“Y
Él se ha ceñido de rectitud como un pectoral, y redención como un
casco sobre Su cabeza. Y Él se ha ataviado con vestiduras de
venganza, y se ha cubierto con un manto con celo.
De acuerdo a los hechos [de
ellos], Él les
ha pagado. Furor para Sus adversarios, sus hechos para Sus enemigos,
para los hechos de las islas Él ha pagado.”
(59:17-18)
Nuevamente
el Profeta destaca con alegorías los caminos y atributos de Dios
como Sus “vestiduras”,
que
no coexisten con nada diferente de ellos. El Creador no nos está
castigando por nuestras acciones negativas, ya que Él nos creó con
libre albedrío.
Por
lo tanto Él nos “paga”
al
hacernos conscientes de las consecuencias de nuestros actos.
Esto
es la “ira”,
“celos”,
“furor”
por
Sus “enemigos”
que
son las tendencias y rasgos que niegan la amorosa bondad y verdad que
Dios quiere que elijamos y vivamos por ellas.
“Y temerán desde occidente el Nombre del Eterno, y desde el sol naciente Su gloria. Como un torrente que viene para un adversario, el Espíritu del Eterno ha levantado una insignia contra él.” (59:19)
“Y temerán desde occidente el Nombre del Eterno, y desde el sol naciente Su gloria. Como un torrente que viene para un adversario, el Espíritu del Eterno ha levantado una insignia contra él.” (59:19)
Hemos
dicho frecuentemente que lugares geográficos al igual que ciudades
representan creencias, sentimientos y emociones. Estos niveles de
conciencia están destinados a reverenciar (“temer”),
respetar
y admirar el bien de nuestro Creador que conocemos en Su Nombre,
porque Él es bueno. Sus caminos y atributos son fuertes en nuestra
conciencia cuando elegimos vivir de ellos y por ellos.
Estos
son el “torrente”
que
arrasa con lo que no necesitamos en nuestra vida y el mundo material.
Nos estamos refiriendo al mal y los modos negativos que no son
requeridos. Los caminos y atributos de Dios son las expresiones de Su
Espíritu, la “insignia” o estandarte que se levanta delante de
Él.
“Y
un redentor ha venido a Sión, y para los cautivos de transgresión
en Jacob.
Una
afirmación del Eterno.”
(59:20)
Este
versículo contiene otra declaración emblemática relacionada con la
Redención Final y la Era Mesiánica en el judaísmo.
El
Creador repite aquí que Él es el Redentor que ha venido o que ya
vino
(el
verbo en hebreo está conjugado en pasado),
porque
Sión es el lugar del Templo de Jerusalén
donde la Presencia de Dios habitó en la antigüedad.
En el contexto
de los mensajes de Isaías, debemos entender este versículo como una
reiteración de la decretada Redención de Dios desde nuestros
primeros exilios. Así nos damos cuenta que depende de nosotros
retornar a Él y abrazarla.
También
en este versículo Dios nos lo dice a todos los judíos que hemos
transgredido en nuestra heredada identidad como los hijos de Jacob.
“En
Jacob” significa
tomar nuestras decisiones negativas “en”
pleno
conocimiento de quiénes verdaderamente somos, y en lo que Dios
quiere de nosotros como Su pueblo elegido. Esto
está relacionado con lo que el Profeta declaró antes en este
capítulo respecto a nuestra deliberada transgresión del bien
inherente a los modos y atributos de Amor.
El
Creador ha anunciado Su Redención, y sólo tenemos que abrazarla. Es
así como entramos a la Era Mesiánica, el tiempo y espacio eternos
donde Su Espíritu (Su
amorosa bondad y verdad)
estarán
siempre con nosotros; tal como Él lo ha proclamado.
“Y
para Mí, este es Mi Pacto con ellos [los
hijos de Israel], ha
dicho el Eterno: 'Mi
Espíritu que está sobre ti y Mis
palabras que Yo he puesto en tu boca, no se apartarán de tu boca, ni
de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos,
dice el Eterno de aquí hasta la eternidad'.” (59:21)