en el Dios de mi Redención. Dios, el Eterno, es mi fortaleza y Él aligera mis pies como cervatillos, y en mis alturas Él me hace andar" (3:18-19)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.