domingo, 28 de agosto de 2016

El Cantar de los Cantares: La Historia de Amor entre Dios e Israel (II)

No me tengáis miedo por estar oscura, porque el sol me ha bronceado. Los hijos de mi madre se enojaron conmigo, me hicieron cuidar las viñas. [Porque] Mi propia viña no he cuidado.(1:6)

Israel habla a los cimientos (“los hijos de mi madre”) de su verdadera esencia e identidad como aquellos a los que debe regresar, porque la oscuridad no es parte de ella.


Aquí entendemos que las elecciones negativas de las fantasías e ilusiones de ego (incluyendo adicciones, apegos y obsesiones) son temporales. Estos en definitiva son experiencias necesarias para hacernos apreciar y valorar la esencia trascendente de la identidad de Israel.


Así Israel, como el ser consciente, habla de sus propias cualidades positivas trascendentes como vástagos de su propia madre. Aquí la madre es Jerusalén, el punto de conexión con Dios, desde donde Israel viene a cumplir Su voluntad para el mundo material. De ahí que los hijos de su madre, sus hermanos, representen modos y atributos para retornar al Creador, y estar unido a Él permanentemente.


Esta interpretación es similar a la opinión del comentario Yafé Kol del Rav Shmuel Yafé Ashkenazi (n. en el siglo XVI), que se refiere a los hijos de mi madrecomo los profetas que la urgieron a retomar los caminos del Creador para así evitar su exilio y destrucción.


Bajo este punto de vista, nuestros profetas también representan el máximo conocimiento de la identidad judía, al igual que las directrices y principios positivos para mantener y proteger nuestra conexión permanente con Dios. Estos últimos reprochan a Israel estando enojados (lit. “encendidos”) con ella por sus decisiones y acciones negativas que la llevaron a las tinieblas del exilio entre las naciones. Estas como los campos de juego de las fantasías e ilusiones de ego.


Dime, Tú a quien ha amado mi alma, ¿dónde Te deleitas [pastoreas], dónde Tú descansas [Tu rebaño] al mediodía? ¿Por qué fuera yo una ocultada por los rebaños de Tus acompañantes?(1:7)


Israel pregunta al amor de Dios en su deseo de retornar a Sus modos y atributos como el rebaño que Él pastorea. La primera oración sugiere que el alma está unida a Dios. El pasado compuesto (“ha amado mi alma”) indica separación y añoranza de otra vez amar a Dios adecuadamente, lo cual tiene que ver con vivir en los caminos y atributos del Creador.


También hay un campo donde tiene lugar el pastoreo del rebaño, y es el lugar de Dios. En el conocimiento de Su unicidad nos damos cuenta que el Shabat es el lugar de Dios donde Él se deleita, y también el tiempo de la redención final de Israel. Este es el eterno lugar de descanso en el conocimiento total del amor de Dios.


Si no sabes, [tú] hermosa entre las mujeres, ¡sigue el rastro del rebaño y alimenta a los cabritos allende las moradas de los pastores!(1:8)


Dios responde a Israel que seguir Sus rebaños (Sus modos y atributos) es lo que ella debe hacer, y alimentar” (inspirar) nuestras acciones (los cabritos) al igual que nuestros niños, hijos e hijas, con principios, valores y guías (“tiendas de pastores”, “pastoresy moradas”). Huellas (“rastros”) son los efectos de nuestras acciones por la dirección que estas toman.


Así asimilamos que la sabiduría, como la fuente de la cual el intelecto se expresa en sí, es también la fuente de las expresiones genuinas de amor. De ahí que sabiduría y amor se contengan entre sí, y son parte uno del otro. No hay verdadero amor sin sabiduría, y no hay verdadera sabiduría sin amor.


En este contexto, amor es una expresión pura e inalterada de la sabiduría, y sus modos y atributos están concebidos por la rectitud inherente a la sabiduría.


