“Ven, amada Mía, vayamos al
campo.” (Cantar de los Cantares 7:12)
El Creador pide a Su amada ir con
Él al campo donde Su amor redentor hace florecer y fructificar todo. Este campo
es otra referencia a los tiempos mesiánicos, cuando el mundo material
compartirá la misma dimensión con el cielo espiritual. La tierra volverá a su
estado original como jardín del Edén, también conocido como “el campo de Dios”.
“Moremos en los caseríos,
levantémonos temprano para [ir] a las viñas. Veamos si la viña ha retoñado, si
despuntaron los sarmientos. Ahí Yo te daré Mis amores. Las mandrágoras habrán
dado su fragancia, y a nuestros portales todas las frutas preciosas, nuevas y
maduras, [que] Yo he escondido para ti, amada Mía.” (7:13-14)
El Creador prosigue anunciando el
advenimiento de la era mesiánica. En esta parte el poema menciona caseríos
(lit. pueblos) y no ciudades, en referencia a nuevas formas de concebir, razonar,
pensar y sentir. Estos son las nuevas moradas de la futura conciencia humana
proveniente de la redención divina final que Él reserva para nosotros.
“Él ha hecho todo hermoso en su
tiempo. Él también ha puesto eternidad en su corazón, pero el hombre no puede
asimilar la obra que el Eterno ha hecho de principio a fin.” (Eclesiastés 3:11)
Desde ahí el amor de Dios y el
amor de Israel asociados se disponen prontamente (“se levantan temprano”) para
guiar y conducir las naciones y la humanidad, representadas por las viñas. Las
nuevas tendencias en la conciencia humana darán el producto de sus retoños,
floreciendo y madurando sus frutos como obras y acciones para construir la
renovada tierra.
“Los pueblos te agradecerán, oh
Dios. Todos los pueblos te agradecerán. Las naciones se regocijarán y cantarán
de alegría, porque Tú juzgarás a los pueblos con equidad, y guiarás a las
naciones de la tierra para siempre. Los pueblos te agradecerán, oh Dios. Los
pueblos te agradecerán, porque la tierra habrá dado su fruto. Y Dios, nuestro
Dios, nos bendecirá, y todos desde los más remotos rincones de la tierra lo
reverenciarán.” (Salmos 67:4-7)
En esta sociedad mancomunada,
Dios compartirá con Israel los caminos ocultos, medios y atributos no revelados
de Su amor (“Mis amores”).
“Y todos tus hijos serán
enseñados por el Eterno, y grande será la paz de tus hijos.” (Isaías 54:13)
“(…) Porque ellos todos me
conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande de ellos, es una
afirmación del Eterno. (…)”
(Jeremías 31:34)
“Como en los días de tu éxodo de
la tierra de Egipto, Yo les mostraré cosas maravillosas.” (Miqueas 7:15)
Todo esto como parte del eterno
viaje al conocimiento del Creador que nos dará una nueva conciencia capaz de
guiarnos en ese camino.
“Os he dado un corazón para
conocerme, porque Yo soy el Eterno. Y ellos han sido Mi pueblo, y Yo seré su
Dios para que retornen a Mí con todo su corazón. (…) Yo he puesto Mi Torá en sus entrañas, y en su
corazón la escribiré. Y Yo he sido un Dios para ellos, y ellos han sido Mi
pueblo.” (Jeremías 24:7, 31:33)
Podremos oler las fragancias selladas de plantas sin
olor, las cualidades curativas ocultadas de frutas (“nuevas y maduras”) que el
Creador ha guardado para Israel luego de su redención final y en los tiempos mesiánicos.