domingo, 29 de diciembre de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XXXVII) Isaías

El Profeta nos hace reflexionar acerca de nuestra identidad en términos de vida y muerte. Todos queremos estar vivos y ello implica un propósito. La Torá define nuestra identidad judía, y el Creador nos encomienda elegir la vida y la bendición. De ahí nos damos cuenta que vida es la bendición, y bendición es lo que Dios quiere que vivamos. El propósito de la Creación es lo bueno, porque Dios es bueno: "Dad las gracias al Eterno porque Él es bueno, Su amorosa bondad es eterna." (I Crónicas 16:34).

Este es el sentido de lo que frecuentemente indicamos aquí al decir que la Creación de Dios es una emanación de Su Amor. Lo bueno proviene del Amor de Dios, de ahí que somos hechos de bondad para ser y vivir lo bueno. Lo contrario a esto es muerte y maldición, porque muerte es la maldición. La lección aquí es vivir lo bueno como el sentido de la vida. La elección es nuestra, pero Dios nos ordena elegir la vida como la bendición (Deuteronomio 11:25, 30:19). Así entendemos lo que es nuestra Esencia y verdadera identidad, y comenzamos a decidir de acuerdo a aquello que somos.

"El infierno abajo se espantó de ti; te despertó sombras que en tu venida saliesen a recibirte, se levantaron de sus sillas todos los príncipes de la tierra, todos los reyes de las naciones. Todos ellos darán voces, y te dirán: ¿Tú también enfermaste como nosotros, y como nosotros fuiste?" (Isaías 14:9-10)

Hay un lugar inferior (usualmente traducido como "infierno") donde los muertos son enterrados, de ahí que sea bajo tierra. El Profeta nos recuerda que también hay un lugar donde los vivos están muertos. Este es el sitio adonde nos conducen las maldiciones cuando rechazamos lo bueno en la vida. Nuestra debilidad es el resultado de elegir lo que nos debilita. Nos maldecimos cuando vivimos las tendencias negativas en la conciencia. Estas son los muertos que salen a recibirnos, los reyes de las naciones, las sombras en el lugar de la nada.

Nuestras elecciones negativas y sus consecuencias hablan a nuestra identidad, preguntándonos si realmente queremos convertirnos en ellas. Envidia, avaricia, lujuria, soberbia, ira, conflicto, indolencia, indiferencia, celos, odio, crueldad y violencia nos confrontan. Nos desafían para elegir aquello que somos o en lo que queramos convertirnos.

"Descendió al sepulcro tu soberbia, y el sonido de tus cánticos: gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán. ¡Cómo caíste del cielo, oh lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas las gentes." (14:11-12)

El Profeta se dirige al ángel convertido en demonio, y entendemos su caída a lo inerte como resultado de sus elecciones negativas. De este debemos aprender. La soberbia corta nuestra conexión con la Unidad del Creador, a la cual pertenecemos. La arrogancia nos hace caer de donde venimos originalmente. A menudo mencionamos que nuestros Sabios catalogan la soberbia y la ira como las peores formas de idolatría.

La soberbia es lo que ego manifiesta en su deseo de ser un dios por sí mismo. Ira es el resultado de ese deseo por la frustración en su aislamiento. La muerte aguarda al separarnos de nuestra Esencia y verdadera identidad. Las fantasías e ilusiones de ego surgen del vacío que crea en nuestra conciencia. Estas son los cánticos como gusanos en la tumba al estar muerto. La tendencia negativa que nos separa de lo bueno del Creador es comparada en estos versículos a uno caído del Cielo. Una estrella de la mañana como sol destinado a brillar eternamente, pero elige caer entre los muertos para tratar con muertos.

Estamos muertos cuando vivimos entre muertos bajo la ilusión de controlar y dirigir aquello que también es ilusión y fantasía. Debemos asimilar que las tendencias negativas en nuestra conciencia no son más que ilusiones que hemos creado a partir de una creencia o sentimiento de carencia. En este sentido todos somos estrellas mañaneras caídas cuando elegimos vivir en la maldición de aquello que nos conlleva a vivir entre lo muerto.

