“He
aquí, estos vendrán de lejos, y estos [otros] del norte y del
occidente, y estos [otros] de la tierra de Sinim [oriente].”
(Isaías 49:12)
El
Creador convoca a los descendientes de Israel de todos los lugares y
confines de la tierra. Él decretó que todos, inclusive aquellos
asimilados entre las naciones, están destinados a retornar a la
tierra de su herencia. Estar alejados de Dios no se refiere a una
distancia geográfica. En su tiempo, aquellos que oyen Su llamado a
la Redención Final retornarán. Este llamado no tiene que ser
respondido por todos, ya que Dios nos dio libre albedrío para
rechazar o abrazar nuestra identidad judía.
Nos
hemos referido a nuestra tradición oral (midrash)
acerca del Éxodo de Egipto, y del retorno de los exiliados judíos
en Babilonia. En el caso de Egipto sabemos que solamente el 20%
eligió seguir a Moisés, y en el caso de Babilonia fue un número
muchísimo menor que decidió regresar a la tierra de Israel.
Históricamente, una minoría de los descendientes de Israel
permanecieron fieles al Pacto con Dios. Lo mismo se espera
ocurra para la Redención Final. Aunque el Creador
decretó que Él nos reunirá desde los confines de la tierra, este
llamado es para aquellos que elijan retornar.
“Cantad
oh cielos y regocíjese la tierra, y romped en cántico oh montañas.
Porque el Eterno ha confortado a Su pueblo, y tiene compasión por
Sus afligidos.” (49:13)
Aquellos
de nosotros que oímos el llamado de Dios debemos alegrarnos y cantar
de felicidad con todos nuestros niveles de conciencia. Estos son
nuestro más elevado conocimiento (los cielos) de Dios, y nuestra
naturaleza inferior sensual (la tierra), al igual que nuestra fe,
creencias, valores y principios (montañas). Al estos oír el
llamado, también sentimos y vivimos nuestra Redención inminente,
dándonos cuenta que la amorosa bondad y compasión del Creador son
nuestra plena libertad.
Así asimilamos que los caminos y atributos
de Dios son también los rasgos y tendencias que debemos entronizar
en todos los niveles de conciencia, para poner fin a la aflicción
bajo el dominio de las fantasías e ilusiones de ego.
“Pero
Sión dijo: 'El Eterno me ha abandonado, y el Eterno me ha
olvidado'.” (49:14)
Quienes
no eligen responder al llamado de Dios prefieren culparlo por su
separación de Él. Se niegan a creer que el retorno a Su decretada
Redención depende exclusivamente de nosotros mismos. Hemos dicho que
Sión, Jerusalén y el Templo representan el máximo conocimiento de
nuestra conexión permanente con Dios. Cuando este conocimiento se
pierde, este culpa a Dios de nuestra separación de Él. De hecho
nunca se perdió, ya que es permanente, pero en nuestro exilio en las
fantasías e ilusiones de ego creemos y sentimos que Dios nos
abandonó.
“¿Acaso
una mujer olvida a su infante, el amado, el hijo de su vientre? Sí,
estos olvidan. Pero Yo, Yo no te olvido. He aquí
que en las manos te He gravado, tus murallas están ante Mí
continuamente.” (49:15-16)
Dios
reitera Su Pacto con Israel, y Su Amor por Sus hijos. Él nos llama
como nuestro Padre que nos recuerda que, a pesar de nuestra
separación y olvido de Él, no nos olvida. Nos mantiene no sólo en
Su pensamiento sino en Su Amor, porque Él nos ama. Nuestros nombres
están gravados en Sus manos, y la fuerza (nuestras murallas) de
nuestro nexo con Él está siempre firme.
“Apresurados
están quienes te construyen, quienes te destruyen y te despojan
saldrán de ti.” (49:17)
Nuestra
opresión bajo las tendencias y rasgos negativos en la conciencia,
impulsados por las fantasías e ilusiones de ego, se convierte en
nuestra desesperación que nos hace vivir apresurados. Dios nos
recuerda que estas son las destructoras que nos convierten en
despojos, de ahí que Él las removerá de nuestra conciencia.
“Alza
tus ojos y mira: todos ellos han sido
congregados, ellos vienen a ti. Como que vivo, dice el Eterno, que tú
te vestirás con ellos todos como ornamento, y con ellos como cinto
para ti, como una novia.” (49:18)
El
Profeta nuevamente destaca que Dios transformará las tendencias y
rasgos negativos en cualidades positivas que ocuparán todos los
aspectos y dimensiones de la vida. Estas serán el adorno y belleza
que se manifestarán en nuestro discernimiento, pensamientos,
valores, principios, emociones, sentimientos, pasiones e instintos,
al igual que en lo que tengamos, digamos y hagamos. Serán el
esplendor que vemos en la novia preparada para desposar a su dueño.
“Debido
a tus despojos y tus lugares desolados, y la tierra de tus ruinas,
ahora ciertamente están apretados a causa de los habitantes, y
aquellos que te consumen están lejos.” (49:19)
Nuestros
anteriores rasgos negativos y destructivos serán como lugares vacíos
que también serán estrechos para la expansión de la nueva
conciencia que nos espera. Cada tendencia negativa que devoraba lo
bueno de nuestra Esencia y verdadera identidad será eliminada.