domingo, 27 de abril de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LIV) Isaías

“Y tus oídos oirán una palabra detrás de ti, diciendo: 'Este es el camino, andaréis en él, cuando giréis a mano derecha, y giréis a la izquierda'.” (Isaías 30:21)

Dios nos recuerda constantemente que nos dio intelecto y discernimiento para ejercer nuestro libre albedrío. Ambos son las voces que oímos antes de tomar decisiones, positivas o negativas, al girar a la derecha o a la izquierda. Hemos dicho que intelecto y discernimiento son los niveles más altos en la conciencia humana, de ahí que estén más cerca de comprender y asimilar nuestro nexo permanente con el Creador. Este nexo nos habla a nosotros con palabra clara para hacernos plenamente conscientes de nuestra Esencia y verdadera identidad. En este conocimiento hacemos de lo bueno la opción obvia con el fin de hacerlo prevalecer.

“Y profanarás tus imágenes talladas recubiertas de plata, y tus imágenes fundidas revestidas de oro. Las esparcirás como cosa inmunda, y les dirás: '¡Fuera de aquí!'.” (30:22)

Al hacernos conscientes del Amor de Dios como la “palabra detrás de nosotros” que habla en lo más elevado de nuestra conciencia, Él disipa fantasías e ilusiones que hemos tallado y fundido como ídolos de oro y plata que corrompen lo bueno en lo que somos, tenemos y hacemos. En el pleno conocimiento de lo que es bueno nos damos cuenta de que no hay espacio para fantasías e ilusiones de ego en los dominios de los modos y atributos de Amor. Este es nuestra fortaleza para eliminar todo lo contrario u opuesto a lo que es bueno.

“Entonces El dará lluvia para la semilla que sembrarás en la tierra, y pan del producto de la tierra, y será rico y abundante. En ese día tus ganados serán apacentados en espaciosos pastizales.” (30:23)

Cuando permitimos que nuestro Amor y el Amor de Dios estén juntos, Él provee lo bueno que quiere que disfrutemos en el mundo material. Tengamos presente que el fundamento de nuestra identidad judía es nuestro nexo eterno con Dios, tal como lo proclamamos al menos dos veces diariamente: “Oye [entiende] Israel, el Eterno es nuestro Dios, el Eterno es Uno”. Esta declaración está precedida (“Bendito eres Tú, Eterno, que elige a Su pueblo Israel con Amor”), y seguida (“Amarás al Eterno tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu fuerza”) por declaraciones de Amor mutuo entre el Creador e Israel, para asegurar lo bueno que Él quiere que hagamos prevalecer en la vida.

Esto bueno como la lluvia que Él nos da, y también como la semilla que plantamos en el campo de la vida, al igual que el pan rico y abundante. “En ese día” es el momento en que nos haremos totalmente conscientes de nuestra Esencia y verdadera identidad, como los espaciosos pastizales donde lo bueno se alimenta también de lo que es bueno. También “el ganado” representa los potenciales creativos positivos que podemos manifestar cuando lo bueno es la causa y el efecto.

“Tus bueyes y tus asnos que labran la tierra, comerán grano limpio, el cual será aventado con pala y criba. Y sobre todo monte alto, y sobre todo collado subido, habrá ríos y corrientes de aguas el día de la gran matanza, cuando caerán las torres.” (30:24-25)

El ego como fuerza vital y la voluntad como fuerza motriz, representados por el buey y el asno que preparan el campo de la vida. Ambos alimentados por lo mismo bueno que también producirá el campo. Esta alegoría de la Era Mesiánica se manifiesta cuando permitimos que lo bueno sea también lo que remueve todo rasgo y tendencia negativa en la conciencia humana, como las torres que caen para dar paso a los modos y atributos de Amor, y nada más.

“Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor, como la luz de siete días, el día que vendare el Eterno la fractura de su pueblo, y curare la llaga de su herida.” (30:26)

Veremos el Amor de Dios revelado en Su Creación, como una luna transformada en sol, y el sol aún más brillante de lo que podamos imaginar. Esta claridad será el reflejo material de cuan claro podremos ver el Amor de Dios en nuestra conciencia. Así las fracturas y las heridas que nos hemos infligido a nosotros mismos por ilusiones de ego y las tendencias negativas serán todas curadas.

