“Palpamos
la pared como ciegos, y andamos a tientas como sin ojos. Tropezamos
a mediodía como de noche, estamos en lugares desolados
como los
muertos.”
(Isaías 59:10)
El
Profeta otra vez iguala vivir en las tinieblas de las fantasías e
ilusiones de ego con la muerte. Es una declaración franca y
verdadera.
Isaías
nos llama pecadores alevosos, porque aún viendo la luz elegimos la
oscuridad. Al andar con los ojos vendados por nuestras ilusiones y
fantasías materialistas terminamos golpeándonos con las paredes.
Nuestros sentimientos pierden su visión, la cual representa el
juicio para distinguir entre lo correcto y lo errado.
“Rugimos
todos nosotros como osos, y nos lamentamos amargamente como palomas.
Ansiamos juicio pero no hay, redención pero está lejos de nosotros.
Porque nuestras transgresiones de han multiplicado ante Ti, y
nuestros pecados nos acusan. Porque nuestras transgresiones nos
acompañan, y nuestras iniquidades las hemos conocido.”
(59:11-12)
En
nuestras tinieblas caemos derrotados por la ira de la frustración
que ruge como osos hambrientos, y se lamentan como palomas. Estas
metáforas resuenan en nuestra conciencia, porque osos y palomas
representan expresiones negativas de sentimientos y emociones heridos
por nuestra auto-negligencia.
Al
perder el libre albedrío por nuestras obsesiones, adicciones y
apegos, nuestra Redención de hecho está lejana. Nuestro
predicamento identifica lo que somos, tenemos y hacemos. De esta
manera nos familiarizamos con nuestras tendencias y rasgos negativos,
ya
que los hemos conocido bastante bien.
El
Profeta nos recuerda que las fantasías e ilusiones de ego no
cohabitan con los caminos y atributos del Creador (59:13-14).
Al debilitar la verdad existente en el bien que es Amor, reforzamos
la falsedad del mal y la iniquidad, y “la
rectitud no puede entrar”
en
nuestra conciencia.
“Y
falta la verdad, y aquel que se aparta del mal se vuelve él mismo
una presa. Y el Eterno lo ha visto, y esto es inicuo en Sus ojos que
no haya juicio. Y Él ha visto que no hay ningún hombre, y abrumado
de que no haya quien interceda. Por
lo tanto Su propio brazo ha traído redención para Él, y en Su
rectitud se sostiene.”
(59:15-16)
Pongamos
mucha atención a esta advertencia. Aún cuando nos separamos de
nuestros malos caminos continuamos en peligro. No es suficiente
abandonar la maldad, ya que necesitamos la conducción de Amor
mediante la ética de sus modos y atributos como cimientos de nuestro
juicio.
“Ningún
hombre”
ni
“quien
interceda”
son
metáforas de la dirección que necesitamos para ser y manifestar
Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad.
De
ahí que el Profeta nos indique la voluntad de Dios como Su Redención
para nosotros, y Su rectitud y juicio como el sustento para lo que Él
ha creado.