domingo, 30 de noviembre de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXXXV) Isaías

Porque esto es para Mí como en los días de Noé, cuando juré que las aguas de Noé nunca más inundarían la tierra. Así he jurado que Mi ira no está sobre ti, ni te reprendo. Porque las montañas serán movidas y las colinas temblarán, pero Mi misericordia no se apartará de ti. Y el pacto de Mi paz no será quebrantado, dice el Eterno que tiene compasión de ti.(54:9-10)

Dios compara Su promesa de no volver a traer el Diluvio a la tierra con no retirar Su amorosa bondad de Su pueblo, ni quebrantar Su Pacto de paz, porque Él nos ama. El Amor de Dios nunca se separa de nosotros. Él no nos juzga en ira ni nos reprende después de haber decretado Su Redención.

Oh afligida, azotada por la tempestad, sin consuelo. He aquí que Yo fijo con cemento tus piedras, y tus cimientos en zafiros. Tus pináculos de rubíes, tus portales de cristal, y toda tu muralla de piedras preciosas. Todos tus hijos serán enseñados por el Eterno, y grande será la paz de tus hijos.(54:11-13)

El bien con el que Dios nos creó es nuestra esencia y verdadera identidad, y también nuestro nexo común con Él. El bien es afligido y sacudido en malestar cuando las tendencias y rasgos negativos toman control de nuestra conciencia. Una vez más Dios reitera que el bien prevalecerá por siempre al hacerlo regir y conducir todos los niveles y expresiones de la conciencia. Estos son las piedras preciosas como tendencias y rasgos elevados que son nuestro deleite. Al ser eliminado el mal de nuestra conciencia, solamente el bien conduce nuestro discernimiento, pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos hacia el conocimiento de Dios.

Esta premisa es necesaria para comenzar a aprender de la Presencia de Dios revelada completamente. Entonces los hijos de Jerusalén aprenderán de la plena conciencia de su conexión con Dios, y su cosecha será paz en abundancia. Todas las dimensiones interiores y ocultas de la Torá serán totalmente reveladas en nuestra Redención Final.

En rectitud estás establecida. Estás lejos de la opresión, pues no temas; y de la ruina, pues no ha de acercarse a ti. Si alguno conspirare contra ti, será sin Mí. El que contra ti conspirare, delante de ti caerá.(54:14-15)

Rectitud es el bien que Dios ha establecido para nosotros como cimiento de todos los aspectos y expresiones de la vida. En el bien no hay opresión, temor ni ruina que pueda venir a nosotros. Si el mal nos viene no es por deseo de Dios sino por nuestra propia elección. En Su Redención Dios nos recoge y reúne cerca y en torno a Él. Nuestra plena conciencia de esto disipa todos los males, y en este conocimiento la maldad desaparece.

He aquí que Yo he creado al herrero que sopla las brasas en el fuego, y saca una herramienta para su trabajo. Yo he creado al devastador para destruir. Ningún arma forjada contra ti prospera, y has de condenar toda lengua que se alce contra ti en juicio. Esta es la herencia de los servidores del Eterno y su rectitud proviene de Mí, declara el Eterno.(54:16-17)

Dios nos habla de la fortaleza y determinación de la nueva conciencia que guarda para nosotros en Su Redención Final. Él se refiere a esta como un herrero que aviva el fuego transformador que removerá todos los males de nosotros. Así comprendemos que el Amor de Dios es el fuego que transforma nuestra conciencia cuando permitimos que sea Él quien rija y guíe todos los aspectos y dimensiones de la vida. Esto ocurre cuando abrazamos los modos y atributos de Amor como manifestación material del Amor de Dios.

Amor es el devastador preparado para destruir todo lo contrario a sus modos y atributos. En este conocimiento no hay nada que pueda estar contra nosotros. Cuando abrazamos el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad, llegamos a darnos cuenta que somos Sus hijos y sus servidores, y que el bien de nuestra rectitud proviene de Él. Así lo declara el Creador de todo.

domingo, 23 de noviembre de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXXXIV) Isaías

“Grita de júbilo, oh estéril, la que no ha dado a luz. Grita con voces de júbilo y clama en alta voz, la que no ha estado de parto. Porque son más los hijos de la desolada que los hijos de la casada, dice el Eterno.” (Isaías 54:1)

El Creador se refiere a Jerusalén como la estéril, ya que ha sido abandonada y desolada por largo tiempo. Él nos recuerda que es la ciudad como principio y fundamento de nuestro nexo y conexión con Él.

