lunes, 23 de octubre de 2017

Eclesiastés: La ilusión de la vanidad y la realidad del amor (XXI)

“El corazón del sabio está en la casa de los lamentos, mientras que el corazón de los necios está en la casa de la risa. Es mejor oír el regaño de un sabio que la canción de los necios. Porque, como el sonido de espinos bajo el caldero así es la risa de los necios, y esto también es vanidad. (Eclesiastés 7:4:6)

Si aprendemos más en la vida adquiriendo conocimiento y sabiduría, más aprendemos del daño que podemos causar siguiendo la agenda de ego y los rasgos negativos derivados de bajos pensamientos, emociones, pasiones e instintos.

El bien nos reclama la seducción en la que caemos con la “canción” de fantasías e ilusiones que nos llevan a elegir la vanidad.

“Porque el sarcasmo vuelve necio al sabio, y destruye el entendimiento que es un regalo. El final de una cosa es mejor que su comienzo; mejor el que es paciente en espíritu que soberbio en el espíritu. (7:7-8)

Debemos protegernos del nihilismo que es el residuo de la ira, frustración, depresión y vejación que dejan nuestras vanidades, volviéndonos tan necios como el más ignorante de los hombres.

El mensaje aquí es aprender de nuestras decepciones, equivocaciones y malas decisiones, porque con lo que aprendemos entendemos, y el entendimiento es el mejor de nuestros bienes.

Como lo repite el rey Salomón, el final de nuestras aflicciones es mejor que nuestro comienzo en estas, y así sabemos que la paciencia es el medio y también proceso a través del cual aprendemos a fondo las lecciones de los ídolos que hemos creado para nosotros.

“No seas ansioso con tu espíritu y te vuelvas irascible, porque la ira reposa en el regazo de los necios. No digas, ‘¿Cómo fue que los días de antaño eran mejores que estos?’ Porque no es con sabiduría que lo preguntas. (7:9-10)

Debemos preguntarnos de dónde o de qué caemos en la ira. Aquí se sugiere la ansiedad o prisa como una razón, usualmente provocada por el impulso a codiciar, envidiar o desear. Este es el predicamento del necio, al igual que de aquellos que desconocen lo que realmente importa en la vida.


Si extrañamos los días cuando teníamos más que ahora, quiere decir que no estamos trabajando por el bien que echamos de menos, si es que lo teníamos más en el pasado. Respecto a esto siempre tenemos que preguntar qué es lo que verdaderamente llena cada aspecto y faceta de la vida en cada momento.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.