lunes, 24 de abril de 2017

El Cantar de los Cantares: La Historia de Amor entre Dios e Israel (XXXVI)

“¡Huye, amada Mía, y sé como una gacela o cervatillo sobre las montañas de especias!” (8:14)

Las palabras finales del Creador en este Cantar de los Cantares reiteran Su llamado a Israel para que regrese a Él. El amor de Dios la urge huir de las tinieblas del exilio en las fantasías e ilusiones de ego entre las naciones, y suba corriendo como gacela o venado a las montañas de especias en las que una sobresale como cumbre del Templo de Jerusalén, que simboliza el nexo eterno de Israel con Dios.

Estas especias son las sublimes fragancias como rasgos y cualidades que emanarán de las directrices de la nueva conciencia que el Creador ha prometido a Israel, cuando acontezca Su redención final. Así podremos comenzar a conocer las eternas dimensiones de Su creación.

“Él hace grandes obras sin límite y maravillas sin número.” (Job 9:10)

En el reinado de Salomón, Israel trajo las naciones hacia ella; y en la redención final Israel traerá las naciones hacia el Creador, porque la conciencia mesiánica se manifiesta en el infinito conocimiento de Dios.

“El mundo fue creado para el Mesías.” (Talmud, Sanhedrín 98b)

“Ven, casa de Jacob, y caminemos en la luz del Eterno.” (Isaías 2:5)

Que sea muy pronto y en nuestros días. Amén.

sábado, 15 de abril de 2017

El Cantar de los Cantares: La Historia de Amor entre Dios e Israel (XXXV)

“¡Yo soy una muralla y mis pechos [son] como torres! Entonces yo soy en Sus ojos como la que encontró paz.” (Cantar de los Cantares 8:10)

La conciencia mesiánica venidera responde a Dios y a Israel que esta se ve construida como torres protectoras para guardar y cumplir los planes del Creador luego de Su redención final. Sus ojos como alegoría de Sus planes para hacer que la paz de los modos y atributos de amor prevalezcan por toda la eternidad.

“A Él que la paz le pertenece tenía una viña en Baal Hamón [Amo de Multitudes]. Él dio la viña a cuidadores. Cada uno trae por su fruta mil piezas de plata.” (8:11)

La conciencia mesiánica habla de sí misma como una viña plantada por Dios en Su campo. Este lleva Su nombre como Amo de Multitudes (Baal Hamón). Él la dio a guardianes que representan los futuros rasgos, tendencias, cualidades y expresiones de la nueva conciencia humana en tiempos mesiánicos.

Su cosecha es de un valor mayor que cualquier precio, ya que de uno produce mil. Estos guardianes son también las futuras multitudes de Israel como herederos y portadores de la venidera conciencia mesiánica que regirá hacia la eternidad.

“Mi viña, que es Mía, está ante Mí. Las mil [piezas de plata] son para ti, Salomón [a él a quien la paz le pertenece]. Y las doscientas para los cuidadores de su fruta.” (8:12)

El amor de Israel cuida la viña, unido al amor de Dios. Cada judío en la era mesiánica será como uno a quien la paz le pertenece (Salomón), cosechando su millar acompañado de sus ayudantes de las naciones redimidas. Estos también serán recompensados por cuidar la cosecha.

“Oh tú, sentada en los huertos, amigos estarán atentos a tu voz. [Y] Que Yo la oiga.” (8:13)

Cumplida la promesa de Dios, Israel entra en su redención final y construye otra vez para Él un lugar en el que more entre (en) nosotros. El campo de Dios (el huerto del Edén) será completamente revelado en el mundo material, cuando lo espiritual y lo material compartan el mismo espacio.

Aquí Israel está sentada y el Creador de dirige a ella haciéndole saber que las naciones, ahora sus amigas, están deseosas de oír su voz con las enseñanzas necesarias para asimilar la nueva conciencia humana que el Creador ha establecido para la era mesiánica. Él quiere oír la voz de Israel como Su voz para la nueva humanidad.

Entonces un huerto se convertirá en muchos huertos para que el Creador hable a la nueva conciencia, y sus rasgos y atributos que atentamente escucharán Su voz. Israel como la nación regente y conductora en la eterna era mesiánica será la primera en conocer la voluntad de Dios, y comunicarla a sus amigas las naciones.

lunes, 10 de abril de 2017

El Cantar de los Cantares: La Historia de Amor entre Dios e Israel (XXXIV)

“Muchas aguas no pueden sofocar el amor, y ríos no lo pueden ahogar. Si un hombre diera toda la riqueza de su casa a cambio de amor, él sería la burla hasta el escarnio.” (Cantar de los Cantares 8:7)

Este sagrado amor ardiente no puede ser destruido por nada, no importa qué tan grande o abrumador pueda llegar a ser. Tampoco puede ser condicionado, adquirido o negociado por posesiones materiales, porque el bien que procede de amor no cohabita con nada diferente a sus modos y atributos.

“¿Podría un trono de maldad asociarse a Ti, alguien que convierte la iniquidad en ley?” (Salmos 94:20)

“También el Eterno da bien, y [así] nuestra tierra rinde su fruto.” (Ibíd. 85:12)

Entonces asimilamos que el bien proveniente del amor de Dios es su propia cosecha, y debemos ser conscientes de que nuestra redención total es el bien como origen y finalidad de Su creación. Entre más vivamos en los modos y atributos de amor, más estaremos viviendo la redención final de Dios.

