domingo, 27 de julio de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXVII) Isaías

“Y ahora, así dice el Eterno tu Creador, oh Jacob; y El que te formó, oh Israel: 'No temas, porque Yo te He redimido, te He llamado por tu nombre. Tú eres Mío.” (Isaías 43:1)

Este es uno de los mensajes trascendentales de la Biblia hebrea porque define y destaca la identidad judía. Todo está contenido en esta declaración. Decimos todo porque se trata de la existencia de Israel y el nexo con el Creador.

Llamar por su nombre a Jacob como Israel es la manera de identificar lo que significa el pueblo elegido de Dios para Él. También con esto nos damos cuenta de los significados de la creación y formación de Israel por parte de Dios, las cuales tienen un propósito en Su plan para el mundo. En esta realización no hay razón para temer. Dios está con nosotros porque le pertenecemos a Él, y en el conocimiento de esta conexión de hecho somos redimidos.

“Cuando pases por las aguas, Yo estoy contigo. Y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama te abrasará.” (43:2)

Aún en las vicisitudes y peligros que enfrentamos para descubrir, aprender, vivir y manifestar nuestra identidad judía, Dios está con nosotros. En este proceso encontramos las seducciones de las fantasías e ilusiones de ego, las cuales conducen a tendencias y rasgos negativos en las conciencia, que a su vez nos desvían de lo bueno en los modos y atributos de Amor como manifestación material del Amor de Dios.

“Porque yo soy el Eterno tu Dios, el Sagrado de Israel, guardador tuyo. A Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti.” (43:3)

Esta es otra declaración fundamental que proclama la Redención Final y la Conciencia Mesiánica. Nuestra Redención proviene exclusivamente de nuestro Creador y de nadie más, lo cual elimina intermediarios. También señala la directa profecía de que la Era Mesiánica se manifiesta a través del Sagrado de Israel, ya que el pueblo judío es el destinado mensajero de la Redención Final del Creador. Egipto, Etiopía y Seba son mencionadas como naciones con diferentes propósitos en el plan de Dios, con las cuales Israel se ha relacionado con experiencias tanto negativas como positivas.

“Ya que eres precioso a Mis ojos, has sido digno de honor, y Yo te he amado. Entregaré a otros hombres en lugar tuyo, y a otros pueblos por tu vida.” (43:4)

Dios reafirma Su Pacto con Israel como heredero de la Torá y el legado de esta para el mundo. En este contexto somos preciosos para Él, y por ello recibimos honores. El Amor de Dios es nuestra Esencia, verdadera identidad y nexo común con Él. De ahí que Dios asigne deberes diferentes para las naciones, con el fin de preservar la misión de Israel en el mundo.

“No temas, porque Yo estoy contigo. Del oriente traeré tu simiente [descendientes], y del occidente te recogeré. Digo al norte: 'Entrégalos', y al sur: 'No los retengas'. Trae a Mis hijos desde lejos, y a Mis hijas desde los confines de la tierra. A cada uno que es llamado por Mi Nombre, y a quien He creado [Jacob] para Mi gloria, a quien He formado [Israel] y a quien He hecho.” (43:5-7)

Dios nos dice que la misión de Israel no es fácil. De ahí el temor a que las naciones rechacen y se opongan a Su voluntad, persiguiendo y tratando de destruir al pueblo judío a través de la historia. A pesar de nuestro conocimiento de la Presencia de Dios en nuestras vidas mediante los modos y atributos de Amor, seguimos temiendo a las tendencias negativas en la conciencia.

Dios también conoce nuestras debilidades, y promete redimirnos al revitalizar nuestra Esencia e identidad como la simiente que Él nutre para recogernos en cosecha abundante. Él nos toma desde los confines de la tierra, y nos redime de la opresión y retención bajo la maldad y lo negativo. Él nos recogerá y reunirá a todos, porque somos Sus hijos e hijas que ha creado para Su voluntad.

“El ha sacado al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos.” (43:8)

Dios promete transformar nuestra conciencia eliminando la persistencia de nuestras adicciones, apegos, obsesiones y terquedades, para traernos a la libertad total de vivir en los modos y atributos de Amor, contrarios a las tendencias y rasgos negativos de las ilusiones y fantasías de ego.

