domingo, 22 de junio de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXII) Isaías

El Profeta se refiere a los problemas de Israel en su tiempo (capítulos 36 a 39) durante el reinado de Ezequías. Isaías advierte contra la dependencia de alianzas militares en vez de la confianza en Dios respecto a la libertad de Israel y su bienestar nacional. Esto significa en nuestra conciencia que no debemos comprometer nuestra conexión y relación con Dios, haciendo de tendencias y rasgos negativos parte de nuestra identidad judía. Nos fiamos de nuestro nexo con el Creador o en las fantasías e ilusiones de ego. Estas no se mezclan o cohabitan con los caminos y atributos de Dios, a partir de los que se forma y define nuestra identidad.

“Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. Decidle a voces que su labor es ya cumplida, que su culpa es saldada; que doble ha recibido de la mano del Eterno por todos sus pecados.” (Isaías 40:1-2)

En este capítulo el Profeta vuelve a hablar de Redención. Nuestros Sabios dicen que Dios pide a Sus Profetas consolar a Israel con la promesa de la Era Mesiánica, luego de cumplir su exilio entre las naciones. El final del exilio comienza cuando hayamos aprendido plenamente la experiencia de vivir tendencias y rasgos negativos en la conciencia. Al asimilar completamente nuestro dolor y sufrimiento en nuestra separación de los caminos del Creador, nuestra culpa es saldada. Así comprendemos que Jerusalén como la realización de nuestra conexión permanente con Dios es compensada abundantemente por Su mano, la cual es Su Amor.

“Voz que clama en el desierto: Preparad el camino del Eterno, enderezad en el desierto una vía ancha para nuestro Dios. Todo valle sea elevado, y rebájese todo monte y colina; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane.” (40:3-4)

En el desierto de las fantasías e ilusiones de ego clamamos al Amor de Dios, y desde ahí preparamos nuestro camino de regreso a Él. La vía es ancha y derecha como Sus caminos y atributos, en los que la humildad es la manera de reducir aquello negativo que hemos alzado en nuestra conciencia. Debemos transformar la soberbia de las falsas creencias y lo negativo en emociones, sentimientos y acciones, en medios y vehículos para retornar a nuestra Esencia y verdadera identidad.

“Y la gloria del Eterno se ha revelado, y toda carne junta la ha visto; porque la boca del Eterno ha hablado.” (40:5)

Esta profecía ha sido revelada con anterioridad, por lo tanto sabemos que la gloria de Dios ya está manifiestada en Su Creación. Hay una alusión a Su revelación en el monte Sinaí cuando nos entregó la Torá, y también nuestro conocimiento de que Su redención está a nuestro alcance. De ahí que dependa de nosotros elegir regresar a Dios para cumplir Su promesa en nosotros, individualmente y colectivamente.

“Una voz dijo: 'Clama'. Entonces él respondió: '¿Qué he de clamar?'. Que toda carne es como la hierba, y todo su esplendor es como la flor del campo. Se seca la hierba, se marchita la flor cuando el aliento del Eterno sopla sobre ella, en verdad el pueblo es hierba. Se seca la hierba, se marchita la flor, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre.” (40:6-8)

Las metáforas del Profeta nos recuerdan una y otra vez que Dios es nuestro Creador, y que dependemos de Él. Nos invita a apegar nuestra conciencia a la palabra de Dios que representa Sus caminos y atributos, con el fin de vivir de acuerdo a Su voluntad. Así seremos capaces de trascender lo efímero y marchitable del mundo material, y vivir por y para la palabra de Dios, que es Su aliento de vida que Él quiere que experimentemos en todos los niveles de conciencia.

“Súbete sobre un monte alto, oh Sión, tú que traes buenas nuevas; levanta fuertemente tu voz, oh Jerusalén, tú que traes buenas nuevas; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡He aquí vuestro Dios!” (40:9)

Debemos subir nuestra conciencia a su más alto nivel, que es Sión, y desde ahí proclamar nuestra Redención, porque Dios está con nosotros mientras nos extendamos a Él. Las ciudades de Judea representan el potencial de lo bueno en nuestro discernimiento, pensamientos, sentimientos, emociones, pasiones e instintos. En los caminos y atributos de Dios no hay temor, porque desde estos vemos todos los aspectos y dimensiones de la vida desde la perspectiva correcta, desde el sitio elevado de nuestra conexión permanente con el Creador. Esta abarca lo positivo como las buenas nuevas de nuestra Redención Final y la entrada a la Era Mesiánica, cuando el único deseo e interés serán el conocimiento de nuestro Creador.

“He aquí, que Dios el Eterno ha venido como el Todopoderoso, y Su mano gobernará por Él. He aquí que Su labor viene con Él, y Su salario ante Él.” (40:10)

El conocimiento de Dios es Su mano como nuestra gobernante. El apego a Él es nuestra labor y también nuestro salario. Así nos damos cuenta de que nuestro propósito en el mundo material es revelar la Presencia Divina en todos los niveles de conciencia. El Profeta se refiere con alegorías nuevamente a las obras del Creador y Su control sobre todo (40:11-16) para decirnos que todo depende de Él.

“Todas las naciones son como nada ante Él, son estimadas por Él como cosas de nada, y vanidad.” (40:17)

También se nos recuerda otra vez acerca de la vanidad y futilidad de las fantasías e ilusiones de ego, al igual que las tendencias y rasgos negativos representados por las naciones. Debemos retornar a la verdad de la que fuimos creados, como nuestra razón y propósito en el mundo material.

“¿Por qué dices, Jacob, y hablas, Israel: 'Escondido está mi camino del Eterno, y mi juicio pasa inadvertido a mi Dios?'. ¿Acaso no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? El Dios eterno, el Eterno, el Creador de los confines de la tierra no se fatiga ni se cansa. Su entendimiento es inescrutable.” (40:27-28)

No podemos escondernos del Creador, ni de Sus caminos y atributos que Él nos revela en la Torá. Una vez más el Profeta nos invita a reflexionar acerca de lo que ponemos en nuestro discernimiento, entendimiento, emociones, sentimientos, y en lo que decimos y hacemos. Estos son las vasijas en las que llenamos nuestra conciencia, y debemos hacerlo con los caminos y atributos de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad.

“Él da fortaleza al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna. Los jóvenes se fatigan, y se cansan; los niños flaquean y caen. Pero los que esperan en el Eterno renovarán sus fuerzas, se remontarán con alas como las águilas; correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.” (40:29-31)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.