domingo, 7 de enero de 2018

Eclesiastés: La ilusión de la vanidad y la realidad del amor (XXXII)

“Hay una maldad que he visto bajo el sol, el tipo de error que procede del gobernante. La locura se sienta en gran dignidad, y los ricos se sientan en lo bajo. He visto sirvientes a caballo, y príncipes caminando como sirvientes en la tierra.
(Eclesiastés 10:5-7)

Aquí Kohelet nos recuerda que cada decisión que tomamos tiene efectos y consecuencias, ya sean buenas o malas. El segundo versículo es bastante significativo para que entendamos los tiempos en que vivimos.

Cuando dice que “la locura se sienta en gran dignidad”, se refiere a hacer glamorosas las fantasías e ilusiones de ego, presentadas como opciones respetables para un estilo de vida aceptable.

Esta tendencia, como modo social o cultural, considera ciertas creencias que convierten el bien en algo relativo, acomodado a sus propios beneficios o ganancias, haciéndolos parte de la dignidad inherente a la vida. Así vemos los “ricos” que creen que el bien no se compromete ni transa con nada negativo, sentados en lo “bajo” de las ilusiones y fantasías materialistas.

El verso final ilustra esta decadencia moral, cuando vemos que el tonto es aclamado como alguien respetable, y los respetables (“príncipes”) como sirvientes o esclavos de sus adicciones, obsesiones y apegos materialistas.

“Aquel que cava una fosa puede caer en ella, y quien rompe una muralla podría ser mordido por una serpiente. El que corta piedras puede herirse con ellas, el que corta leños puede ponerse en peligro. (10:8-9)

En este predicamento nos damos cuenta que el deseo de vivir en fantasías e ilusiones nos hace caer en estas, y propensos a las aflicciones que puedan traer. Una vez estemos atrapados en ellas, sólo sus rasgos conducirán nuestra vida imponiendo dolor y sufrimiento, como lo señalan estos versículos.

“Si el hacha está roma, y uno no le afila el borde, entonces tendrá que aplicar más fuerza; y la sabiduría es ventajosa para hacer lo correcto, y la sabiduría tiene la ventaja para tener éxito. (10:10)

Kohelet compara la sabiduría con un hacha que tiene que estar afilada, ya que su filo es el necesario proceso de aprendizaje que nos vuelve sabios. La comparación invita a cultivar el discernimiento y la comprensión para obtener el conocimiento apropiado, requerido para hacer juicios justos.


En este sentido, tener una mente “afilada” implica “cortar” la necedad de las fantasías e ilusiones de ego de nuestros corazones, y dejar en nuestro pensamiento solamente los modos y atributos justos del bien, para así abordar todos los aspectos y facetas de la vida. En esta actitud sabia podremos esperar solamente el éxito que es inherente al bien.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.