Ella es el bien que compartimos con nuestro Creador, con la cual crecemos y nos multiplicamos. Es estéril mientras no dejemos que tenga hijos como las buenas acciones que se esperan del bien que es nuestra esencia, causa y motivación.

El pueblo judío son también los hijos que la abandonaron, dejándola yerma desde entonces. Dios realiza Su Redención recogiendo a los hijos de ella en su tierra. Estos son los hijos que son más numerosos que los de la casada que representan las naciones. La Redención de Dios es el cantar y gritar a viva voz, porque es la culminación del Amor de Dios por Su Creación.

“Ensancha el lugar de tu tienda, extiende las cortinas de tus moradas, no escatimes. Alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas.” (54:2)

La promesa del Creador es cumplida al encomendarnos que ensanchemos nuestra conciencia en lo bueno de los modos y atributos de Amor, como los regidores de todos los aspectos de la vida en la Era Mesiánica. Esta expansión abarca nuestro intelecto, discernimiento, pensamientos, sentimientos y emociones hacia nuevas dimensiones que nos revela el Amor de Dios.

“Porque te extenderás hacia la derecha y hacia la izquierda. Tu simiente poseerá naciones y poblarán ciudades desoladas. No temas, pues no serás avergonzada, ni te sientas humillada, pues no serás agraviada. Sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y del oprobio de tu viudez no te acordarás más.” (54:3-4)

Al expandirse nuestra existencia en todas las formas y medios posibles para adquirir un mayor conocimiento del Creador, cada tendencia y rasgo en nuestra conciencia servirán para esta finalidad. Estos son las naciones que nuestra simiente (sean tanto nuestras creaciones como nuestros hijos) poseerá. Los que una vez fueron nuestros abandonados y desolados potenciales creativos bajo la influencia de tendencias y rasgos negativos serán ocupados y conducidos por el bien que Dios hará prevalecer en el mundo material.

Esto nos conducirá a sobresalir en nuestra creatividad para generar un bien aún mayor en las diversas y multifacéticas expresiones de la conciencia humana. Para llegar a realizar este destino, la maldad y la negatividad dejarán de existir. Por lo tanto no habrá temor, vergüenza, humillación ni oprobio, porque no habrá más aflicción ni confusión.

Dios también reafirma Su promesa al también hacernos olvidar las experiencias negativas vividas a través de los siglos, las cuales son nuestro reproche y nuestra viudez.

“Porque tu esposo es tu Hacedor, el Eterno de las multitudes es Su Nombre. Y tu redentor es el Sagrado de Israel, que se llama Dios de toda la tierra. Porque como a mujer abandonada y afligida de espíritu te ha llamado el Eterno, y como a esposa de la juventud que es repudiada, dice tu Dios.” (54:5-6)

Dios evoca Su Amor eterno por Su pueblo elegido que Él congrega en la completa realización de nuestra conexión permanente con Él, haciendo de Israel Su esposa”. Nos recuerda que nuestro esposo es el Creador de todo, el Eterno de las multitudes, porque Su Creación no tiene medida: “Él hace grandes obras sin límite, y maravillas sin número.” (Job 9:10).

Él es el Sagrado de Israel y Dios de toda la tierra, para hacernos conscientes de que nuestra Redención proviene directamente de Él. También conoce nuestra aflicción y abandono como resultado de nuestra separación de Sus caminos y atributos.

