domingo, 25 de noviembre de 2012

Vayishlaj: Confrontando y Destruyendo a Nuestros Enemigos

La conciencia padece división cuando nos involucramos en pensamientos, emociones y sentimientos negativos que nos conducen a situaciones negativas: “Jacob tuvo gran temor, y se angustió; y dividió el pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos en dos campamentos.” (Génesis 32:8).

Hemos destacado esta situación en nuestros comentarios anteriores acerca de esta porción de la Torá (ver en este blog Parshat Vayishlaj: “Amor y Luz como Redención de las Tinieblas” del 14 de noviembre de 2010 y “El Predominio de Amor” del 4 de diciembre de 2011).

En esta ocasión enfatizamos sobre las consecuencias de dividir la consciencia al descartar nuestra conexión permanente con el Creador. La lección de la angustia de nuestro padre Jacob tiene dos caras. Una es que debemos ser lo suficientemente humildes para reconocer que no somos perfectos, y que las ilusiones negativas del mundo material pueden abrumarnos. La otra es que hay situaciones que simplemente no podemos manejar cuando el temor y la duda debilitan nuestra sabiduría, entendimiento y conocimiento de lo que somos, incluyendo nuestra conexión y/o relación con Dios. El reino de las ilusiones negativas de hecho es abrumador porque ciertamente vivimos en ellas.

¿Qué es lo que podemos considerar “real” en la vida, cuando la mayor parte de lo que vivimos y experimentamos diariamente son ilusiones? Las cosas cambian cuando cambiamos nuestra perspectiva de ellas y la manera como las abordamos. Esto por sí mismo ya es una ilusión al enfrentar la realidad material desde distintos niveles de conciencia. En este sentido debemos hacer un inventario detallado de aquello que consideremos falso y verdadero.

En este punto nos toca discernir entre correcto e incorrecto, negativo y positivo, útil e inútil, etc. y comenzar a tomar decisiones que determinen lo que verdaderamente es real para nosotros. Real como algo verdadero, correcto, positivo, constructivo y edificante, tal como lo es la alegría, bondad, verdad y plenitud, todas en abundancia. Un tiempo y espacio en la conciencia donde no existe ningún tipo de carencia, y donde Amor rige como manifestación material del Amor de Dios.

Reflexionemos otra vez sobre la situación de Jacob antes de encontrarse con su hermano Esaú. Él había recibido la promesa de Dios de protegerlo, se encontró con ángeles en su camino, y prevaleció en su lucha de toda una noche con el ángel de Esaú. ¿Por qué entonces temía a su hermano? Reiteramos que la respuesta está relacionada con entrar en los aspectos inferiores de la conciencia, representados por Esaú. Encontrarse con Esaú implica descender a situaciones y circunstancias que preferimos temer.

En este contexto “temer” quiere decir evitar. Jacob quería evitar encontrarse con Esau, pero no pudo. Esto nos pasa a todos cuando queremos plantarnos en los más altos niveles de conciencia, pero en algún punto tenemos que enfrentar las tendencias negativas de emociones, sentimientos, pasiones e instintos. Y no se trata precisamente de descender a ellos y quedar atrapados, sino de elevarlos y transformarlos en expresiones positivas de la vida.

No podemos meternos en los pensamientos de Jacob en aquel entonces, pero sí podemos ponernos en su lugar cuando vivimos situaciones similares cada día. Algunos de nosotros preferimos evitar circunstancias o gente negativa que sabemos no podemos cambiar hacia lo positivo. Más bien retrocedemos y si es posible nos alejamos de ellas, pero ese no es el camino ya que nuestra misión como judíos es ser Luz para las naciones. Esto significa ser redentores entre las tinieblas que amenazan acabar con lo bueno que es la vida

Tenemos que encontrarnos con Esaú, enfrentar a nuestros enemigos y vencerlos de una vez por todas. No podemos darnos el lujo de vivir y cohabitar con aquello que menoscaba nuestros principios como modos y atributos de Amor. Como dijimos antes, estamos conscientes de que estos enemigos pueden ser abrumadores, pero si el Amor de Dios sustenta nuestro Amor, ¿qué podría estar contra nosotros? Al estar conscientes de esto no tenemos qué temer o evitar aquello que niega o daña lo bueno que hay en nosotros.

