domingo, 27 de abril de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LIV) Isaías

“Y tus oídos oirán una palabra detrás de ti, diciendo: 'Este es el camino, andaréis en él, cuando giréis a mano derecha, y giréis a la izquierda'.” (Isaías 30:21)

Dios nos recuerda constantemente que nos dio intelecto y discernimiento para ejercer nuestro libre albedrío. Ambos son las voces que oímos antes de tomar decisiones, positivas o negativas, al girar a la derecha o a la izquierda. Hemos dicho que intelecto y discernimiento son los niveles más altos en la conciencia humana, de ahí que estén más cerca de comprender y asimilar nuestro nexo permanente con el Creador. Este nexo nos habla a nosotros con palabra clara para hacernos plenamente conscientes de nuestra Esencia y verdadera identidad. En este conocimiento hacemos de lo bueno la opción obvia con el fin de hacerlo prevalecer.

“Y profanarás tus imágenes talladas recubiertas de plata, y tus imágenes fundidas revestidas de oro. Las esparcirás como cosa inmunda, y les dirás: '¡Fuera de aquí!'.” (30:22)

Al hacernos conscientes del Amor de Dios como la “palabra detrás de nosotros” que habla en lo más elevado de nuestra conciencia, Él disipa fantasías e ilusiones que hemos tallado y fundido como ídolos de oro y plata que corrompen lo bueno en lo que somos, tenemos y hacemos. En el pleno conocimiento de lo que es bueno nos damos cuenta de que no hay espacio para fantasías e ilusiones de ego en los dominios de los modos y atributos de Amor. Este es nuestra fortaleza para eliminar todo lo contrario u opuesto a lo que es bueno.

“Entonces El dará lluvia para la semilla que sembrarás en la tierra, y pan del producto de la tierra, y será rico y abundante. En ese día tus ganados serán apacentados en espaciosos pastizales.” (30:23)

Cuando permitimos que nuestro Amor y el Amor de Dios estén juntos, Él provee lo bueno que quiere que disfrutemos en el mundo material. Tengamos presente que el fundamento de nuestra identidad judía es nuestro nexo eterno con Dios, tal como lo proclamamos al menos dos veces diariamente: “Oye [entiende] Israel, el Eterno es nuestro Dios, el Eterno es Uno”. Esta declaración está precedida (“Bendito eres Tú, Eterno, que elige a Su pueblo Israel con Amor”), y seguida (“Amarás al Eterno tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu fuerza”) por declaraciones de Amor mutuo entre el Creador e Israel, para asegurar lo bueno que Él quiere que hagamos prevalecer en la vida.

Esto bueno como la lluvia que Él nos da, y también como la semilla que plantamos en el campo de la vida, al igual que el pan rico y abundante. “En ese día” es el momento en que nos haremos totalmente conscientes de nuestra Esencia y verdadera identidad, como los espaciosos pastizales donde lo bueno se alimenta también de lo que es bueno. También “el ganado” representa los potenciales creativos positivos que podemos manifestar cuando lo bueno es la causa y el efecto.

“Tus bueyes y tus asnos que labran la tierra, comerán grano limpio, el cual será aventado con pala y criba. Y sobre todo monte alto, y sobre todo collado subido, habrá ríos y corrientes de aguas el día de la gran matanza, cuando caerán las torres.” (30:24-25)

El ego como fuerza vital y la voluntad como fuerza motriz, representados por el buey y el asno que preparan el campo de la vida. Ambos alimentados por lo mismo bueno que también producirá el campo. Esta alegoría de la Era Mesiánica se manifiesta cuando permitimos que lo bueno sea también lo que remueve todo rasgo y tendencia negativa en la conciencia humana, como las torres que caen para dar paso a los modos y atributos de Amor, y nada más.

“Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor, como la luz de siete días, el día que vendare el Eterno la fractura de su pueblo, y curare la llaga de su herida.” (30:26)

Veremos el Amor de Dios revelado en Su Creación, como una luna transformada en sol, y el sol aún más brillante de lo que podamos imaginar. Esta claridad será el reflejo material de cuan claro podremos ver el Amor de Dios en nuestra conciencia. Así las fracturas y las heridas que nos hemos infligido a nosotros mismos por ilusiones de ego y las tendencias negativas serán todas curadas.

“He aquí que el Nombre del Eterno viene de lejos, ardiente es Su furor y grande Su fuego, Sus labios llenos de indignación. Y Su lengua es como un fuego consumidor. Y Su aliento cual torrente que inunda, llegará hasta el cuello, para zarandear las naciones con criba de destrucción; y el freno que los hace errar estará en las quijadas de los pueblos.” (30:27-28)

Estos versículos son metáforas del constante llamado de lo bueno para llenar todos los niveles y dimensiones de la conciencia. El repetido llamado para remover “las naciones” que buscan la destrucción de lo bueno como nuestra Esencia y verdadera identidad. Las naciones, como las tendencias y rasgos negativos que nos hacen errar y caer, serán eliminadas por el aliento del Amor de Dios como fuego devorador.

“Vosotros tendréis cántico como en la noche sagrada de fiesta, y alegría de corazón como cuando uno marcha al son de la flauta, para ir al monte del Eterno, a la Roca de Israel.” (30:29)

El Amor de Dios nos redimirá otra vez como lo hizo con nuestros ancestros en Egipto. Esta vez nuestra celebración será eterna porque tiene lugar en la montaña de Dios, que es el pleno conocimiento de nuestra conexión permanente con Él.

“Y el Eterno hará oír la potencia de Su voz; y hará ver el descender de Su brazo, con furor de rostro, y llama de fuego consumidor, con dispersión, con inundación, y piedras de granizo.” (30:30)

El capítulo termina con alegorías de destrucción, relacionadas con naciones vecinas que desaparecen con el fuego que dará paso a nuestra Redención Final y la Era Mesiánica.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.