“Todas las naciones a una se han reunido, y se han congregado los pueblos. ¿Quién de ellos declarará esto y nos proclamará las cosas anteriores? Que presenten sus testigos y que se justifiquen, que oigan y digan: 'Es verdad'.” (43:9)

El Creador desafía a los deseos materialistas de ego y sus tendencias negativas como las naciones que alegan ser mejores que los modos y atributos de Amor, representados por la Esencia e identidad de Israel. La verdad de aquellas no tiene fundamento, ya que no hay nada recto ni positivo en su predicamento.

“Vosotros sois mis testigos, afirma el Eterno. Y Mi siervo a quien He escogido, para que Me conozcáis y creáis en Mí, y entendáis que Yo soy. Antes de Mí no fue formado otro dios, ni después de Mí lo habrá.” (43:10)

Dios trae a Israel, Su elegido servidor, como el mensajero del mayor bienestar que Él quiere hacer prevalecer en la conciencia humana. A través de Israel reconocemos la voluntad de Dios como la verdad que todos estamos destinados a creer y sostener. La verdad que proclama la Unicidad de Dios como el único Creador y Amo de todo. Una vez más Él nos advierte sobre la idolatría de las fantasías e ilusiones de ego, en vez del servicio a Sus caminos y atributos como nuestra verdadera identidad y propósito en la vida. Otra vez nos recuerda que Él como nuestro Creador es también nuestro único y exclusivo Dios y Redentor.

“Yo, Yo soy el Eterno, y fuera de Mí no hay redentor.” (43:11)

domingo, 20 de julio de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXVI) Isaías

“Yo soy el Eterno, este es Mi Nombre. Y Mi gloria no doy a otro, ni Mi alabanza a imágenes talladas.” (42:8)

El Creador nos recuerda Su Nombre para llamarnos la atención acerca de Sus caminos y atributos que definen para nosotros Su Amor. Estos atributos son Su gloria que no existen para cohabitar con nada diferente de estos. Los ídolos que creamos a partir de nuestras fantasías e ilusiones de ego para depender de ellos, no comparten el mismo tiempo y espacio de la verdad con la que Dios se relaciona con nosotros.

“He aquí, las cosas anteriores han ocurrido, y Yo anuncio cosas nuevas. Antes que sucedan os las anuncio. Cantad al Eterno un cántico nuevo, cantad su alabanza desde los confines de la tierra, los que descendéis al mar y cuanto hay en él, las islas y sus moradores.” (42:9-10)

Nuevamente Dios abre nuestros ojos para aprender finalmente de nuestra propia historia en el mundo material. Miles de años hemos pasado viviendo en las fantasías como en las pesadillas de las fantasías e ilusiones de ego. Dios nos creó con libre albedrío para decidir, aunque da la impresión de que no hemos aprendido de nuestras decisiones equivocadas. Estas son “las cosas anteriores” previas a la manifestación de la Conciencia Mesiánica.

Dios nos anuncia con anticipación que el bien está destinado a prevalecer a pesar de nuestras decisiones negativas, y nos invita constantemente a elegir el bien como nuestra eterna Redención. Él nos llama como aquellos “que descendéis al mar y cuanto hay en él, las islas y sus moradores”.

“Alcen la voz el desierto y sus ciudades, las aldeas donde habita Cedar. Canten los moradores de la roca, y desde la cumbre de los montes den voces de júbilo. Glorificad al Eterno, y proclamen su alabanza en las islas.” (42:11-12)

Clamemos desde el desierto oscuro de nuestras tendencias y modos negativos, y desde la desolación de nuestras adicciones, apegos, obsesiones, depresiones y frustraciones, y ascendamos a los planos elevados de la conciencia para retornar a nuestra conexión permanente con Dios.

Esto lo hacemos siendo y haciendo lo bueno como nuestro nexo común con Él. Desde este lugar lo glorificamos a Él y celebramos Sus caminos y atributos como las islas que debemos unir como una sola tierra firme que hagamos eterna.

“El Eterno sale como guerrero, como hombre de guerra despierta Su celo. Grita, sí, lanza un grito de guerra, contra Sus enemigos prevalece. Desde mucho tiempo He callado, He guardado silencio, y Me he detenido. Ahora doy gritos como la mujer que está de parto; asolo y devoro a la vez.” (42:13-14)

Dios llama al “guerrero” en nosotros para alzar la voz contra los rasgos y tendencias que nos mantienen cautivos en sus tinieblas. El Creador nos dice que el cautiverio en la oscuridad que elegimos vivir no es para siempre, porque las fantasías e ilusiones de ego son temporales.

