domingo, 28 de julio de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XV) Ezequiel

Una declaración reiterada en las profecías de Ezequiel para Israel y las naciones es, "y sabréis que Yo soy el Eterno". Nos recuerda otras dos repetidas muchas veces en la Torá cuando el Creador presenta Sus Mandamientos, especialmente en el libro de Levítico, "(...) [porque] Yo soy el Eterno", y "Yo soy el Eterno que te sacó de la tierra de Egipto". El común denominador de estas tres declaraciones es lo que el Creador significa para nosotros. Tenemos que insistir en que el principal propósito en la vida es conocer de dónde venimos para saber quiénes somos y nuestro destino. Todo se trata de identidad. "Yo soy" es la máxima declaración existencial, y la única verdadera manera de decirlo es cuando realmente sabemos quiénes somos y lo que ello significa.

La búsqueda de nuestra Esencia y verdadera identidad comienza al descubrir y conocer de Quién venimos. Del mismo modo en que descubrimos que nuestro nombre fue dado por nuestros padres, que el ambiente social determina nuestra cultura, y que la educación forja nuestros talentos, podemos proclamar "quiénes" somos. "Soy el hijo de fulano y fulana", "soy de este país con esta lengua", "soy carpintero". Estos son los hechos circunstanciales que indican lo que somos en el mundo material. Sin embargo no estamos ligados a esos hechos. Podemos cambiarnos el nombre, tener otra nacionalidad, hablar otros idiomas, y cambiar de profesión. 

Lo que queremos destacar aquí es la búsqueda de lo que nos da vida y nos hace humanos. No nuestros padres biológicos o adoptivos, ni nuestro ambiente sociocultural, ni nuestra educación adquirida. Nos referimos al Creador de todo. Él es quien debemos conocer como primer paso para saber quiénes somos y de qué estamos hechos. Por eso nos dio la Torá, la cual es nuestra identidad. La Torá es el comienzo y el final de lo que necesitamos saber acerca de quiénes somos y para qué estamos aquí.

"Entonces Él me dijo: 'Hijo de hombre, estos huesos son la entera casa de Israel. He aquí que ellos dicen: "Nuestros huesos están secos, y nuestra esperanza perdida; estamos cortados". "(...) Y vosotros sabréis que Yo soy el Eterno cuando Yo haya abierto vuestras tumbas, y causado que vosotros salgáis de vuestras tumbas, oh pueblo Mío. Y Yo pondré Mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y Yo os pondré en vuestra tierra; y sabréis que Yo, el Eterno, he hablado, y lo hice, dijo el Eterno." (37:11, 13-14)

El Creador nos hace evidente mediante el Profeta que estamos muertos si Su Espíritu no está en nosotros. Eso ya lo sabemos. La analogía de los huesos es clara. Nuestra sangre que mantiene vivo el cuerpo proviene de la médula de los huesos. Si los huesos se secan estamos inertes. Si la fuente de nuestra vida, que es el Amor de Dios, no está en nosotros entonces estamos muertos aún si nuestro cuerpo viviese. La conclusión es consecuente: nuestra esperanza está perdida porque fuimos cortados de Quien venimos, pero Él mantiene Su promesa de Redención.

"(...) 'Yo tomaré la vara de José, que está en la mano de Efraín, y las Tribus de Israel sus acompañantes; y Yo los pondré juntos para él con la vara de Judá, y los haré una vara, y serán una [sola] en Mi mano'." (37:19)

Con esto aprendemos que debemos unificar todos los aspectos y dimensiones de la conciencia, y hacer que se manifiesten armónicamente. Tienen que estar unidos bajo el dominio de Quien los creó.

"Yo tomaré a los hijos de Israel entre las naciones, adonde se han ido, y Yo los reuniré en cada lado, y los traeré a su propia tierra. Y Yo los haré una nación en la tierra, sobre las montañas de Israel, y un rey será rey sobre todos ellos; y no serán más dos naciones, ni volverán más a estar divididos en dos reinos" (37:21-22)

Debemos unir juntos los potenciales creativos de la conciencia (representados por los hijos de Israel) fuera de sus tendencias negativas. Su propia tierra es lo bueno que hay en las motivaciones positivas y en los fines positivos. La Conciencia Mesiánica, como la regente destinada de todas las facetas de la vida, integra el poder unificador de los modos y atributos de Amor. Este no cohabita con nada distinto a sus modos y atributos, de ahí que abarque todas las dimensiones de la conciencia hacia fines positivos. Dualismo, división, substracción y separación -- como raíces de conflicto, confrontación, antagonismo y destrucción -- serán erradicados.