Debemos preguntarnos con verdad y honestidad si estamos listos para enfrentar y someter los rasgos negativos que tienen el potencial de destruir los modos y atributos de Amor. ¿Preferiríamos más bien apaciguarlos dándoles toros, ovejas, cabras, burros y camellos, como Jacob hizo con Esaú? ¿O deberíamos enfrentarlos con ángeles como medios de buenas acciones que todos los aspectos de la conciencia deben manifestar en la vida? Nuestra actitud hacia lo que representa Esaú es, ya sea reencauzarlo hacia fines positivos, o acabarlo como el enemigo mortal que pretende destruirnos. Esto, teniendo presente que nuestros enemigos viven tanto dentro de nosotros como afuera en el mundo.

En nuestros tiempos otra vez estamos enfrentados por la amenaza de Esaú de exterminarnos. Israel está rodeado por terroristas fundamentalistas islámicos que nos quieren destruir porque los valores que representa Israel son opuestos a los principios de ellos. La historia se repite una y otra vez contra nosotros, y no necesitamos sacrificar más vidas judías para apaciguar a nuestros enemigos.

Millones ya han sido sacrificados a lo largo de la historia, y las lecciones han sido plenamente aprendidas: ¡Nunca más! Si nuestros enemigos quieren destruirnos, estamos preparados para destruirlos a ellos antes que nos ataquen. Dios está de nuestro lado, tenemos Sus bendiciones desde que Él bendijo a nuestros Patriarcas. Ahora nos toca hacer efectivas esas bendiciones siendo y haciendo lo que somos como el pueblo de Su Pacto, y de manera inequívoca. Nosotros somos los buenos, lo sabemos, y el mundo también lo sabe.

El momento es ahora y el lugar es donde estemos para enfrentar los aspectos negativos de la conciencia que buscan nuestra destrucción. Se trata de ellos o de nuestro conocimiento permanente del Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad. Se trata de lo que verdaderamente somos, o de las ilusiones negativas en las que viven nuestros enemigos. Seamos muy conscientes de que ahora estamos preparados para enfrentar y derrotar nuestros enemigos dentro de nosotros y afuera en el mundo:

“¿No haré que perezcan en ese día dice el Eterno, los sabios de Edom y el discernimiento del monte de Esaú? Y tus poderosos serán quebrantados, oh moradores del sur, que todo hombre sea talado del monte de Esaú por el estrago. Por la violencia de tu hermano Jacob, te cubrirá la vergüenza y serás talado para siempre.(Abdías 1:8-10).

 “Y la casa de Jacob será fuego y la casa de José será una llama, y la casa de Esaú será paja, y ellos la prenderán y consumirán, y la casa de Esaú no tendrá sobrevivientes, porque el Eterno ha hablado” (1:18)

domingo, 18 de noviembre de 2012

Vayeitzei: Viviendo en la Casa de Dios

La Torá prosigue indicándonos con nuevas situaciones y circunstancias que, para conectarnos con nuestro Creador, debemos integrar nuestra conciencia: “Y él [Jacob] llegó al lugar y pernoctó ahí porque el sol se había puesto, y él tomó las piedras del lugar y las puso en [lit. de] su cabeza, y se acostó en ese lugar” (Génesis 28:11).

Nuestra tradición oral judía al igual que nuestros Sabios se refieren a las piedras con diferentes significados que van desde que protegían a Jacob de los animales salvajes alrededor hasta que simbolizaban sus hijos, y para demarcar el sitio donde sería construido el Templo de Jerusalén. En un sentido más profundo, las piedras corresponden a los aspectos materiales de la vida que tomamos y juntamos para servir a Dios.

El significado literal de poner las piedras de su cabeza nos lleva a entender que estas también corresponden a rasgos, cualidades y características inherentes al discernimiento, pensamiento, emociones, sentimientos, pasión e instinto. En este contexto tenemos que ponerlas juntas para presentarnos como una conciencia funcional unificada ante Dios.