“He aquí que el Nombre del Eterno viene de lejos, ardiente es Su furor y grande Su fuego, Sus labios llenos de indignación. Y Su lengua es como un fuego consumidor. Y Su aliento cual torrente que inunda, llegará hasta el cuello, para zarandear las naciones con criba de destrucción; y el freno que los hace errar estará en las quijadas de los pueblos.” (30:27-28)

Estos versículos son metáforas del constante llamado de lo bueno para llenar todos los niveles y dimensiones de la conciencia. El repetido llamado para remover “las naciones” que buscan la destrucción de lo bueno como nuestra Esencia y verdadera identidad. Las naciones, como las tendencias y rasgos negativos que nos hacen errar y caer, serán eliminadas por el aliento del Amor de Dios como fuego devorador.

“Vosotros tendréis cántico como en la noche sagrada de fiesta, y alegría de corazón como cuando uno marcha al son de la flauta, para ir al monte del Eterno, a la Roca de Israel.” (30:29)

El Amor de Dios nos redimirá otra vez como lo hizo con nuestros ancestros en Egipto. Esta vez nuestra celebración será eterna porque tiene lugar en la montaña de Dios, que es el pleno conocimiento de nuestra conexión permanente con Él.

“Y el Eterno hará oír la potencia de Su voz; y hará ver el descender de Su brazo, con furor de rostro, y llama de fuego consumidor, con dispersión, con inundación, y piedras de granizo.” (30:30)

El capítulo termina con alegorías de destrucción, relacionadas con naciones vecinas que desaparecen con el fuego que dará paso a nuestra Redención Final y la Era Mesiánica.

domingo, 20 de abril de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LIII) Isaías

Dios continúa llamando nuestra atención acerca de las decisiones que tomamos, y de sus consecuencias. Una vez elegimos vivir en las fantasías e ilusiones de ego, nuestro discernimiento, intelecto y sentido común también siguen su predicamento.

“Que este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quisieron oír la instrucción [la Torá] del Eterno; que dicen a los videntes: 'No veáis', y a los profetas: 'No nos profeticéis lo recto, decídnos cosas halagüeñas, profetizad ilusiones; dejad la rectitud, apartáos de la senda, haced cesar de nuestra presencia al Sagrado de Israel'.” (Isaías 30:9-11)

Discernimiento, intelecto y sentido común son “los videntes” y “los profetas” que obligamos a participar en las “cosas halagüeñas” (vanidades) e “ilusiones” (fantasías e ilusiones de ego) que desvían nuestro verdadero propósito al negar y rechazar lo que es correcto (“la rectitud”) como la senda en la que estamos abocados a andar. Estas ilusiones causan nuestra separación de lo sagrado que el Creador quiere que seamos, porque Él es nuestro Dios que es sagrado.

“Por lo tanto el Sagrado de Israel dice así: 'Porque desechásteis esta palabra, y confiasteis en opresión e iniquidad, y en ello os habéis apoyado. Por tanto os será este pecado como pared abierta que se va a caer, y como montículo en alto muro, cuya caída viene repentinamente en un instante.” (30:12-13)

Nuestros modos y actitudes para satisfacer fantasías e ilusiones materialistas se convierten en la opresión e iniquidad en las que permanecemos, hasta cuando elijamos despertar de ellas y retornar a lo bueno de los modos y atributos de Amor. Hemos dicho muchas veces en este blog que vigilancia eterna es la clave para permanecer en lo bueno que somos y estamos destinados a manifestar. Algunos la comparan con caminar en un camino recto y estrecho, en el que lo bueno es el camino mismo al igual que su destino. Así nos damos cuenta en un repentino instante que podemos desviarnos cuando cambiamos el objeto de nuestra atención. Las fantasías e ilusiones de ego se convierten en la pared que cae sobre nosotros, tan pesada y elevada como la erijamos.

