domingo, 30 de marzo de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (L) Isaías

Hemos dicho que Dios decretó Su Redención Final desde nuestro Éxodo de Egipto, de ahí que nuestros Profetas se refieran a ella en pasado. También mencionamos que por este hecho deducimos que depende de nosotros, ya sea continuar viviendo en las fantasías e ilusiones de ego o encontrar nuestra plena libertad en los modos y atributos de Amor. Hemos llamado a Jerusalén el máximo conocimiento de nuestra conexión permanente con el Creador.

El Profeta se refiere a Jerusalén como Ariel, el lugar donde descansa el Arca de la Alianza en la cámara interior del Templo. Igualmente como el lugar donde reside la Conciencia Mesiánica, representada por el rey David. El Creador nos dice que nuestro mayor conocimiento de Él ha estado al servicio de fantasías e ilusiones materiales, como los pecados que acumulamos. Estos son los que nos hacen perder la cuenta de los festivales asignados en los que venimos a ver a nuestro Dios, año tras año en Jerusalén.

“¡Ay de Ariel, Ariel, ciudad del campamento de David! Tú has acumulado [pecados] año tras año, poniendo fin a tus festivales. Y Yo he enviado aflicción a Ariel, y ha sido lamentación y luto, y ha sido para Mí como Ariel.” (Isaías 29:1-2)

Repetidamente Dios reitera Su alegato contra nosotros a través de nuestros Profetas, recordándonos que nuestra separación de Sus modos y atributos es nuestra aflicción, lamento y luto. Dios ama nuestro nexo y conexión con Él, de ahí que la llama dos veces por su nombre, Ariel; y nos recuerde que siempre ha sido así. Otra vez debemos ser conscientes de lo que frecuentemente destacamos en este blog: Dios no nos castiga por nuestras transgresiones sino nosotros mismos, por las consecuencias de nuestros actos. Cosechamos lo que sembramos.

“Yo he acampado contra ti rodeándote, y Te he sitiado alrededor, y Yo he levantado barricadas contra ti. Tú has caído bajo, tu voz proviene como del suelo; como un fantasma del suelo ha sido tu voz, y desde el polvo tu susurras.” (29:3-4)

Nuestras decisiones negativas acaban forzándonos a retornar a nuestra Esencia y verdadera identidad, que son las cualidades positivas en lo bueno que somos. Entre más bajo caigamos, más muertos nos hacemos como fantasmas que no hacen ninguna diferencia estén donde estén.

“Como polvo ínfimo ha sido la multitud de aquellos que te dispersan, y como afrecho la multitud de poderosos; ha pasado en un instante, repentino.” (29:5)

Dios llama a las naciones polvo ínfimo, porque no están destinadas a prevalecer. Lo mismo va para lo que representan en nuestra conciencia: tendencias negativas al igual que fantasías e ilusiones de ego. Estas son los rasgos que nos separan de lo bueno de los modos y atributos de Amor, causando nuestro exilio de estos últimos. Son el afrecho que representa el poder que damos a tendencias negativas, fantasías e ilusiones.

“Por Dios, el Eterno de las multitudes, tú eres visitada con tempestad y con terremoto y con estruendo, huracán y ciclón, y llama de fuego devorador. Como un sueño, una visión de la noche ha sido la multitud de todas las naciones que pelean contra Ariel, todos aquellos que la rodean y la asedian y la afligen.” (29:6-7)

Dios reafirma Su promesa de reconstruir nuestra conciencia, removiendo lo que no necesitaremos en la próxima fase que conocemos como Redención Final. Todo lo que conocemos como negativo y destructivo en la vida será como en un sueño, como si jamás hubiese existido. Jerusalén como nuestra conexión permanente con Dios nunca más tendrá enemigos.