En esta integración y totalidad nos conducimos hacia cumplir el destino que Dios nos ofrece en el mundo materialEste es el lugar donde estamos ya sea parados o acostados en nuestra conciencia. Así vemos que estas piedras también son las cualidades potencialmente positivas representadas por las Tribus hebreas con las que Israel construye el Templo de Jerusalén como el lugar y el tiempo que nos conecta con Dios.

(...) la tierra en la que estás acostado a ti la daré y a tu descendencia.” (29:13). La tierra como la realización de nuestro nexo permanente con Dios, así como dice: “Y he aquí que Yo estoy contigo, y Yo te protegeré donde vayas (...)” (29:15) y ciertamente debemos hacer de esta realización algo permanente, tan real como lo esLa mayor parte del tiempo nos la pasamos inconscientes de que Dios es la razón y el significado de todo lo que existe, al estar cautivos dentro de las ilusiones y sueños que nos separan de nuestra Esencia y verdadera identidad: “Y Jacob despertó de su sueño, y dijo, 'De hecho el Eterno está en este lugar, y yo no [lo] sabía'.” (29:16).

Las palabras de Jacob quieren recordarnos que debemos saber quiénes somos y nuestro propósito en este mundoPara lograr este conocimiento permanente tenemos que unificar todos los aspectos, niveles y dimensiones de la conciencia. Estas son las “piedras” “en” y “de” nuestra cabeza, que juntamos (“tomamos”) en el lugar” donde nos unimos con DiosEn este proceso convertimos las piedras en una sola: “(...) y él tomó la piedra que él había puesto en su cabeza, y la erigió como un monumento, y él derramó aceite sobre ella.” (29:18). La Torá claramente nos dice que las piedras se volvieron una sola después que Jacob despertó.

La lección se repite otra vez para enseñarnos que, para venir a la Casa de Dios como el nexo permanente con Él, tenemos que unificar y armonizar nuestra concienciaLo hacemos a través de Amor como la manifestación material del Amor de Dios, en aras de Sus modos y atributos como los medios de cumplir Su voluntad: “Y él llamó al lugar Bet-El, pero Luz era el nombre original de la ciudad.” (29:19).

Interesante señalar que Luz quiere también quiere decir Luz en español, ¡y sí que hay Luz en la Casa de Dios! Nuestro padre Jacob lo llamó por el significado real de Luzel lugar donde mora el CreadorLa Torá indica que ese era “el nombre de la ciudad”.

Como hemos mencionado en este blognuestros Sabios místicos enseñan que ciudades simbolizan principios, valores y fundamentos mediante los cuales se expresa la concienciaDe ahí que Luz/Amor como realización del Amor de Dios dentro de nosotros sea la piedra angular/piedra fundamental que unifica todos los aspectos y dimensiones de la concienciaen donde “derramar aceite” como conocimiento para iluminar nuestra conexión consciente con Dios.

Basamos nuestra entera existencia sobre este conocimiento permanente en el que establecemos y reconocemos nuestro nexo eterno con Dios: “Jacob emitió una promesa diciendo, 'Si Dios estará conmigo, y Él me guarde en este camino por donde voy, y Él me dé pan para comer y ropa para vestir; Y si retorno en paz a la casa de mi padre, y el Eterno será mi Dios” (29:20-21).

En este nexo nos damos cuenta que Dios es nuestro escudo contra la ilusión del insaciable sentimiento y creencia de carenciaAmor siempre sacia nuestra hambre y sed de sus modos y atributos, porque Amor es el verdadero sustento de todos los aspectos de la concienciaAmor genera el pan para comer y la ropa para vestirRetornamos a nuestra verdadera identidad, la Esencia de donde nacimos, “la casa de mi padre”En esta conciencia armonizada y unificada el Eterno es mi Dios, la razón, el significado y el propósito de la vida.

Esta es la conciencia unificada que se convierte en una sola en la que estamos plenamente conscientes de que todo proviene de Dios y es sustentado por Su AmorAquí es donde verdaderamente sabemos que todo lo que somos, tenemos y hacemos le pertenece a Dios, por lo tanto se lo “damos” de vuelta a ÉlEste es un espacio sin tiempo y sin fin, donde y cuando vivimos en Su lugarEsta es la piedra fundamental sobre la que es construido el cimiento de nuestra vidaEste es el Templo donde vivimos enteramente Amor como nuestro nexo común con el Amor de Dios: “Entonces esta piedra, que he puesto como un monumento, será una casa de Dios, y [detodo lo que Tú me des ciertamente el diezmo te daré [de vuelta] a Ti'.” (29:22).

