domingo, 6 de abril de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LI) Isaías

Todo lo que vivimos con una actitud negativa ante la vida eventualmente nos obliga a perseguir lo bueno inherente a la vida. Esto se llama empirismo: aprender a partir de la experiencia. No necesitamos creer en Dios para darnos cuenta de que vivimos dentro de las dimensiones de causa y efecto, en las que aprendemos a valorar lo bueno como aquello que realmente importa en la vida. En este sentido no debemos tomar lo bueno y los modos y atributos de Amor como algo gratuitamente concedido, sino como algo que nos ha costado obtener.

Viviendo concepciones y situaciones negativas como el predicamento común que enfrentamos diariamente en el mundo, aprendemos que lo bueno como actitud positiva ante la vida es algo por lo que tenemos que esforzarnos. Lo bueno no parece disponible donde estamos, de ahí que lo busquemos. Lo hacemos retirando lo opuesto a lo que es bueno. En este contexto entendemos lo bueno como denominador común de los modos y atributos de Amor. Así entendemos que vivir en la oscuridad de prejuicios, concepciones, pensamientos, emociones y sentimientos negativos tarde o temprano nos conducirá a perseguir lo bueno en cada nivel y dimensión de la conciencia.

“Deteneos y esperad, cegaos y sed ciegos. Se embriagan, pero no con vino; se tambalean, pero no con licor. Porque el Eterno derramó sobre vosotros espíritu de sueño profundo, y cerró vuestros ojos. Vuestros profetas y vuestros gobernantes, los videntes [sus ojos] Él ha cubierto.” (Isaías 29:9-10)

Dios nos convoca a vivir en el predicamento de las fantasías e ilusiones de ego, de la nada de donde provienen. De esa manera actuamos estúpidamente, ciegos y tambaleándonos, como si Dios cerrara nuestros ojos y entendimiento. También el discernimiento, juicio y sentido común, como nuestros gobernantes, profetas y videntes pierden su capacidad de conducirnos en el sendero de la verdad, la rectitud y lo bueno. Dios nos dice ser quien cubre nuestros ojos, pero sabemos perfectamente que somos quienes nos cegamos a nosotros mismos cuando entramos en el plano de las fantasías e ilusiones que hemos creado.

“Y toda esta visión se ha convertido para ti como las palabras de un libro sellado. Cuando la gente se lo da a alguien para que lo pueda leer, y dicen, 'Lee esto, por favor', él responde, 'No puedo porque está sellado'. Y lo escrito es entregado a aquel que no es instruido, diciendo, 'Lee esto, te lo pido', y aquel responde: 'No soy instruido'.” (29:11-12)

La verdad está ante nuestros ojos pero parecemos incapaces de entenderla. Aún si podemos verla, preferimos no tenerla; o si no la conocemos, la ignorancia es nuestra excusa. Este mismo síndrome ocurre con nuestras obsesiones, adicciones, apegos, creencias y hábitos, de los que no podemos liberarnos. Dios nos dice en estos cuatro últimos versículos que Él nos quita el libre albedrío, pero sabemos que renunciamos a nuestra libertad al apegarnos a la soberbia, codicia, envidia, lujuria, indiferencia e indolencia, al igual que a la depresión, la separación y la frustración.

“Y dice el Eterno: 'Porque este pueblo se me acerca con su boca, y con sus labios Me honra, mas su corazón alejó de Mí, y su reverencia hacia Mí fue rutina enseñada por mandamiento de hombres. Por tanto, he aquí que nuevamente haré maravillas contra este pueblo con prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se ocultará el entendimiento de sus sabios.” (29:13-14)

Dios se refiere al corazón como Amor que es nuestro verdadero nexo con Él. Palabras y reverencia rutinaria sin corazón carecen de sentido. Al abrazar la agenda de ego renunciamos a nuestra sabiduría y entendimiento. De ahí que seamos nosotros mismos quienes ocultamos los medios y caminos para retornar a nuestra Esencia y verdadera identidad.

“¡Ay de los que se esconden ocultando el consejo del Eterno, y sus obras son en tinieblas, y dicen: '¿Quién nos ve, y quién nos conoce? Vuestra perversión será reputada como el barro del alfarero. ¿La obra dirá de su hacedor, 'No me hizo'; y dirá la vasija de quien la ha formado, 'No tiene él entendimiento'?” (29:15-16)

¿Cómo podemos escondernos de nuestro Creador y ocultar Sus palabras que definen nuestra Esencia y verdadera identidad, aún si huyéramos a las tinieblas de nuestras fantasías e ilusiones? ¿Podríamos inclusive atrevernos a considerar al Creador como uno más de nosotros, y despreciar de donde venimos? Sólo la mentalidad egocéntrica puede concebir tal perversión.

“Los humildes aumentarán su alegría en el Eterno, y los más necesitados entre los hombres exaltarán al Sagrado de Israel. Porque el violento dejará de ser, y el escarnecedor será consumido, y todos los que procuran hacer maldad llegarán a su fin.” (29:19-20)

Una vez más se nos recuerda que la humildad es la puerta hacia el retorno a nuestro Creador. Este regreso a Él mediante Sus caminos y atributos es nuestra aumentada alegría. Dios es nuestra mayor necesidad y nuestra mayor plenitud.

En lo bueno de donde nos creó no hay violencia, escarnio ni maldad. Así nos damos cuenta que nuestra Redención Final comienza cuando abrazamos solamente lo bueno, y entronizamos los modos y atributos de Amor como los regidores y conductores de cada faceta y dimensión de la vida. Dios nuevamente reitera Su Redención haciéndonos conscientes de lo bueno como el propósito y destino de Su Creación.

“Por tanto, así dice el Eterno que redimió a Abraham, concerniente a la casa de Jacob: 'No será ahora confundido Jacob, ni su rostro se pondrá pálido. Porque verá a sus hijos, obra de Mis manos en medio de sí, que santifican Mi Nombre; y santificarán [las naciones] al Sagrado de Jacob, y reverenciarán al Dios de Israel'.” (29:22-23)

En estos versículos Abraham es Israel redimido, ya que Abraham, Isaac e Israel son los garantes de su Pacto con Dios. El Creador reafirma a Israel como la obra de Sus manos, el pueblo que consagra Su Nombre que también es Su gloria, Su majestad y Su Amor. Hemos dicho frecuentemente que Israel representa todos lo potenciales creativos positivos en nuestra conciencia, los cuales proclaman y consagran los caminos y atributos de Dios. Las naciones están destinadas a seguir el legado de Israel, consagrando y reverenciando también al Creador de todo. De esta manera rectificarán sus acciones y aprenderán a ser parte de la Redención Final.

“Y los que también erran de espíritu conocerán entendimiento, y los murmuradores aprenderán instrucción.” (29:24)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.