Un día Él nos despertará al cumplir Su promesa de eliminarlas todas al mismo tiempo. Dios lo compara con una mujer dando a luz, que grita al hacerlo y que al final estará feliz.

“Asolo montes y colinas, y seco toda su vegetación. Convierto los ríos en islas, y seco las lagunas.” (42:15)

Debemos entender estas metáforas como los cambios que nuestra conciencia debe asimilar para poder entrar e nuestra Redención Final. Su común denominador es lo bueno que debemos establecer completamente y permanentemente en todos los aspectos y dimensiones de la vida.

Esta es la culminación del Amor de Dios por nosotros, luego de abrirnos los ojos a la verdad del bien. Ahora nos lleva por senderos de lo bueno que no hemos andado antes. Un nuevo conocimiento de lo que es el bien, donde solo Luz resplandece. Lugares llanos sin terreno escabroso. El bien como la verdad que nunca nos ha abandonado.

“He conducido a los ciegos por un camino que no conocen, por sendas que no conocen los He guiado. Cambio delante de ellos las tinieblas en luz y lo escabroso en llanura. Estas cosas He hecho, y no las dejaré sin hacer.” (42:16)

Tengamos presente que Dios se refiere a la Conciencia Mesiánica, no como un conocimiento individual sino colectivo. Él señala a Israel como el pueblo del cual esta conciencia florecerá, y su rey mesías como el punto focal que conduce todos los aspectos y dimensiones de la vida. Esta en la dirección del Amor de Dios como referencia primordial en todos los niveles de conciencia.

“Serán vueltos atrás y completamente avergonzados los que confían en ídolos, los que dicen a las imágenes fundidas: Vosotros sois nuestros dioses. Sordos, oíd; y vosotros ciegos, mirad para ver.” (42:17-18)

Una vez más el Creador nos advierte sobre las fantasías e ilusiones de ego como los ídolos que desaparecerán cuando elijamos abrir los ojos y los oídos. Quienes viven por sus propias creencias, ideologías, adicciones, obsesiones y apegos no están satisfechos o contentos con el bien, contrario a sus elecciones equivocadas.

Encontramos gente que no cree en el bien como la verdad y la libertad en la conciencia humana. Estos son los que necesitan aprender esto cuando se den cuenta que la desilusión es parte de lo que nos dejan las fantasías e ilusiones, ya que la verdad no es parte de estas.

“¿Quién ciego, sino Mi servidor? ¿quién sordo, como Mi mensajero que envío? ¿quién ciego como el que está en paz, y ciego como el servidor del Eterno? Que ve muchas cosas y no observa, que abre los oídos y no oye.” (42:19-20)

El Creador hace referencia al pueblo de Israel, Su elegido servidor, que ha estado ciego y sordo en la mayoría de sus años en el mundo material. Nuestra repetida indiferencia con la Torá y nuestro Pacto con Dios se hace manifiesta con la asimilación a otras naciones, los exilios y la Diáspora.

Estos son el resultado de nuestra ceguera y sordera para con nuestra Esencia y verdadera identidad como el pueblo elegido. Vemos entonces que la idolatría es la causa y el efecto de nuestra separación de los caminos y atributos de Dios, y del nexo que compartimos con Él.

“El Eterno se complace a causa de su rectitud [de Israel], haciendo la Torá grande y gloriosa. Mas este es pueblo saqueado y pisoteado, todos ellos cautivos, enlazados y ocultados. Han sido presa y no hay quien los redima, y diga, 'Devolved[los]'.” (42:21-22)

Al mismo tiempo Dios reconoce las contribuciones éticas y morales de Israel al mundo, las cuales Él llama su rectitud. Dios nos dice que está complacido con esta, ya que ha hecho de la Torá grandeza y gloria para todas las naciones. A pesar de esto, Dios señala lo que Israel ha recibido a cambio y que nadie quiere reconocer y devolver esta verdad.

Nadie ayuda para reconocer la preeminencia del pueblo de Israel como los portadores de la Luz de Dios para el mundo.