"Ni se contaminarán más con sus ídolos, ni con sus cosas detestables, ni con ninguna de sus transgresiones; sino que Yo los salvaré de todos sus lugares donde habitan, donde ellos han pecado, y Yo los limpiaré; para que ellos sean Mi pueblo, y Yo seré Su Dios" (37:23)

Todo tipo de maldad, pensamiento negativo o ideología destructiva, como resultado de las fantasías e ilusiones materialistas de ego, dejarán de existir cuando el Amor de Dios los elimine de nuestra conciencia. Así es como nos unimos permanentemente a Él. Esto es lo que significa que nosotros seamos Su pueblo y Él nuestro Dios.

"(...) y David Mi sirviente será su príncipe por siempre. Más aún, Yo haré un Pacto de Paz con ellos -- será un Pacto eterno con ellos; y Yo los estableceré, y los multiplicaré, y erigiré Mi Santuario en medio de ellos para siempre" (37:25-26)

Asimilamos la Conciencia Mesiánica como las cualidades investidas en el rey David. Como persona es un hombre común con padre y madre, hermanos, parientes, esposa e hijos. Como judío entiende bastante bien la Torá, y por lo tanto la identidad judía. Los Salmos son la máxima prueba de ello. Esto es primordial. Sí, cualquier judío que entienda la Torá y cumpla sus Mandamientos, tiene el potencial de ser el mesías judío. El rasgo particular que posee, anunciado por nuestros Profetas, es que el Espíritu de Dios estará sobre él. 

Ya leímos que el Espíritu de Dios dará vida otra vez a aquellos muertos por su separación de Él (36:27, 37:14). En este caso el Espíritu de Dios dirigirá al mesías para hacer cumplir Su voluntad en "el final de los tiempos", lo que llamamos la Redención Final que precede a la era Mesiánica. No es tarea fácil para una sola persona, de ahí que los Profetas hebreos se refieran al Mesías como un sirviente de Dios, como lo fue Moisés en los tiempos del Éxodo de Egipto. Al igual que Moisés, este hombre estará completamente y exclusivamente dedicado a cumplir la voluntad del Creador. 

La era Mesiánica es parte de la voluntad de Dios para el mundo material, y no parte de la agenda personal de un individuo. Innumerables veces en la Torá y las escrituras hebreas nuestro Creador es mencionado como nuestro único y exclusivo Redentor. Nadie ni más ni nada más. También leemos acá que, una vez la Conciencia Mesiánica esté completamente manifestada, viviremos por nuestra conexión permanente con Dios, la cual también es llamada Su Pacto de Paz. El nexo eterno por el que Dios multiplica y expande nuestra existencia por siempre.

"Y las naciones sabrán que Yo soy el Eterno que santifica a Israel, cuando Mi Santuario esté en medio de ellos para siempre" (37:28)

"El Eterno dará fuerza a Su Pueblo, el Eterno bendecirá a Su pueblo en paz" (Salmos 29:11)

domingo, 21 de julio de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XIV) Ezequiel

Debemos reflexionar sobre las advertencias que nos hace el mayor conocimiento de nuestra conexión permanente con el Creador. Hemos aprendido en carne propia las consecuencias de vivir las fantasías e ilusiones de ego, y de las decisiones negativas que tomamos. Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad acude a nuestro intelecto y discernimiento, emociones y sentimientos, pasiones e instintos, para hacer un compromiso permanente en la vida.

Este es el resultado de elegir, ya sea vivir constantamente la Esencia transcendental de lo que somos, o la fugaz fantasía de moda, glamor, sofisticación, sociedad de consumo, política correcta, cultura ligera, distracción, entretenimeinto, estatus social, y tendencias instigadas por las ilusiones materialistas de ego. En algún momento, tarde o temprano todos terminamos comprometiéndonos a la Redención Final que ahora muchos añoramos.

Nuestra Redención individual y colectiva comienza cuando eliminamos de todos los niveles de conciencia las fantasías e ilusiones mencionadas atrás. Esto significa erradicarlas de lo que creemos, valoramos, sentimos y hacemos correspondiente a ideas, ideologías y principios. Vivimos a partir de lo que creemos, y respondemos como individuos y como sociedad por lo que procuramos y respaladamos como estilo de vida. 

