“He
aquí, la mano del Eterno no es corta para redimir, ni pesado Su oído
para oír. Pero vuestras iniquidades os separan entre vosotros y
vuestro Dios, y vuestros pecados han ocultado La Presencia de
vosotros, para oír.”
(Isaías
59:1-2)
Estos
dos versículos son fundamentales porque contienen significados y
mensajes multidimensionales. La “mano” de Dios representa no sólo
Sus obras sino también lo que inspira Sus acciones. Los
caminos y atributos del Dios de Israel son inmensurables
e inasibles para nuestro entendimiento.
De
ahí que realmente no tengamos una idea concreta de lo que es “corto”
y “extendido” en el contexto de Redención.
Aunque puedan
referirse a los exilios anteriores de Israel como cortos o largos en
espera de retornar a nuestra tierra, aquí el Profeta invita a
reflexionar sobre el hecho de que el tiempo para la Era Mesiánica
depende de nosotros.
Entendamos
que Isaías también está mencionando el “oído” de Dios como Su
entendimiento de lo que Él ha creado. Él lo conoce todo, porque
todo proviene de Él. Vemos entonces que la siguiente declaración
subraya las razones que tenemos para separarnos de Sus caminos y
atributos.
Cuando
nos separamos del bien nos separamos de Dios. La Torá nos instruye
claramente que, aunque Dios creo las tinieblas y el mal para que
podamos elegir la Luz y el bien, Él no se asocia con las anteriores.
Al hacer del mal y la oscuridad una opción y no una referencia, no
solamente hacemos ocultar la Presencia de Dios de nosotros sino que
impedimos que entendimiento distinga lo que es el bien.
La
Redención de Dios nos es corta o extendida, sino tan larga como la
queramos permanente.
El
Creador nunca dijo o insinuó que Sus promesas fuesen limitadas o
temporales, ni tampoco Su entendimiento.
También
aprendemos de esto que somos responsables de nuestras acciones.
Cuando seguimos las fantasías e ilusiones de ego, no sólo nos
separamos de los caminos y atributos de Dios sino también de
aquellos que creen en estos.
Nuestra
separación no es únicamente de Él sino de todo. Terminamos solos
en nuestros apegos, obsesiones, soberbia, enojo, indiferencia e
indolencia.
“Porque
vuestras manos están manchadas con sangre, y vuestros dedos con
iniquidad; vuestros labios hablan falsedad, y vuestra lengua murmura
maldad.
No hay quien clame por justicia, ni quien abogue
por la verdad. Confían en vanidad y hablan mentiras, pariendo maldad
y cargando iniquidad.”
(59:3-4)
El
Profeta señala transgresiones específicas derivadas de tendencias y
rasgos negativos generados por fantasías e ilusiones de ego, citando
la difamación y las habladurías como algunas de las armas más
letales de la maldad. En tal predicamento, la verdad como justicia y
rectitud están ausentes y no hay nadie ni nada en qué confiar. Sin
valores y principios verdaderos no hay nada en qué creer ni tener
fe.
Una
vez más Isaías denuncia la vanidad como el campo de las fantasías
e ilusiones, y la falsedad como su expresión, acompañada de sus
consecuencias negativas y destructivas.
El
Profeta continúa llamando nuestra atención para asimilar la premisa
de que debemos abandonar nuestras sendas negativas para poder
retornar a los caminos y atributos del Creador (59:5-7).
“Camino
de paz no conocen, y no hay juicio en sus veredas. Sus senderos han
torcido para ellos, nadie que anda en ellos ha conocido paz. Por lo
tanto el juicio ha estado lejos de nosotros, y la rectitud no nos
alcanza. Esperamos por luz pero he aquí tinieblas, porque en
tinieblas, en densa oscuridad andamos.”
(59:8-9)
Lo
obvio acontece cuando vivimos de y para las fantasías e ilusiones de
ego, y paz es su primera víctima. La siguiente es el juicio como
principio mediante el cual tomamos decisiones, ya que con tendencias
negativas no hay sendero, camino ni propósito en la vida.
Así
recogemos los frutos de nuestra soberbia, ira, envidia, lujuria y
crueldad, que son las sendas que creamos para nosotros mismo y en las
que no hay paz.
La
mala noticia es que terminamos perdiendo nuestro libre albedrío como
el juicio que necesitamos que afrontar todas facetas y dimensiones de
la vida. Luz como símbolo de Amor está lejos de nuestros corazones,
y andamos entre la densa oscuridad donde no hay rectitud.