“¿Quién de vosotros ha de oír esto? ¿Quién atenderá y oirá sobre lo que acontecerá? ¿Quién ha dado a Jacob como presa, y entregó a Israel a saqueadores? ¿No ha sido el Eterno contra quien pecamos? No han querido andar en Sus caminos, ni han atendido a Su Torá.” (42:23-24)

Otra vez Dios nos recuerda que nuestro cautiverio entre las naciones es la consecuencia de no hacer caso e ignorar nuestra identidad judía, y andar en los caminos de las fantasías e ilusiones de ego, en vez de Sus caminos y atributos.

Preferimos creer en el orden natural de causa y efecto, y no reconocer que todo lo que nos ha ocurrido en las tinieblas y el exilio entre las naciones ha sido el resultado de nuestra separación de Dios. Esta separación es de hecho el desprecio de nuestra Esencia y verdadera identidad como nuestro nexo permanente con Él.

“Por tanto, derramó [Dios], sobre él [Israel], el ardor de Su enojo, y la fuerza de guerra. Le prendió fuego todo en derredor, pero no entendió. Y le consumió, mas no hizo caso.” (42:25)

Siglos de persecución, saqueos, masacres, opresión, discriminación, humillación y odio incesante no han servido para que retornemos al Amor de Dios que nos eligió para ser Su mensajero y servidor, con la misión de hacer prevalecer el bien sobre la maldad, y la Luz sobre las tinieblas. El Creador nos repite mediante Sus Profetas que Sus caminos y atributos han sido, son y serán nuestra liberación y eterna Redención.

domingo, 13 de julio de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXV) Isaías

En este capítulo Isaías se refiere otra vez a la Era Mesiánica mediante las palabras de Dios. Hemos destacado repetidamente que esta se relaciona con el nexo de Israel con el Creador. Esto quiere decir que el portador de esta nueva conciencia es Israel, como lo han indicado la Torá y los Profetas hebreos.

Israel es elegido para ser el vehículo hacia la Redención Final, y no otra nación. Esto está claramente establecido en la Biblia hebrea. En este contexto asimilamos que la Conciencia Mesiánica se manifiesta en la humanidad a través de Israel.

Así comprendemos que el rey judío mesías es el punto focal desde el cual esta nueva y definitiva conciencia final se expandirá, y abarcará todos los aspectos de la vida, tanto en lo individual como en lo colectivo. Por lo tanto, cuando el Creador se refiere al mesías judío, lo está haciendo parte de Israel.

Este rey judío no está separado de su pueblo, ya que él está destinado a reunir y juntar a sus hermanos hebreos, establecerlos a todos en su tierra ancestral, e iniciar con ellos la Redención Final como la ha prometido Dios.

He aquí Mi servidor, en quien Me apoyo, Mi escogido en quien Mi alma se complace. He puesto Mi Espíritu sobre él, él traerá justicia para las naciones.” (Isaías 42:1)

Estas palabras ilustran cuán cercana está la Conciencia Mesiánica al Amor de Dios. El Creador se dirige al rey judío mesías como el servidor en quien apoya Su voluntad. Seamos conscientes de que su función primordial es servir a Dios y Su voluntad.

Este es el tipo de servidor que Dios quiere en todos nosotros. Gente en que Él apoye Su voluntad, así como fue acordado en el Pacto entre Israel y Dios. El Creador elige a Israel como el socio para cumplir Su voluntad en el mundo material. De ahí que nos acepte como Su pueblo deseado, a quienes ha bendecido y en quienes ha puesto Su Espíritu. Así cumplimos Su voluntad de que seamos Luz para las naciones.

Nos damos cuenta otra vez que ser la Luz para las naciones es hacer lo que es correcto para ellas. Lo cual quiere decir hacer lo que es bueno en aras de lo bueno, como lo primordial en la voluntad de Dios para el mundo material.

En este sentido ser y hacer lo bueno son la manera de hacer “justicia” entre las naciones, las cuales -- como hemos señalado a menudo -- representan las tendencias y rasgos negativos en la conciencia, que estamos encomendados a transformar en cualidades positivas y constructivas, en todas las dimensiones de la vida.