“Por un breve momento te abandoné, pero con gran compasión te recojo. Con ardiente ira escondí Mi rostro de ti por un momento, pero con misericordia eterna tengo compasión de ti, dice tu redentor el Eterno.” (Isaías 54:7-8)

Dios llama nuestra separación de Él como Suya propia. Pero tengamos en cuenta que nuestra separación proviene de nosotros, no de Él. De ahí que en Su eterna amorosa bondad nos recoja de vuelta hacia el conocimiento permanente de nuestra conexión con Él. Así cumple Su Redención para nosotros.

domingo, 16 de noviembre de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXXXIII) Isaías

Se le ha exigido y él ha respondido. Y él abre su boca como un cordero que es llevado al matadero. Y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda. (53:7)

Hemos dicho que el bien es la expresión de Amor como manifestación material del Amor de Dios. El bien no es arrogante, ni alardea ni pretende. Al igual que la verdad, el bien no necesita defenderse a sí mismo. Así entendemos que los trasquiladores del bien lo encuentran mudo. Tal es la actitud de las fantasías e ilusiones de ego ante los modos y atributos de Amor.

Los deseos materialistas de ego no encuentran razón ni significado en el bien. Del mismo modo, a pesar de las contribuciones de Israel a la humanidad, este ha sido silenciado y sacrificado sin ni siquiera poder defenderse.

Opresión en su tierra (a manos de Asiria, Babilonia, Persia, Grecia y Roma), exilio (en Egipto, en Babilonia y en la Diáspora), persecución y exterminio (en las guerras santas de los musulmanes, las cruzadas e inquisición de los cristianos, los pogromos, el Holocausto).

Para prisión y para juicio él ha sido tomado, y de su generación ¿quién tiene en cuenta que él haya sido cortado de la tierra de los vivientes? Por la transgresión de su pueblo él es afligido. Y su tumba comparte con los malvados, y con los ricos están sus lugares elevados. Porque él no ha hecho violencia, y no hay engaño en su boca.” (53:8-9)

La humanidad no ha meditado lo suficiente acerca de quitar el bien de la vida. ¿Cómo podríamos encontrar un significado trascendente en la existencia sin vivir en el bien? ¡El bien es la causa, razón y propósito de la vida! ¿Cómo podría ser quitado de la vida? Al mismo tiempo el Profeta señala las consecuencias de reprimir o eliminar el bien de la conciencia humana.

El bien desfallece y se desanima por los rasgos y tendencias negativas. Estas son las aflicciones que traemos a Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad. Nuestras maldades nos llevan a compartir la misma tumba con los malvados.

El bien como nuestra riqueza que es comparte los lugares elevados con aquellos que también son buenos. Mientras permitamos que el bien conduzca todos los aspectos y dimensiones de la vida, jamás habrá violencia ni engaño.

Y el Eterno se ha deleitado en golpearlo, Él lo ha afligido. Si su alma hiciere una ofrenda por culpa, Él ve simiente para que él prolongue sus días. Y el deleite del Eterno prospera en su mano.” (53:10)

Esta dolorosa alegoría debe ser entendida en el contexto apropiado, ya que Dios no se deleita con infligir sufrimiento en Su Creación. Dios toma para Él mismo la aflicción y el padecimiento de Su pueblo. Él toma la opresión de las naciones contra Israel como Suya propia, ya que en cada derrota, humillación y aflicción, la misión de Israel continúa y trasciende.

Por cada sacrificio de Israel hay una simiente plantada destinada a proteger el bien en la vida. Dios se deleita en el bien, y lo hace prosperar a pesar de la oposición de las tendencias negativas en la conciencia.

Él ve de la labor de su alma, de la cual él está satisfecho. A través de su conocimiento él da rectitud, el recto Mi servidor para muchos. Y él carga las iniquidades de ellos.” (53:11)

Dios ve el bien que Israel ofrece a la humanidad, por el cual Israel se complace. Su conocimiento y sabiduría provienen de la Torá y de su nexo con el Creador. Todo lo contrario a ello Israel tiene que cargar hasta que la causa de la maldad sea finalmente removida de la faz de la tierra.

Por lo tanto Yo le doy una porción entre muchos, y con los poderosos él reparte los despojos, porque él expuso a la muerte su alma. Y con transgresores él fue contado, porque él ha cargado con las transgresiones de muchos. Y por los transgresores él intercede.” (53:12)

Dios es la porción de Israel. Esta premisa justifica la misión de Israel en el mundo, tal como lo indica la Torá. De ahí que con los despojos que obtiene Israel está con los poderosos”, porque Dios es el poder con el que Israel prevalece.

