domingo, 25 de mayo de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LVIII) Isaías

Nuestra Torá y Profetas hebreos se refieren a la vida en el mundo material como un imperativo ético, implicando que la vida debe ser vivida dentro de los parámetros de lo bueno, ya que lo bueno es la causa y propósito de aquella. Repetidamente nos recuerdan la ley de causa y efecto como nuestra referencia para conducir la vida. De ahí nos damos cuenta que los modos y atributos de Amor transcienden las fantasías e ilusiones de ego, al igual que las tendencias negativas en la conciencia.

En este contexto asimilamos los rasgos que caracterizan a Amor como nuestros redentores de lo que es opuesto a sus cualidades. Así concluimos que nuestra Redención Final es el momento en que todo lo que es positivo prevalecerá para siempre. Tal como lo indican nuestros Profetas, la maldad será erradicada de la faz de la tierra; y ello incluye cada aspecto y dimensión de nuestra conciencia.

“¡Ay de ti que destruyes, pero no eres destruido; y que traicionas, pero nadie te traiciona! Cuando hayas dejado destruir, tú serás destruido; y cuando hayas dejado de traicionar, serás traicionado.” (Isaías 33:1)

Dios nos dice mediante el Profeta que tarde o temprano terminaremos atrapados en las consecuencias de nuestras tendencias, acciones y rasgos negativos, aún si creyéramos que hacer algo malo no nos afecta directa o inmediatamente. El rey David también nos lo señala: “La iniquidad mata al malvado, y quienes odian a los justos están desolados.” (Salmos 34:22).

Nuestras propias iniquidades nos destruyen, al darnos cuenta de que la desolación es el resultado de nuestra separación de lo que es justo, positivo, constructivo y liberador. Estos también son rasgos y cualidades de los modos y atributos de Amor.

“Eterno, sé compasivo con nosotros. Hemos esperado por Ti. Sé nuestra fortaleza cada mañana, también nuestra salvación en momentos de tribulación.” (Isaías 33:2)

En nuestras fantasías e ilusiones aprendemos y reconocemos que la libertad viene con nuestro retorno al Creador. Esperamos por Él en las tinieblas que convertimos en nuestra morada. Sabemos que en la Luz (referida aquí como “cada mañana”) encontramos nuestra fortaleza. Luz es lo bueno que nos salva en “momentos de tribulación” (las tinieblas que simbolizan nuestro cautiverio en las tendencias negativas en la conciencia).

“Ante el estruendo de [Tu] voz los pueblos huyen, al Tú levantarte las naciones son esparcidas.” (33:3)

El Profeta  nos dice -- como es de esperarse -- que habrá agitación y tensión cuando decidamos liberarnos de las tinieblas en la envidia, lujuria, soberbia, ira, codicia, indiferencia, indolencia y demás tendencias negativas de las que nos hacemos adictos, apegados y dependientes. Será una gran lucha superar las secuelas de nuestro cautiverio, una vez el “el estruendo” de la voz del Creador nos libere cuando responda a nuestro clamor de Redención Final.

Cuando elevemos nuestra conciencia a lo bueno que Dios quiere hacer prevalecer en Su Creación, Él dispersará los obstáculos (“las naciones”) que nos han mantenido en cautiverio. Aquí el Profeta se refiere al estruendo como el Amor de Dios que nos redime en el momento en que elijamos retornar a Sus caminos y atributos.

“Mas vuestro botín será cogido como cuando recogen las orugas, correrá sobre ellos como cuando van las langostas de un lugar a otro.” (33:4)

En esta metáfora nuestras ganancias será mucho mayores que nuestras pérdidas, cuando salgamos de las fantasías e ilusiones de ego. De hecho únicamente ganamos cuando vivimos en lo bueno de los caminos y atributos del Creador. Por lo tanto salimos más ricos con todo lo que habremos de aprender de nuestras tribulaciones y sufrimientos, que hemos infligido en nuestras vidas mientras vivimos en tinieblas.

“El Eterno es exaltado, porque Él habita en las alturas. Él ha llenado a Sión con justicia y con rectitud.” (33:5)

Podremos verdaderamente exaltar a nuestro Creador solamente cuando nos hagamos plenamente conscientes de que todo proviene de la justicia y rectitud de Su Amor por Su Creación. Esta realización solamente ocurre en Sión como el conocimiento permanente de nuestra conexión con Dios. De ahí que seamos nosotros los que debamos ascender a Él, elevando todos los aspectos, rasgos, cualidades y dimensiones de la conciencia, mediante los modos y atributos de Amor.