“Nuestra hermana es pequeña y no tiene pechos. ¿Qué podemos hacer por nuestra hermana el día que se hable de ella? Si fuese ella una muralla, le construiremos un palacio de plata. Y si fuese ella una puerta, la rodearemos con un cerco de cedro.” (Cantar de los Cantares 8:8-9)


Estos versículos y los restantes de este poema se refieren a la nueva conciencia que nos aguarda con el advenimiento de la era mesiánica. Esta nueva conciencia será como una hermana menor para Dios e Israel, la cual se develará a nosotros cuando se complete nuestra redención final. Esta se manifestará, ya sea como un nuevo paradigma (“muralla” como ciudad amurallada) o como un nuevo principio regidor (“puerta” de entrada) para la era mesiánica. El cerco de cedro es otra alusión al Tabernáculo o Templo de Jerusalén.

sábado, 1 de abril de 2017

El Cantar de los Cantares: La Historia de Amor entre Dios e Israel (XXXIII)

“Ponme como un sello en tu corazón, y como un sello en su brazo. Porque tan fuerte como la muerte es el amor, tan duros como la tumba son los celos. Sus llamas son llamas de fuego, que son la llama del Eterno.” (Cantar de los Cantares 8:6)

Dios prosigue digiriéndose a Israel, pidiéndole que selle su mutuo amor. Primero en su corazón, porque este abarca la expresión de amor, el buen juicio, los buenos sentimientos, y la intensa pasión que conducen a pensamientos positivos. Segundo en su brazo, porque es el medio de realizar obras y acciones concretas. Así nos damos cuenta que pensamiento, sentimiento, emoción, pasión y obras son todos partes de la realización de un principio singular que es el amor.

La segunda parte de este versículo es intricada pero a la vez señala uno de los principios más profundos revelados en este Cantar de los Cantares. Su complejidad se deriva al presentar el amor tan fuerte como la muerte, ambos con los mismos poderes en virtud de comparativo “tan”. Aunque a pesar de ello quiera decirnos que de hecho el amor es más fuerte que la muerte, como lo veremos en la culminación y final del poema.

Esta declaración evoca en nuestra imaginación dos contrincantes igualmente fuertes en una larga contienda en la que uno derrota al otro, y domina para siempre. Aquí recordamos la lucha durante toda una noche de Jacob contra el ángel de Esaú (Génesis 32:24-29), a quien terminó venciendo y triunfante convertido en Israel, el que pelea con y por Dios. Vemos a Jacob/Israel como la personificación de amor y vida, que derrota a Esaú como la personificación del mal y la muerte.

“Él derrotó a la muerte en victoria, y Dios el Eterno ha enjugado la lágrima de todos los rostros. Y el bochorno de Su pueblo Él ha borrado de toda la tierra, porque el Eterno ha hablado.” (Isaías 25:8)

Así vemos que tras una larga confrontación de miles de años, el Creador hará prevalecer el amor como nuestra redención final para que reine eternamente en Su prometida era mesiánica. Luego de esta declaración convertida en profecía, el versículo reafirma el nexo amoroso entre Dios e Israel hacienda eco de la proclamación fundamental del judaísmo, “Oye (entiende) Israel, el Eterno es tu Dios, el Eterno es Uno (y Único)”.

Esta proclamación es un beso unificador que hace al amor tan fuerte como la muerte, ya que la recitamos desde el momento que volvemos a la vida al despertarnos en la mañana y al cerrar los ojos para dormir. Estos dos momentos también reflejan la vida y la muerte en la tradición judía, de ahí que demos gracias a Dios al despertarnos por traernos de vuelta a la vida.

La tercera parte del versículo nos dice que los celos son parte del amor, porque escuda y protege de lo que amenaza o perjudica a quien amamos o a lo que amamos. Así también nos hacemos conscientes de que la separación es tan dolorosa (“dura”) como la muerte (“la tumba”), porque pone fin a la razón y propósito del amor.

El fuego del amor de Dios hace eterno el nexo, como Su llama que da vida y sustento a toda Su creación. Entendemos estos celos como la ardiente exclusividad que el amor de Dios exige de nuestro amor por Él.

“Y aquellos que lo aman a Él son como el sol que se levanta en su magnitud.” (Jueces 5:31)

Los celos no permiten que nada interfiera o se entrometa con quien o con lo que amamos, y su fuego elimina lo que es diferente u opuesto al propósito del amor de Dios, y al amor que Él quiere que vivamos. Así entendemos cómo el Creador se revela a nosotros, y lo pedimos diariamente en nuestros rezos judíos para estar con Él en amor.

“(…) y pon entendimiento en nuestro corazón para comprender y para discernir, para percibir, para aprender y para enseñar, para observar, para practicar, y para cumplir todas las enseñanzas de Tu Torá en amor.”

“(…) Porque Tú nos has elegido entre todas las naciones y lenguas, y nos has acercado Rey nuestro a la grandeza de Tu Nombre en amor, para agradecerte y proclamar Tu Unicidad, y amar Tu Nombre. Bendito eres Tú, Eterno, que elige a Su pueblo Israel en amor.”

Es así porque el bien de amor es el contexto de la creación de Dios, y el propósito de la vida es vivir en él. Como la esencia y propósito de nuestra vida, amor es la libertad que nos conduce hacerlo prevalecer en todas las facetas, aspectos y dimensiones de la vida.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.