“Se le ha exigido y él ha respondido. Y él abre su boca
como un cordero que es llevado al matadero. Y como oveja que ante sus
trasquiladores permanece muda.” (53:7)
Hemos dicho que el bien es la expresión de Amor como manifestación material
del Amor de Dios. El bien no es arrogante, ni alardea ni pretende. Al igual que
la verdad, el bien no necesita defenderse a sí mismo. Así entendemos que los
trasquiladores del bien lo encuentran mudo. Tal es la actitud de las fantasías
e ilusiones de ego ante los modos y atributos de Amor.
Los deseos
materialistas de ego no encuentran razón ni significado en el bien. Del mismo
modo, a pesar de las contribuciones de Israel a la humanidad, este ha sido
silenciado y sacrificado sin ni siquiera poder defenderse.
Opresión en su
tierra (a manos de Asiria, Babilonia, Persia, Grecia y Roma), exilio (en Egipto, en Babilonia y en
la Diáspora), persecución y exterminio (en las guerras “santas” de los musulmanes, las cruzadas e inquisición de los cristianos, los
pogromos, el Holocausto).
“Para prisión y para juicio él ha sido tomado, y de su
generación ¿quién tiene en cuenta que él haya sido cortado de la tierra de los
vivientes? Por la transgresión de su pueblo él es afligido. Y su tumba comparte con
los malvados, y con los ricos están sus lugares elevados. Porque él no ha hecho
violencia, y no hay engaño en su boca.” (53:8-9)
La humanidad no
ha meditado lo suficiente acerca de quitar el bien de la vida. ¿Cómo podríamos
encontrar un significado trascendente en la existencia sin vivir en el bien? ¡El bien es la causa, razón y propósito de la vida! ¿Cómo
podría ser quitado de la vida? Al mismo tiempo el Profeta señala las consecuencias de reprimir
o eliminar el bien de la conciencia humana.
El bien
desfallece y se desanima por los rasgos y tendencias negativas. Estas son las
aflicciones que traemos a Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad.
Nuestras maldades nos llevan a compartir la misma tumba con los malvados.
El bien como
nuestra riqueza que es comparte los lugares elevados con aquellos que también
son buenos. Mientras permitamos que el bien conduzca todos los aspectos y
dimensiones de la vida, jamás habrá violencia ni engaño.
“Y el Eterno se ha deleitado en golpearlo, Él lo ha
afligido. Si su alma hiciere una ofrenda por culpa, Él ve simiente para que él prolongue sus días. Y el deleite del Eterno prospera en su mano.” (53:10)
Esta dolorosa alegoría debe ser entendida en el contexto apropiado, ya que
Dios no se deleita con infligir sufrimiento en Su Creación. Dios toma para Él
mismo la aflicción y el padecimiento de Su pueblo. Él toma la opresión de las
naciones contra Israel como Suya propia, ya que en cada derrota, humillación y
aflicción, la misión de Israel continúa y trasciende.
Por cada
sacrificio de Israel hay una simiente plantada destinada a proteger el bien en
la vida. Dios se deleita en el bien, y lo hace prosperar a pesar de la oposición de
las tendencias negativas en la conciencia.
“Él ve de la labor de su alma, de la cual él está
satisfecho. A través de su conocimiento él da rectitud, el recto Mi servidor
para muchos. Y él carga las iniquidades de ellos.” (53:11)
Dios ve el bien
que Israel ofrece a la humanidad, por el cual Israel se complace. Su
conocimiento y sabiduría provienen de la Torá y de su nexo con el Creador. Todo
lo contrario a ello Israel tiene que cargar hasta que la causa de la maldad sea
finalmente removida de la faz de la tierra.
“Por lo tanto Yo le doy una porción entre muchos, y con
los poderosos él reparte los despojos, porque él expuso a la muerte su alma. Y
con transgresores él fue contado, porque él ha cargado con las transgresiones
de muchos. Y por los transgresores él intercede.” (53:12)
Dios es la
porción de Israel. Esta premisa justifica la misión de Israel en el mundo, tal
como lo indica la Torá. De ahí que con los “despojos” que obtiene Israel está con los “poderosos”, porque Dios es el poder con el que Israel prevalece.
Esto además de
enfrentar la muerte en su tenacidad para mantener el Pacto con Dios. Esta
tenacidad también ha enfrentado las propias transgresiones de Israel, al igual
que las iniquidades de otros por las que Israel es contado como el cargador de
sus iniquidades.
Así vemos que Israel es el intermediario entre el pecado y la
redención del pecado. Israel es el catalizador de la conciencia materialista
hacia el conocimiento espiritual que nos hace conscientes de nuestra verdadera
identidad y propósito en la vida.
Como indicamos antes, Israel representa nuestro más elevado nivel de
conciencia desde donde podemos trascender los rasgos y tendencias inferiores
que nos separan del bien proveniente de los modos y atributos de Amor, como
manifestaciones materiales del Amor de Dios.
Nuevamente
debemos destacar que la Redención Final y la Era Mesiánica prometidas en la
Torá (Deuteronomio 30:3-10) y reiteradas por los Profetas se manifestarán a través de
Israel, el pueblo del Pacto con Dios. Así ha sido decidido y decretado por el
Creador.