Esto además de enfrentar la muerte en su tenacidad para mantener el Pacto con Dios. Esta tenacidad también ha enfrentado las propias transgresiones de Israel, al igual que las iniquidades de otros por las que Israel es contado como el cargador de sus iniquidades.

Así vemos que Israel es el intermediario entre el pecado y la redención del pecado. Israel es el catalizador de la conciencia materialista hacia el conocimiento espiritual que nos hace conscientes de nuestra verdadera identidad y propósito en la vida.

Como indicamos antes, Israel representa nuestro más elevado nivel de conciencia desde donde podemos trascender los rasgos y tendencias inferiores que nos separan del bien proveniente de los modos y atributos de Amor, como manifestaciones materiales del Amor de Dios.


Nuevamente debemos destacar que la Redención Final y la Era Mesiánica prometidas en la Torá (Deuteronomio 30:3-10) y reiteradas por los Profetas se manifestarán a través de Israel, el pueblo del Pacto con Dios. Así ha sido decidido y decretado por el Creador.

domingo, 9 de noviembre de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXXXII) Isaías

Vamos reflexionar sobre el capítulo 53 del libro de Isaías, el cual se convirtió en la piedra angular de la peor cara del antisemitismo y la judeofobia que jamás ha existido en la historia.

Otras religiones occidentales han usado sus propias interpretaciones de este capítulo para condonar, justificar y promover la persecución y exterminio del pueblo judío. Tales interpretaciones están basadas erróneamente en la compleja fraseología de Isaías con sus palabras en este capítulo en particular. Afortunadamente el Profeta ya nos ha dado referencias contextuales claras que nos llevan a entender sus palabras de acuerdo a la interpretación judía tradicional
.

Isaías presenta sus palabras intercambiando a Israel como una persona y como pueblo, yuxtaponiendo sus propias palabras como las palabras de Dios, y la interacción de Israel como pueblo común sin interés en emular al judío ideal primordial. Con este preámbulo aclaratorio comenzamos a reflexionar en torno a los versículos de este capítulo.

“¿Quién ha creído a lo que hemos oído? ¿Y el brazo del Eterno a quién ha sido revelado? Sí, él surge como retoño tierno ante Él, y como una raíz de tierra seca. No tiene aspecto ni honor para mirarlo, ni apariencia para desearlo.” (Isaías 53:1-2)

El Profeta habla a las naciones, poniendo en duda su creencia de lo que el pueblo de Israel ha oído del Creador. ¿Acaso las naciones realmente han creído las enseñanzas de la Torá que Israel entendió de Dios? ¿Creen en el Dios de Israel que reveló Sus palabras, y en Israel como el brazo al que Él dió Su revelación? Isaías compara a Israel como un retoño tierno en tierra seca.

La metáfora nos dice que el retoño representa la vida en la dureza de una tierra seca como el campo yermo desde el cual está destinado a crecer y fructificar. El bien destinado a prevalecer entre la aridez del mal. El bien de los modos y atributos de Amor por encima de la futilidad de las fantasías e ilusiones de ego. No hay nada que pueda dar aspecto o apariencia a la identidad judía, excepto la Torá.

Israel no necesita tener un aspecto o referencia particular exterior a la Torá, o un honor especial en su apariencia para ser percibido por las naciones. La apariencia externa del pueblo judío es la misma de los demás humanos. Israel no hace alarde de tener un aspecto exterior, apariencia u honor.

Es despreciado y desechado de los hombres. Hombre de dolores y familiarizado con la aflicción. Y como uno ocultando el rostro de nosotros, él es despreciado y no le estimamos. Ciertamente él ha llevado nuestras enfermedades, y ha cargado con nuestros dolores. Y nosotros le estimamos acosado, por herido de Dios y afligido.” (53:3-4)

Israel se convirtió en el despreciado y desechado por la misión que Dios le dio como Su pueblo escogido para construir un lugar para que Él habite en el mundo. Este trato por parte de las naciones ha causado dolor y aflicción a Israel a través de la historia.