“Y Él lo quebrará como es quebrada la vasija del alfarero, en pedazos y sin contemplación; para que no sea encontrada entre los tiestos para el fuego del horno, y para sacar agua del pozo.” (30:14)

En elocuente metáfora el Profeta evoca el cambio que el Creador promete para nuestra conciencia en Su Redención Final. La vasija representa los modos y medios negativos, vetustos y anacrónicos, para afrontar la vida y el mundo material. Él la romperá para que nunca más sea recipiente, ni para fuego ni para agua. Él nos hará conscientes de que la percepción y actitud equivocadas deben cambiar para dar paso a lo bueno como causa y efecto de la Creación de Dios. Esta visión positiva es el fundamento de la Conciencia Mesiánica.

“Porque así dijo el Dios el Eterno, el Sagrado de Israel: 'En el retorno y en la quietud seréis redimidos; en tranquilidad y en confianza será vuestra fortaleza. Pero no lo quisisteis'.” (30:15)

Aquí el Profeta evoca la confianza y seguridad que encontramos en el retorno a nuestro Creador. Tranquilidad y confianza como nuestras fortalezas. Estas son cualidades opuestas a la agitación, inquietud y desubicación, que nos hacen débiles para retornar a nuestra Esencia y verdadera identidad. En este sentido entendemos la paz como cualidad inherente a los modos y atributos de Amor. No se trata de una quietud paralizante sino de la confianza y certeza en lo que realmente somos y tenemos como herencia del Amor de Dios. Aún así no estamos dispuestos a tomar las decisiones correctas.

“Por lo tanto el Eterno esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto será exaltado teniendo compasión de vosotros. Porque el Eterno es Dios de justicia. Dichosos son aquellos que esperan por Él.” (30:18)

Se nos recuerda una vez más que Dios mantiene Su Amor por nosotros al darnos libre albedrío. De ahí que sea paciente con nosotros, y espera nuestro retorno a Sus caminos y atributos. Así entendemos que Él es compasivo porque nos ama. En este conocimiento lo honramos y lo exaltamos a Él, porque es amoroso y compasivo con nosotros. El Profeta nos enseña una gran lección al decirnos que dichosos son aquellos que esperan por Dios. En este sentido, esperar implica nuestra disposición de retornar a Él. No es una espera de piernas y brazos cruzados hasta que Él tenga misericordia de nosotros.

Mientras damos el paso hacia el Creador, Él estará con nosotros: “Por lo tanto decídles [al pueblo de Israel] a ellos: 'Así dice el Eterno de las multitudes: “Regredad a Mí”, dice el Eterno de las multitudes, “y yo regresaré a vosotros”, dice el Eterno de las multitudes'.” (Zacarías 1:3). De ahí que la elección sea nuestra. Hemos dicho a menudo que Dios declaró Su Redención cuando nos sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud. Desde entonces Él espera que abracemos Su Redención.

Nos damos cuenta que Su espera y la nuestra se encuentran en un lugar que es nuestra conexión permanente con Él. Este lugar es Sión en Jerusalén, para aquellos que habitan en este y esperan en este. En nuestro nexo permanente con Dios, Él oye y Él responde. Sión en Jerusalén es este nexo donde nuestro Amor y el Amor de Dios habitan juntos. Entonces nos hacemos conscientes de que cuando comenzamos a entronizar los modos y atributos de Amor para regir en todos los niveles y dimensiones de la vida, el Amor de Dios también se manifiesta.

“Ciertamente, oh pueblo que mora en Sión, en Jerusalem, nunca más llorarás. Él ciertamente es compasivo contigo al oír la voz de tu clamor. Cuando te oiga, Él te responderá.” (Isaías 30:19)

domingo, 13 de abril de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LII) Isaías

La premisa fundamental para concebir a nuestro Creador es que provenimos de Él. Todo lo que somos, tenemos y hacemos emana de Él, aún si los resultados fueren positivos o negativos. Dios puso en nuestra conciencia libre albedrío dentro del marco del discernimiento. Hemos dicho muchas veces que es inútil tener libre albedrío si carecemos de conocimiento como resultado del discernimiento. Él creo oscuridad y Luz, negativo y positivo, para que podamos ejercer el libre albedrío. La lección que aprendemos siendo conscientes de que provenimos de Dios es también darnos cuenta de que somos buenos porque Él es bueno, y actuar en consecuencia.