Este conocimiento es “la escalinata” que une nuestro Amor con el Amor de DiosDijimos anteriormente acerca de esta porción de la Torá (ver en este blog nuestro comentario sobre Vayeitzei: “En la Casa del Amor de Dios” del 27 de noviembre de 2011) que los ángeles que descienden y ascienden por esta escalinata representan las bendiciones del Amor de Dios como ángeles que desciendeny nuestras buenas acciones motivadas por los modos y atributos de Amor (el Amor de Dios manifestado en el mundo material) son los ángeles que ascienden de vuelta al Creador.

Esta de hecho es la dinámica de nuestra relación amorosa con Él. Dios nos ama para hacernos conscientes de que Su Amor es nuestra Esencia y verdadera identidad, para que manifestemos lo que realmente somos como seres amorososAl realizar esta Verdad comenzamos a cumplir nuestro propósito en la vida como Su voluntad.

Nuestro padre Jacob nos enseña que salimos (vayeitzei), a partir del conocimiento de que somos criaturas del Amor de Dios, hacia el mundo donde encontramos ilusiones y fantasías materiales que oscurecen el significado y objetivo real de la vida. Mientras tengamos un conocimiento claro e inequívoco de los modos de Amor como la luz que disipa las tinieblas de la agenda separatista de ego, no tendremos nada que dudar, cuestionar o temer, porque sabemos que el Amor de Dios sustenta nuestro Amor.

Una vez más tengamos siempre presente que mientras discernamos, pensemos, sintamos, percibamos, hablemos y actuemos con, por y en aras de Amor, no solamente seremos lo que realmente somos sino que también estaremos cumpliendo los caminos y atributos de Dios como Su voluntad en Su Creación. Seamos Amor para transformar aquello que es diferente de sus atributos, aquello que nos separa de lo que verdaderamente somos.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Toldot: Sembrando en la Unidad de Amor

En comentarios anteriores sobre esta porción de la Torá nos referimos a la tarea de integrar todos los aspectos de la conciencia en una unidad armónica y funcional. Este es el mensaje subyacente y resonante de Toldot de principio a fin: “E Isaac rezó al Eterno junto a su esposa que era estéril, y el Eterno aceptó su plegaria, y Rebeca su esposa concibió.(Génesis 25:21).

Esta es otra dimensión de la unidad que indicamos inicialmente. Isaac y Rebeca rezaron juntos y unidos para relacionarse y comunicarse con el Creador, de quien todo proviene. También mencionamos en uno de nuestros videos (www.youtube.com/dioscomoamor) que la plegaria es el medio para conectarnos y unirnos a Dios. Con la plegaria permitimos que Él nutra todas las dimensiones de la conciencia, y las conduzca hacia Su servicio, el cual es manifestar Su Presencia como la bendición de Su Amor en el mundo material.

También dijimos que Isaac y Rebeca representan dos aspectos de la identidad de Israel. Isaac es nuestra expresión espiritual a partir de nuestro nexo con Dios, y Rebeca es la expresión material de este nexo. Ambos forman una unidad funcional que Dios escucha y acepta como como parte de nuestra conexión con Él. En este conocimiento unificado revelamos Luz ocultada en la oscuridad como lo hizo Isaac cavando dentro de las tinieblas del mundo material para encontrar las aguas vivas que nos nutren para manifestar la bondad de las bendiciones de Dios: “E Isaac otra vez cavó pozos de agua que ellos [él y su padre] había cavado en los días de su padre Abraham, y [que] los filisteos habían tapado después de la muerte de Abraham; y él les puso los mismos nombres que su padre les había puesto. Y los sirvientes de Isaac cavaron en el valle, y ahí encontraron un manantial de aguas vivas” (26:18-19).

En este proceso, la oscuridad de los deseos, ilusiones y fantasías de ego procuran alimentarse con la Fuente de toda vida: “Y los pastores de Gerar riñeron con los pastores de Isaac, diciendo 'El agua es nuestra'; por ello él llamó al pozo Ések, porque se ellos habían enfrentado con él. Y ellos cavaron otro pozo, y también riñeron por ello; por lo tanto lo llamó Sitná,” (26:20-21).