No ha existido una estimación o aprecio sincero por el pueblo que ha compartido su instrucción divina con la humanidad. El Profeta se une a las naciones para nombrar acoso y aflicción contra la preeminencia de Israel, como si fueran opresiones y heridas propinadas por el propio Creador
.

Y él es atravesado por nuestras transgresiones, golpeado por nuestras iniquidades. El castigo por nuestra paz está sobre él, y por su dolor hay curación para nosotros.” (53:5)

Israel como la conciencia humana ideal primordial para manifestar la voluntad de Dios en el mundo material es de hecho oprimida y estropeada por nuestras transgresiones, incluyendo las de judíos y no judíos.

Nuestro más elevado nivel de conciencia es perjudicado por nuestras maldades y tendencias negativas, ya que estas son contrarias a lo bueno que añora nuestro mayor conocimiento para realizar la voluntad del Creador. Debemos repetir que todo lo que hacemos contra nuestro propio bien afecta nuestra paz. No hay paz si permitimos que nuestras iniquidades manejen nuestra conciencia.

Seamos conscientes de que la paz también significa entereza, estar completo y en totalidad. Una conciencia fracturada es el resultado de nuestra incapacidad para integrar armónicamente todos sus aspectos, dimensiones y expresiones como una unidad funcional, cuyo propósito es hacer que el bien prevalezca en el mundo material.

Nuestro castigo por transgredir contra el bien recae sobre nuestra paz. En este sentido Israel representa la integración armónica destinada a servir el plan de Dios para el mundo
.

La opresión de Israel por las naciones es también una lección para que estas aprendan de las consecuencias de perjudicar al bien.

Esta intricada alegoría debe entenderse, no como una implicación de que perjudicar a alguien cura al ofensor, sino como una lección positiva al darnos cuenta del daño causado a otros
. Esto tampoco se trata de expiar por alguien al herirse a uno mismo.

Perjudicar a Israel no produce expiación para las naciones sino todo lo contrario, tal como está escrito.

Yo bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quien te maldiga, y a través de ti todos los pueblos de la tierra serán bendecidos.” (Génesis 12:3)

“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino. Y el Eterno ha causado que cayera sobre él la iniquidad de todos nosotros.” (Isaías 53:6)

Nuevamente el Profeta subraya la responsabilidad de Israel como Luz para las naciones.

Y Yo te he dado [a Israel] por Pacto de un pueblo, una luz para las naciones.” (42:6)

Y Yo te he dado por luz para las naciones, para ser Mi redención sobre los confines de la tierra.” (49:6)

Isaías se incluye entre los judíos y no judíos que se han apartado de los caminos de Dios, y seguido los caminos dañinos de las fantasías e ilusiones de ego
.

Como ya señalamos, nuestras iniquidades son cargadas por lo bueno en nosotros. Nuestra más elevada conciencia carga con el peso de nuestras acciones. Las maldades y transgresiones que permitimos en el mundo regresan a nosotros para confrontar el bien en nosotros.


En un significado más profundo, somos responsables de cada creencia, idea, pensamiento, sentimiento, emoción, pasión e instinto en nuestra conciencia. De ahí que en últimas lo bueno en nosotros sea el responsable de lo que hagamos.

domingo, 2 de noviembre de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXXXI) Isaías

Cuán hermosos sobre las montañas han estado los pies de Quien proclama buenos augurios, sonando paz, proclamando buenas nuevas, sonando redención; diciendo a Sión: '¡Tu Dios ha reinado'!” (52:7)

Dios anuncia Sus buenas nuevas, paz y Redención en las alturas de nuestra conciencia. Estas son las montañas donde Sus pies (Sus caminos y atributos) descansan. En estas elevadas alturas Él habla a Sión como nuestro nexo eterno con Él, confortándonos al decirnos que Él siempre ha sido el Rey. El nombre de Su reinado es el bien.