“Será como cuando un hambriento sueña que está comiendo pero despierta y su alma está vacía. Como cuando un sediento sueña que está bebiendo pero despierta y está fatigado y su alma implora beber. Así es con la multitud de todas las naciones que pelean contra el monte Sión.” (29:8)

Algunos de nuestros Sabios contemporáneos llaman a los oponentes de Israel “enemigos virtuales”, basados en estos versículos de Isaías. Polvo, afrecho y sueños son aquellos que aparecen como enemigos u oponentes de lo bueno que el Creador hace prevalecer en el mundo material.

El legado de la Torá como el Plan de Dios para Su Creación, reiterado por nuestros Profetas, tiene un propósito que es hacer prevalecer lo bueno. La razón es muy simple. Venimos de lo bueno que es el Amor de Dios, por lo tanto estamos destinados a ser y manifestar aquello de lo que fuimos creados. Esa es nuestra Esencia y verdadera identidad.

domingo, 23 de marzo de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XLIX) Isaías

“¡Ay de la corona de soberbia de los ebrios de Efraín, y de la flor caduca de su gloriosa hermosura, que está sobre la cabeza del valle engordado de los aturdidos por el vino!” (Isaías 28:1)

El Profeta denuncia una y otra vez las fantasías e ilusiones de ego como las causas de nuestra separación de los caminos y atributos de Dios. Se refirió anteriormente a Efraín como nuestra rebeldía y terquedad judías por lo vano e inútil que nos rebaja hacia adicciones, obsesiones, apegos y actitudes negativas. Una vez más nos trae a metáforas de ebrios, flores marchitas y gordura como exceso en lo que deseamos y perseguimos en fantasías e ilusiones materiales, a partir de nuestra soberbia. A pesar de ello, Dios reafirma Su promesa de eliminarlas a todas.

“He aquí que el Eterno tiene un fuerte y poderoso como turbión de granizo y como tempestad destructora; como tormenta de recias aguas que inundan, que con fuerza caen a la tierra.” (28:2)

Dios es nuestro Creador y conoce nuestras fuerzas y debilidades en el momento de tomar las decisiones correctas. Nos da libre albedrío y también nos hace conscientes de las consecuencias de nuestras opciones, ya sean positivas o negativas. De ahí que Él espere que aprendamos de muestras decisiones y sus resultados. Sin embargo este proceso de aprendizaje no es eterno ni interminable, porque tiene un propósito para nosotros como parte del Plan de Dios para Su Creación.

La Torá y los Profetas judíos anuncian un propósito positivo para una finalidad positiva en la humanidad, a pesar del predicamento de las tendencias negativas en la conciencia. Esto bueno en aras de lo bueno prevalecerá, y el Creador lo deja claro mediante nuestros Profetas. Isaías presenta alegorías relacionadas con poderosas aguas limpiadoras para remover de nuestra conciencia todo lo que se opone a los modos y atributos de Amor, porque estos son las únicas referencias para la Redención Final y la Era Mesiánica.

“Con los pies será hollada la corona de soberbia de los borrachos de Efraín. Y la flor marchita de su gloriosa hermosura, que está sobre la cabeza del valle engordado, será como el primer higo maduro antes del verano; el cual alguno ve, y tan pronto está en su mano se lo traga.” (28:3-4)

Hemos mencionado en comentarios anteriores sobre este tema, que el “final de los tiempos” y “el día del Eterno” se relacionan con el final de nuestra actual conciencia dualista -- oscilando entre positivo y negativo --, y el comienzo de una conciencia unificada y armonizada mediante la cual nuestro único interés será el conocimiento del Creador. Estas poderosas aguas arrasadoras son los modos y atributos de Dios plenamente revelados, que Él quiere que manifestemos en cada nivel y dimensión de la vida. Nuestras fantasías e ilusiones materiales desaparecerán tan pronto como una fruta madura cuando le ha llegado el momento de caer del árbol.