“Ay de los hijos rebeldes, dice el Eterno, que no toman consejo de Mí; y que forman proyectos, pero no de Mi Espíritu, que agregan pecado al pecado.” (Isaías 30:1)

Nos rebelamos contra el Creador al seguir las fantasías e ilusiones de ego, y no Sus caminos y atributos que son los que definen nuestra Esencia y verdadera identidad. Tomamos consejo de los ídolos que creamos, ya sean ideologías, creencias, costumbres, hábitos, adicciones o apegos, con los que concebimos y proyectamos las maneras como afrontamos la vida y el mundo material. Preferimos seguir nuestras propias invenciones que el Espíritu de Dios de donde venimos. De ahí que las ilusiones engendren ilusiones que nos conducen a transgredir contra lo bueno de los modos y atributos de Amor, como manifestación material del Amor de Dios.

“Que van a descender a Egipto, y que no han preguntado a Mi boca; ¡para refugiarse en la fortaleza del faraón, y para refugiarse en la sombra de Egipto!” (30:2)

Dios nos habla haciendo referencia al faraón y Egipto como los símbolos de la mentalidad egocéntrica. De hecho descendemos a las tendencias y rasgos negativos en la conciencia cuando seguimos las fantasías e ilusiones de ego, en vez de apegarnos a nuestro Creador, Sus caminos y atributos. Refugiamos nuestra entera existencia bajo la sombra de tendencias negativas en la conciencia.

“Por lo tanto la fortaleza del faraón se convertirá en tu vergüenza, y el refugio en la sombra de Egipto para tu confusión. Porque sus príncipes están en Zoán, y sus emisarios vienen a Hanes.” (30:3-4)

Somos plenamente conscientes de que nuestras cadenas y prisiones son las falsas creencias por las que vivimos. Estas se hacen aún más evidentes cuando nos apegamos a ellas, al extremo de ser incapaces de discernir lo que es nuestra verdadera libertad. No podemos escapar de los ídolos en los que nos hemos convertido. Zoán y Hanes son lugares alegóricos referentes a cualidades y rasgos negativos que hablan de nosotros como príncipes y mensajeros de lo que nos hemos convertido.

“Se avergonzarán todos del pueblo que no les aprovechará, ni los socorrerá, ni les traerá provecho; antes les será para vergüenza, y aún para reproche.” (30:5)

Somos advertidos y alertados acerca de nuestras propias fantasías e ilusiones negativas, de las cuales no podemos hacer nada positivo para nuestras vidas. No podemos sacar ganancia o provecho de lo negativo, sino lo contrario. Perdemos cuando no vivimos en lo bueno como la verdad por la que tenemos que vivir para hacernos conscientes de nuestra Esencia y verdadera identidad. Tarde o temprano nos damos cuenta que nuestra envidia, codicia, lujuria, ira, arrogancia, indolencia e indiferencia son nuestra vergüenza. Estas eventualmente conducen nuestro sentido común y discernimiento a reprochar nuestros rasgos negativos, con el fin de traernos de vuelta a lo bueno adonde pertenecemos.

“La carga de las bestias del sur. A través de la tierra de la tribulación y la angustia, de donde salen el león y la leona, la víbora y la serpiente voladora. Cargan sus riquezas sobre los lomos de borricos, y sus tesoros sobre las jorobas de camellos, para un pueblo que no saca provecho de ellos.” (30:6)

Las tendencias negativas en la conciencia son las bestias que se convierten en nuestra carga. Estas son la tierra de la tribulación y la angustia donde somos atacados y devorados. En las fantasías e ilusiones de ego parecen cargar riquezas y tesoros, de los que no obtenemos ganancia ni provecho.