¡La voz de tus vigías! Ellos levantan la voz, cantando juntos. Porque ojo a ojo ellos ven en el Eterno retornando a Sión.” (52:8)

Nuestros vigías son las cualidades, tendencias y rasgos positivos que se alegran al reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador. El bien es la torre desde la cual vemos la vida y cada aspecto, dimensión y expresión de la conciencia. En esta referencia y actitud también vemos el Amor de Dios revelándose en nuestro interior.

Nuestro Amor y el Amor de Dios se encuentran en Sión, y ambos amores se ven tras su largamente esperado y añorado encuentro final. Esta es la culminación de nuestra Redención Final y comienzo de la Era Mesiánica. Con nuestro Amor regresamos al Amor de Dios, y lo veremos retornando a nosotros en Sión.

Regocijáos en júbilo, cantad juntos, oh lugares desolados de Jerusalén. Porque el Eterno ha confortado a Su pueblo, Él ha redimido a Jerusalén. El Eterno ha descubierto Su sagrado brazo ante los ojos de todas las naciones. Y todos los rincones de la tierra han visto la redención de nuestro Dios.” (52:9-10)

Todos los aspectos y dimensiones de la conciencia serán una unidad armónica funcional, expresándose con el júbilo de cantar ante la revelada Presencia de Dios entre (en) nosotros. En este conocimiento nos damos cuenta que Su Amor es nuestro consolador y redención de las fantasías e ilusiones que hemos creado en este mundo material.

El brazo de Dios es Su voluntad que toda Su Creación aceptará como la absoluta verdad que es, y todo lo que existe verá Su Redención.

“Apartaos, apartaos, salid de allí, nada inmundo toquéis. Salid de en medio de ella, purificaos, vosotros que lleváis las vasijas del Eterno. ¡Pues no saldréis precipitadamente, ni con apuro iréis, porque delante de vosotros está el Eterno, y aquel que os recoge es el Dios de Israel!” (52:11-12)

A través del Profeta, Dios nos insta a abandonar lo impuro que contamina nuestra Esencia y verdadera identidad como los cimientos de nuestro nexo con Él. Estas son las vasijas en las que Él derrama Sus bendiciones. Confiar en el Amor de Dios es más importante que nuestro apuro para ser redimidos de siglos en fantasías e ilusiones negativas.

Primero debemos hacernos conscientes de que Dios es nuestro Creador, y que no pertenecemos a nosotros sino a Él. De este modo entendemos que es Él quien está delante de nosotros. Dios nos recoge desde los confines de la tierra para revelar Su Redención ante los ojos de las naciones. Estas sabrán que el único Dios es el Dios de Israel.

He aquí que Mi servidor [Israel] actúa sabiamente, él es enaltecido y ha sido elevado, y ha sido grandemente exaltado. Sorprendidos ante ti han estado muchos, tan estropeada su apariencia por hombre, y su aspecto por hijos de hombres.” (52:13-14)

Nuevamente Dios nos recuerda que Israel es Su servidor desde que Él nos sacó de Egipto para ser Su pueblo elegido. Nos hizo sabios con Su Torá, y nos elevó con el fin de ser Luz para las naciones. En Su Redención Final nos recoge de vuelta a nuestra tierra, tras haber sido asimilados y nuestra apariencia estropeada por las naciones.

Debemos iniciar nuestra recogida individual y colectiva de entre las naciones y retornar a nuestra tierra, la cual representa el bien que Dios quiere que vivamos y hagamos prevalecer en todos los aspectos y dimensiones de la vida.

Así él rocía muchas naciones. En lo que a él concierne, reyes cierran sus bocas. ¡Porque ven lo que nunca antes les fue contado, y entienden lo que antes no habían oído!” (52:15)


En su dispersión en todo el mundo, los hijos de Israel han iluminado muchas naciones con las enseñanzas de la Torá, esforzándose por hacer prevalecer el bien. Desde Abraham y Moisés, a través de los reyes David y Salomón, y hasta nuestros tiempos, las contribuciones del pueblo hebreo a las naciones han sido esenciales e indispensables. Todo ello a pesar de las constantes persecuciones, acosos, humillaciones, opresión y exterminio. Las contribuciones hebreas a la humanidad son incuestionables e indiscutibles.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.