“Os
ordeno, hijas de Jerusalén, por las gacelas y ciervas del campo. No
agitéis ni motivéis el amor hasta que ella lo desee.” (2:7)
Dios
habla a los altos niveles de conciencia (las hijas de Jerusalén)
pidiéndoles que no obliguen al ser consciente (Israel) que ame y
exprese amor con sus modos y atributos, como debería ser
permanentemente de acuerdo a lo que nuestro mayor conocimiento
requiera de nuestro intelecto, mente, pensamientos, emociones,
sentimientos, pasión e instinto.
El
Creador no impone Su voluntad sobre Israel o las naciones, porque les
dio libre albedrío. Sin embargo les encomienda a todas ser y hacer
el bien como la expresión natural de amor y manifestación material
del amor de Dios en toda Su creación. El amor de Dios derrama Su
bien sobre todos, y los sustenta con Su amorosa bondad y verdad.
Aún
así, Dios ordena “por las gacelas y ciervas del campo”. El campo
representa la vida y el bien que contiene, representado por animales
delicados y hermosos como tendencias y rasgos positivos en la
conciencia humana. Estas cualidades son encomendadas por Dios como
testigos de las decisiones que hacemos, ya sea en torno a los modos y
atributos de amor o en torno a las fantasías e ilusiones de ego.
“¡La
voz de mi Amado! He aquí que Él viene, saltando sobre las montañas,
brincando sobre las colinas.” (2:8)
Israel
responde comparando a su Amado con un ciervo “saltando sobre las
montañas” (deleitándose en Sus caminos) y “brincando sobre las
colinas” (contento con Sus atributos). Montañas y colinas son
lugares altos como niveles elevados de conciencia en la vida como la
tierra en que vivimos. Esos son los “lugares” donde Dios nos
revela Sus caminos y atributos, para que ascendamos a ellos con el
fin de estar juntos con Él.
Israel
oye la voz de su Amado, no sólo como su esposo y rey sino también
como su redentor. La voz de Dios es Su amor cumpliendo la promesa de
redimir a Israel mediante Sus caminos y atributos como montañas
donde Él se deleita.
“Mi
Amado es como un ciervo, como un cervatillo entre los venados. He
aquí que Él está parado detrás de nuestra muralla, atisbando
desde las ventanas, escudriñando a través del enrejado.” (2:9)
Israel
continúa refiriéndose a los caminos y atributos del Creador como
cualidades delicadas y vibrantes, similares a ciervos y venados en
los campos de la vida. La primera parte de este versículo pertenece
al anterior. La siguiente oración se refiere a la presencia de Dios
en el Templo de Jerusalén, como vigía permanente sobre Su pueblo.
Tenemos
que completar la alegoría de los ciervos, gacelas, cervatillos y
venados, como los caminos y atributos liberadores y redentores del
amor de Dios. Así entendemos cómo el Creador nos cuida y está
atento a nosotros.
Estos modos y atributos incluyen Sus mandamientos como medios que nos da para unirnos y compenetrarnos con Él. Esto está fijado en nuestro más elevado nivel de conciencia, representado por el Templo de Jerusalén.
Estos modos y atributos incluyen Sus mandamientos como medios que nos da para unirnos y compenetrarnos con Él. Esto está fijado en nuestro más elevado nivel de conciencia, representado por el Templo de Jerusalén.
La
presencia de Dios no es un concepto abstracto sino un principio
concreto, manifestado como modos y atributos que dan significado y
propósito a la vida humana en general, y al pueblo judío en
particular.
Entre más nos sintonizamos y conectamos con ellos, más vivimos la presencia de Dios en nuestras vidas. También nos protegen de las fantasías e ilusiones de ego, ya que estas se oponen y obstruyen la misión y propósito que Dios tiene para nosotros; tal como lo veremos en los próximos versículos.
Entre más nos sintonizamos y conectamos con ellos, más vivimos la presencia de Dios en nuestras vidas. También nos protegen de las fantasías e ilusiones de ego, ya que estas se oponen y obstruyen la misión y propósito que Dios tiene para nosotros; tal como lo veremos en los próximos versículos.
Así
entendemos “nuestra muralla”, porque Dios e Israel comparten la
misma casa en cuyo interior se erige Su amor, mirando desde sus
ventanas y procurando que vengamos pronto a vivir permanentemente con
Él.