“En los días en que los guardianes de la casa
tiemblan, y los fuertes se arrodillan, y los trilladores dejan de serlo, porque
se han convertido en pocos. Y los vigías en
las ventanas se han apagado, y las puertas son cerradas en la calle. Cuando el
sonido del trillar es bajo, y uno se asusta [lit. se levanta] con el trino de
un pájaro, y todas las hijas del cántico son acalladas. Sí, ellos se asustarán
de las alturas, y los temores vienen en camino; y el almendro florecerá, y el
grillo será una carga, y el deseo fracasará; porque el hombre se dirige a su
última [lit. eterna] morada, y los enlutados andan por las calles.”
(Eclesiastés 12:2-5)
Estos versículos se refieren al mal en su hora más
oscura, cuando no hay esperanza de que seamos redimidos de sus modos, rasgos y
tendencias, que parecerían acabar con el bien en la conciencia humana como la “casa”
en la que los “guardianes” tiemblan.
Estos guardianes y vigías, junto con “los
fuertes” y “los trilladores”, se vuelven escasos cuando el bien debe ser
defendido para prevalecer contra la maldad.
La alegría en los corazones como el cántico de las
cualidades y tendencias positivas (“las hijas”) son acalladas y apagadas,
similares a la vida al final de su tiempo en la tumba. La altitud necesaria
para tener una buena actitud también cae tan bajo como una tumba.
“Mientras que el cordón de plata no sea removido, y
el tazón dorado quebrado, y la vasija rota por la fuente, y la rueda quebrada
por el manantial. Y el polvo
regrese a la tierra como era, y el alma vuelva al Eterno que la dio. ¡Vanidad
de vanidades, dijo Kohelet, todo es vanidad!” (12:6-8)
Una vez la muerte llegue como consecuencia de vivir
en el vacío de las futilidades, es apropiado decir que todo es vanidad. Las
fantasías e ilusiones de ego parecen reinar en el mundo material, empeñadas en
robar la vida del alma que Dios nos ha dado para conocerlo en Sus caminos y
atributos, que son la fuente todo lo que es bueno, porque en el bien comenzamos
a conocer al Creador de todo.
“Y además porque Kohelet era sabio,
él siguió enseñando al pueblo conocimiento, y a escuchar, y a buscar; él hizo justas
muchas sonrisas. Kohelet buscó encontrar palabras placenteras escritas por
palabras justas de la verdad. Las palabras de los sabios son como picanas y
como cercas plantadas por los capataces de las cosechas. Ellas fueron dadas por
un Pastor.” (12:7-11)
Esta es la sabiduría como el conocimiento de Dios que
Kohelet, el rey Salomón, enseñó para ayudarnos a encontrar la alegría de las “justas
muchas sonrisas” del bien, porque en ese único Pastor que es el Creador
encontramos las placenteras “justas palabras de la verdad”.
Estas son las
picanas y cercas plantadas por los modos, medios y atributos del bien, dados
por Dios como las cualidades que más temprano que tarde cosecharán los frutos
en el campo de la vida en este mundo.