“La higuera habrá madurado sus higos tiernos, y las viñas con su dulce olor habrán emanado su fragancia. Levántate a ti, ven amada Mía, hermosa Mía. Sí, ve a ti.” (Cantar de los Cantares 2:13)
Dios reitera Su invitación a participar en las bendiciones y el bien de los modos y atributos de amor (los higos maduros y la dulce fragancia de las viñas) como expresiones principales en el reino de Su redención final. Una vez más nos pide que nos levantemos a (para) nosotros en Su amor, regresando a nuestra esencia y verdadera identidad.
“Mi paloma [está] en las rendijas de la roca, en el encubierto del ascenso [lit. escalón]. Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz, porque tu voz es dulce, y tu rostro [es] hermoso.” (2:14)
Dios llama nuevamente paloma a Israel, cuya voz anuncia los modos y medios de la era mesiánica. Esta nueva conciencia mora escondida en la roca que representa la presencia de Dios en el mundo y es también el Templo de Jerusalén, ya que este lugar simboliza la conexión y nexo del amor de Dios y el amor de Israel. Este es el lugar oculto del escalón por donde asciende nuestro más elevado nivel de conciencia hacia Dios.
En este elevado nivel el amor de Dios está plenamente revelado a Su amada Israel. Ahí Dios también quiere ver su rostro, el cual revela el bien de las cualidades y rasgos de ella, a quien Él le encomienda ser, tener y manifestar a la humanidad en el mundo material.
Como hemos mencionado varias veces, el bien es el nexo común que Israel comparte con Dios, y también es la voz de Israel. Así el Creador desea oír esa voz y ver las buenas acciones reflejadas en su rostro, porque para Él son dulces y hermosas.
“Las zorras se han apoderado de nosotros, las zorras pequeñas que arruinan las viñas, y [incluyendo] la nuestra floreciendo.” (12:15)
Para consumar Su unión con Israel, como el pacto eterno establecido por Él, ella tiene que cumplir su propósito y misión en el mundo para hacer prevalecer el bien en todos los aspectos y dimensiones de la vida.
Esta tarea implica la remoción de las tendencias y rasgos negativos destructivos producto de las fantasías e ilusiones de ego. Estos son las zorras grandes y pequeñas que destruyen las viñas. Estas últimas son una alegoría de las naciones como emociones, pasiones e instintos básicos, que se vuelven destructivos cuando no son dirigidos y guiados hacia un propósito positivo, constructivo y productivo.
El Creador pide a Israel que remueva estas tendencias y rasgos negativos de su conciencia, porque las cualidades de Israel, como viñas de Él, están florecidas. Estas son los modos y atributos de amor que Dios quiere hacer prevalecer en la conciencia humana.
Todo lo que aprendemos debe ser asimilado dentro de los parámetros éticos de amor, ya que nuestro propósito y misión en el mundo material es hacer prevalecer el bien. Así entendemos que evitar pensamientos negativos y malas acciones (conocidas como pecados y transgresiones) es un acto amoroso hacia nosotros, hacia los demás y para nuestro entorno.
Realmente nos amamos a nosotros mismos y los demás cuando evitamos transgredir entre nosotros. Cuando pecamos, lo hacemos contra lo bueno y contra el amor de donde proviene. Así nos hacemos conscientes de que cuando elegimos vivir por los rasgos negativos generados por las fantasías e ilusiones de ego, rechazamos el bien de amor como la esencia y fundamento de nuestra identidad.
La conexión entre Dios y Su creación es evidente y tangible por la existencia de la vida en el mundo material. Cuando decimos que el amor de Dios crea y sustenta la vida, entonces sabemos de Su presencia en y entre nosotros. Vivimos esta conexión de manera especial en nuestra existencia humana mediante el alma como extensión del espíritu de Dios.