domingo, 26 de octubre de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXXX) Isaías

Despierta, despierta, viste tu fortaleza, oh Sión. Viste tus ropas de hermosura, oh Jerusalén, la ciudad sagrada. Porque nunca más entrarán a ti otra vez el incircunciso ni el impuro.(Isaías 52:1)

Hay un despertar que se hace necesario a través de los más altos niveles del discernimiento y comprensión en nuestra conciencia, que son los cimientos del conocimiento de nuestra conexión permanente con Dios (representada por Jerusalén y su Templo). Este despertar requiere una voluntariosa determinación e implacable obstinación como la fortaleza requerida para retornar y recuperar tal conocimiento.

En este despertar adornamos nuestra conciencia con las cualidades, rasgos y tendencias de lo bueno en los modos y atributos de Amor. Estos son nuestra verdadera hermosura e intrínseca santidad. En este despertar y conocimiento no hay lugar para nada diferente u opuesto a aquellos, que son los referidos como incircuncisos e impuros. Este versículo reitera implícitamente que el despertar de Jerusalén es el renacimiento de Israel como advenimiento de la Era Mesiánica. Los judíos exiliados recogidos y reunidos en la tierra de Israel son el preludio de esta fase final decretada por Dios para la conciencia humana.

Sacúdete del polvo, levántate y siéntate, oh Jerusalén. Se han soltado las ataduras de tu cuello, oh cautiva hija de Sión. Porque así dijo el Eterno: 'Por nada os habéis vendido, y no por dinero sois redimidos'.” (52:2-3)

El Creador nos recuerda de nuevo que Él ha quitado la carga de las tendencias y rasgos negativos de nuestra conciencia. Por lo tanto ahora depende de nosotros sacudirnos el polvo y la suciedad que ya no necesitamos llevar. Tenemos que levantarnos del polvo y sentarnos en el trono del bien que es nuestra verdadera identidad esencial. Ya no somos cautivos porque nuestro Creador nos lo está diciendo.

El Amor de Dios es tan bueno con nosotros que nos dice que nuestra Redención no nos cuesta lo mismo por lo que vendimos el bien en nosotros. Dios nos habla con Su infinita amorosa bondad, aún si no la merecemos. Hemos vendido nuestra conciencia por el vacío y la futilidad de fantasías e ilusiones de ego, y Él nos la redime sin pedirnos un pago a cambio. Dios no nos paga con la misma moneda que vendimos nuestra conciencia.

Porque así dijo el Dios el Eterno: 'A Egipto Mi pueblo descendió al principio para habitar ahí, pero Asiria lo oprimió sin motivo. Por tanto ahora, ¿qué hago Yo aquí, dice el Eterno, viendo que Mi pueblo es tomado sin motivo? Los que dominan sobre ellos aúllan, dice el Eterno, y Mi Nombre continuamente desprecian todo el día.(52:4-5)

Dios hace una diferencia entre la subyugación en Egipto decretada por Él, y la opresión de Asiria que era innecesaria. De hecho fuimos castigados por nuestra inclinación a la idolatría, siendo conquistados y dominados por otras naciones, pero el caso de Asiria era excepcional. Esta nación no sólo oprimió a Israel, sino que continuamente profanaba el Nombre de Dios. Nuevamente debemos destacar que los sucesos acontecidos en los tiempos de Isaías también representan situaciones que reflejan lo que ocurre en nuestra conciencia.

Aún si nos pasan cosas negativas sin aparentes razones, debemos afrontarlas como el proceso de aprendizaje que Dios quiere que tengamos en el mundo material. Además, seguimos viviendo dentro de los parámetros del principio de causa y efecto. Todo lo que hemos hecho o creado, no solamente tiene resultados y consecuencias en nuestro entorno inmediato, sino también en el resto de la Creación de Dios en general. El llamado “efecto mariposa” es una pálida teoría comparado con el efecto real del solo hecho de ser seres vivientes creados por un Dios infinito que no podemos concebir.

