“Clama
a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, declara a
Mi
pueblo su transgresión y a la casa de Jacob sus pecados.”
(Isaías
58:1)
Dios encomienda a Su Profeta que denuncie las causas de la separación de Israel de Él. Dios quiere que Isaías lo diga a gritos, suficientemente claro y resonante para que nos demos cuenta de que lo que verdaderamente importa en el mundo material son Sus caminos y atributos. El Creador nos llama otra vez Su pueblo como señal inequívoca de Su Amor por nosotros.
“Con todo Me buscan día tras día y se deleitan en conocer Mis caminos, como nación que ha hecho justicia, y no han abandonado a su Dios. Me piden juicios justos, se deleitan en la cercanía de Dios.” (58:2)
Dios sabe que nuestro mayor deseo interior es estar con Él, y la manera de lograrlo es siendo y haciendo el bien, porque Él es bueno con nosotros. Esto es lo que es justo en hacer lo correcto. Así asimilamos que ser y hacer el bien son el medio para estar cerca de Dios.
“'¿Por qué hemos ayunado y Tú no lo has visto? Hemos afligido a nuestra alma y Tú no lo has sabido'. He aquí que para contiendas y debates ayunáis, y para herir con el puño inicuamente. No ayunéis como hoy para que vuestra voz sea oída en lo alto.” (58:3-4)
El Profeta denuncia nuestro cinismo de hacer el mal y creer que ayunando en el Día de Expiación, que es Yom Kipur, Dios debería perdonarnos. Él nos recuerda que el bien de los modos y atributos de Amor no cohabita con las tendencias y rasgos negativos de las fantasías e ilusiones de ego.
“¿Es este el ayuno que Yo escogí para que el hombre aflija su alma? ¿Que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno y día deseable para el Eterno? ¿No es este el ayuno que yo escojo para desatar las ataduras de la maldad, soltar el peso del yugo, dejar ir libres a los oprimidos, y romper todo yugo?” (58:5-6)
Dios reafirma Sus palabras de perdón y redención, siempre y cuando verdaderamente deseemos retornar a Sus caminos y atributos. De hecho Él quiere remover la carga de las decisiones negativas que tomamos, aunque depende de nosotros pedirle nuestra Redención Final.
“¿No es para que compartas tu pan con el hambriento y albergues en casa a los desamparados, para que cuando veas al desnudo lo vistas y no te escondas de tu semejante?” (58:7)
Dios nos recuerda que amarnos unos a otros como nos lo encomienda en la Torá es la clave de nuestra Redención. Lo hacemos no escondiéndonos en fantasías e ilusiones de ego, y permitiendo que Amor conduzca todos los niveles de la conciencia y todos las dimensiones de la vida.
Dios encomienda a Su Profeta que denuncie las causas de la separación de Israel de Él. Dios quiere que Isaías lo diga a gritos, suficientemente claro y resonante para que nos demos cuenta de que lo que verdaderamente importa en el mundo material son Sus caminos y atributos. El Creador nos llama otra vez Su pueblo como señal inequívoca de Su Amor por nosotros.
“Con todo Me buscan día tras día y se deleitan en conocer Mis caminos, como nación que ha hecho justicia, y no han abandonado a su Dios. Me piden juicios justos, se deleitan en la cercanía de Dios.” (58:2)
Dios sabe que nuestro mayor deseo interior es estar con Él, y la manera de lograrlo es siendo y haciendo el bien, porque Él es bueno con nosotros. Esto es lo que es justo en hacer lo correcto. Así asimilamos que ser y hacer el bien son el medio para estar cerca de Dios.
“'¿Por qué hemos ayunado y Tú no lo has visto? Hemos afligido a nuestra alma y Tú no lo has sabido'. He aquí que para contiendas y debates ayunáis, y para herir con el puño inicuamente. No ayunéis como hoy para que vuestra voz sea oída en lo alto.” (58:3-4)
El Profeta denuncia nuestro cinismo de hacer el mal y creer que ayunando en el Día de Expiación, que es Yom Kipur, Dios debería perdonarnos. Él nos recuerda que el bien de los modos y atributos de Amor no cohabita con las tendencias y rasgos negativos de las fantasías e ilusiones de ego.
“¿Es este el ayuno que Yo escogí para que el hombre aflija su alma? ¿Que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno y día deseable para el Eterno? ¿No es este el ayuno que yo escojo para desatar las ataduras de la maldad, soltar el peso del yugo, dejar ir libres a los oprimidos, y romper todo yugo?” (58:5-6)
Dios reafirma Sus palabras de perdón y redención, siempre y cuando verdaderamente deseemos retornar a Sus caminos y atributos. De hecho Él quiere remover la carga de las decisiones negativas que tomamos, aunque depende de nosotros pedirle nuestra Redención Final.
“¿No es para que compartas tu pan con el hambriento y albergues en casa a los desamparados, para que cuando veas al desnudo lo vistas y no te escondas de tu semejante?” (58:7)
Dios nos recuerda que amarnos unos a otros como nos lo encomienda en la Torá es la clave de nuestra Redención. Lo hacemos no escondiéndonos en fantasías e ilusiones de ego, y permitiendo que Amor conduzca todos los niveles de la conciencia y todos las dimensiones de la vida.