“No hay nada mejor para un hombre que coma y beba, y
que haga que su alma goce el bien de su labor. Esto también lo he visto, que
esto [el bien como su labor] es de la
mano de Dios. Porque, ¿quién puede comer o quién puede tener más gozo que yo?” (Ecclesiastes 2:24-25)
Hemos mencionado a menudo que el hombre que mejor
entendió la Torá es el rey David, y que la prueba de ello es su libro de Salmos
del cual su heredero también aprendió buena parte de su gran sabiduría. El
salmista evoca frecuentemente que la creación de Dios proviene de Su amorosa
bondad, y con ello nos hacemos conscientes de que esta última es la causa y
propósito de todo lo existente.
De ahí que el bien es por lo que laboramos en este mundo para también ser nuestra comida y bebida que nos hace gozar la vida porque el bien proviene del Creador.
De ahí que el bien es por lo que laboramos en este mundo para también ser nuestra comida y bebida que nos hace gozar la vida porque el bien proviene del Creador.
La última parte del segundo versículo no debe
entenderse como una declaración arrogante del rey Salomón. Debemos entender
cada declaración en la Biblia hebrea su contexto. El
monarca nos está diciendo que gracias a su pleno conocimiento del bien
proveniente de Dios, él es quien disfruta más que todo el mundo su comida y su
bebida. Entre más nos hagamos conscientes del amor de Dios en todas Sus creaciones,
más nos deleitaremos en Su amor.
“Porque al hombre que es bueno ante Él, Él le ha dado
sabiduría, y conocimiento y dicha; y al transgresor Él ha dado dolores para recoger y amontonar, para [después]
dar[lo] al que es bueno ante Dios. Esto también es vanidad y vejación para el
espíritu.” (2:26)
Una vez más se nos recuerda que la sabiduría, el
conocimiento y la dicha son inherentes al bien, y también sus recompensas. De
esto aprendemos que el bien no es tal sin sabiduría ni conocimiento como marcos
éticos en los que somos dichosos.
“Porque el Eterno da sabiduría, por Su boca
conocimiento y entendimiento.” (Proverbios (2:6)
El “transgresor” es aquel que va detrás de las
fantasías e ilusiones de ego por las que se afana y malgasta su vida recogiendo
y amontonando posesiones materiales que eventualmente terminarán en manos de
quien Dios crea apropiado dar.
Salomón repetidamente insiste en que los
esfuerzos dedicados a las fantasías e ilusiones de ego son vanidad y vejación
para el espíritu que sustenta la vida. También podemos entender los
“transgresores” como las tendencias y rasgos negativos que terminarán al
servicio del propósito del bien como lo prometió el Creador para la era
mesiánica.
“Para todo [hay] una ocasión, y un tiempo para cada propósito bajo los cielos. Un
tiempo para morir y un tiempo para vivir; un tiempo para sembrar y un tiempo
para cosechar lo sembrado.” (Eclesiastés 3:1)
Sabemos que la vida es un proceso de aprendizaje desde
que nacemos, y estamos destinados a ir en etapas que nos permiten elevarnos en
entendimiento, conocimiento, sabiduría y madurez, que a su vez nos conducen por y para el
bien en la vida como nuestro “propósito bajo los cielos” en el mundo material.
La última parte de este versículo se refiere a sembrar el bien para cosechar el
bien, porque sabemos que cosechamos lo que sembramos.
“Un tiempo para matar y un tiempo para curar, un
tiempo para quebrar y un tiempo para construir.” (3:2-3)
No debemos tomar
literalmente “para matar” ya que el contexto de la frase es contrarrestar o
corregir una acción negativa. De ahí que “para matar” se refiera a los daños
que podamos causar físicamente, mentalmente o emocionalmente a nosotros mismos
o a otros, y la frase siguiente contiene el mismo significado y mensaje.
Como indicamos
anteriormente, la vida es un proceso de aprendizaje que el Creador quiere que
experimentemos tanto como podamos para que asimilemos el bien a diferencia del
mal. Puede ser un proceso doloroso debido al sufrimiento como resultado de
vivir con una actitud negativa y destructiva ante la vida, producto de fantasías
e ilusiones materialistas de ego.
El Creador también quiere que aprendamos no
solamente del bien sino también de las decisiones negativas que presenta ante
nosotros para que siempre elijamos el bien en todas sus formas, modos y
expresiones.
“Venid, regresemos al Eterno,
porque Él nos ha quebrantado pero Él nos ha curado. Él nos ha herido pero Él
nos ha vendado.” (Oseas 6:1)
“‘¡Regresad, oh hijos infieles,
Yo curare vuestra infidelidad!’. He aquí que regresamos a Ti, porque Tú eres el
Eterno nuestro Dios.” (Jeremías
3:22)
Podemos entender
esto como un trayecto de refinación y fortalecimiento para llegar a apreciar las
cualidades expansivas del bien en la conciencia humana que Dios nos revelará en
los tiempos mesiánicos.
“Él nos revivirá después de dos
días, [y] Él se levantará en el tercer día
para que vivamos ante Él.” (Oseas 6:2)
El profeta Oseas
nos recuerda que después de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén (“un
día” para cada Templo), el Creador aparecerá para nosotros en el Tercero y
eterno Templo para que vivamos (habitemos) ante Él eternamente. En los
tiempos mesiánicos viviremos sólo para conocer en abundancia a Dios “como las
aguas cubren el lecho de los océanos”.