“¿Qué es lo que ha sido? Es lo que es. ¿Y
qué es eso que ha sido hecho? Es lo que ha sido hecho, y no hay nada nuevo bajo
el sol. ¡Hay algo de lo que alguien diga, ‘Mira, esto es nuevo’! ¡Ya ha estado
en otras épocas antes que nosotros! No hay memoria de las antiguas ni memoria
de las recientes entre aquellas que vendrán después.”
(Eclesiastés 1:9-11)
(Eclesiastés 1:9-11)
Estos versículos nos advierten acerca de nuestra actitud y conducta repetitiva
ente la vida, como si la conciencia humana estuviese condenada a ser igual a
pesar de los progresos registrados a través de los tiempos. Las palabras de
Salomón podrían referirse a un rasgo o tendencia general que nos hace discernir,
entender, asimilar y sentir del mismo modo sin importar las circunstancias o
los tiempos que hemos vivido en la historia.
Las declaraciones reiterativas de Salomón en este libro apuntan a los
patrones repetitivos característicos de los rasgos y tendencias de las fantasías
e ilusiones de ego. Esto revela la tendencia obsesiva y adictiva de la
naturaleza temporal de las fantasías e ilusiones típicas de una actitud
egocentrista ante la vida.
Todo lo que nuestros corazones y ojos desean sigue
igual desde que Adán y Eva transgredieron el mandamiento del Creador de no
comer del Árbol del Conocimiento del Bien y Mal, el cual era “deseable a los
ojos”.
Este patrón que ha permanecido igual puede ser reemplazado por un “cambio
de paradigma” basado en la adopción de principios y valores enfocados más en
perseguir el bien individual y colectivo en aras del propio bien, que en
satisfacer los deseos egoístas bajo la dictadura de la sociedad de consumo.
“Yo, Kohelet, he sido
rey de Israel en Jerusalén. Y he dado mi corazón para buscar e escudriñar con
sabiduría lo concerniente a todo lo que ha sido hecho bajo los cielos. Es una
mala tarea que el Eterno ha dado a los hijos del hombre para responder por esta.” (1:11-13)
Estos versículos reafirman el contexto en el que comentábamos, porque es un
patrón negativo afrontar la creación de
Dios en general y este mundo en particular a partir de la vanidad y futilidad
de las fantasías e ilusiones de ego.
La sabiduría es inútil mientras la
apliquemos a estas últimas. Hemos indicado en nuestro comentario a El Cantar de
los Cantares en este blog que “no hay
verdadera sabiduría sin amor, y no hay verdadero amor sin sabiduría”. Estos
versículos lo confirman, y la carga más pesada es desperdiciar el potencial del
intelecto y sabiduría viviendo una vida sin significado.
Aprendemos aquí que sobre nosotros pesan las consecuencias de las
decisiones que nosotros tomamos, y no Dios. Él nos encomienda elegir las
bendiciones de la vida y rechazar las maldiciones que llevan a la muerte. En
este sentido las fantasías e ilusiones de ego, con sus rasgos y tendencias
negativas son cargas de las que el Creador nos hace responsables.
De ahí que
debamos asimilar el mensaje de Salomón en estos versículos, no entendiendo la
condición humana como algo inmutable y sin significado sino para hacernos
conscientes de que lo opuesto a la naturaleza temporal de las vanidades y
futilidades del egocentrismo son los modos y atributos de amor.
“He visto todo lo hecho bajo el sol, y he aquí que todo es vanidad y una
vejación del espíritu [alma]. Algo torcido no puede enderezarse [lit. repararse],
y lo que está ausente [lit. lo carente] no puede tomarse en cuenta.” (1:14-15)
Aquí entendemos que lo roto no puede retornar a su estado original por
tratarse de algo fraccionado que perdió su entereza. Esto también se refiere a los deseos materialistas de ego derivados de
creencias y sentimientos de carencia, ya que esta última es lo puesto a lo
entero o completo.
En los modos y atributos de amor nunca hay carencia porque
el amor abarca e integra todo lo valioso, y por lo tanto nombrado y contado por
el Creador como parte del bien que Él quiere hacer prevalecer en Su creación.