"Tú que decías en tu corazón: 'Subiré al cielo, en lo alto junto a las estrellas de Dios ensalzaré mi trono, y en el monte del encuentro me sentaré, a los extremos del norte. Sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo'. Mas tú derribado eres en el sepulcro, a los extremos de la fosa." (14:13-15)

Las fantasías e ilusiones de ego son impulsadas por la soberbia como la mayor de las idolatrías, en directa violación al segundo Mandamiento en el Decálogo. Dios nos encomienda no separarnos de Él porque es nuestro Creador y le pertenecemos. Estamos destinados a ser, tener, y hacer lo que son nuestra Esencia y verdadera identidad. Pertenecemos al Cielo de donde provenimos. Somos todos soles para alumbrar en y para lo bueno de la vida. Nada más ni nada menos. Estamos hechos para ser y habitar en la Luz de lo que es bueno como bendición de vida. Estamos hechos para brillar como estrellas, no hechos para ser como dioses. Somos portadores de Luz del Altísimo, porque Él nos hizo para ser Luz y vida; no tinieblas o muerte.

"Inclinarse han hacia ti los que te vieren, te considerarán diciendo: ¿'Es este aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos. Que puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades; que a sus prisioneros nunca abrió la cárcel'?" (14:16-17)

Nuestras propias fantasías e ilusiones en algún momento nos confrontarán preguntándonos qué hemos hecho de ellas. La envidia preguntará por qué la creamos. Avaricia y celos cuestionarán nuestros motivos. Lujuria pedirá la razón de tanta pasión del corazón hacia algo tan vano y pasajero. Ira exigirá explicaciones por vivir en la frustración de fantasías e ilusiones insatisfechas. Indolencia nos recriminará por vivir negando lo que es verdadero y trascendente. La indiferencia confrontará nuestras creencias, valores y principios.

Todo lo que nos sacude y hace temblar en sufrimiento, todo lo que niega lo bueno de los modos y atributos de Amor, se enfrentarán a lo que verdaderamente somos. Esta es una premisa fundamental para nuestra Redención Final y entrar en la Conciencia Mesiánica. No podemos traer lo contrario a los modos y atributos de Amor al lugar donde estos habitan. No podemos ascender al cielo y brillar como estrellas mientras vivamos en el bajo mundo de las fantasías e ilusiones negativas. Estas son las que convierten el mundo en un desierto, asolan las ciudades, y mantienen cautivos a los prisioneros.

Nuestra actitud egocéntrica hacia nosotros mismos y la vida destruyen lo bueno de la vida y la tierra donde vivimos. Destruye valores y principios como ciudades en las que vivimos. Nos mantiene prisioneros de las tendencias negativas que nos llevan a vivir en un bajo mundo que algunos llaman infierno.

"Todos los reyes de las gentes, todos ellos yacen en su honor cada uno en su casa. Mas tú echado eres de tu sepulcro como tronco abominable, como vestido de muertos pasados a cuchillo, que descendieron al fondo de la sepultura; como cuerpo muerto pisoteado." (14:18-19)

El Profeta nuevamente se refiere a los reyes de las naciones como opresores en sus dominios. Estos son los regidores a los que damos poder para hacernos pensar, sentir, hablar y hacer lo que ellos determinen. De ahí que la fuerza motriz que nos hace impulsar las tendencias negativas provenga de los deseos y fantasías materialistas de ego. Esta tendencia negativa es el tronco abominable que será eliminado de la conciencia humana para dar paso a nuestra Redención Final.

"No serás contado con ellos en la sepultura porque tú destruiste tu tierra, mataste tu pueblo. Nunca más será nombrada la simiente de los malignos." (14:20)

domingo, 22 de diciembre de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XXXVI) Isaías

Hemos indicado que necesitamos la abundante amorosa bondad y compasión del Creador para ayudarnos a romper las cadenas de las fantasías e ilusiones de ego, y sus efectos negativos en la vida. Si fuésemos capaces de liberarnos de ellas, ya lo hubiéramos hecho desde hace tiempo. A nadie le gusta vivir en cautiverio y atrapado en vanidades inútiles por las que tenemos que trabajar duro para vivir su futilidad. Como hemos señalado en comentarios anteriores, las adicciones, apegos, obsesiones y deseos que hemos creado a partir de las creencias y sentimientos de carencia de ego, se vuelven más grandes y poderosas que nuestra voluntad y determinación para liberarnos de ellos.

Estos son los ídolos que alimentamos con la obra de nuestras manos, en los que terminados convertidos. Así es como nos volvemos la personificación de la codicia, soberbia, envidia, lujuria, indiferencia, indolencia y crueldad. Estos son los nombres de las naciones que necesitamos ya sea destruir, conquistar o subyugar para ocupar la Tierra Prometida.