“En ese día el Eterno de las multitudes será por corona de gloria y diadema de hermosura para el remanente de Su pueblo.” (28:5)

Cuando el Creador revele Su Presencia en nosotros, será el momento trascendental en que seremos totalmente conscientes de nuestra Esencia e identidad judía. Encontraremos la indescriptible belleza de la conexión permanente con nuestro Creador, y nuestro destino como Su pueblo. En los versículos siguientes (28:6-14) el Profeta continúa recordándonos los efectos de nuestra separación de Sus caminos y atributos. Dios en Su Amor eterno anuncia la Redeción Final, a pesar de nuestro matrimonio con tendencias negativas y las fantasías e ilusiones de ego. Este es nuestro pacto con la muerte como el lugar donde la verdad no existe.

“Porque habéis dicho: 'Hemos hecho un pacto con la muerte, e hicimos un acuerdo con la tumba; cuando pase el turbión del azote, no llegará a nosotros, pues hemos hecho de la mentira nuestro refugio, y en la falsedad nos hemos escondido'.” (28:15)

Dios expone las iniquidades y la destrucción que infligimos en nuestra propia conciencia, derivadas de las mentiras con las que vivimos y conducimos nuestras creencias, pensamientos, sentimientos, emociones, pasiones e instintos. Al vivir por y para las mentiras y la falsedad, hacemos de ellas nuestras únicas referencias y propósito. Las convertimos en adicciones, apegos, hábitos y obsesiones. Se vuelven las casas donde habitamos y nos escondemos de la verdad trascendente de los modos y atributos de Amor, en los que encontramos nuestra verdadera libertad y Redención.

“Pondré la justicia como medida y la rectitud como nivel. Entonces el granizo barrerá el refugio de la mentira y las aguas cubrirán el escondite. Será terminado vuestro pacto con la muerte, vuestro convenio con la tumba no quedará en pie. Cuando pasare el turbión del azote seréis de él pisoteados.” (25:17-18)

La justicia y la rectitud de Dios son los fundamentos éticos de Su Amor por toda Su Creación. Estas componen la verdad que Él quiere que prevalezca en el mundo, eliminando las mentiras de las tendencias negativas en la conciencia. Vivir en la verdad de todo lo que es bueno es la anulación automática de nuestro matrimonio con la futilidad de las fantasías e ilusiones de ego.

Lo bueno proviene de Dios: “Dad gracias al Eterno porque Él es bueno, Su amorosa bondad perdura para siempre.” (Salmos 118:1), de ahí que Su benevolencia y amorosa bondad sean Sus directrices. Estas son la expresión de Su sabiduría, de las que fuimos hechos y estamos destinados a ser, tener y manifestar.

“También esto procede del Eterno de las multitudes, que ha hecho maravilloso Su consejo y grande Su sabiduría.” (Isaías 25:29)

domingo, 16 de marzo de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XLVIII) Isaías

Hemos indicado frecuentemente que nuestros Sabios místicos se refieren a ciudades como valores, principios y creencias a través de las cuales nos conducimos en la vida. El Profeta puede referirse en este versículo a un principio en general o a uno en particular. En un contexto general habla del resultado de abandonar un principio o creencia fundamental (como parte esencial de nuestra conciencia), y dejar que fantasías e ilusiones de ego tomen control y acaben con lo positivo inherente a ese principio o creencia.

“Porque la ciudad fortificada está desolada, una habitación abandonada y dejada como un desierto; allí pasta el becerro, allí tiene su majada, y ha consumido sus ramas.” (Isaías 27:10)

El Profeta usualmente se refiere a la “ciudad fortificada” como Jerusalén, que representa nuestro nexo y conexión con Dios, la cual hemos abandonado y olvidado. La hemos convertido en desolación, lugar vacío donde el control de ego y tendencias negativas hacen a su antojo, y destruyen lo bueno en nosotros.

