“Yo
también, Yo fijo sus vejaciones y sus temores pongo sobre ellos.
Porque Yo he llamado y nadie responde. Yo he hablado y ellos no han
oído. Y ellos hacen iniquidad ante Mis ojos, y en lo que Yo no deseo
ellos se han fijado.”
(66:4)
Aquí
tenemos otro recordatorio de que aún nuestras peores pesadillas son
parte de la creación de Dios. Él se atribuye las vejaciones y
temores que sufrimos al atrapar nuestra conciencia en las fantasías
e ilusiones de ego. Así vemos que nuestras propias creaciones
regresan a nosotros como resultado natural de causa y efecto.
Dios
nos llama en el bien intrínseco de nuestra existencia, para hacernos
ver que aún si supiéramos plenamente que nuestra felicidad y
plenitud son los modos y atributos de Amor, preferimos no elegirlos.
En vez de ello vivimos en lo que es
contrario a nuestra esencia y verdadera identidad, lo que es
iniquidad ante Sus ojos. Nos hacemos cautivos en la fijación de
fantasías e ilusiones.
“Escuchad
una palabra del Eterno, vosotros que tembláis ante Su palabra. Han
dicho
vuestros
hermanos
que os
odian, que os
expulsan por Mi Nombre:
'Honrado
es el Eterno, y vemos en vuestra
alegría',
pero
ellos son avergonzados.”
(66:5)
El
Profeta se refiere en este versículo a aquellos que imitan y se
deleitan en los caminos de las naciones, judíos y no judíos. Isaías
advierte a quienes viven por y en los caminos, atributos y
mandamientos del Creador, a los que tiemblan ante Su palabra, que
sean conscientes de aquellos que los odian y quieren expulsarlos de su
tierra.
En este sentido, lo que buscan las naciones como tendencias y rasgos negativos es alejarnos de lo que es contrario a ellos. Esto lo vemos reflejado en la alianza internacional que pretende limitar la presencia judía en la tierra de Israel, además de dividir Jerusalén e impedir la reconstrucción de su Templo.
En este sentido, lo que buscan las naciones como tendencias y rasgos negativos es alejarnos de lo que es contrario a ellos. Esto lo vemos reflejado en la alianza internacional que pretende limitar la presencia judía en la tierra de Israel, además de dividir Jerusalén e impedir la reconstrucción de su Templo.
El
mensaje es para que el pueblo judío confíe o siga los caminos de
nuestros enemigos, ya que en última instancia estos son los que
serán avergonzados por su antisemitismo cuando llegue la Redención
Final. Ellos llaman en nombre de Dios, pero nos odian. Lo mismo va
para aquellos entre nuestros hermanos, los judíos que se odian a sí
mismos, que sirven y alimentan el odio de los enemigos de Israel.
“Una
voz de estruendo de la ciudad, una voz del templo, la voz del Eterno
retribuyendo a Sus enemigos. Antes de sus dolores ella ya ha dado a
luz. Antes que un dolor venga a ella, ha dado a luz un varón
[Israel].
¿Quién ha oído algo así?
¿Quién
ha visto algo como estos [los
hijos de Israel]?
¿Acaso
la tierra apareció en un día?
¿Una
nación nacida de una vez?
Porque
ella ha tenido dolores, Sión también ha dado a luz sus ojos.”
(66:6-8)
Jerusalén
es reafirmada como el tiempo y espacio del conocimiento de nuestra
conexión permanente con Dios. En el Templo que es donde nos
compenetramos con nuestro Creador, Él nos habla y Su voz es Su
voluntad.
Desde el Templo de Jerusalén como nuestro más elevado nivel de conciencia iniciamos la transformación requerida para entrar en la Redención Final y la era mesiánica. En el conocimiento de nuestra conexión con Dios removemos el lado oscuro de nuestra conciencia donde habitan nuestros enemigos.
Desde el Templo de Jerusalén como nuestro más elevado nivel de conciencia iniciamos la transformación requerida para entrar en la Redención Final y la era mesiánica. En el conocimiento de nuestra conexión con Dios removemos el lado oscuro de nuestra conciencia donde habitan nuestros enemigos.
En
esta conexión Dios retribuye a nuestros enemigos, que son también
Sus enemigos como tendencias y rasgos negativos que Él no quiere en
nuestras vidas. Esta remoción es de hecho dolorosa como los dolores
de parto. El Profeta se refiere tanto a
Jerusalén como nuestro mayor conocimiento del Amor de Dios, como
también a Israel como el portador de la nueva conciencia prometida
por Él.
Entrar
a la era mesiánica es un largo y doloroso proceso que culmina como
el dichoso nacimiento de un varón. De ahí la alusión de que la
tierra y todo lo que hay en ella no fueron creados en un día, y que
la nación de Israel tampoco apareció de repente.
El nacimiento de la Redención Final ha de ocurrir como algo nunca antes visto ni concebido, porque esta será eterna. De ahí que su llegada requiera el tiempo necesario para que aprendamos y asimilemos el bien de los modos y atributos de Amor como guías y conductores de cada aspecto y faceta de la vida. Estos son los hijos de Sión/Jerusalén, porque del conocimiento de nuestra conexión permanente con Dios proviene todo bien. Así asimilamos que los hijos de Sión son todos los hijos de Israel.
El nacimiento de la Redención Final ha de ocurrir como algo nunca antes visto ni concebido, porque esta será eterna. De ahí que su llegada requiera el tiempo necesario para que aprendamos y asimilemos el bien de los modos y atributos de Amor como guías y conductores de cada aspecto y faceta de la vida. Estos son los hijos de Sión/Jerusalén, porque del conocimiento de nuestra conexión permanente con Dios proviene todo bien. Así asimilamos que los hijos de Sión son todos los hijos de Israel.