La Torá nos recuerda que las batallas de nuestros antepasados para derrotar tales naciones, todas fueron peleadas por nuestro Dios. Fue así simplemente porque nosotros no fuimos capaces entonces ni tampoco lo somos ahora para dominar nuestras propias fantasías e ilusiones negativas. Estas son los gigantes ante los que nos sentimos como insectos. De ahí que necesitemos de la mano fuerte y brazo extendido de Dios -- Su amorosa bondad y compasión -- para luchar y ganar todas las batallas contra nuestros enemigos y opresores.

"Porque el Eterno tendrá compasión de Jacob, y todavía elegirá a Israel, y los asentará en su propia tierra; y el extranjero se unirá él a ellos, y ellos se adherirán a la casa de Jacob." (Isaías 14:1)

No podemos hacerlo sin el Amor de Dios con nosotros luchando con nuestro Amor. Estos son los dos fuegos que se unen cuando elevamos al Creador lo bueno en la vida como nuestra ofrenda cotidiana a Él. Lo bueno de los modos y atributos de Amor es el aroma placentero  en el que Dios se deleita. El Profeta nos recuerda que Dios tiene compasión de nosotros, porque Él elige a Israel como lo bueno que Él quiere hacer prevalecer en el mundo. Israel tiene una morada, la Tierra Prometida que es la manifestación material de lo bueno en la vida. Los extranjeros que también procuran lo bueno en la vida se unen a nuestro pueblo para adherirse juntos al destino que Dios quiere que realicemos, y hagamos prevalecer en el mundo material.

"Y los pueblos los tomarán, y los traerán a su lugar; y la casa de Israel los poseerá en la tierra del Eterno como sirvientes y sirvientas; y ellos los harán cautivos, como cautivos que fueron de aquellos; y ellos regirán sobre sus opresores." (14:2)

La Redención Final comienza cuando las tendencias negativas en la conciencia dejan de serlo para subordinarse a las cualidades positivas de los modos y atributos de Amor. Nuestras tendencias negativas y sus resultados eventualmente nos conducen a las cosas positivas que queremos vivir y disfrutar en la vida. La oscuridad es la premisa para reconocer la Luz.

Esclavitud y cautiverio son el preámbulo de la liberación y la libertad. Estas condiciones claramente obvias no están completamente asimiladas en nuestra conciencia, no importa cuanto de sentido común tengan. Como dijimos arriba, nuestra adicción a estados de conciencia negativos es difícil de romper. Somos indefensos contra el masoquismo si es ello lo que hayamos elegido.

En esta vaguedad y estancamiento clamamos a nuestro Creador, pidiéndole que rompa el círculo vicioso de vivir en las fantasías e ilusiones de ego. Le pedimos que sea nuestro Único y exclusivo Dios. Queremos dejar de ser los esclavos del faraón -- esclavos del ego -- y convertirnos en los sirvientes de Dios. Preferimos ser sirvientes de los caminos y atributos de Dios que esclavos de las tendencias negativas en la conciencia. Dios quiere saber si verdaderamente queremos vivir en Su Tierra Prometida -- Su Redención Final ahora -- para ayudarnos a pelear nuestra última batalla contra las naciones. Entonces Él hará que estas se vuelvan nuestras aliadas.

Nuestros constantes enemigos interiores y exteriores no solamente se nos unirán sino que también nos traerán a nuestro lugar, la tierra de Dios como lo bueno en la vida. Lo que una vez fueron tendencias y aspectos negativos en la conciencia -- de los que fuimos cautivos -- se volverán nuestros cautivos, los sirvientes y sirvientas que fueron nuestros opresores. Así entendemos lo que nos referíamos cuando señalamos que la oscuridad es la premisa para reconocer la Luz, y el exilio como preludio de la Redención. Así mismo asimilamos la proclamación del Creador cuando comunicó a nuestra Matriarca Rebeca que dos naciones estaban en su vientre, y que el mayor servirá al menor.

"Y acontecerá el día en que el Eterno te dará descanso de tu afán, y de tu tribulación, y del duro trabajo al que fuiste obligado a servir, para que lleves esta alegoría contra el rey de Babilonia, y digas: ¡Cuánto ha cesado de serlo el opresor! ¡el cobrador de oro ha cesado!" (14:3-4)

La Redención Final comienza el día cuando el Creador convierta lo que hemos percibido y vivido como oscuro y negativo en Luz y lo bueno. Seremos los eternos servidores del mayor propósito que Dios tiene para Su Creación, el cual es vivir en lo bueno de Sus caminos y atributos. Este conocimiento y realización serán el yugo para el ego como fuerza motriz y motivación para vivir. Este es el conocimiento contra el rey de Babilonia como personificación del predicamento negativo de ego, el cual dejará de existir.