No grita ni alza su voz, ni hace oír su voz en la calle. No quiebra una caña golpeada, ni apaga la mecha que casi no arde. Él trae justicia a la verdad.” (42:2-3)

Esta nueva conciencia transcendental afronta la vida solamente por y a través de rasgos positivos en aras de lo bueno. De ahí que sea innecesario gritarlo o ser arrogante al comunicar lo bueno inherente a los modos y atributos de Amor. Al permitir que estos conduzcan nuestro discernimiento, pensamientos, mente, emociones, sentimientos e instintos, su expresión y resultados serán también positivos.

Entonces deducimos que la violencia y la crueldad no son parte de los atributos de Amor, ya que estos son los medios para hacer prevalecer lo bueno como la verdad de la que se espera sea el resultado de la justicia. Así comprendemos el significado de “traer justicia a la verdad”, ya que la verdad proviene de lo bueno, mientras que lo falso proviene de lo malo.

Él no se debilita ni desmaya, hasta que establezca justicia en la tierra, y las islas esperan esta ley con esperanza. Así dice Dios el Eterno, que creó los cielos y los expandió, que afirma la tierra y lo que de ella brota. Que da aliento al pueblo que hay en ella, y espíritu a los que por ella andan.” (42:4-5)


Ser y manifestar verdad no debería herirnos o perjudicarnos cuando queramos hacerla prevalecer, porque la verdad se defiende sola. No necesita abogados ni simpatizantes, tal como ocurre con el sol y el aire. La verdad no nos necesita, nosotros la necesitamos.

Dios nos recuerda esto para hacernos conscientes que mientras caminemos en la verdad que Él ha establecido como nuestra manera de vivir, estaremos exentos de vivir bajo el dominio de las tendencias y rasgos negativos. Al establecernos en la verdad, la justicia es cumplida.

Aquellos de nosotros que nos aislamos mientras buscamos la verdad como lo bueno que queremos que reine en nuestra conciencia individual y colectiva, somos las islas que “esperan esta ley con esperaza”.

Lo bueno es la ley que Dios impartió en Su Creación, y la Conciencia Mesiánica establece esta ley como un decreto Divino: “Así dice Dios el Eterno, que creó los cielos y los expandió”. De ahí comprendemos lo que nuestros Sabios dicen cuando explican que lo bueno, como lo es la Conciencia Mesiánica, es el Espíritu de Dios que “estaba sobre la faz de las aguas.” (Génesis 1:2).

“Yo el Eterno en justicia te he llamado, te sostengo tu mano y te sustento. Y te pongo como Pacto de un pueblo, y como Luz para las naciones. Para que abras los ojos a los ciegos, para que saques de la prisión al cautivo, y de la casa que retiene a los sentados en las tinieblas.” (Isaías 42:6-7)

Dios nos llama en aras de la rectitud, sostiene nuestra mano y nos sustenta, porque la rectitud es parte de Él. Por ello esta es un nexo común que Él estableció para nosotros, como el regalo que es el Pacto con Israel para transformar la conciencia colectiva de la humanidad.

La rectitud que llamamos lo bueno es lo que nos abre los ojos tras la ceguera, el cautiverio y las restricciones de las fantasías e ilusiones de ego, y las tendencias y rasgos negativos que llamamos tinieblas.

domingo, 6 de julio de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXIV) Isaías

“Daré en el desierto cedros, espinos, arrayanes, y olivas; y pondré juntos en el yermo hayas, olmos, y álamos. Para que vean y conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano del Eterno hace esto, y que el Sagrado de Israel lo creó.” (Isaías 41:19-20)

El Profeta continúa citando al Creador como el que transforma nuestra conciencia, del mismo como lo hace con Su Creación según Su voluntad. Nos recuerda constantemente que es Él quien da y quien quita: “El Eterno ha dado y el Eterno ha tomado. Bendito es el Nombre del Eterno.” (Job 1:21).

Con esta premisa Dios desafía a las naciones para traer sus dioses e ídolos, y probar la veracidad de sus creencias y su supuesta verdad y poder.

“Presentad vuestra causa, dice el Eterno [a las naciones]; exponed vuestros argumentos, dice el Rey de Jacob. Que expongan y nos declaren lo que ha de suceder. En cuanto a los hechos anteriores, declarad lo que fueron, para que los consideremos y sepamos su resultado; o bien, anunciadnos lo que ha de venir.” (Isaías 41:21-22)

¿Acaso pueden hablar estos dioses Profecía? ¿Pueden aprender del pasado para predecir el futuro? Nuevamente debemos entender que estos ídolos son producto de fantasías e ilusiones materiales que creamos con el fin de satisfacer la pretensión de ego de convertirnos en dioses de nuestras propias invenciones.

