“Hay una maldad que he visto bajo el
sol, el tipo de error que procede del gobernante. La locura se sienta en gran
dignidad, y los ricos se sientan en lo bajo. He visto sirvientes a caballo, y
príncipes caminando como sirvientes en la tierra.”
(Eclesiastés 10:5-7)
Aquí Kohelet nos recuerda que cada decisión que tomamos tiene efectos y
consecuencias, ya sean buenas o malas. El segundo versículo es bastante
significativo para que entendamos los tiempos en que vivimos.
Cuando dice que “la
locura se sienta en gran dignidad”, se refiere a hacer glamorosas las fantasías
e ilusiones de ego, presentadas como opciones respetables para un estilo de
vida aceptable.
Esta tendencia, como modo social o cultural, considera ciertas creencias que
convierten el bien en algo relativo, acomodado a sus propios beneficios o
ganancias, haciéndolos parte de la dignidad inherente a la vida. Así vemos los
“ricos” que creen que el bien no se compromete ni transa con nada negativo, sentados
en lo “bajo” de las ilusiones y fantasías materialistas.
El verso final ilustra esta decadencia moral, cuando vemos que el tonto es
aclamado como alguien respetable, y los respetables (“príncipes”) como
sirvientes o esclavos de sus adicciones, obsesiones y apegos materialistas.
“Aquel que cava una fosa puede caer
en ella, y quien rompe una muralla podría ser mordido por una serpiente. El que corta piedras puede herirse con ellas, el que corta leños puede
ponerse en peligro.” (10:8-9)
En este predicamento nos damos cuenta que el deseo de vivir en fantasías e
ilusiones nos hace caer en estas, y propensos a las aflicciones que puedan traer.
Una vez estemos atrapados en ellas, sólo sus rasgos conducirán nuestra vida
imponiendo dolor y sufrimiento, como lo señalan estos versículos.
“Si el hacha está roma, y uno no le
afila el borde, entonces tendrá que aplicar más fuerza; y la sabiduría es
ventajosa para hacer lo correcto, y la sabiduría tiene la ventaja para tener
éxito.” (10:10)
Kohelet compara la sabiduría con un hacha que tiene que estar afilada, ya
que su filo es el necesario proceso de aprendizaje que nos vuelve sabios. La
comparación invita a cultivar el discernimiento y la comprensión para obtener
el conocimiento apropiado, requerido para hacer juicios justos.
En este sentido, tener una mente “afilada” implica “cortar” la necedad de
las fantasías e ilusiones de ego de nuestros corazones, y dejar en nuestro
pensamiento solamente los modos y atributos justos del bien, para así abordar
todos los aspectos y facetas de la vida. En esta actitud sabia podremos esperar
solamente el éxito que es inherente al bien.