"El Eterno romperá la vara del malvado, el cetro de los regidores que golpeó a los pueblos en ira e incesante golpe, que dominó las naciones en ira, con una persecución que nadie detuvo." (14:5-6)

La Conciencia Mesiánica es el cetro y estandarte que prevalecerán eternamente cuando el Creador nos libere del dominio negativo de nuestras creencias, ideologías, hábitos, apegos, adicciones, obsesiones y actitudes, y de su constante opresión. Estos son los rasgos negativos que rigen en ira, soberbia, codicia, envidia, lujuria, indiferencia, indolencia y crueldad, sin que nada los detenga y sin posibilidad de escapar de ellos.

Cuando buscamos la eterna amorosa bondad y compasión de Dios, mediante nuestra propia amorosa bondad y compasión, encontramos la Redención que hemos estado añorando. Cuando comenzamos a dejar que los modos y atributos de Amor rijan cada aspecto y dimensión de la conciencia, comenzamos a vivir en verdadera libertad. Entonces el aspecto opresor en conciencia habrá perecido para siempre, y en ella reinará sólo paz y tranquilidad con canto de felicidad. Los árboles, que representan nuestros principios y valores como nexos permanentes con Dios, sabrán que nada contrario a ellos los afligirá.

"Toda la tierra está en descanso y tranquila; todos entonan su canto. Sí, los cipreses se regocijan en ti, y los cedros del Lebanón dicen: 'Desde que tú [rey de Babilonia] pereciste ningún talador ha venido contra nosotros'." (14:7-8)

domingo, 15 de diciembre de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XXXV) Isaías

"La carga de Babilonia fue vista por Isaías, el hijo de Amoz." (Isaías 13:1)

El Profeta confronta la carga de Babilonia como el producto de las fantasías e ilusiones de ego. Las consecuencias de falsas creencias y sentimientos de carencia que conllevan a envidia, avaricia, lujuria, ira, soberbia, indolencia, indiferencia, crueldad, y sus causas y efectos negativos que son la carga pesada en la conciencia humana. Babilonia como la antagonista y verdugo de Jerusalén. Egipto, Babilonia, Persia, Asiria, Grecia y Roma son las naciones que en su tiempo fueron el paradigma de los rasgos negativos que quebrantan lo bueno de los modos y atributos de Amor como nuestro nexo común con el Creador. La carga de Babilonia que la humanidad está destinada a remover cuando tomemos la decisión individual y colectiva de retornar a los caminos y atributos de Dios. Estos como nuestra Esencia y verdadera identidad, rasgos y cualidades inherentes a la Conciencia Mesiánica.

"Alzad un estandarte sobre la montaña elevada, alzad la voz para ellos, alzad la mano, para que ellos puedan venir a las puertas de los nobles. Yo he encomendado a Mis sagrados, sí, también Yo he llamado a Mis poderosos para Mi ira, a los que se alegran con Mi gloria." (13:2-3)

Hay un llamado en nuestra conciencia en algún momento de nuestras vidas, que nos convoca a reflexionar en lo que somos, de dónde venimos, y el destino al que añoramos llegar. Este llamado tiene lugar en el conocimiento de nuestra conexión permanente con Dios, entre nuestro Amor y Su Amor, ya que Amor es nuestro nexo común con Él.

Este nexo es el estandarte sobre la montaña elevada que es Jerusalén y su Templo. Desde ahí llamamos a los dispersos de Israel entre las naciones, y reunirlos para la Redención Final. Ellos también simbolizan las cualidades y rasgos positivos enredados por las tendencias negativas en la conciencia, representadas por las naciones. Estos dispersos son los nobles, los consagrados, los poderosos, los exaltantes que se alegran en los caminos y atributos del Creador. Estos son los destinados a conducir todos los aspectos y dimensiones de la conciencia en la Era Mesiánica.

"Voz de multitud de montañas, como de una multitud de pueblos. Voz de rugido de reinos de naciones unidas juntas. El Eterno de las multitudes ordena las tropas para la batalla." (13:4)

Entramos en la Era Mesiánica tras la inminente confrontación entre lo bueno de los modos y atributos de Amor, y las expresiones negativas en la conciencia humana. Estas son el tumulto de montañas, representando el carácter opresor y destructor de ideologías, creencias, adicciones, obsesiones, apegos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos. Estos son los reinos y naciones reunidos y juntados en guerra contra nuestra Redención Final.

