domingo, 31 de diciembre de 2017

Eclesiastés: La ilusión de la vanidad y la realidad del amor (XXXI)

“Las palabras del sabio habladas en quietud son más aceptables que el grito de un gobernante entre tontos. La sabiduría es mejor que las armas de guerra, mientras que un pecador destruye tanto bien.
(Eclesiastés 9:17-18)

Estos versículos reiteran que la sabiduría habla palabras de persuasión, que en su quietud conduce a los ignorantes hacia su liberación de apegos, obsesiones y adicciones. Estas rigen sobre las fantasías e ilusiones de ego, que a su vez conducen la conciencia hacia la destrucción del bien que es precisamente su liberación.

“Las moscas muertas hacen que el aceite del perfumero emita un mal olor. Lo mismo hace una pequeña locura con la sabiduría y el honor. El corazón del sabio está en su mano derecha, y el corazón del tonto en su izquierda. Sí, también cuando el tonto anda por el camino, su entendimiento le falla, y dice a todos que es un tonto. (10:1-3)

Las metáforas en estos versículos hablan por sí solas. No debemos estropear el bien como nuestra esencia y verdadera identidad con nada diferente de sus modos y atributos. Esta es otra reiteración de que hay claras diferencias entre lo bueno y lo malo, y que si se mezclan el resultado es otro rasgo de lo negativo.

Las moscas muertas ciertamente representan la futilidad de las fantasías e ilusiones de ego, que estropean la agradable fragancia de los modos y atributos de amor. En la tonta elección de los malos caminos no hay sabiduría ni honor, por ser contrarios al sentido común y la decencia.

Aquí el corazón es la mente consciente con la que tomamos nuestras decisiones, y mientras tengamos un juicio coherente para afrontar la vida, la simple sabiduría del sentido común nos indica la decisión correcta.


La decisión errada se toma bajo la tonta creencia de que las fantasías, ilusiones y deseos materialistas nos lleven a la buena vida que estúpidamente creemos que aquellas puedan darnos. El discernimiento y el entendimiento rara vez coexisten con una actitud egocéntrica ante la vida. Las acciones procedentes de nuestra tontería hablan por sí solas de quienes somos.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.