Por tanto Mi pueblo conoce Mi Nombre, entonces en ese día ciertamente soy Yo el que habla, aquí estoy Yo.(52:6)

Siempre y cuando reconozcamos los caminos y atributos del Creador, eso que debemos entender como el conocerSu Nombre, podremos hacernos conscientes de que Su voluntad es la única cumplida, no la nuestra. La Era Mesiánica es el tiempo y espacio en los que la voluntad de Dios y nuestro libre albedrío están unidos en consonancia. Ese es el díaen que todo habrá de saber que es Él es el que habla, y nada más. La agenda de ego y todo lo opuesto al bien que Él quiere que guíe y dirija todos los aspectos de la vida, desaparecerán y podremos ser capaces de ver Su voluntad totalmente revelada en Su Creación.

domingo, 19 de octubre de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXXIX) Isaías

Y Yo he puesto Mis palabras en tu boca, y con la sombra de Mi mano te he cubierto, para plantar los cielos y fundar la tierra, y para decir a Sión: 'Tú eres Mi pueblo'.(Isaías 51:16)

Dios reafirma Su Amor por Israel, destacando otra vez la Torá como principio fundamental integrador de la identidad judía. Las palabras de Dios (la Torá) están para ser expresión de Israel en todas las dimensiones de la vida, y son la mano protectora en la que se sostiene Su Creación. Así entendemos la Torá como el plan de Dios para Su Creación, tanto material como espiritual. Ser llamado Su pueblo por Dios es otra reiteración del mismo principio.

Las palabras de Dios son el fundamento y propósito de Su Creación, y estas son puestas en la boca de Israel como expresiones de ser judíos. Son no solamente para ser expresadas verbalmente sino también en todas nuestras acciones, con el propósito de “plantar los cielos y fundar la tierra”.

Seamos conscientes que aquí Él se refiere a Israel como Sión, ya que este es el conocimiento de nuestra conexión permanente con Dios. Este versículo es otro de muchos en la Biblia Hebrea que nos hacen conscientes de que la identidad judía habita en Sión como nuestro nexo eterno con el Creador. Este recordatorio para Israel es el preámbulo de la petición de Dios para que retornemos a Él.

Despierta, despierta, levántate oh Jerusalén, que bebiste de la mano del Eterno la copa de Su ira. El cáliz, la copa de la agitación has bebido, la exprimiste. No hay quien la guíe [a Jerusalén] entre todos los hijos que dio a luz, ni hay quien la tome de la mano entre todos los hijos que crió.(51:17-18)

Dios nos pide que sacudamos nuestra conciencia, removamos las fantasías e ilusiones en las que nos hemos atrapado, y regresar al lugar elevado de nuestra conexión permanente con Él (Jerusalén). Apela a nuestro nexo común con Él, el cual es nuestro Amor y Su Amor.

El Creador nos está diciendo que la copa de Su ira es nada más y nada menos que nuestra separación y distancia de Sus caminos y atributos. Hemos bebido hasta la última gota de nuestra separación de Él, la cual nos agita en el sufrimiento de vivir alejados de Amor como nuestra verdadera esencia e identidad. Todo lo que hemos creado a partir de fantasías e ilusiones de ego no nos ha servido para traernos de vuelta a los modos y atributos de Amor.

Estas dos cosas te han acontecido, ¿quién se mueve por ti? Desolación y destrucción, hambruna y espada. ¿Quién? Yo te conforto.(51:19)

Desolación y destrucción son la causa y el efecto de la carencia (hambruna) y violencia (la espada). Dios nos pregunta otra vez qué puede salvarnos de las tendencias y rasgos que elegimos creer, crear y hacer. Nadie se moverá para salvarnos de estos, porque nos hacen convertirnos en ellos (nos convertimos en los ídolos que hemos creado con nuestras manos). De ahí que Dios nos recuerde que Él es el único que nos conforta con Su Amor, esperando que retornemos al bien como causa y propósito de Su Creación.

