domingo, 13 de abril de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LII) Isaías

La premisa fundamental para concebir a nuestro Creador es que provenimos de Él. Todo lo que somos, tenemos y hacemos emana de Él, aún si los resultados fueren positivos o negativos. Dios puso en nuestra conciencia libre albedrío dentro del marco del discernimiento. Hemos dicho muchas veces que es inútil tener libre albedrío si carecemos de conocimiento como resultado del discernimiento. Él creo oscuridad y Luz, negativo y positivo, para que podamos ejercer el libre albedrío. La lección que aprendemos siendo conscientes de que provenimos de Dios es también darnos cuenta de que somos buenos porque Él es bueno, y actuar en consecuencia.

“Ay de los hijos rebeldes, dice el Eterno, que no toman consejo de Mí; y que forman proyectos, pero no de Mi Espíritu, que agregan pecado al pecado.” (Isaías 30:1)

Nos rebelamos contra el Creador al seguir las fantasías e ilusiones de ego, y no Sus caminos y atributos que son los que definen nuestra Esencia y verdadera identidad. Tomamos consejo de los ídolos que creamos, ya sean ideologías, creencias, costumbres, hábitos, adicciones o apegos, con los que concebimos y proyectamos las maneras como afrontamos la vida y el mundo material. Preferimos seguir nuestras propias invenciones que el Espíritu de Dios de donde venimos. De ahí que las ilusiones engendren ilusiones que nos conducen a transgredir contra lo bueno de los modos y atributos de Amor, como manifestación material del Amor de Dios.

“Que van a descender a Egipto, y que no han preguntado a Mi boca; ¡para refugiarse en la fortaleza del faraón, y para refugiarse en la sombra de Egipto!” (30:2)

Dios nos habla haciendo referencia al faraón y Egipto como los símbolos de la mentalidad egocéntrica. De hecho descendemos a las tendencias y rasgos negativos en la conciencia cuando seguimos las fantasías e ilusiones de ego, en vez de apegarnos a nuestro Creador, Sus caminos y atributos. Refugiamos nuestra entera existencia bajo la sombra de tendencias negativas en la conciencia.

“Por lo tanto la fortaleza del faraón se convertirá en tu vergüenza, y el refugio en la sombra de Egipto para tu confusión. Porque sus príncipes están en Zoán, y sus emisarios vienen a Hanes.” (30:3-4)

Somos plenamente conscientes de que nuestras cadenas y prisiones son las falsas creencias por las que vivimos. Estas se hacen aún más evidentes cuando nos apegamos a ellas, al extremo de ser incapaces de discernir lo que es nuestra verdadera libertad. No podemos escapar de los ídolos en los que nos hemos convertido. Zoán y Hanes son lugares alegóricos referentes a cualidades y rasgos negativos que hablan de nosotros como príncipes y mensajeros de lo que nos hemos convertido.

“Se avergonzarán todos del pueblo que no les aprovechará, ni los socorrerá, ni les traerá provecho; antes les será para vergüenza, y aún para reproche.” (30:5)

Somos advertidos y alertados acerca de nuestras propias fantasías e ilusiones negativas, de las cuales no podemos hacer nada positivo para nuestras vidas. No podemos sacar ganancia o provecho de lo negativo, sino lo contrario. Perdemos cuando no vivimos en lo bueno como la verdad por la que tenemos que vivir para hacernos conscientes de nuestra Esencia y verdadera identidad. Tarde o temprano nos damos cuenta que nuestra envidia, codicia, lujuria, ira, arrogancia, indolencia e indiferencia son nuestra vergüenza. Estas eventualmente conducen nuestro sentido común y discernimiento a reprochar nuestros rasgos negativos, con el fin de traernos de vuelta a lo bueno adonde pertenecemos.

“La carga de las bestias del sur. A través de la tierra de la tribulación y la angustia, de donde salen el león y la leona, la víbora y la serpiente voladora. Cargan sus riquezas sobre los lomos de borricos, y sus tesoros sobre las jorobas de camellos, para un pueblo que no saca provecho de ellos.” (30:6)

Las tendencias negativas en la conciencia son las bestias que se convierten en nuestra carga. Estas son la tierra de la tribulación y la angustia donde somos atacados y devorados. En las fantasías e ilusiones de ego parecen cargar riquezas y tesoros, de los que no obtenemos ganancia ni provecho.

“Porque Egipto ayuda en vano, y para ningún propósito; por lo tanto he llamado a su arrogancia que permanece inmóvil.” (30:7)

Dios nuevamente se refiere a Egipto como arrogancia y soberbia. Estas son las ilusiones que creamos para hacernos creer que somos dioses, pero que son solamente vanidad sin ningún propósito. Son ídolos que nos inmovilizan y nos impiden encaminarnos, porque estamos atrapados en la ilusión de grandeza que nos hace sentir encima de otros.

“Ve pues ahora, y escribe esta visión en una tabla delante de ellos, y grábala en un libro, para que quede hasta el postrero día, para siempre por todos los siglos. Que este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quisieron oír la instrucción [Torá] del Eterno.” (30:8-9)

Dios nos recuerda una y otra vez que somos nosotros quienes nos separamos de Él, al permitir que las fantasías e ilusiones de ego controlen nuestra vida. Podemos vivir toda la vida en nuestras propias invenciones, haciendo de estas un sueño eterno del que nunca despertamos. Dios nos dice que nuestro despertar de las fantasías e ilusiones de ego depende de oír (entender) Su Torá, en la que nos instruye acerca de Sus caminos y atributos. Estos son nuestra verdadera libertad.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.