“Declarad lo que ha de suceder, para que sepamos que vosotros sois dioses; o al menos haced bien o mal, para que tengamos qué contar, y juntos nos maravillemos. He aquí que vosotros sois nada, y vuestras obras de vanidad, abominación para el que os escogió.” (41:23-24)

¿Pueden acaso ser suficientemente sabios para igualar los poderes de Dios? ¿Puede realmente el ego convertirnos como Dios? Estas reflexiones nos llevan a la premisa de que solamente los caminos de Dios son los que debemos seguir, porque Él es nuestro Creador.

“Del norte desperté uno, y vendrá. [Otro] Del sol naciente [del este] llamará en Mi Nombre y hollará príncipes como lodo, y como amasa barro el alfarero.” (41:25)

Aquí el Profeta hace otra referencia a la Era Mesiánica. El Creador presenta dos cualidades opuestas, representada spor “el norte” y “el este”. Hemos mentionado frecuentemente que nuestros Sabios relacionan el norte con las tinieblas y la maldad, contrarios al este como Luz y lo bueno simbolizados por el sol naciente. El que proviene del este llama en el Nombre de Dios, a través del cual concibe la conciencia humana en el mundo material. Este que llama en el Nombre de Dios es el rey mesías judío, destinado a transformar los gobernantes de las naciones como alfarero que amasa arcilla.

Como hemos señalado a menudo, el rey mesías judío es el punto focal, el eje, el paradigma, el estandarte, la referencia del poder transformador de lo bueno en todos los niveles, aspectos y dimensiones de la conciencia humana. Su referencia es el Nombre de Dios, el cual abarca Sus caminos y atributos que vemos en lo bueno que Él derrama en Su Creación.

“¿Quién lo anunció desde el principio, para que sepamos? ¿O de tiempo atrás y que digamos que es justo? Cierto, no hay quien anuncie; sí, no hay quien enseñe, ciertamente no hay quien oiga vuestras palabras.” (41:26)

Dios pregunta otra vez a las naciones quién está a cargo, y estas con sus ídolos no pueden responder o declarar lo que es verdadero, ya que no lo pueden afirmar, argumentar o demostrar: “(...) vosotros habéis servido ahí dioses, la obra de vuestras manos, madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni pueden oler.” (Deuteronomio 4:28), “Tienen bocas pero no pueden hablar, y narices pero no pueden oler. Aquellos que los hacen se convertirán como ellos, al igual que todos los que confían en ellos.” (Salmos 135:16-18).

Dios nos dice en Su Torá que es el Creador de todo, y que dirige toda Su Creación. De ahí que también haya decretado Su Redención Final y la Era Mesiánica.

“Yo soy el Primero que He enseñado estas cosas a Sión, y a Jerusalén [daré] uno que proclama buenas nuevas. Miré, y no había ninguno; y pregunté de estas cosas, y ningún consejero hubo. Les pregunté, y respondieron con palabra [vacía]. He aquí, todos son vanidad, y las obras de ellos son nada; ¡viento y vanidad son sus imágenes fundidas!” (41:27-29)

Dios nos invita a mirar los ídolos que hemos creado a partir de nuestras propias fantasías e ilusiones. Cuando finalmente nos hagamos plenamente conscientes del círculo vicioso en los que hemos metido nuestra identidad con tendencias y rasgos negativos en los pensamos, sentimos, hablamos y hacemos, nos obligamos a regresar a nuestro Creador y Su Amor. Dios aguarda nuestro retorno y tiene nuevas instrucciones para nosotros.


Estas instrucciones son entregadas por el poder transformador del Amor de Dios, representado por aquel a quien Él envía para darnos buenas nuevas “a Jerusalén”. Este a diferencia de los ídolos de las fantasías e ilusiones de ego que no pueden darnos buenas noticias respecto a nuestra completa y eterna libertad. Estos no tienen consejero ni mensajero, porque “todos son vanidad, y las obras de ellos son nada; ¡viento y vanidad son sus imágenes fundidas!”.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.