“Su ramaje está seco y quebrado, vienen las mujeres y le prenden fuego. Porque no es pueblo de discernimiento, por tanto su Hacedor no le tendrá compasión, su Creador no lo favorecerá.” (27:11)

Isaías señala las fantasías e ilusiones de ego, al igual que las tendencias negativas, también como ramas secas. Porque no hay verdadera vida en ellas, sólo son ilusiones que están lejos de los modos y atributos de Amor. Aquí el Profeta menciona por primer vez el Principio Femenino en la Creación como el medio a través del cual transformamos y reorientamos la conciencia hacia lo bueno en aras de lo bueno.

Las mujeres representan la expresión humana de los modos y atributos de Amor, y fuego como el poder transformador de Amor. No hay discernimiento ni raciocinio en la agenda de ego, ni en las tendencias negativas. Ya sabemos que Dios las creó para que podamos tener libre albedrío, y poder elegir lo bueno de los modos de Amor en vez de fantasías e ilusiones de ego. De ahí que Dios no las compadezca ni favorezca.

“Y acontecerá en ese día, que trilla el Eterno desde la corriente del río [Éufrates] hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, sois reunidos uno a uno.” (27:12)

Dios nos separa de los ríos y torrentes de la mentalidad egocéntrica representada por el faraón y Egipto, que también simbolizan las tendencias negativas de las fantasías e ilusiones de ego, derivadas de falsas creencias o sentimientos de carencia. Dios nos trilla uno por uno, separándonos de la envidia, lujuria, soberbia, ira, indolencia, indiferencia y crueldad. Él nos traerá de vuelta a nuestra Esencia y verdadera identidad como hijos de Israel, Su fruto destinado a ser y manifestar lo bueno de donde proviene toda la Creación.

“Acontecerá también ese día, que sonará una gran trompeta, y vendrán los que habían sido perdidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido echados en tierra de Egipto, y adorarán al Eterno en la montaña sagrada en Jerusalén.” (27:13)

Recordemos que Asiria representa las naciones donde Efraín y otras nueve Tribus de Israel se asimilaron. Todos los hebreos “perdidos” o “dispersados” por asimilación en otras naciones, o “echados” en las tendencias negativas de la conciencia (Egypt) y en falsas creencias, serán reunidos uno por uno. Un gran llamado del Creador será oído en todos los confines de la tierra, un llamado a nuestros corazones.

Aquellos que lo oigamos seremos animados a retornar a nuestra Esencia y verdadera identidad como lo bueno que añoramos vivir, disfrutar y deleitarnos en ello. Una vez más seamos conscientes de que el lugar donde Dios nos reune es nuestra conexión y nexo permanente con Él, la montaña sagrada que está en Jerusalén.

domingo, 9 de marzo de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XLVII) Isaías

Dios creó todo lo que existe e incluye aquello que no podemos percibir o asimilar con nuestra conciencia. A través de su narrativa la Torá revela asuntos que solamente conciernen al Creador, en particular en el libro del Génesis. Nuestros Sabios, incluyendo Maimónides, nos advierten acerca de tratar de entender misterios tales como la Creación, simplemente porque están más allá de nuestra comprensión. Esta advertencia cumple dos propósitos. Primero enseñarnos que Dios es indefinible al igual que la manera como Él dirige Su Creación. Segundo enseñarnos humildad porque debemos asimilar el hecho de que también estamos limitados por dimensiones que percibimos dentro de los marcos de tiempo y espacio en el mundo material.

La Torá nos habla de los misterios del Creador al igual que de Sus caminos y atributos con los que Él se relaciona con Su Creación. De ahí nos damos cuenta de la ética de lo bueno que Dios nos enseña, y que también quiere que hagamos prevalecer en todas las facetas y aspectos de la vida. Todo lo que Dios creó -- aquello que los agnósticos llaman ahora “diseño inteligente” -- funciona de acuerdo al principio ético que se deriva de causa y efecto. Como ya lo hemos señalado en comentarios anteriores, estamos instados a aprender de las consecuencias de nuestros actos. Es así como debemos entender cada pasaje de la Torá y los mensajes de nuestros Profetas, incluyendo los misteriosos como el caso del leviatán.