Tus hijos han desmayado, han estado tendidos en las esquinas de todos los caminos, como buey salvaje en una red. Están llenos de la ira del Eterno, del reproche de tu Dios.(51:20)

Nuestras adicciones, apegos, obsesiones, creencias, acciones, palabras, y pensamientos negativos hacen que desmaye lo bueno en nosotros que nos conduce a vivir en la libertad de los modos y atributos de Amor. Terminamos tendidos en las calles de las fantasías e ilusiones materialistas, en las que queda atrapado el ego como un buey salvaje en una red. Nuestras tendencias negativas establecen la separación y distancia de los caminos del Creador, y se convierten en su ira y reproche.

Por lo tanto oye ahora esto, tú la afligida, y ebria mas no de vino. Así dice Dios el Eterno, y tu Dios que aboga la causa de Su pueblo: He aquí que he quitado de tu mano la copa de la agitación, el cáliz. La copa de Mi ira no bebes nunca más.(51:21-22)

Dios nos hace conscientes de que nuestra ebriedad no es por la alegría y deleite del vino, sino producto del predicamento de la frustración, soberbia, codicia, envidia, indiferencia, depresión, enojo, adicciones, obsesiones, apegos, etc.

Dios repite dos veces aquí que Él no sólo es nuestro Creador sino también Padre y Rey que está siempre del lado del bien en aras del bien. Él ya ha anunciado Su Redención Final, lo cual quiere decir que nunca se ha separado y que depende de nosotros regresar a Sus caminos y atributos como los cimientos de Su Redención.

Lo pondré en las manos de los que te afligen, que han dicho a tu alma: 'Póstrate para que pasemos [sobre ti]'. Y tú pusiste tu cuerpo como suelo, como calle para los que pasan.(51:23)

El Creador nos dice que la aflicción y el sufrimiento pertenecen a quienes los causan. Las acciones negativas pertenecen a su predicamento y consecuencias, y a quienes viven por ellas y sufren por ellas. Nos hacen postrarnos ante ellas como sus esclavos, y así quedamos atrapados y pisoteados en el suelo, y convertidos en el suelo mismo.

Con este principio de causa y efecto Dios nos hace conscientes de que la decisión es sólo nuestra.

domingo, 12 de octubre de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXXVIII) Isaías

Oídme vosotros que conocéis rectitud, un pueblo en cuyo corazón está Mi Torá. No temáis oprobio de hombre, ni desmayéis por sus injurias.” (51:7)

Después del versículo introductorio anterior relacionado con rectitud, Dios nos convoca a retornar a Sus caminos y atributos como quienes lo siguen con su corazón. Estos aparecen en la Torá para que los asimilemos como nuestra identidad judía, con la cual no hay nada que temer ante las tinieblas de las tendencias negativas en la conciencia. Estas son el “oprobio de hombre” que busca nuestra derrota a manos de las fantasías e ilusiones de ego, que insultan el bien intrínseco de los modos y atributos de Amor.

Porque como a vestido se los comerá la polilla, y como a lana se los comerá el gusano. Pero Mi rectitud durará para siempre, y Mi Redención por todas las generaciones. [Isaías diceDespiértate, despiértate, vístete de fortaleza, oh brazo del Eterno; despiértate como otrora, en las generaciones pasadas. ¡No eres [acaso] Tú el que corta a Rahab en pedazosel que hiere al dragón!” (51:8-9)

Tendencias y rasgos negativos en la conciencia, derivados de las fantasías e ilusiones de ego, por definición son temporales y destinados a desaparecer. No son permanentes y no trascienden, a diferencia de los modos y atributos de Amor que son nuestra causa, razón y propósito para vivir. Estos últimos son las expresiones de la rectitud que trasciende al igual que la Redención que Dios nos da para vivir en ella eternamente. De ahí que tengamos que confiar en lo que trasciende en la vida que Dios quiere que tengamos en el mundo material.