La sabiduría implica una concepción y expresión ética del amor. Esta sabiduría es adquirida mediante un profundo discernimiento y proyección del intelecto, que nos hace entender el amor de Dios y acercarnos a Él.


Así nos damos cuenta que el intelecto puro es la expresión del alma en la conciencia humana, y que el alma es nuestra conexión permanente con Dios.

lunes, 22 de agosto de 2016

El Cantar de los Cantares: La Historia de Amor entre Dios e Israel (I)

Tras un receso de catorce meses, regresamos a nuestro blog con nuevos comentarios sobre la Biblia Hebrea, con una perspectiva jasídica en torno a El Cantar de los Cantares del rey Salomón.

Vale la pena destacar que este es un poema lleno de metáforas y alegorías con significados y mensajes multidimensionales para despertar el amor de Israel al amor de Dios como un solo amor destinado a regir y a hacer prevalecer el bien en el mundo material.

El Cantar de los Cantares, que es de Salomón (lit. A Él que la paz le pertenece).” (Cantar de los Cantares 1:1)

Esta introducción lo dice todo, porque declara que este es de hecho el cántico del Creador para elogiar Su nexo, conexión y relación con Israel. A Él que la paz le pertenece, porque paz es lo completo como resultado de la compenetración de nuestro amor y el Amor de Dios. También entendemos esta totalidad como el propósito de la prometida redención final de Dios para Israel.

En esta premisa integramos todos los niveles de conciencia para asimilar los significados de este canto a partir de sus alegorías y metáforas. Abordamos este poema simultáneamente con el intelecto, discernimiento, pensamiento, emoción, sentimiento, pasión e instinto, ya que debe ser asimilado con todo nuestro corazón, toda nuestra alma, y todas nuestras fuerzas.

Debe ser así, porque no hay otra manera de amar a Dios. Este poema es un cántico de amor con el que celebramos el amor de Dios por Israel, y el amor de Israel por Dios.

Que Él me bese con los besos de Su boca, porque Tus amores son mejores que el vino.(1:2)

Besar no sólo denota cercanía sino intimidad. Hay una aparente redundancia en la primera parte de este versículo, ya que besar se hace con la boca, e Israel pide más de uno de los besos de Dios.

Esta petición sugiere cierta multiplicidad que también implica cualidades multidimensionales y trascendentales inherentes al Creador.

No es posible concebir o asimilar el amor de Dios, al igual que a Él mismo. Israel es consciente de ello, de ahí que ella pida a Dios más de un solo aspecto particular de Su amor. No solamente Sus besos de amorosa bondad, o Sus besos de compasión, o Sus besos de rectitud, entre Sus modos y atributos. La añoranza de Israel por el amor de Dios abarca la eternidad y trascendencia de Su esencia.

En la segunda parte del versículo, Israel habla de su Dios a las naciones idólatras, indicándoles Quién es el Dios de ella, y por qué lo ama. Israel lo desea como el inconcebible Creador y dueño de mundos y dimensiones sin fin.

Él hace grandes obras sin límite y maravillas sin número.” (Job 9:10)

El Dios de Israel no tiene límites para satisfacer necesidades materiales porque Su poder lo abarca todo, más allá de la compresión y entendimiento humanos.

Luego de esta declaración definitoria de Israel acerca de Su Dios, se vuelve a Él expresándole su más profundo deseo de compenetrarse con Él en todas las dimensiones de Su amor y poder.

Por [su] fragancia, Tus unciones (lit. aceites) son buenas. Aceite derramado [es] Tu Nombre, ¡por ello las doncellas (lit. servidoras) te aman!” (1:3)

Nuestros sabios relacionan el aceite con varias características o cualidades. Aceite es combustible del fuego para iluminar o disipar oscuridad. Israel usualmente es comparada con el aceite, y las naciones con el agua. El fuego no puede salir del agua, pero sí del aceite.