Para muchos en este mundo, odio, racismo, abuso, explotación, humillación, crueldad, indiferencia, prejuicio, intolerancia y violencia forman parte de su estilo de vida. Un buen ejemplo es el fundamentalismo islámico. Muchos de sus seguidores creen, piensan, sienten y actúan motivados por ese tipo de tendencias destructivas. Ya han destruido sus vidas por lo que creen. ¿Habrán acaso considerado que la vida no tiene significado sin los modos y atributos de Amor, como principios contrarios a sus creencias? Convierten la vida en un campo desolado, en la negatividad de sus fantasías e ilusiones.

"Así dijo Dios el Eterno a las montañas y a las colinas, a los ríos y a los valles, a las campos desolados y a las ciudades abandonadas, que han sido convertidas en presa y ruina para el remanente de las naciones que las acechan." (Ezequiel 36:4)

Nuestro intelecto y discernimiento son responsables de los principios, creencias, ideas y valores que elegimos para vivir en este mundo. Estos son las montañas, las colinas, los ríos y los valles. Sobre estos construimos nuestros pensamientos, emociones y sentimientos que nos hacen ser y realizar. Si los desolamos con tendencias negativas, estaremos muertos.

"Pero vosotras, oh montañas de Israel, expandiréis vuestras ramas y daréis vuestros frutos a Mi pueblo Israel; porque están a punto de venir. Porque he aquí que Yo soy para vosotros, y Yo estaré para vosotros, y seréis plantados y cosechados." (36:8-9)

El Amor de Dios habla a nuestro Amor. Nuestro Padre habla al discernimiento y al sentido común de Sus hijos. Él sabe que nuestro Amor es la bendición que nuestros potenciales creativos necesitan para fructificar como cualidades redentoras. Su Amor nutre nuestro Amor para despuntar, florecer y dar frutos, convirtiéndonos en la cosecha abundante de una tierra fructífera. El Amor de Dios está con nosotros para que conduzcamos todos los niveles de la conciencia con los modos y atributos de Amor.

"Y Yo multiplicaré sobre vosotros hombre y bestia, y crecerán y se multiplicarán; y Yo os haré morar como solíais hacerlo antiguamente, y os haré aún mucho más que al inicio; y vosotros sabréis que Yo soy el Eterno." (36:11)

Si andamos en Sus caminos y los hacemos nuestros, Su Amor multiplica lo bueno de la vida. Esto significa una perspectiva más amplia y una mayor percepción del mundo material. Esta amplitud de visión ante la vida es la Conciencia Mesiánica, mediante la que recibimos mayores bendiciones. Esta mayor abundancia representa la doble porción para el Shabat, cuando recibimos más que los días anteriores como inicios. En esa abundancia sin medida sabremos que el Eterno es Dios.

"Porque Yo os sacaré de las naciones, y os reuniré de todos los países, y Yo os traeré a vuestra propia tierra. Y Yo regaré agua sobre vosotros, y seréis limpiados de toda vuestra suciedad, y de todos vuestros ídolos Yo os limpiaré." (36:24-25)

Con frecuencia mencionamos que la tierra es la manifestación geográfica de la vida. El espacio que nos rodea es la vasija que contiene nuestra vida, por lo tanto es parte de esta. De ahí que no podamos vivir sin una tierra, pero la que Dios llama nuestra es la prometida donde la vida es aún mucho mejor. Vida como Él la concibe para Israel. Vida como existencia ideal que Su Amor quiere para nosotros. Esto especialmente bueno es plenamente disfrutado solamente en los modos, medios, cualidades y atributos de Amor, para los que el Amor de Dios limpia nuestra conciencia de toda tendencia, rasgo, adicción o apego negativos.

"Un nuevo corazón Yo os daré, y un nuevo espíritu Yo pondré dentro de vosotros; y Yo quitaré el corazón de piedra de vuestra carne, y Yo os daré un corazón de carne. Y Yo pondré Mi Espíritu dentro de vosotros, y haré que andéis en Mis estatutos, y mantendréis Mis ordenanzas, y las cumpliréis." (36:26-27)

La Conciencia Mesiánica, como portadora de nuestra Redención final, posee una manera diferente de discernir, pensar, sentir y actuar. Para esta necesitamos un nuevo corazón como nueva manera de pensar, y un nuevo espíritu como nueva motivación dedicada exclusivamente al conocimiento del Creador. Esta nueva conciencia es entendida, sentida y vivida intensamente como corazón latente de carne, y no de piedra inerte. Esta nueva conciencia surge mediante el Espíritu de Dios, que es Su Amor. En este total conocimiento andamos en Sus caminos, estatutos y ordenanzas, libres de fantasías e ilusiones materiales.