La Torá nos cuenta que ellos se “enfrentaron” y “riñeron” como confrontación de dos principios opuestos. Sin embargo estas dos disputas terminaron con la excavación de un tercer pozo por parte de Isaac: “Y él [Isaac] se alejó de ahí, y cavó otro pozo, y ellos no riñeron por este; por lo tanto lo llamó Rejovot, y él dijo 'Porque ahora el Eterno ha hecho espacio para nosotros, y fructificaremos en la tierra'.” (26:22).

Nuestros Sabios explican que los dos primeros pozos representan el primer y segundo Templos de Jerusalén, y que el tercer pozo representa la construcción del tercer y permanente Templo. Esta construcción ocurre “lejos de ahí” donde reinan las riñas, las disputas y los acosos. A menudo hemos citado a nuestos Sabios en este asunto, cuando se refiere a que el primer Templo fue destruido como consecuencia de la idolatría, el incesto y el homicidio; el segundo Templo destruido a causa del odio gratuito; y que el tercer Templo será construido sobre amor gratuito.

Igualamos esto con lo que dicen el rey David y nuestros Sabios respecto al mundo: “el mundo está construido sobre amorosa bondad.(Salmos 89:2) y que “El mundo se sostiene sobre tres cosas: La Torá, el servicio a Dios, y los actos de amorosa bondad.” (Pirké Avot 1:2), porque la Torá nos instruye a servir a Dios mediante la amorosa bondad.

Amor es el espacio que Dios hace para nosotros, y en sus modos y atributos nos hacemos fructíferos y nos multiplicamos. Amor es la tierra donde expandimos los aspectos positivos de nuestra conciencia. Esta es la dimensión eterna del tercer y último Templo de Jerusalén, el cual todos construimos cuando cumplimos el Mandamiento de la Torá de amarnos unos a otros.

Tarde o temprano nuestro discernimiento y sentido común nos conducirán a la verdad de los modos y atributos de Amor. Podría tomarnos miles de años e innumerables vidas, pero eventualmente lo lograremos porque Amor perdura y trasciende los deseos y fantasías materialistas de ego. En algún punto nos daremos cuenta que el sentimiento de carencia instigado por ego es la peor de todas las ilusiones derivadas de la mayor de ellas: la falsa creencia de que estamos separados del Amor de Dios. “E Isaac les dijo, '¿Por qué habéis venido a mí, ya que me odiáis, y me alejasteis de vosotros'? Y ellos le dijeron, 'Hemos visto que el Eterno estaba contigo; y dijimos: Que haya ahora una promesa entre nosotros, entre nosotros y tú, y formemos un pacto contigo'.” (26:27-28).

En este conocimiento reconciliamos todos los aspectos de la conciencia, y ponemos fin a las riñas y disputas cuando permitimos que Amor sea el guía y conductor natural de nuestra vidaUno de los legados de nuestro padre Isaac es que cavemos pozos para penetrar en lo más profundo de la conciencia y extraer las aguas que sustentan la vida, que son Amor como nuestra Esencia y verdadera identidadSí, hay solamente una Luz, y un sólo Amor que es el Amor de Dios, que debemos revelarlo donde y cuando esté ocultado en la oscuridad de aquello que niega Sus caminos y atributos.

Seamos conscientes de que tanto Jacob como Esaú fueron concebidos en el vientre de la misma madre que representa a Israel, el portador de la manifestación material del Amor de Dios. Recordamos que “Y redentores subirán al monte Sión para juzgar al monte de Esaú; y del Eterno será el reinado” (Abdías 1:21), “El Eterno será Rey sobre toda la Tierra. En ese día el Eterno será Uno, y Su Nombre Uno” (Zacarías 14:9), “Porque la Tierra estará llena del conocimiento de la gloria del Eterno, como las aguas llenan los océanos” (Habacuc 2:14) y la gloria de Dios es Su Amor.

