“Que no hay recuerdo
para el sabio -- con el insensato – a través de los tiempos,
porque aquello que está en los días por venir todo ha sido olvidado. ¿Y cómo
muere el sabio? ¡Con el insensato! Y yo he odiado la vida, porque es triste
para mí el trabajo realizado bajo el sol, porque todo es vanidad y vejación del
espíritu.” (Eclesiastés 2:16-17)
Nuestra sabiduría
convencional no nos ayuda mientras seamos insensatos en nuestras decisiones por
las que no nos van a recordar en las futuras generaciones. Una vez más el rey
Salomón se reprocha por dedicarse a fantasías y deseos que son vanidades que
socavan el verdadero propósito de la vida y el espíritu que la mantiene.
“He
odiado todo a lo que me dediqué bajo el sol, porque habré de dejárselo al
hombre que viene después de mí. ¿Y quién sabe si éste es sabio o insensato? ¡Aun
así mandará sobre todo mi trabajo y por lo que he laborado, y que he hecho
sabiamente bajo el sol! También esto es vanidad. Y ello causó pesar a mi
corazón respecto a todo lo que dediqué bajo el sol.” (2:18-20)
El
sabio monarca hebreo llama a nuestra atención en torno al interés que damos a
las riquezas y posesiones por las cuales trabajamos en este mundo. No podremos
llevárnoslas cuando muramos e inevitablemente acabarán en manos de otros que
tal vez no sean tan sabios como creíamos. De ahí que debamos enfocarnos en lo
que realmente importa en la vida y que requiere atención inmediata, en vez de
circunstancias futuras en las que no estamos seguros de que estaremos.
Esto
no quiere decir que no debamos prepararnos para los próximos días, semanas y
años respecto a nuestras necesidades y esfuerzos. La idea aquí es evitar
fantasías e ilusiones de ego que nos conducen a situaciones que luego
lamentaremos debido a nuestra vanidad. El rey David también nos lo recuerda.
“Ciertamente cada hombre
camina deambulando como un fantasma, ciertamente hacienda un alboroto por nada.
Amasa riquezas y no sabe quién las recogerá.
(…) Porque ve que cada hombre sabio muere. El tonto y el insensato perecen por
igual y dejan su riqueza a otros.” (Salmos 39:6, 49:10)
Tenemos que ser
conscientes de que somos la medida de nuestra porción y de las circunstancias.
Nuestra porción es lo que somos, lo que tenemos, y nuestra relación con Dios, y
esta última determina las anteriores. Nuestro deber individual y colectivo es
saber que el bien es nuestra esencia y verdadera identidad, además de ser
nuestro nexo con el Creador. Cuando el bien es la causa, la referencia y el
propósito de la vida humana, también será lo que seamos y tengamos, porque eso
es lo que Dios quiere para nosotros.
“Porque hay un hombre
cuya dedicación está en sabiduría y en conocimiento y en equidad, y a un hombre
no dedicado él se lo da, ¡su porción! Esto tambien es vanidad y una gran maldad. ¿Para qué ha sido para un hombre con toda su
dedicación, y por el pensamiento de su corazón dedicado bajo el sol? Porque
todos sus días son pesares, y su esfuerzo tristeza; y hasta en la noche su corazón
no reposa. Esto también es vanidad.”
(Eclesiastés 2:21-23)
(Eclesiastés 2:21-23)
Se nos recuerda
constantemente que el bien no cohabita con nada diferente a sus modos y
atributos. El primero de estos dos versículos destaca que dar el trabajo de la
sabiduría y el conocimiento a quienes no lo merecen es como alimentar el mal
con el bien. Esto no solamente es vano e inútil sino también una gran maldad.
De ahí que tengamos que considerar seriamente para qué y para quién trabajamos
cada día, para después no tener que lamentarnos con pesares y tristeza de todo
lo que desperdiciamos en nuestras fantasías e ilusiones pasajeras.
“A menos que el Eterno
construya la casa, en vano trabajan los que la construyen. A menos que el
Eterno guarde la ciudad, el vigía sigue despierto en vano. Es vano que te
levantes temprano, que te retires tarde, para comer el pan de dolorosos
esfuerzos, porque Él da a Su amado aun cuando este duerme.”
(Salmos 127:1-2)
Tenemos que construir
nuestra conciencia (“la casa”) con el bien que Dios quiere seamos, tengamos y
manifestemos en la vida. Si la construimos sobre deseos materialistas,
trabajaremos en vano, y todo lo que hagamos para satisfacer fantasías e
ilusiones de ego será el pan de todos nuestros esfuerzos. Una vez entronicemos
el bien el todos los niveles y dimensiones de la conciencia, ese mismo bien
estará con nosotros aun estando dormidos.