“Y la confianza en [Tus] tiempos es la fortaleza de [Tus] redenciones, sabiduría, y conocimiento. El temor [reverencia] del Eterno es el tesoro [del hombre].” (33:6)

Fe (“confianza”) en Dios es la fuerza de nuestra esperanza en Sus redenciones, al igual que los frutos de la sabiduría y conocimiento que Él nos da en la Torá. Así comprendemos que todo lo que encontramos en el Creador es indescriptiblemente asombroso, que nos hace reverenciarlo. Esta reverencia es nuestro mayor tesoro. Aquí nuevamente traducimos “temor” como nuestra reverencia, una vez nos hacemos conscientes de que todo proviene de Dios.

El Profeta continúa lamentando el predicamento de Israel (33:7-10), la Tierra Prometida, Jerusalén y nuestro Templo, mientras reafirma la promesa de Dios sobre Su Redención Final. Las tendencias y rasgos negativos temen su final ante las consecuencias de nuestras acciones erradas (33:11-14), mientras que los rasgos positivos disfrutan de los resultados de sus acciones (33:15-19).

domingo, 18 de mayo de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LVII) Isaías

“Levantaos, mujeres indolentes, y oíd mi voz; hijas confiadas, prestad oído a mi palabra. Dentro de un año y algunos días os conturbaréis, hijas confiadas, porque se habrá acabado la vendimia, y la recogida [cosecha] no vendrá.” (Isaías 32:9-10)

Nuestros Sabios se refieren a las mujeres en esta metáfora como las ciudades de Judea y Samaria a punto de ser conquistadas y destruidas por los enemigos de Israel. Sus habitantes desoyeron las advertencias del Profeta acerca de su inminente desgracia.

También podemos entender estas advertencias refiriéndose a los aspectos de la conciencia que prefieren ser conquistados y subyugados por tendencias negativas representadas por los enemigos de Israel. Preferimos oír las exigencias derivadas de la envidia, lujuria, codicia, orgullo, indiferencia, indolencia y crueldad, que procurar lo bueno que el Creador quiere para nosotros.

“Temblad, mujeres indolentes; conturbaos, hijas confiadas; desvestíos, desnudaos, y ceñid cilicio en la cintura. Golpeaos el pecho por los campos agradables, por la vid fructífera. Por el suelo de mi pueblo donde crecerán espinos y cardos. Sí, por todas las casas alegres en la ciudad de alegría.” (32:11-13)

Mientras continuemos bajo el dominio de las fantasías e ilusiones de ego, vivimos atrapados en turbación, sin cosechar nada bueno ni alentador. En nuestro negativo predicamento no hay esperanza de ser rescatado y recogido de vuelta a los caminos y atributos de Dios, que son nuestra verdadera libertad y redención. La vida como la tierra se convierte en un campo de espinos y cardos, donde la alegría y la felicidad están lejos de nuestro entorno.

“Porque el palacio ha sido abandonado, hecha un desierto la populosa ciudad. Las torres y fortalezas se tornarán cuevas para siempre. Un deleite para asnos monteses, un pasto para rebaños. Hasta que se derrame sobre nosotros el Espíritu desde lo alto, el desierto se convierta en campo fértil y el campo fértil sea contado como bosque.” (32:14-15)

Antes de enviarnos a nuestros Profetas, Dios nos advierte en la Torá (Deuteronomio) acerca de las consecuencias de nuestra separación de Sus caminos y atributos, ya que depende de nosotros. Elegir los ídolos que hacemos de nuestras fantasías, ilusiones, obsesiones, apegos, adicciones, y tendencias negativas en la conciencia es la premisa para abandonar nuestra conexión permanente con Dios. Esta -- como hemos dicho muchas veces -- está representada por el Templo de Jerusalén.

Aquí se menciona como el “palacio abandonado”, “ciudad desierta”, “fortaleza” y “torre”, donde “asnos monteses y rebaños” se deleitan. Estos representan  imprudencia y falta de dirección. Hasta que retornemos a nuestra Esencia y verdadera identidad que el Amor de Dios creó: “el Espíritu desde lo alto”.

Debemos entender esta reconexión con Dios como nuestro reconocimiento individual y colectivo de quienes realmente somos. Retornar a nuestra verdadera identidad es el inicio de nuestra Redención Final en “el final de los tiempos”. Hemos indicado frecuentemente que este, al igual que “el día del Eterno” representan el momento en que elegimos regresar a nuestro Creador y unirnos a Él para realizar la misión que nos tiene destinada, tal como nos lo encomienda en la Torá.