Esta confianza es la fortaleza a la que debemos despertar, ya que es la fuerza motriz que abre cada nivel y dimensión de la conciencia hacia la Redención de Dios. Rectitud es el brazo fuerte con el que Amor dirige y guía el ego (“hiere al dragón”) junto con las tendencias y rasgos negativos (“corta a Rahab en pedazos”).

¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino las profundidades del mar para que pasaran los redimidos? Los rescatados del Eterno [los hijos de Israel] retornanEntran en Sión con gritos de júbilo, con alegría eterna sobre sus cabezas. Gozo y alegría alcanzan, y huyen la tristeza y el gemido.” (51:10-11)

Dios es el Creador de todo, y Él controla y dirige todo lo que existe, incluyendo Su poder para transformar en aras de la libertad y la redención. El versículo alude al Éxodo de Egipto (“camino del mar para que pasaran los redimidos”), como referencia de que Él también nos redimirá de las tinieblas de nuestra conciencia. Desde la oscuridad retornaremos a Dios con un corazón alegre que se regocijará eternamente.

Yo, [solo] Yo soy su consolador. ¿Quién eres tú que temes al hombre? Él muere. Y al hijo del hombre, ¡[como] hierba es hecho! ¡Y olvidas al Eterno, tu Hacedor, que extiende los cielos y cimienta la tierra! Y temes sin cesar todo el día por la furia del opresor, mientras está preparado para destruir. ¿Y dónde está la furia del opresor?” (51:12-13)

Dios cuestiona el apego y la dependencia de nuestras adicciones, obsesiones y creencias negativasemociones, sentimientos y acciones como obras (creaciones) del hombreEstas son nuestras propias invenciones provenientes de fantasías e ilusiones de egoTememos alejarnos de ellas porque creemos que son más fuertes que nuestra voluntad para abandonarlas. Así es como entendemos nuestro temor de ellas, aún si fuesen tan efímeras como la yerba, y temporales como la vida material. Mientras dependamos de ellas, son los opresores preparados para destruirnos.

Dios llama nuestra atención para darnos cuenta que todo lo que procede de nuestras propias fantasías e ilusiones no tiene ira, furia o poder para destruirnos, a menos que se lo demos. En conclusión, nos convertimos en los opresores de nuestra verdadera identidad al permitir que nuestros rasgos y tendencias negativas controlen nuestro discernimiento, pensamientos, mente, emociones, sentimientos, pasiones e instintos.

El cautivo se apresura para ser libre, para no morir en la fosa, y no le falta su pan. Porque Yo soy el Eterno tu Dios, apaciguando el mar cuando sus olas rugenEl Eterno de las multitudes es Su Nombre.” (51:14-15)

Dios nos recuerda otra vez que Su Redención siempre ha estado cercana y a nuestro alcance. También nos hace conscientes de que Su promesa será cumplida, a pesar de nuestra negligencia a retornar a Sus caminos y atributos como causa y efecto de nuestra completa libertad. El Amor de Dios jamás carece de nada y el bien nunca muere, aún en los abismos de las tinieblas.

Provenimos del Amor de Dios, que es nuestra paz, entereza, integridad, totalidad y plenitud. Este también alivia los altibajos de nuestras batallas contra las tendencias negativas, “apaciguando el mar cuando sus olas rugen”. El Amor de Dios crea las inmensurables multitudes de Su Creación, que lo proclaman como nuestro Hacedor y Rey, en aras de Su Nombre.

domingo, 5 de octubre de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXXVII) Isaías

Oídme, vosotros que procuráis justicia, los que buscáis al Eterno. Mirad atentamente la roca de donde fuisteis cortados, y hueco de la fosa de donde fuisteis extraídos. Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; cuando él era uno solo y lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué.(Isaías 51:1-2)


Hemos señalado frecuentemente que el bien como expresión fundamental de Amor es nuestro nexo común con el Creador. Ciertamente es el principio de lo que entendemos como Su imagen y semejanza: “Dad gracias al Eterno porque es bueno, Su amorosa bondad es eterna.” (Salmos 106:1, 25:8, 34:8, 86:5, 100:5, 118:1, 118:29, 135:3, 145:9, 147:1; Esdrás 3:11; 2 Crónicas 5:13, 7:3; Nahum 1:7; Lamentaciones 3:25).