“Porque Egipto ayuda en vano, y para ningún propósito; por lo tanto he llamado a su arrogancia que permanece inmóvil.” (30:7)

Dios nuevamente se refiere a Egipto como arrogancia y soberbia. Estas son las ilusiones que creamos para hacernos creer que somos dioses, pero que son solamente vanidad sin ningún propósito. Son ídolos que nos inmovilizan y nos impiden encaminarnos, porque estamos atrapados en la ilusión de grandeza que nos hace sentir encima de otros.

“Ve pues ahora, y escribe esta visión en una tabla delante de ellos, y grábala en un libro, para que quede hasta el postrero día, para siempre por todos los siglos. Que este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quisieron oír la instrucción [Torá] del Eterno.” (30:8-9)

Dios nos recuerda una y otra vez que somos nosotros quienes nos separamos de Él, al permitir que las fantasías e ilusiones de ego controlen nuestra vida. Podemos vivir toda la vida en nuestras propias invenciones, haciendo de estas un sueño eterno del que nunca despertamos. Dios nos dice que nuestro despertar de las fantasías e ilusiones de ego depende de oír (entender) Su Torá, en la que nos instruye acerca de Sus caminos y atributos. Estos son nuestra verdadera libertad.

domingo, 6 de abril de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LI) Isaías

Todo lo que vivimos con una actitud negativa ante la vida eventualmente nos obliga a perseguir lo bueno inherente a la vida. Esto se llama empirismo: aprender a partir de la experiencia. No necesitamos creer en Dios para darnos cuenta de que vivimos dentro de las dimensiones de causa y efecto, en las que aprendemos a valorar lo bueno como aquello que realmente importa en la vida. En este sentido no debemos tomar lo bueno y los modos y atributos de Amor como algo gratuitamente concedido, sino como algo que nos ha costado obtener.

Viviendo concepciones y situaciones negativas como el predicamento común que enfrentamos diariamente en el mundo, aprendemos que lo bueno como actitud positiva ante la vida es algo por lo que tenemos que esforzarnos. Lo bueno no parece disponible donde estamos, de ahí que lo busquemos. Lo hacemos retirando lo opuesto a lo que es bueno. En este contexto entendemos lo bueno como denominador común de los modos y atributos de Amor. Así entendemos que vivir en la oscuridad de prejuicios, concepciones, pensamientos, emociones y sentimientos negativos tarde o temprano nos conducirá a perseguir lo bueno en cada nivel y dimensión de la conciencia.

“Deteneos y esperad, cegaos y sed ciegos. Se embriagan, pero no con vino; se tambalean, pero no con licor. Porque el Eterno derramó sobre vosotros espíritu de sueño profundo, y cerró vuestros ojos. Vuestros profetas y vuestros gobernantes, los videntes [sus ojos] Él ha cubierto.” (Isaías 29:9-10)

Dios nos convoca a vivir en el predicamento de las fantasías e ilusiones de ego, de la nada de donde provienen. De esa manera actuamos estúpidamente, ciegos y tambaleándonos, como si Dios cerrara nuestros ojos y entendimiento. También el discernimiento, juicio y sentido común, como nuestros gobernantes, profetas y videntes pierden su capacidad de conducirnos en el sendero de la verdad, la rectitud y lo bueno. Dios nos dice ser quien cubre nuestros ojos, pero sabemos perfectamente que somos quienes nos cegamos a nosotros mismos cuando entramos en el plano de las fantasías e ilusiones que hemos creado.

“Y toda esta visión se ha convertido para ti como las palabras de un libro sellado. Cuando la gente se lo da a alguien para que lo pueda leer, y dicen, 'Lee esto, por favor', él responde, 'No puedo porque está sellado'. Y lo escrito es entregado a aquel que no es instruido, diciendo, 'Lee esto, te lo pido', y aquel responde: 'No soy instruido'.” (29:11-12)

La verdad está ante nuestros ojos pero parecemos incapaces de entenderla. Aún si podemos verla, preferimos no tenerla; o si no la conocemos, la ignorancia es nuestra excusa. Este mismo síndrome ocurre con nuestras obsesiones, adicciones, apegos, creencias y hábitos, de los que no podemos liberarnos. Dios nos dice en estos cuatro últimos versículos que Él nos quita el libre albedrío, pero sabemos que renunciamos a nuestra libertad al apegarnos a la soberbia, codicia, envidia, lujuria, indiferencia e indolencia, al igual que a la depresión, la separación y la frustración.

