“Entonces
como
aurora habrá nacido tu luz
como el alba y tu salud apresurada
florecerá. Y tu rectitud habrá de ir delante de ti, la gloria del
Eterno te acogerá.
Entonces
tú llamas y el Eterno responde, tú clamas y Él dice 'Aquí
estoy'.
Si
dejas el yugo de tu entorno, señalar con el dedo, y hablar de
vanidad.”
(Isaías 58:8-9)
Estos
dos versículos integran el conocimiento que debemos tener
permanentemente sobre el bien como nuestro nexo común con Dios. Así
nos hacemos conscientes de que todo el bien en la vida depende de lo
que es bueno en nosotros. El Amor de Dios nos acoge en nuestro Amor,
y en esta unidad solamente el bien se manifiesta porque la Presencia
de Dios está en nosotros.
Comenzamos este proceso al remover las
cargas que llevamos al elegir tendencias y rasgos negativos que
infligimos en otros. Lo hacemos cuando vivimos en la vanidad de las
ilusiones de ego.
“Y
si extiendes
tu alma hacia el hambriento
y
sacias el alma
afligida, entonces surge tu luz en las tinieblas; y tu densa
oscuridad es [luminosa]
como
el mediodía.
Y el Eterno
te
guía
continuamente, saciado
tu alma
en la sequía. Y vigoriza tus huesos como
huerto regado, y como manantial cuyas aguas nunca faltan.”
(58:10-11)
Una
vez más se nos recuerda que amar al prójimo compartiendo lo bueno
es la Luz que disipa las tinieblas en nuestra conciencia. Al vivir en
la Luz del bien también vivimos en la Luz de Dios como nuestra
eterna guía, bienestar y sustento.
“Y
reconstruyen de ti las ruinas de antaño, y tú levantas los
cimientos de muchas generaciones. Y uno te llamará 'Reparador
de brechas, restaurador de senderos para morar en ellos'.”
(58:12)
Al
ser, tener y manifestar los modos y atributos de Amor eliminamos tus
tendencias y rasgos opuestos, las “ruinas
de antaño”.
En
en campo vacío que dejan estas en nuestra conciencia construimos
los medios y modos que Dios quiere que hagamos prevalecer
eternamente.
Al corregir y reorientar nuestros hábitos, rasgos y
tendencias en la conciencia, nos convertimos en los reparadores y
restauradores del plan de Dios para el mundo material. Reparamos
y restauramos los senderos y caminos en los que estamos destinados a
morar en la Era Mesiánica.
“Si
apartas
tu pie del Shabat, de hacer tu voluntad en Mi día sagrado, y llamas
delicia al Shabat glorioso del Eterno;
y lo veneras no haciendo
tus caminos, ni buscando tu propio
placer,
ni hablando una
palabra.”
(58:13)
Nuevamente
se nos recuerda que nuestra Redención depende de las decisiones que
tomamos. Esta vez Dios menciona el Shabat como la delicia que
añoramos disfrutar con Él. No solamente lo honramos como nuestro
Creador y sustento, sino encontrando placer y deleite en Sus caminos
y atributos. No
encontrando placer en nuestras invenciones personales durante el día
de reposo de Dios.
En el Shabat estamos ante Él
en Sus dominios eternos, y no en los espejismos de fantasías e
ilusiones de ego.
Retornemos
a las alturas de nuestra conciencia donde Amor reina y mora en la
casa del Amor de Dios, ya que esta es Su voluntad.
“Entonces
te deleitas en el Eterno,
y Yo
te hago
cabalgar sobre las alturas de la tierra. Y
te
alimento
con la herencia de tu
padre Jacob, porque
la boca del Eterno
ha hablado.”
(58:14)