lunes, 16 de octubre de 2017

Eclesiastés: La ilusión de la vanidad y la realidad del amor (XX)

“Porque, ¿cuál es la ventaja del sabio sobre el necio? ¿Qué [menos] tiene un pobre sabiendo que anda entre los que viven? Mejor para él que vea con sus ojos en vez del que anda para saciar su apetito; esto también es vanidad y frustración. (Eclesiastés 6:8-9)

En los campos de las fantasías e ilusiones de ego no hay diferencia entre sabio o necio, porque ambos trabajan para las mismas vanidades. Las lecciones que aprendemos en esos campos son para abrir los ojos y abrazar el bien como el verdadero propósito de la vida, y abandonar las vanidades que traen frustración.

“Lo que ha sido, su nombre fue llamado, y es sabido que es un hombre, y que no podrá luchar contra el que es más fuerte que él. Porque [si] hay muchas cosas que aumentan la vanidad, ¿qué quedará de un hombre? (6:10:11)

Entre más alimentemos el objeto de nuestro deseo, lujuria, codicia, envidia, ira, soberbia, indiferencia e indolencia, más fuerte se hará en nosotros su opresión con frustración, vejación, depresión e impotencia para perseguir la libertad que sólo el bien provee. Si estos son nuestros amos y gobernantes, ¿qué es lo que queda de nosotros? De ahí que tengamos que apoyarnos en el bien como nuestra esencia y verdadera identidad.

“Porque, ¿quién sabe lo que es el bien para un hombre en su vida, el número de los días de su vida de vanidad que él los convierte en una sombra? Porque, ¿quién le dirá al hombre lo que será de él bajo el sol? (6:12)

Mientras que vivamos en vanidad como sombra de las fantasías e ilusiones de ego, el bien no es reconocido como la causa y el propósito de la vida. Y si no lo reconocemos, ¿qué o quién lo hará?

Aquí el rey Salomón nos trae un espejo para vernos en lo que realmente somos o para darnos cuenta de lo que no somos, porque vivimos para conducirnos según lo que somos y creemos, y es lo que nos da nombre como identidad.

“Un buen nombre es mejor que un buen aceite, y mejor el día de la muerte que el del nacimiento. Mejor ir a la casa de los lamentos que a la casa del festejo, porque ese es el fin de cada hombre, y los que viven deben saberlo en su corazón. Vejación es mejor que risa, porque con un semblante severo el corazón se regocijará. (7:1-3)

Tener un “buen nombre” significa poseer el bien en lo que somos, tenemos y hacemos. Esto es mejor que la fragancia efímera de los aceites perfumados. En este conocimiento la muerte es bienvenida cuando el bien ha sido el propósito de los que viven. Así sabemos que el nacimiento es un incierto comienzo de una vida de trabajo, ya sea en los campos de los modos y atributos del Creador o en los campos de las fantasías e ilusiones de ego.


También descubrimos que en nuestras aflicciones (“la casa de los lamentos”) aprendemos más que en nuestras alegrías, especialmente si esas alegrías provienen de los placeres fugaces de deseos materialistas. En este mismo contexto entendemos los versículos que siguen.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.