"Vienen de tierra lejana, de los confines del cielo; el Eterno y las armas de Su indignación para destruir toda la tierra." (13:5)

La guerra para eliminar todo lo opuesto a lo bueno en la Tierra incluye a nuestro Creador, porque no somos capaces por nosotros mismos de erradicar las fantasías e ilusiones de ego entre sus tinieblas. La tierra como la vida debe ser transformada para dignificar y honrar su propósito de acuerdo a la voluntad de Dios.

"Aullad vosotros porque el día del Eterno está próximo, cuando vendrá la destrucción del Todopoderoso. Entonces todas las manos flaquearán y todo corazón de hombre se derretirá." (13:6-7)

A menudo decimos que la Era Mesiánica ha estado próxima desde nuestra salida de Egipto, pero elegimos vivir en la idolatría de las fantasías e ilusiones de ego que están destinadas a desaparecer, para dar camino al Plan del Creador. Así comprendemos la destrucción del Todopoderoso. Nuestras acciones negativas -- el flaquear de nuestras manos --, y los pensamientos, emociones, pasiones y sentimentos negativos que albergamos en nuestro corazón se derretirán.

"Y habrán sido afligidos, serán tomados por dolores y angustia; estarán adoloridos como mujer en el parto, se mirarán a otros espantados, sus rostros serán rostros de llamas." (13:8)

Debemos entender este y los versículos siguientes (9-10) como la aflicción que padecemos cuando luchamos para liberarnos de nuestras adicciones, obsesiones, apegos, ideas, creencias, pretensiones y patrones negativos. Seamos honestos con nosotros mismos y empecemos a reconocer los enemigos y opresores internos que subyugan nuestra conciencia y libre albedrío.

Todos sabemos que estos verdugos son más fuertes que nuestra voluntad y determinación de despojarnos de ellos. El mismo dolor que padecemos bajo su opresión es el mismo que sufrimos cuando renunciamos a ellos. Comúnmente se conocen como síntomas de abstinencia (de ellos). Por ello clamamos a la compasión y amorosa bondad del Creador para que nos ayude en nuestra guera, y Él nos responda con Su Redención Final.

"Y Yo visitaré su maldad sobre el mundo, y sobre el malvado su iniquidad; y Yo haré que desista la arrogancia del soberbio, y reduciré la soberbia de los tiranos." (13:11)

El día del Eterno lo aguardamos muchos. El momento en que finalmente estaremos completamente liberados de todo aquello que siempre fue innecesario en el mundo material. Todo lo que hemos creado y que nos hace padecer como maldad e iniquidad, producto de la arrogancia y soberbia de ego. Así nos hacemos conscientes de que las tendencias negativas de ego son los tiranos que nos condenan a vivir en sus dominios.

"Yo haré al hombre más raro que el oro fino, mucho más que el oro puro de Ofir. Por tanto haré temblar los cielos, y la tierra será sacudida de su sitio, debido a la ira del Eterno de las multitudes, y debido al día de Su ardiente ira." (13:12-13)

Amor de Dios transformará nuestra conciencia en algo aún más puro que las más sublimes cualidades que jamás hayamos conocido. Para que ello ocurra toda maldad, iniquidad e impurezas en la tierra y en la vida serán eliminadas por el Creador. Él nos hará conscientes de la Esencia de la que nos creó. Nos hará saber que Sus caminos y atributos son nuestro nexo común con Él.

Los versículos restantes (14-22) de este capítulo describen la batalla para liberarnos de la carga de Babilonia. Esta también es el escenario alegórico en el que confrontaremos aquello que hemos creado por la arrogancia y soberbia de ego, a expensas de lo bueno de los modos y atributos de Amor. La falsa belleza de reinos y naciones que desaparecerán como Babilonia, Caldea, Sodoma y Gomorra. Los lugares en los que nunca más volveremos a habitar de generación en generación.

domingo, 8 de diciembre de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XXXIV) Isaías

Cuando comenzamos a asimilar los caminos y atributos de Dios en todos los niveles y dimensiones de la conciencia, como nuestra conexión con Él, también comenzamos a vivir Su Redención para nosotros. La Conciencia Mesiánica es el conocimiento de que sólo rasgos y cualidades positivas inspiran y dirigen lo que discernimos, pensamos, sentimos, decimos y hacemos. Estos son nuestro nexo común con el Creador. Las cualidades y rasgos opuestos aseguran nuestra separación de Él, eso que entendemos como Su "ira", "celos" y "enojo".

Debemos asimilar plenamente el principio fundamental de que nuestro Creador es indefinible. Nuestros Sabios enseñan que Él se comunica con nosotros a través de nuestro lenguaje y entendimiento humanos, lo cual no implica que Él sea uno de nosotros. De ahí que entendamos Su Torá mediante el discernimiento de lo que nos quiere decir con Sus caminos y atributos. Estos son los medios que Dios utiliza para comunicarse y relacionarse con nosotros.

