“Y además de estas, hijo mío, sé advertido. La hechura de muchos libros no
tiene fin, y mucho estudio es un cansancio para la carne. El fin de todo el
asunto oigamos, ‘Reverencia [lit. teme] al Eterno y guarda Sus
mandamientos, porque esto es la totalidad del hombre; para cada obra el Eterno
trae un juicio, para cada cosa oculta, sea buena o mala’.”
(Ecclesiastés 12:12-13)
El rey Salomón concluye su iluminador mensaje, como aquel que congrega a su
pueblo Israel llamándolo “hijo” para unirlo bajo la conducción del Creador.
Sin
importar cuánto aprendamos del mundo y su naturaleza, al igual que del
conocimiento de la vida encontrado y acumulado por la conciencia humana, la
mayor parte de este se convierte en una fatigante carga.
El mensaje esencial de Kohelet es reiterado haciéndonos conscientes de que lo
verdaderamente importante en la vida es el bien como principio regidor en la
creación de Dios, que también es el propósito de todos los mandamientos en Su
Torá. En estos se sostiene la totalidad de la identidad judía.
En el bien nada
se escapa de su marco ético, porque se basa en el también principio regidor de
causa y efecto, el cual es el “juicio” que justifica el bien. De ahí que todas
nuestras acciones, buenas o malas, dependan de este principio. Bajo este
finalmente podremos asimilar que el bien es su propia causa y efecto.
Al
integrar este principio en nuestra conciencia, el Creador responderá con Su
redención final, como lo asegura el rey David en sus salmos.
“Oiré que Dios el Eterno hablará,
porque Él hablará a Su pueblo y a sus piadosos; y no dejará que vuelvan a la locura. Ciertamente
Su redención está cerca de aquellos que lo reverencian, para que la gloria more
en nuestra tierra.”
(Salmos 85:9)
En este
conocimiento el bien es nuestra verdad y estará unida a la compasión del bien
que emana de Dios.
“La compasión y la verdad se
encontraron juntas, la rectitud y la paz se han besado. La verdad brota de la tierra y la
rectitud ha mirado desde el cielo. También el Eterno dará lo que es bueno y
nuestra tierra dará su fruto. La rectitud irá ante Él y hará camino con Sus
pasos.” (Ibid. 85:11-14)
“Rectitud y justicia son los cimientos de Su
trono, compasión y verdad van a ante Ti.” (Ibid. 89:15)