Tenemos que rectificar y reorientar los aspectos inferiores y negativos de la conciencia, representados por Esaú, al igual que por las “naciones”, “pueblos”, “reyes”, “gobernantes”, “príncipes” y “nobles” que nos mantienen en las tinieblas de las fantasías e ilusiones de ego. Estas son creencias, ideas, hábitos, costumbres, adicciones y patrones de comportamiento que nos privan de la libertad para abrazar los modos, medios y atributos de Amor. Nuestra Redención individual y colectiva comienza cuando nuestro discernimiento y sentido común nos llevan a entronizar a Amor como el verdadero gobernante de todos los aspectos de la vida.

Amor es el fuego que transforma y transmuta lo negativo a positivo, falso a verdadero, incorrecto a correcto, malo a bueno, injusto a justo. A través de sus medios y arbitrios, Amor purifica y unifica la Luz revelada y no revelada con la que Dios nos creó.

La Torá nos cuenta que Dios estaba con nuestros Patriarcas, y los pueblos de aquel tiempo nos dan testimonio de ello. Bondad estaba con Abraham, Isaac y Jacob en la tierra que Dios les dio como herencia eterna, la tierra que Isaac sembró: “E Isaac sembró en esa tierra, y cosechó en ese año cien veces más, y el Eterno lo bendijo. Y el hombre [Isaac] cada vez creció más, hasta que se engrandeció muchísimo(Génesis 26:12-13).

Nuestra tierra es Amor como la manifestación material del Amor de Dios, donde Él confiere Sus bendiciones sobre nosotros cuando somos y manifestamos Sus caminos, y emulamos Sus atributos. Amor es lo que nos engrandece, y nos hace crecer constantemente para que sigamos expandiendo sus caminos en todo el mundo. Así descubrimos y revelamos que “toda la Tierra está llena de Su gloria.(Isaías 6:3).

domingo, 4 de noviembre de 2012

Jayei Sara: Amorosa Bondad y Verdad

Hemos destacado muchas veces en este blog que Dios es la bendición porque todas las bendiciones provienen de Él. Esta porción de la Torá ciertamente se trata de bendiciones. Las vidas de Sara y Abraham son una bendición para la humanidad porque su legado se trata de amorosa bondad y verdad: “Bendito es el Eterno, el Dios de mi señor Abraham, que no ha abandonado Su amorosa bondad y verdad para con mi señor.(Génesis 24:27). Ellos establecieron para la humanidad los medios y modos en los que Dios se relaciona con toda Su Creación, porque vivieron siendo y haciendo Sus caminos y atributos. Recordemos que Dios es “abundante en amorosa bondad y verdad” (Éxodo 34:6) y que “el mundo está construido sobre amorosa bondad.” (Salmos 89:2).

Es así como asimilamos que todo lo que existe es una emanación de Dios, y además sostenido por Su Amor. Esta es Su bendición, el más grande Amor de todos. Así es como entendemos el significado de “(...) y el Eterno bendijo a Abraham en todo.(Génesis 24:1) porque amorosa bondad y verdad son las bendiciones de Dios para que nosotros nos convirtamos en ellas y las manifestemos (ver en este blog nuestro comentario sobre la parshat Jayei Sara: “La Vida como Servicio Divino” del 24 de octubre de 2010).

Nuestros Sabios explican los versículos relacionados con las bendiciones de Dios a nuestros Patriarcas, en todopara Abraham, de todopara Isaac, y “con todopara Jacob. El Creador nos bendice en todocuando todo lo que hacemos es una bendición, lo que quiere decir que nuestra vida es guiada y dirigida para ser y hacer lo bueno en lo que discernimos, pensamos, creemos, sentimos, decimos, y hacemos. Este nivel de conciencia está personificado por Abraham y Sara.

Estamos bendecidos de todocuando somos lo suficientemente sabios para convertir todo lo que nos ocurre, sea desagradable o negativo, en algo bueno y positivo para nuestro propio bienestar y de los demás. Este conocimiento, representado por Isaac, requiere la creencia y confianza absolutas de que todo sirve a un propósito que debemos realizar para cumplir con la voluntad de Dios. Lo hacemos por nuestro beneficio individual y colectivo.

No debemos entender esto como si se tratara de aceptar situaciones negativas y encima justificarlas. Todo lo contrario. La idea es corregir y redirigir acciones negativas como pasos positivos y edificantes hacia lo que es bueno. De lo que se trata es de hacer algo bueno de (a partir de) todo.