Así comprendemos que Su "espalda" es lo que vemos que ha creado para que lo conozcamos, apreciemos y agradezcamos. Sus "manos" y "rostro" son Sus caminos y medios con los que sustenta y satisface las necesidades de todo lo viviente. Lo opuesto a Sus caminos y atributos, aquello que experimentamos como consecuencias de nuestras actitudes, tendencias y decisiones negativas, son la "ira" y el "enojo" de Dios.

Dios creó Luz y oscuridad, negativo y positivo, destructivo y constructivo, etc., para que ejerzamos el libre albedrío que nos dio. Nos instruye y encomienda en la Torá que elijamos lo bueno, y nos deja claro que la maldad, la iniquidad y lo negativo son sólo referencias para que tomemos decisiones positivas. La Torá también nos hace conscientes de que las decisiones equivocadas implican un proceso de aprendizaje. Aprendemos de nuestros errores. Así entendemos que Dios "nos aflige" con nuestras decisiones negativas. Esto no quiere decir que Él nos aflija, ya que nuestra aflicción es el resultado de las opciones equivocadas que tomamos.

Podemos verlo como dos campos delante de nosotros. El de la derecha está cubierto por prados, árboles frutales y la fragancia de flores multicolores. El de la izquierda está lleno de espinos, animales salvajes y el hedor de aguas podridas. El guardián de ambos campos nos instruye acerca de estos, y de los resultados de vivir en cada uno. Al campo de la derecha lo llama "mi placidez y mi deleite", y al de la izquierda lo llama "mis celos y mi ira". Entonces hacemos nuestra elección.

Aquellos que eligieron estar en el izquierdo, en algún momento se quejan de las condiciones del campo y expresan su frustración y sufrimiento por la elección que hicieron. De ahí deciden culpar al guardián de los campos, diciendo "los celos y la ira" de él han caído sobre nosotros. El guardián replica diciéndoles que de hecho "mis celos y mi ira" can caído sobre vosotros, no debido a mí sino debido a vosotros. Fue vuestra elección, no la mía.

Tenemos que dejar de culpar a Dios por las decisiones que tomamos. Al comenzar a elegir lo bueno de los modos y atributos de Amor, en vez de las consecuencias negativas de las fantasías e ilusiones de ego, comenzamos a retornar a lo bueno que Dios quiere para nosotros.

"Y en ese día dirás: 'Yo daré gracias a Ti, oh Eterno; porque, aunque Tú te enojaste conmigo, Tu ira se alejó, y Tú me has confortado." (Isaías 12:1)

Este es el comienzo de nuestro arrepentimiento como retorno a los caminos y atributos del Creador, que son todos buenos. Al regresar a Él nos damos cuenta que Su "ira" no existe, porque Sus caminos son nuestra placidez y deleite, nuestra Redención.

"He aquí que el Eterno es mi redención; yo confiaré y no temeré, porque Dios el Eterno es mi fortaleza y canto; y Él ha sido mi redención'." (12:2)

Tenemos que comprender nuestra Redención individual y colectiva también como el retorno a nuestra Esencia y verdadera identidad. Debemos asimilar que fuimos creados por Dios a través de Su Amor. Somos una emanación y extensión de Su Amor. De ahí que debamos ser conscientes de quienes verdaderamente somos y tenemos en este mundo material que Dios nos dio.

"Por lo tanto con júbilo sacaréis agua de los pozos de la redención." (12:3)

Nuestros Sabios comparan la Torá con el agua, porque no podemos vivir sin las palabras de Dios, de donde provenimos. El júbilo que viviremos es el conocimiento de que Su Amor es nuestra Redención. Amor como la manifestación material del Amor de Dios es nuestro mayor júbilo, realización, deleite y plenitud. Entramos en la Era Mesiánica y la Redención Final bebiendo de los pozos de la bondad de los modos y atributos de Amor como nuestro nexo común con el Amor de Dios.

"Y en ese día vosotros diréis: 'Dad las gracias al Eterno, proclamad Su Nombre, haced saber Sus acciones entre los pueblos, decid que Su Nombre es exaltado. Candad al Eterno, porque Él ha hecho con gloria; esto es hecho saber en toda la tierra." (12:4-5)

En este conocimiento expresamos nuestra gratitud por la realización de quienes somos verdaderamente. Finalmente sabemos y vivimos lo que hizo Dios cuando nos creó. Su Nombre -- entendido como Sus caminos y atributos descritos en la Torá -- es exaltado, como lo exaltamos cuando miramos la inmensidad de lo que Él ha creado. Su gloria será revelada en todo lo que existe.