En esta realización nos damos cuenta que ser, tener y hacer lo bueno son las semillas, el campo, la lluvia, y también la cosecha. Los modos y atributos de Amor son lo bueno que convierte campos desolados y yermos (los rasgos y tendencias negativas en la conciencia) en campos de abundantes frutos, como bosques frondosos.

“Entonces habrá justicia en lo desierto, y en el campo fértil reinará la rectitud. La obra de la justicia será paz, y el servicio de la justicia [será] tranquilidad y seguridad para siempre. Y Mi pueblo habitará en morada de paz, y en habitaciones seguras, y en lugares tranquilos de reposo. Y el granizo, cuando descendiere será en los montes; y la ciudad será del todo abatida.” (32:16-19)

Dios nos recuerda una vez más que la justicia y la rectitud son las premisas de nuestra fructificación en cada aspecto y dimensión de la conciencia que reflejamos en cada faceta de la vida. Ambas son los cimientos de la amorosa bondad y compasión como cualidades esenciales de los modos y atributos de Amor, como manifestación material del Amor de Dios. Otra vez aprendemos que haciendo lo que es bueno conlleva a hacer prevalecer la paz, porque la rectitud trae para nosotros tranquilidad y seguridad en lo que es bueno.

“Dichosos sois vosotros que sembráis al lado de las aguas, enviando adelante los pies de buey y asno.” (32:20)

Al ser y manifestar los modos y atributos de Amor, vivimos alejados de la turbación de las fantasías e ilusiones de ego, y dirigimos nuestros pensamientos, emociones y sentimientos (“las aguas”) en las cuales nuestras pasiones e instintos (“el buey y el asno”) se deleitan en plena libertad, cooperando para labrar el campo de la vida y sembrar en esta lo bueno, para cosechar lo bueno.

domingo, 11 de mayo de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LVI) Isaías

"He aquí que con rectitud reina un rey, y príncipes gobiernan con justicia." (Isaías 32:1)

Hay una cualidad en la conciencia destinada a regir en todos los aspectos y dimensiones de la vida. Esta cualidad es nuestra Esencia e identidad provenientes del Amor de Dios que nos creó. En términos prácticos, se trata de lo bueno como nuestro nexo común con Dios. Lo bueno es el rey y también la rectitud con la que reina. Esta es la cualidad que caracteriza la Conciencia Mesiánica para reinar eternamente. El versículo se refiere a un rey y a príncipes, pero los rasgos que tienen en común son la rectitud y la justicia amadas por el Creador: "El ama la rectitud y la justicia. La tierra está llena de la amorosa bondad del Eterno." (Salmos 33:5). En este contexto, los príncipes y sus juicios representan las expresiones positivas de lo bueno como lo correcto que debemos hacer.

"Cada uno será como refugio contra el viento, y un amparo contra la tormenta; como corrientes de agua en tierra seca, como la sombra de una gran peña en tierra árida." (32:2)

Lo bueno como cualidad inherente a los modos y atributos de Amor es la expresión de rectitud y justicia, que son nuestro amparo de las turbulencias en las fantasías e ilusiones de ego. Hacer lo bueno en aras de lo bueno es la verdad y armadura que nos protegen de la tormenta de tendencias negativas en la conciencia. Son las corrientes de agua en lo árido y seco de una actitud materialista ante la vida.

"No se cegarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los que oyen oirán. Y el corazón de los necios entenderá para saber, y la lengua de los tartamudos hablará con fluidez y claridad." (32:3-4)

Mientras permitamos que rectitud y justicia sean las expresiones de los modos y atributos de Amor, nuestros ojos verán y nuestros oídos oirán. Esto quiere decir que siendo y haciendo lo bueno sabemos y entendemos que lo bueno es el entero propósito de la Creación de Dios, porque Dios es bueno. Lo bueno nos hace sabios, y lo que decimos y hacemos es tan claro como nuestros pensamientos.

"Ya no se llamará noble al necio, ni se le dirá generoso al mezquino. Porque el mezquino habla mezquindades, y su corazón fabrica iniquidad, para hacer impiedad y para hablar escarnio contra el Eterno, dejando vacía el alma hambrienta, y quitando la bebida al sediento." (32:5-6)

En lo bueno no hay necios ni mezquinos, porque lo bueno llena nuestro conocimiento y nos hace ricos en su abundancia. Mientras sigamos controlados por la carencia que caracteriza a las fantasías e ilusiones de ego, sus iniquidades destruyen lo bueno que procuramos en los modos y atributos de Amor. Esta destrucción es el resultado de hacer lo opuesto a los caminos del Creador.