Somos bendecidos por Dios con todocuando nos damos cuenta de que lo que somos, tenemos y hacemos (todo con lo que podemos existir) proviene de Él. De ahí que demos porque lo que damos viene del Amor de Dios, que es infinito. Este principio fundamental elimina toda creencia o sentimiento de carencia de nuestra conciencia, y nos eleva al mayor conocimiento de pertenecer al Creador. Una vez asimilemos plenamente esta Verdad, sabremos que no carecemos de nada porque lo que somos ya contiene todo lo que necesitamos, queremos y deseamos, que es el Amor de DiosAquello con lo que somos, aquello con lo que estamos hechos, que tiene todo lo que nuestra imaginación no puede cualificar ni cuantificar. Este máximo conocimiento está representado por Jacob.

Nosotros como Israel realizamos nuestro destino cuando estamos completamente conscientes de la magnitud de los modos en que Dios nos bendice en todo, de todo, y con todo. Tengamos esto presente siempre en todas las dimensiones de la conciencia.

La Torá nos recuerda otra vez no contaminar la bendición de Dios, la cual es Amor como manifestación material de Su Amor, con nada diferente a Sus caminos y atributos: “Y yo [Abraham] te hago jurar por el Eterno, el Dios del Cielo y el Dios de la Tierra, que tú no tomarás una mujer para mi hijo [Isaac] de las hijas de los cananeos, entre quienes yo habito.” (24:3).

Nuestros Sabios también nos instruyen a no contaminar nuestra Esencia y verdadera identidad con tendencias y rasgos negativos de los aspectos inferiores de la conciencia, representados por las naciones cananeas (ver en este blog nuestro comentario sobre Jayei Sara: “La Identidad Judía” del 13 de noviembre de 2011). Debemos tener claridad, determinación e inflexibilidad con esto, tal como lo fue Sara cuando le pidió a Abraham que expulsara a Hagar y su hijo Ismael de su casa: “Saca a esta sirvienta y a su hijo, porque el hijo de esta sirvienta no va a heredar junto con mi hijo, con Isaac” (21:10).

No es suficiente discernir las diferencias entre bendición y maldición, positivo y negativo, correcto e incorrecto, falso y verdadero, los modos de Amor y modos del mal. Tenemos que tomar las buenas decisiones para convertirnos en la bondad de las bendiciones de Dios. Del mismo modo, tampoco es suficiente conocer Su voluntad y Mandamientos para nosotros al igual que las profecías de la Torá y la Biblia Hebrea. Tenemos que hacer todo lo que esté en nuestros medios para cumplirlos todos. Esto lo aprendemos a través de nuestra historia, incluyendo el episodio que narra la haftará para esta porción.

Estaba la voluntad de Dios para que Salomón fuese el único sucesor del Rey David, esto mismo como la promesa de David a su esposa Batsheva, y también como profecía declarada por Natán. El asunto había llegado a un punto en el que no parecía que fuese a cumplirse. Es entonces que Batsheva y el Profeta Natán hicieron lo necesario para cumplir la voluntad de Dios, la promesa de David y la profecía de Natán. Y el Rey David también hizo su parte:

“De hecho, tal como yo [David] te juré a ti [Batsheva] por el Eterno, Dios de Israel, diciendo, 'Ciertamente, Salomón tu hijo, reinará después de mí y él se sentará en mi trono, en mi lugar', ciertamente así yo lo haré este día” (I Reyes 1:30).

Dios nos dio libre albedrío para que tomemos nuestras propias decisiones. Él nos dio las opciones y las referencias para elegir. También nos dio la instrucción (Su Torá y Mandamientos) para tomar las decisiones correctas, eligiendo las bendiciones y nos las maldiciones.

En las bendiciones nos deleitamos en la bondad de los modos y atributos de Amor como la manifestación material del Amor de Dios. Las bendiciones de Amor son nuestra Redención, nuestra verdadera liberación de las maldiciones derivadas de las fantasías e ilusiones de ego. Amor es nuestro nexo común con el Amor de Dios, y mientras andemos en Sus caminos y atributos, no habrá ilusiones que nos separen de Él.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.