“En ese día el Eterno con Su espada, la afilada y la grande y la poderosa, destruirá al leviatán, una serpiente escurridiza. Y sobre el leviatán, una serpiente torcida; y Él ha matado al dragón que está en el mar.” (Isaías 27:1)

Ya sabemos que la “mano”, “espalda”, “dedo”, “aliento“ u “ojos” de Dios -- al igual que Su “espada” -- representan algunos de Sus modos y atributos. En este versículo el Profeta se refiere a “el día del Eterno” o a “el final de los tiempos” como al momento en que Él revela plenamente la Redención Final y la Era Mesiánica. Isaías menciona lo afilado, grande y poderoso, como cualidades que definen capacidad y poder (“grande y poderosa”), disposición y determinación (“afilada”). Necesitamos estos rasgos y cualidades para aplicarlos al corazón o la raíz de aquello que niega o rechaza nuestra plena libertad de las tendencias negativas en la conciencia. Aquello a lo que el Profeta se refiere como leviatán.

Es bastante evidente que necesitamos la ayuda de Dios para vencer las tendencias negativas en la conciencia. El hecho de que ha sido Él quien las ha creado y promete removerlas, no significa que nos vamos a quedar de brazos cruzados hasta que ello ocurra. Debemos iniciar este proceso estando dispuestos, decididos y con la determinación de abandonar las fantasías e ilusiones de ego, y abrazar los modos y atributos de Amor.

La maldad y la iniquidad tienen sus modos huidizos y torcidos como las serpientes. De ahí que nuestros Sabios místicos se refieran al ego como una serpiente o dragón. En este versículo en particular el Profeta revela que Dios va a reorientar el ego -- como la fuerza motriz vital en la conciencia humana -- totalmente hacia los modos y atributos de Amor. Dios destruye “el dragón que está en el mar”, y el mar representa la conciencia como el agua donde nuestros pensamientos, ideas, sentimientos, emociones, pasiones e instintos coexisten juntos. Cada uno en su propia dimensión.

“En ese día cantádle a ella: '¡Una viña de vino espumoso!'. Yo el Eterno la cuidaré, Yo la regaré cada momento; para que nadie la destruya, la protejo noche y día. No hay en Mí enojo. ¿Quién pondrá contra Mí en batalla, espinas y cardos? Yo los hollaré, los quemaré todos juntos.” (27:2-4)

Una vez son removidas las tendencias negativas, todos cantamos a nuestra conexión permanente con el Creador, llamándola una viña fructífera o vino espumoso. Finalmente cosecharemos los frutos de lo bueno en nuestra conciencia que aquí llamamos los modos y atributos de Amor. Nos haremos conscientes de Amor con su causa y efecto en todo lo que pensemos, sintamos, digamos o hagamos.

En nuestro nexo permanente consciente con Dios estaremos sustentados constantemente para ser y hacer Sus caminos y atributos, con el propósito de realizar nuestro destino final al entrar a esta nueva etapa llamada la Conciencia Mesiánica. Eliminaremos los espinos y cardos de las tendencias negativas con el fuego de Amor como nuestra expresión material del Amor de Dios. Este es nuestro destino como la viña de Dios. El Profeta lo ha dicho antes: “El viñedo del Eterno Todopoderoso es la nación de Israel, y el pueblo de Judá son las vides con las que Él se deleita.” (5:7).

“A no ser que él [Jacob/Israel] confíe en Mi protección, que haga la paz conmigo, que conmigo haga la paz. Días vendrán cuando Jacob echará raíces, florecerá y echará retoños Israel, y la faz del mundo se llenará de fruto.” (27:5-6)

Esta dulce Redención es dirigida al pueblo de Dios como invitación para que iniciemos el conocimiento permanente de nuestra conexión con Él. La fortaleza de nuestro Amor es el Amor de Dios. En este nexo nos damos cuenta que la paz es la culminación de nuestra conexión con Dios, como lo completo, entero, total.