De ahí que las tendencias negativas en la conciencia son la impiedad y el escarnio contra lo bueno que Dios quiere que vivamos y hagamos prevalecer en todos los aspectos y dimensiones de la vida. Los modos y atributos de Amor son el alimento y la bebida que sacian el hambre y la sed de nuestras almas.

"Y el avaro sus instrumentos son malvados; él maquina malos pensamientos para corromper al humilde con palabras mentirosas, aún cuando el pobre habla con juicio. Pero el noble concibe planes nobles, y en las cosas nobles se afirma." (32:7-8)

El Profeta comunica las palabras del Creador para hacer una clara distinción entre el bien y el mal, y sus efectos en nuestra conciencia. La avaricia concibe la vida en carencia, la cual instiga la envidia, codicia, ambición, soberbia y sentimientos negativos que corrompen el deseo de nuestra alma de vivir en lo bueno de donde provino.

Nuestras almas son los humildes cautivos en la esclavitud de adicciones, obsesiones y apegos materialistas, además de tendencias negativas como las mentiras que corrompen nuestra conciencia. Lo bueno procura lo bueno, y se afirma en lo bueno como expresión de Amor como manifestación material del Amor de Dios.

domingo, 4 de mayo de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LV) Isaías

“¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carrozas porque son muchos, y en jinetes porque son valientes; y no miran al Sagrado de Israel, ni buscan al Eterno!” (Isaías 31:1)

El Profeta lo deja claro al citar la historia también como alegoría. Preferimos una alianza con Egipto contra Babilonia, que confiar en nuestra alianza con Dios. Del mismo modo preferimos vivir en las fantasías e ilusiones de ego que en los modos y atributos de Amor. Caballos, carrozas y jinetes son las tendencias egoístas hacia lo sensual, que parecen más poderosas que nuestra voluntad de confiar solamente en lo bueno que debemos procurar individual y colectivamente. En nuestro bienestar colectivo no existe carencia que nos lleve a la envidia, soberbia, codicia, ira, indiferencia, indolencia o crueldad. Este bienestar individual y colectivo proviene de lo bueno de los caminos y atributos de Dios, porque Dios es bueno y también provenimos de Su amorosa bondad.

“Pero Él también es sabio, y trae el mal, y no retira Sus palabras. Se levantará pues contra la casa de los malvados, y contra la ayuda de los obradores de iniquidad.” (31:2)

Se nos recuerda una y otra vez que lo bueno de los caminos y atributos del Creador no cohabita con nada diferente u opuesto a estos. Nuevamente debemos asimilar que Dios “trae el mal” como algo que nosotros elegimos, y no de Él para castigar el libre albedrío que nos dio. Somos castigados por las consecuencias nuestras propias iniquidades.

El Profeta reitera las palabras del rey David: “Y Él ha traído sobre ellos [los malvados] su propia iniquidad, y los quebrantará en su propia maldad; el Eterno nuestro Dios los quebrantará.” (Salmos 94:23). Estas también son referencias para la Era Mesiánica, en la que el Creador eliminará la fuente de todos los males, “la ayuda de los obradores de iniquidad”.

“Pues los egipcios son hombres, y no Dios; y sus caballos son carne, y no espíritu. El Eterno entonces extenderá Su mano y el que ayuda tropezará, y el que recibe ayuda caerá; todos ellos juntos perecerán.” (Isaías 31:3)

Hay una distinción entre las cualidades del mundo espiritual y el mundo material, como reflejo de nuestra conciencia superior e inferior. Entre los modos y atributos de Amor, y las fantasías e ilusiones de ego. Entre lo que es bueno cuyo propósito es lo bueno, y los tendencias negativas con sus consecuencias. Se destaca otra vez que lo bueno trasciende sobre la causa y el efecto de lo malo, porque Dios quiere que lo bueno prevalezca en todos los aspectos y dimensiones de la conciencia.