La unción de los sumo sacerdotes y reyes judíos se hacía con aceite de oliva. Esta unción ritual representa la conciencia necesaria para ejecutar la voluntad de Dios para Israel, y de Israel para el mundo.

En este contexto, los aceites de Dios son rasgos y cualidades iluminadoras con un propósito divino en la vida humana y el mundo material. El versículo sugiere no sólo la textura aceitosa sino también su fragancia o perfume, referidos en este caso como características del bien.

Hasta ahora tenemos alegorías relacionadas con besos, vino, aceites y fragancia. Todos estos, además de ser claramente positivos, provenientes del amor de Dios, sirven un propósito en la conciencia humana con el fin de expandir el bien en el mundo.

En este versículo doncellasrepresentan aspectos y niveles de conciencia al servicio de un propósito mayor en la vida. Estos son tendencias y rasgos positivos que se identifican con el bien inherente en los modos y atributos del Creador.

Tráeme a Ti [y] correremos juntos. El Rey me ha traído a Sus habitaciones, nos alegramos y regocijamos en Ti. Mencionamos Tus amores [mejores] que el vino. ¡Con rectitud ellos te aman a Ti!(1:4)

Este versículo hace referencia a la redención final Divina de Israel y la humanidad. Hemos mencionado frecuentemente en nuestros comentarios acerca de la Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía en este blog, que la redención final comienza con Israel y es encabezada por Israel para beneficio del resto de la naciones.

Israel pide al Creador que la atraiga a Él, haciendo alusión al advenimiento de la era mesiánica. La redención final viene por voluntad de Dios en el tiempo y circunstancias que Él considere apropiados. Al iniciar Dios el proceso, Israel es primero traída a Él para apresurar juntos la redención final.

Este proceso comienza con la completa consumación del pacto entre Dios e Israel, comparado al matrimonio de marido y esposa. La realización y completación de este pacto tiene lugar en el Templo de Jerusalén, donde Israel y Dios están unidos espiritualmente.

En esta culminación Israel luego se regocija en las delicias (“el vino”) del amor de Dios. Las naciones finalmente amarán en verdad a Dios a través de la rectitud derivada de tendencias y rasgos positivos, tras abandonar sus actuales tendencias negativas.

Bronceada estoy y hermosa, hijas de Jerusalén; como las tiendas de Kedar, como las cortinas de Salomón.(1:5)

Las hijas de Jerusalénson interpretadas erróneamente como las naciones, ya que ellas en verdad representan cualidades y rasgos positivos provenientes del más alto nivel de conciencia (Jerusalén), donde realizamos nuestra conexión permanente con el amor de Dios.

Si las naciones representan características y tendencias negativas en la conciencia, no tienen ninguna relación con Jerusalén como el punto de conexión entre Dios y nuestro mayor conocimiento de Él. Jerusalén por definición es el punto sagrado de donde provienen solamente expresiones (“hijas”) positivas emanadas del amor de Dios.

En este contexto Israel, como el ser conscienteen la identidad judía, admite el bronceado de su piel (su oscuridad) a las hijas de Jerusalén que precisamente son sus propias cualidades positivas.

Esta oscuridad es el efecto de las decisiones negativas de Israel a lo largo de su historia. Al mismo tiempo ella promete rectificar sus transgresiones, y retornar a su verdadera esencia e identidad, las cuales poseen las llaves de su propia redención.

Ella viene de vivir en las tiendas de Kedar (tendencias y rasgos negativos) para morar en el lugar sacrosanto que es la cámara interior del Templo de Jerusalén, referido aquí como las cortinas colgantes del lugar de Él al que la paz le pertenece.


Israel admite que en vez de vivir en la luz y el amor de los caminos y atributos de Dios, ella se ha oscurecido como los que viven en las tinieblas de los niveles inferiores y rasgos negativos en la conciencia, forzada por las fantasías e ilusiones materialistas de ego.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.