El Profeta nos dice que nosotros como Israel somos los que retornamos a Él como Su pueblo. Dios nos recoge desde todos los rincones del mundo para traernos a nuestra tierra, a Sión, para regocijarnos en nuestro retorno a Él. Dios lo hace para nosotros. Grande es nuestra alegría porque Dios es nuestro Único Sagrado entre nosotros. Amén.

"Grita y di en voz alta, tú habitante de Sión, porque grande es el Único Sagrado de Israel en medio de ti'." (12:6)

domingo, 1 de diciembre de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XXXIII) Isaías

La Conciencia Mesiánica es una aproximación integrante, unificante y armonizante de la existencia. Todo lo que somos y experimentamos en la vida, que hasta ahora hemos considerado separado, dividido, divergente, contrario u opuesto deja de ser percibido de esa manera en nuestra Redención Final. Hemos vivido en confusión y conflicto derivados de una concepción dualista del mundo material. Debemos comprender este predicamento prolongado y repetitivo como un proceso de aprendizaje necesario para que lleguemos a apreciar y valorar lo que realmente importa en nuestra existencia, tanto material como espiritual.

En el diseño perfecto de la Creación de Dios, Él quiere que conozcamos Sus caminos y atributos, ya que todo proviene de Él. Somos Sus criaturas y estamos destinados a conocer nuestro Creador. Él quiere que discernamos mediante las cualidades con las que nos hizo, y darnos cuenta de que todo se trata de causa y efecto.

En este sentido Él nos hace percibir una existencia fraccionada en la que debemos discernir y distinguir lo correcto y lo incorrecto, para que podamos tomar las decisiones apropiadas. De ahí que percibamos separación y diversidad como partes de una totalidad, y que nuestro propósito en la vida sea integrar y armonizar cada parte para un destino aún mayor. La capacidad de transformar una percepción dividida y conflictiva en un conocimiento funcional armonizado es lo que se llama la Conciencia Mesiánica.

Dijimos arriba que nuestra conciencia humana actual ha estado limitada para percibir de manera dividida, separada y opuesta, lo que implica un proceso doloroso de aprendizaje para apreciar lo que verdaderamente importa en nuestra existencia, y ello es Amor.

Nuestras decisiones negativas, resultado de decisiones improductivas y destructivas, tarde o temprano nos conducen a hacernos conscientes de que Amor es lo que integra, unifica, abarca y armoniza todo lo que existe. Esto también incluye todos los aspectos, niveles y dimensiones de la conciencia. Así nos damos cuenta que Amor es la causa y el efecto que sustenta la vida. A través de Amor comenzamos a conocer el Amor de Dios como el origen de todo lo que existe.

Al hacernos plenamente conscientes de la dinámica de Amor como manifestación material del Amor de Dios, comenzamos individualmente y colectivamente a armonizar lo que percibimos como diferente, separado, diverso, y aparentemente opuesto entre sí. Así llegamos a comprender las imágenes descritas por el Profeta cuando evoca las cualidades de la Era Mesiánica.

"La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de teta se entretendrá sobre la cueva de la serpiente, y el recién destetado extenderá su mano sobre la madriguera del basilisco." (Isaías 11:7-8)

Nuestro pleno conocimiento individual y colectivo de Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad comienza a vivir la cooperación entre aquello que solía percibir como cualidades aparentemente opuestas. En términos prácticos, primero debemos probarnos a nosotros mismos que hemos aprendido a fondo de causa y efecto, correcto e incorrecto, bueno y malo, etc.

En este largamente esperado estado de conciencia comenzamos conocer la dinámica de los modos y atributos de Amor, y cómo implementarlos en nuestro intelecto, discernimiento, pensamientos, sentimientos, emociones, pasiones e instintos. Así nuestras cualidades compasivas y vivificantes (la vaca) abrazan nuestras reacciones celosas y agresivas (la osa) para convertirlas (alimentarlas juntas) en expresiones constructivas y positivas (sus crías conviviendo juntas).

La violencia dejará de existir como causa y efecto en su interminable ciclo, porque la causa y el efecto serán de Amor. La misma motivación que nos conlleva a ser pacíficos y vivificantes (la paja) será el alimento de nuestra fuerza vital (el ego como buey) y también de nuestra motivación (el león) para ser y hacer el bien. Podemos ver la cooperación como el propósito común de dos de las principales cualidades de Israel.