“Porque el Eterno me dijo a mí de esta manera: 'Como el león y el cachorro del león ruge ante su presa, y si se reune contra él una multitud de pastores no se asustará de sus voces, ni se acobardará por el ruido de ellos; así el Eterno de las multitudes descenderá a pelear en el monte de Sión, y por su colina.” (31:4)

Dios compara la implacabilidad de un león con Su determinación de hacer prevalecer lo bueno en el mundo material. La Torá también compara a Israel con un león, por la misma razón: “He aquí que el pueblo [Israel] se levantará como un gran león, y se elevarán ellos como un cachorro de león. Él no se echará hasta que devore la presa, y beberá la sangre de los devorados.” (Números 23:24). Esta también es la misión y destino de Israel en el mundo, de ahí el Pacto entre Dios e Israel.

La “multitud de pastores” en este caso representa las tendencias negativas en la conciencia, y las fantasías e ilusiones de ego como su “ruido”. La confrontación final del león implacable (como lo bueno destinado a prevalecer) y su presa (como la maldad en todas sus formas y expresiones) tiene lugar en lo más elevado de nuestra conciencia. Este es el monte de Sión como nuestra conexión permanente con Dios. En el pleno conocimiento de lo bueno como nuestra verdadera identidad y nexo común con Dios tenemos el poder para eliminar todo lo opuesto a los modos y atributos de Amor.

“Como las aves que vuelan, así ampara el Eterno de las multitudes a Jerusalén, amparando, librando, pasando, y redimiendo.” (Isaías 31:5)

Dios nos repite que Él es nuestro Creador, que Él nos sustenta, que Él nos ampara y nos libera, porque Él es nuestra liberación y quiere nuestra libertad. Jerusalén es nuestro lugar de encuentro, el nexo y la conexión, el conocimiento y la determinación de ser y manifestar nuestra Esencia y verdadera identidad que provienen de Su Amor.

“Retornad a Él, de quien tan profundamente se han apartado, oh hijos de Israel. Porque en ese día arrojará cada hombre sus ídolos de plata, y sus ídolos de oro, que para vosotros han hecho vuestras manos para pecar.” (31:6-7)

Dios pide a nuestros ancestros en la Torá que retornen a Sus caminos, y mediante Sus Profetas nos lo pide repetidamente: “Desde los días de vuestros padres vosotros os habéis apartado de Mis ordenanzas, y no las habéis guardado. 'Retornad a Mí, y Yo retornaré a vosotros', dice el Eterno de las multitudes. Pero vosotros decís, '¿Cómo habremos de retornar'?” (Malaquías 3:7). Todos sabemos que nuestro retorno a Él es a través de los modos y atributos de Amor, que provienen de lo bueno que es nuestro nexo común con Su Amor.

Al entronizar Amor como el regente de todos los aspectos y facetas de la vida, no hay espacio para ídolos de ninguna clase producto de fantasías e ilusiones de ego. Estas son los ídolos que creamos con nuestras manos (acciones) para transgredir lo bueno que somos y estamos destinados a manifestar en la vida. Cuando finalmente reconozcamos que lo único necesario para realizar nuestro destino en este mundo es Amor con sus modos y atributos, arrojaremos todo lo distinto u opuesto a lo bueno que estos son.

“Entonces caerá Assur [Asiria] por cuchillo, no de hombre; y lo consumirá espada, no de hombre; y huirá de la presencia de la espada, y sus mancebos serán tributarios.” (Isaías 31:8)

Asiria es mencionada aquí como uno de los invasores y opresores de Israel, que también representa tendencias negativas en la conciencia que serán transformadas en rasgos y cualidades positivas; como tributarios naturales de los modos y atributos de Amor. Debemos comenzar nuestra transición individual y colectiva de lo que no necesitamos como fantasías e ilusiones, hacia lo que sí necesitamos que son los modos y atributos de Amor.

“Y su fortaleza [de Asiria] caerá de terror, y sus príncipes se espantarán ante el estandarte, dice el Eterno, cuyo fuego está en Sión, y su horno en Jerusalén.” (31:9)

Hemos dicho que nuestros Sabios frecuentemente explican “temor” y “terror” como reverencia y asombro en algunos contextos de la Biblia Hebrea. Aquí las tendencias e impulsos negativos se rinden (“espantan”) al reconocer lo bueno como el estandarte de los atributos del Creador, subordinándose a Sus caminos. Estos son el fuego que está en Sión como nuestro eterno nexo con Él, y el horno de Su Amor que habita en Jerusalén como nuestra conexión permanente con Él.

Amor de Dios es nuestra Esencia e identidad, el espíritu que Él puso en nuestras vidas, el aliento que nos hace entender y vivir mediante Sus caminos y atributos.

“Pero es un espíritu en el hombre, el aliento del Todopoderoso los hace entender.” (Job 32:8)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.