El rey David y los Profetas quieren recordarnos este principio fundamental que la Torá indica repetidamente: El Creador es bueno, y nos quiere hacer conscientes de que nosotros también somos esencialmente buenos porque provenimos de la bondad de Su Amor. De ahí que nos diga a través de Isaías que aquellos que buscamos Su rectitud como amorosa bondad primero debemos debemos conocer la simiente de la que fuimos concebidos. La roca y la fosa de las que venimos, como alegorías de la sólida amorosa bondad de Abraham y la amplia generosidad del vientre de Sara. Dios describe la amorosa bondad de Abraham como única (“uno solo”), y la razón para bendecirlo y multiplicarlo. Así nos damos cuenta que la abundante amorosa bondad y verdad del Creador (Éxodo 34:6) son la fuente de Sus bendiciones. En estos atributos se fundamentan la bondad de Dios que Él quiere hagamos prevalecer en nosotros como individuos y como nación, para también propagarla a toda la humanidad.


Ciertamente el Eterno consolará a Sión, consolará todos sus lugares desolados. Convertirá su desierto en Edén, y su desolación en huerto del Eterno. Gozo y alegría se encontrarán en ella, acciones de gracias y voces de alabanza.(Isaías 51:3)


Este versículos sigue inmediatamente para enseñarnos que la base de nuestra conexión (el lugar llamado Sión) con el Creador es lo bueno proveniente de los modos y atributos de Amor. El Amor de Dios restaura y conforta nuestro nexo con Él. Dios transforma la desolación y el yermo de las tendencias y rasgos negativos de las fantasías e ilusiones de ego en las delicias del bien. Estas son el Edén, los huertos, la alegría y el gozo de vivir en los caminos y atributos del Creador.


Préstame atención, pueblo Mío, y óyeme nación Mía. Porque de Mí sale la Torá, y Mi justicia como luz para pueblos a quienes doy descanso. Cerca está Mi rectitud. Mi redención ha salido, y Mis brazos hacen justicia a los pueblos. Las islas esperan en Mí; sí, en Mi brazo ellos aguardan con esperanza.(51:4-5)


La Torá abarca los caminos y atributos de Dios, que de hecho definen nuestra identidad judía, y nos hacen Su pueblo y Su nación. La Torá es la instrucción que debemos atender y asimilar como el sendero recto que nos hace ser justos. En esta justicia encontramos nuestra libertad e iluminación que nos hacen vivir en completa paz, como el descanso que Dios quiere que vivamos.

Así nos hacemos conscientes de que la Redención que nos da Dios, y el juicio de Sus brazos provienen de la rectitud de Su Amor. Aquellos que viven en rectitud aguardan Su Redención, porque vivir en Sus caminos y atributos es lo que mantiene nuestra esperanza en que Él nos liberará de las tendencias y rasgos negativos en la conciencia.


Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad atentamente la tierra abajo. Porque los cielos como humo han de desvanecerse, y la tierra como un vestido se gastará. Y sus habitantes como insectos mueren. Pero Mi redención es para siempre, y Mi rectitud no menguará.(50:6)



Dios nos invita a reflexionar (alzando nuestros ojos) sobre los aspectos espirituales (los cielos) y materiales (la tierra) de Su Creación, y asimilar que ambos no trascienden en su propia existencia. Él nos dice que lo que en realidad trasciende es el conocimiento de vivir en Su Redención, como el comienzo de la etapa final e interminable de Su Creación, el eterno Shabat que es la culminación de Su postrero plan.

Esta etapa final es establecida por la rectitud del bien que Él quiere hacer prevalecer en Su Creación. Así comprendemos que la rectitud y el bien son partes del mismo principio integrador que Amor es como la manifestación material del Amor de Dios.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.