“Y dice el Eterno: 'Porque este pueblo se me acerca con su boca, y con sus labios Me honra, mas su corazón alejó de Mí, y su reverencia hacia Mí fue rutina enseñada por mandamiento de hombres. Por tanto, he aquí que nuevamente haré maravillas contra este pueblo con prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se ocultará el entendimiento de sus sabios.” (29:13-14)

Dios se refiere al corazón como Amor que es nuestro verdadero nexo con Él. Palabras y reverencia rutinaria sin corazón carecen de sentido. Al abrazar la agenda de ego renunciamos a nuestra sabiduría y entendimiento. De ahí que seamos nosotros mismos quienes ocultamos los medios y caminos para retornar a nuestra Esencia y verdadera identidad.

“¡Ay de los que se esconden ocultando el consejo del Eterno, y sus obras son en tinieblas, y dicen: '¿Quién nos ve, y quién nos conoce? Vuestra perversión será reputada como el barro del alfarero. ¿La obra dirá de su hacedor, 'No me hizo'; y dirá la vasija de quien la ha formado, 'No tiene él entendimiento'?” (29:15-16)

¿Cómo podemos escondernos de nuestro Creador y ocultar Sus palabras que definen nuestra Esencia y verdadera identidad, aún si huyéramos a las tinieblas de nuestras fantasías e ilusiones? ¿Podríamos inclusive atrevernos a considerar al Creador como uno más de nosotros, y despreciar de donde venimos? Sólo la mentalidad egocéntrica puede concebir tal perversión.

“Los humildes aumentarán su alegría en el Eterno, y los más necesitados entre los hombres exaltarán al Sagrado de Israel. Porque el violento dejará de ser, y el escarnecedor será consumido, y todos los que procuran hacer maldad llegarán a su fin.” (29:19-20)

Una vez más se nos recuerda que la humildad es la puerta hacia el retorno a nuestro Creador. Este regreso a Él mediante Sus caminos y atributos es nuestra aumentada alegría. Dios es nuestra mayor necesidad y nuestra mayor plenitud.

En lo bueno de donde nos creó no hay violencia, escarnio ni maldad. Así nos damos cuenta que nuestra Redención Final comienza cuando abrazamos solamente lo bueno, y entronizamos los modos y atributos de Amor como los regidores y conductores de cada faceta y dimensión de la vida. Dios nuevamente reitera Su Redención haciéndonos conscientes de lo bueno como el propósito y destino de Su Creación.

“Por tanto, así dice el Eterno que redimió a Abraham, concerniente a la casa de Jacob: 'No será ahora confundido Jacob, ni su rostro se pondrá pálido. Porque verá a sus hijos, obra de Mis manos en medio de sí, que santifican Mi Nombre; y santificarán [las naciones] al Sagrado de Jacob, y reverenciarán al Dios de Israel'.” (29:22-23)

En estos versículos Abraham es Israel redimido, ya que Abraham, Isaac e Israel son los garantes de su Pacto con Dios. El Creador reafirma a Israel como la obra de Sus manos, el pueblo que consagra Su Nombre que también es Su gloria, Su majestad y Su Amor. Hemos dicho frecuentemente que Israel representa todos lo potenciales creativos positivos en nuestra conciencia, los cuales proclaman y consagran los caminos y atributos de Dios. Las naciones están destinadas a seguir el legado de Israel, consagrando y reverenciando también al Creador de todo. De esta manera rectificarán sus acciones y aprenderán a ser parte de la Redención Final.

“Y los que también erran de espíritu conocerán entendimiento, y los murmuradores aprenderán instrucción.” (29:24)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.