Amor es nuestro nexo común con Dios, mediante el cual logramos nuestra Unidad con Él. En esta realización nos establecemos, florecemos y fructificamos. Así llenamos al mundo con lo bueno de los modos y atributos de Amor, haciéndolos la causa y efecto del Plan de Dios para Su Creación.

“¿Acaso Él lo ha herido como quienes lo hirieron? ¿o ha sido muerto como los matados por Él? Luchaste con él desterrándolo, expulsándolo. Con Su viento fuerte Él lo expulsó [al leviatán] en el día del viento del este.” (27:7-8)

Dios nos recuerda que Él nunca ha tratado a Israel como nos han tratado las naciones. Tampoco nos ha tratado como Él ha tratado a las naciones. Esto es para decirnos que Él destruye la serpiente para Israel con el fin de realizar nuestro destino de revelar la Presencia Divina en el mundo. Esta se revela a través de los modos y atributos de Amor como manifestación material del Amor de Dios.

“De esta manera pues será purgada la iniquidad de Jacob; y éste será todo el fruto, la remoción de su pecado, cuando tornare todas las piedras del altar como piedras de cal desmenuzadas, y no se levantarán más los altares y los ídolos.” (27:9)

Dios eliminará la causa de todas nuestras iniquidades. Al hacerlo, es Él quien expía por nuestras transgresiones. Así nos damos cuenta individualmente de la causa de nuestros pecados como ídolos creados a partir de las fantasías e ilusiones de ego. Estas son los altares e ídolos que no serán más. Así nos damos cuenta que Amor siempre prevalecerá.

domingo, 2 de marzo de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XLVI) Isaías

Debemos concebir la vida en el mundo material como una experiencia de aprendizaje a partir de la realidad que creamos, basados en lo que entendemos, creemos, sentimos y hacemos. De hecho vivimos según las maneras como percibimos nuestro entorno. Dios creó el mundo y sus leyes que llamamos Naturaleza. Estas leyes funcionan bajo el principio inmutable de causa y efecto, y estamos sujetos a vivir de acuerdo a este.


Hemos dicho frecuentemente que el libre albedrío actúa dentro del esquema de causa y efecto, ya que el discernimiento también funciona en el mismo contexto. Así comprendemos que aprendemos de la experiencia con el fin de establecer las condiciones a partir de lo que hemos aprendido. En este contexto nos damos cuenta que todo lo que tenemos en el mundo, además de la Naturaleza y sus leyes, ha sido y es el resultado de lo que hemos creado. Quiere decir que somos responsables por lo que creamos, no Dios. Esa es la razón por la que nos dio libre albedrío, para que respondamos por lo que discernimos, pensamos, sentimos, decimos y hacemos.


En este sentido tenemos que poner atención a las leyes de la Naturaleza como expresiones del principio de causa y efecto. Este es el contexto fundamental de la vida en el mundo material. De ahí que ello implique un proceso de aprendizaje con el propósito específico de procurar un resultado, sea positivo o negativo. La Torá y nuestros Sabios enseñan que nosotros como judíos también estamos sometidos a causa y efecto. Sin embargo, las leyes de la Naturaleza actúan para nosotros de acuerdo a nuestra conexión con Dios. Dicho de otro modo, mientras mantengamos nuestra relación con Él según Sus caminos y atributos, la Naturaleza funciona para nosotros separada del principio de causa y efecto.


La prueba de ello fueron las plagas de Egipto, la división del Mar Rojo, vivir en el diserto durante 40 años, el maná, etc. Al asimilar esto como judíos, tenemos un propósito particular en la vida unidos al Creador. Así llegamos a la conclusión de que estamos verdaderamente vivos cuando revelamos Su Presencia en el mundo material. Así también la vida revela su verdadero propósito más allá de la Naturaleza y sus leyes.