El león como la Tribu de Judá y el buey como la Tribu de José, a la cual el profeta se referirá más adelante como Efraim. La inocencia volverá a definir la conciencia humana (los niños de teta y los destetados) para aproximarse sin temor a lo que en nuestra percepción actual vemos como dañino y destructivo (las serpientes y los basiliscos). Estas cualidades son la premisa y el preludio para entrar en el pleno conocimiento de nuestra conexión permanente con el Creador.

"No harán mal ni dañarán en toda Mi montaña sagrada, porque la tierra estará llena del conocimiento del Eterno como las aguas llenan el mar." (11:9)

No habrá nada negativo ni destructivo que dañe nuestra conexión con Dios -- lo que Él llama Su montaña sagrada --, el Templo de Jerusalén. Este nexo permanente es el conocimiento del Creador, el cual llenará todos los aspectos y dimensiones de la vida tal como las aguas llenan los océanos. En este sentido la tierra es la vida misma. Maimónides, el Rambam, lo dijo en sus propias palabras:

“En esa era no habrá hambruna ni guerra, ni envidia o conflicto, porque la bondad emanará en abundancia y todas las delicias serán accesibles como el polvo. La única preocupación del mundo entero será solamente conocer a Dios. Por lo tanto los israelitas serán grandes sabios y conocedores de los asuntos ocultos, y ellos adquirirán conocimiento de su Creador al máximo de la capacidad humana, tal como ha sido dicho: 'La tierra estará llena del conocimiento del Eterno como las aguas llenan el mar'.” (Leyes de los Reyes 12:5)

"Y acontecerá en ese día que la raíz de Isaí será un estandarte para los pueblos, y a él las naciones buscarán, y su trono será glorioso." (Isaías 11:10)

Acabamos de decir que nuestro conocimiento de Amor conduciendo todos los aspectos y dimensiones de la conciencia es la premisa y preludio de nuestra conexión permanente con Dios. Este conocimiento también es el preámbulo para convocar las tendencias negativas en la conciencia (las naciones) para ser transformadas en lo bueno que son los modos y atributos de Amor. Estos son la simiente y la cepa de la Conciencia Mesiánica, la raíz de Isaí y del rey David, cuyo trono y regencia serán eternos.

"Y acontecerá en ese día que el Eterno volverá a extender Su mano por segunda vez para recuperar el remanente de Su pueblo, que quedarán de Asiria, y de Egipto, y de Parthia, y de Etiopía, y de Persia, y de Caldea, y de Hamat, y de las islas del mar." (11:11)

Hemos dicho frecuentemente que Amor es el nexo común con nuestro Creador, y que a través de nuestro Amor llegamos al Amor de Dios. En este sentido Amor es el puente y enlace con el que llamamos al Creador. El Amor de Dios oye nuestro Amor cuando llamamos a Su Nombre. Él nos dice en la Torá que nos reunirá de nuevo desde nuestra dispersión y exilio entre las naciones:

"Entonces el Eterno tu Dios retornará tu cautiverio, y tendrá compasión de ti; y te recogerá de todos los pueblos adonde el Eterno te ha dispersado. Si alguno de ti que estén dispersados aunque sea en los confines del cielo, desde allá el Eterno tu Dios te recogerá, y desde allá Él te tomará." (Deuteronomio 30:3-4).

"Y Él elevará un estandarte para las naciones, y reunirá a los dispersos de Israel, y recogerá juntos a los dispersos de Judá desde todos los cuatro rincones de la tierra. También se alejará la envidia de Efraim, serán cortados los que acosen a Judá; Efraim no envidiará a Judá, y Judá no afligirá a Efraim." (11:12-13)

Dios reitera Sus palabras mediante el Profeta. Otra vez reafirma Su promesa de eliminar las tendencias negativas de la conciencia que crean separación, división y conflicto. Estos son los obstáculos que impiden nuestro destino individual y colectivo, de unir y revelar la gloria de Dios en toda Su Creación. Judá como la regencia y Efraim como la primogenitura compartirán su propósito común de proclamar y manifestar la voluntad del Creador para la Era Mesiánica.

Los versículos restantes de este capítulo se refieren otra vez a la reunión de los exiliados como el preludio final para entrar en un nuevo plano de conciencia humana en el mundo material. Entonces cielo y tierra compartirán el destino común de conocer al Creador, como las aguas llenan el mar.

"Y habrá un camino para el remanente de Su pueblo, los que quedaron de Asiria, como lo fue para Israel en el día que subió de la tierra de Egipto." (11:16)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.