Tras
un receso de catorce meses, regresamos a nuestro blog con nuevos
comentarios sobre la Biblia Hebrea, con una perspectiva jasídica en
torno a El Cantar de los Cantares del rey Salomón.
Vale la pena
destacar que este es un poema lleno de metáforas y alegorías con
significados y mensajes multidimensionales para despertar el amor de
Israel al amor de Dios como un solo amor destinado a regir y a hacer
prevalecer el bien en el mundo material.
“El
Cantar de los Cantares,
que
es de Salomón
(lit. A Él
que la paz le pertenece).” (Cantar de los Cantares
1:1)
Esta
introducción lo dice todo, porque declara que este es de hecho el
cántico
del Creador para elogiar Su nexo, conexión y relación con
Israel. A Él
que la paz le pertenece, porque paz es lo completo como resultado de
la compenetración de nuestro amor y el Amor de Dios. También
entendemos esta totalidad como el propósito de la prometida
redención final de Dios para Israel.
En
esta premisa integramos todos los niveles de conciencia para asimilar
los significados de este canto a partir de sus alegorías y
metáforas. Abordamos este poema simultáneamente con el intelecto,
discernimiento, pensamiento, emoción, sentimiento, pasión e
instinto, ya que debe ser asimilado con todo nuestro corazón, toda
nuestra alma, y todas nuestras fuerzas.
Debe ser así, porque no hay
otra manera de amar a Dios. Este poema es
un cántico de amor con el que celebramos el amor de Dios por Israel,
y el amor de Israel por Dios.
“Que
Él me bese con los besos de Su boca, porque Tus amores son mejores
que el vino.”
(1:2)
Besar
no sólo denota cercanía sino intimidad. Hay una aparente
redundancia en la primera parte de este versículo, ya que besar se
hace con la boca, e Israel pide más de uno de los besos de Dios.
Esta petición sugiere cierta multiplicidad que también implica
cualidades multidimensionales y trascendentales inherentes al
Creador.
No
es posible concebir o asimilar el amor de Dios, al igual que a Él
mismo. Israel es consciente de ello, de ahí que ella pida a Dios más
de un solo aspecto particular de Su amor. No
solamente Sus besos de amorosa bondad, o Sus besos de compasión, o
Sus besos de rectitud, entre Sus modos y atributos. La añoranza de
Israel por el amor de Dios abarca la eternidad y trascendencia de Su
esencia.
En
la segunda parte del versículo, Israel habla de su Dios a las
naciones idólatras, indicándoles Quién es el Dios de ella, y por
qué lo ama. Israel lo desea como el inconcebible Creador y dueño de
mundos y dimensiones sin fin.
“Él
hace grandes obras sin límite y maravillas sin número.” (Job
9:10)
El
Dios de Israel no tiene límites para satisfacer necesidades
materiales porque Su poder lo abarca todo, más allá de la
compresión y entendimiento humanos.
Luego
de esta declaración definitoria de Israel acerca de Su Dios, se
vuelve a Él expresándole su más profundo deseo de compenetrarse
con Él en todas las dimensiones de Su amor y poder.
“Por
[su]
fragancia,
Tus unciones (lit. aceites) son buenas.
Aceite
derramado [es]
Tu
Nombre,
¡por ello las doncellas (lit. servidoras)
te
aman!”
(1:3)
Nuestros
sabios relacionan el aceite con varias características o cualidades.
Aceite es combustible del fuego para iluminar o disipar oscuridad.
Israel usualmente es comparada con el aceite, y las naciones con el
agua.
El
fuego no puede salir del agua, pero sí del aceite.
La unción de los
sumo sacerdotes y reyes judíos se hacía con aceite de
oliva.
Esta
unción ritual representa la conciencia necesaria para ejecutar la
voluntad de Dios para Israel, y de Israel para el mundo.
En
este
contexto,
los aceites de Dios son rasgos y cualidades iluminadoras con un
propósito divino en la vida humana y el mundo material. El versículo
sugiere no sólo la textura aceitosa sino también su fragancia o
perfume, referidos en este caso como características del bien.
Hasta
ahora tenemos alegorías relacionadas con besos, vino, aceites y
fragancia. Todos estos, además de ser claramente
positivos,
provenientes
del amor de Dios, sirven un propósito en la conciencia humana con el
fin de expandir el bien en el mundo.
En
este versículo “doncellas”
representan aspectos y niveles de conciencia al
servicio de un propósito mayor en la vida. Estos son tendencias y
rasgos positivos que se identifican con el bien inherente en los
modos y atributos del Creador.
“Tráeme
a Ti
[y]
correremos
juntos.
El
Rey me ha traído a Sus habitaciones, nos alegramos y regocijamos en
Ti. Mencionamos Tus amores [mejores]
que
el vino. ¡Con rectitud ellos te aman a Ti!”
(1:4)
Este
versículo hace referencia a la redención final Divina
de Israel y la humanidad. Hemos mencionado frecuentemente en nuestros
comentarios acerca de la Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía
en este
blog,
que
la redención final comienza con Israel y es encabezada por Israel
para beneficio del resto de la naciones.
Israel
pide al Creador que la atraiga a Él, haciendo
alusión al advenimiento de la era mesiánica. La redención final
viene por voluntad de Dios en el tiempo y circunstancias que Él
considere apropiados. Al iniciar Dios el proceso, Israel es primero
traída a Él para apresurar juntos la redención final.
Este
proceso comienza con la completa consumación del pacto entre Dios e
Israel, comparado al matrimonio de marido y esposa. La
realización y completación de este pacto tiene lugar en el Templo
de Jerusalén, donde Israel y Dios están unidos espiritualmente.
En
esta culminación Israel luego se regocija en las delicias (“el
vino”) del amor de Dios. Las naciones finalmente amarán en verdad
a Dios a través de la rectitud derivada de tendencias y rasgos
positivos, tras abandonar sus actuales tendencias negativas.
“Bronceada
estoy y hermosa, hijas de Jerusalén; como las tiendas de Kedar,
como
las cortinas de Salomón.”
(1:5)
Las
“hijas de Jerusalén” son
interpretadas erróneamente como las naciones, ya que ellas en verdad
representan cualidades y rasgos
positivos
provenientes del más alto nivel de conciencia (Jerusalén), donde
realizamos nuestra conexión permanente con el amor de Dios.
Si las
naciones representan características y tendencias negativas en la
conciencia, no tienen ninguna relación con Jerusalén como el punto
de conexión entre Dios y nuestro mayor conocimiento de Él.
Jerusalén por definición es el punto
sagrado de donde provienen solamente expresiones (“hijas”)
positivas emanadas del amor de Dios.
En
este contexto Israel, como el “ser
consciente” en la identidad judía,
admite el bronceado
de su piel (su “oscuridad”)
a las hijas de Jerusalén que precisamente
son sus propias cualidades positivas.
Esta oscuridad es el efecto de las decisiones
negativas de Israel a lo largo de su historia. Al
mismo tiempo ella promete rectificar sus transgresiones, y retornar a
su verdadera esencia e identidad, las cuales poseen las llaves de su
propia redención.
Ella
viene de vivir en las tiendas de Kedar (tendencias
y rasgos negativos) para morar en el lugar
sacrosanto que es la cámara
interior del Templo de Jerusalén, referido aquí como las cortinas
colgantes del lugar de Él al que la paz le pertenece.
Israel
admite que en vez de vivir en la luz y el
amor de los caminos y atributos de Dios,
ella se ha oscurecido como los que viven en las tinieblas de los
niveles inferiores y rasgos negativos en la conciencia, forzada por
las fantasías e ilusiones materialistas de ego.