“Muertos son, no vivirán. Las sombras no se levantan, porque los visitaste y destruiste, y deshiciste toda su memoria. Añadiste a la nación, oh Eterno, añadiste a la nación y has sido glorificado. Rechazaste todos los extremos de la tierra. Oh Eterno, en la tribulación te buscaron, derramaron su plegaria silenciosa cuando Tú los reprochaste.” (Isaías 26:14-16)


El Profeta se refiere a las naciones que viven separadas de los atributos del Creador. Esta separación conlleva a vivir sin el propósito que Él quiere para Su Creación, que es lo bueno en aras de lo bueno. Los muertos y las sombras representan lo que perece por no tener lo bueno. Lo muerto no vive y las sombras no se levantan. Así comprendemos que las decisiones que tomamos lejos de lo bueno de los modos y atributos de Amor nos conducen a la futilidad y vanidad de las fantasías e ilusiones de ego. En estas nos encontramos muertos, a diferencia de vivir en lo bueno en aras de lo bueno. Dios no nos castiga por las decisiones negativas que tomamos. Somos nosotros quienes nos castigamos por ellas. Dios en Su Torá y mediante Sus Profetas nos recuerda que Él es la fuente de la amorosa bondad con la que estamos hechos. Vivir lejos de esta es nuestro propio castigo.


Al elegir la nación de Su Pacto, Dios añadió bendiciones a Israel. A su vez Israel glorifica al Eterno. El Creador también rechazó los extremos de la tierra como lugares (naciones) que representan rasgos y cualidades opuestos a Sus caminos y atributos. Mientras vivimos entre las naciones -- o como parte de estas --, vivimos en y por su predicamento. Este es el exilio de nuestra Tierra Prometida, y desde las naciones clamamos a Dios por nuestro retorno a Él, ya que el regreso a nuestra tierra es nuestro retorno a Él.


Así es como lo glorificamos, reconociendo que Dios es la amorosa bondad de la que provenimos y hacia la que regresamos. Así asimilamos que en la tribulación padecida entre las naciones clamamos a Dios, y en plegaria silenciosa le pedimos que nos traiga de vuelta a Sus caminos y atributos. Plegaria para reconocimiento, para glorificación, para Redención.


“Como la preñada cuando se acerca el parto gime, y da gritos con sus dolores, así hemos sido delante de ti, oh Eterno. Concebimos, tuvimos dolores de parto, parimos como viento. No hubo redención en la tierra, ni cayeron los malvados al suelo.” (26:17-18)


La plegaria prosigue reflejando los dolores vividos al darnos cuenta de las consecuencias de nuestra separación de Dios. Hemos indicado que nuestra Redención Final acontece cuando abandonamos las tendencias negativas en la conciencia. Mientras vivamos en su causa y efecto no encontraremos nuestra salida, nuestra liberación en la tierra, nuestra libertad en todas las facetas y dimensiones de la vida.


“Tus muertos vivirán, junto con Mis cuerpos muertos resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de Luz; y la tierra traerá a la vida las sombras. Anda, pueblo Mío, entra en tus aposentos interiores, cierra tras de ti tus puertas. Escóndete un poquito, por un momento, hasta que pase la indignación.” (26:19-20)


El Creador reafirma Su Redención Final para Israel, llamando aquellos muertos en la separación de Sus caminos, Sus “cuerpos muertos”. Él los revivirá de sus tumbas con un nuevo rocío de Luz. Dios traerá Luz a las tinieblas, y convertirá sus sombras en vidas. Nos llama para entrar en las habitaciones internas de nuestra conciencia, donde Dios está en nosotros, y dejar afuera todo lo que no pertenece a Sus caminos y atributos. Al refugiar la conciencia en nuestro nexo permanente con Él, todo lo que no es parte de aquel pasará. Las tendencias negativas y las fantasías e ilusiones de ego son la indignación que pasará cuando Dios la elimine por completo.


“Porque he aquí que el Eterno sale de Su lugar, para visitar la maldad del morador de la tierra contra él; y la tierra también descubrirá sus sangres, y no más cubrirá sus muertos.” (26:21)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.