"Y Yo os redimiré de todas vuestras suciedades; y Yo llamaré al [la cosecha del] trigo, y lo multiplicaré, y no habrá hambruna sobre vosotros. Y Yo multiplicaré el fruto del árbol, y la abundancia del campo, y no volveréis a recibir el reproche de hambruna entre las naciones." (36:29-30)

Al abrazar el Amor de Dios e integrarlo en todos los niveles de conciencia, el Creador multiplica lo bueno que estamos destinados a vivir en el mundo. Cuando llenamos la vida con la abundancia de lo bueno de los modos y atributos de Amor, no hay espacio para creencias o sentimientos de carencia. Estos nos hacen sentir vacíos y hambrientos a consecuencia de las fantasías e ilusiones de ego.

Mientras vivamos momento a momento en los modos y atributos de Amor, la tierra que es nuestra vida fructifica y lo bueno de esta llena nuestra creatividad, pensamientos y sentimientos, que antes eran las ciudades desoladas del pasado, ahora fortificadas por el Amor de Dios. Entonces reconoceremos al Creador y sabremos que es Él.

"Y ellos dirán: 'Esta tierra que estaba desolada se convirtió como el jardín del Edén; y las ciudades desechadas, desoladas y destruidas [ahora] están fortificadas y habitadas'. (...) y ellos sabrán que Yo soy el Eterno." (36:35, 38)

domingo, 14 de julio de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XIII) Ezequiel

Casi tres cuartas partes (35 de 48 capítulos) del mensaje del Creador a Israel y las naciones mediante la boca del Profeta Ezequiel tratan de las consecuencias de vivir separados de Él. Duras palabras definen vivir en las tendencias negativas de la conciencia por nuestra propia elección. Antes que Dios traiga en detalle a nuestra atención los efectos de nuestra separación de Sus caminos, atributos y "mandamientos por los que vivimos", como Él repetidamente lo indica en la Torá y mediante Sus Profetas, Ezequiel comparte con nosotros sus visiones.

La psiquiatría moderna (en particular C.G. Jung) trata de determinar los elementos que componen algunos de los niveles de nuestra conciencia desconocidos o confusos para nosotros. El inconsciente, como caso, es el nivel que nos hace actuar o comportarnos sin la aprobación o consentimiento de nuestra conciencia activa. Da la impresión que en cierta medida el insconsciente está íntimamente relacionado con los instintos. Estamos obligados por estos. Basado en teoría, el inconsciente contiene elementos llamados "arquetipos" mediante los que nuestra conciencia activa se relaciona, como estados ideales o fines que estamos forzados a perseguir. Estos arquetipos están presentados por símbolos que representan ideas, sentimientos o emociones que interactúan entre sí para lograr un fin.

En otras palabras, debemos encontrar los significados de lo que nos lleva a actuar de modos peculiares o particulares. Así podemos entender las visiones de algunos de los Profetas hebreos. Lo que ellos ven los conduce a entender y actuar como lo hacen.

"Como la apariencia del arco que está en la nube en el día lluvioso, así fue la apariencia del resplandor alrededor. Esta era la apariencia de lo que se asemeja a la gloria del Eterno. Y cuando lo vi caí sobre mi faz, y oí la voz de Aquel que habló." (Ezequiel 1:28)

El arcoiris contiene los colores del espectro cromático como expresiones de luz pura (blanca), que también representan siete facetas de la conciencia unidas al Creador de donde proviene todo lo que existe (lo que el Zohar llama "las siete esferas"). En el contexto de su visión, el Profeta de hecho relaciona los colores del arcoiris con la Luz de donde provienen, que él llama la Gloria de Dios, la que aquí llamamos Amor de Dios.

Este es el preludio para abrazar a Dios y relacionarnos con Él. Al reconocer Su Amor como Su Gloria en Su Creación, nos sobrecoge el asombro como sentimiento indescriptible que vivimos ante Su Presencia. Lo que nuestros Sabios traducen en el contexto ético del judaísmo como el "temor de Dios". Ante la Luz como Amor de Dios de donde todo fue creado finalmente comprendemos y asimilamos quiénes somos y de dónde venimos.

"Y Él me dijo: 'Hijo de hombre, Yo te envió a los hijos de Israel, a naciones rebeldes, que se han rebelado contra Mí (...)" (2:3)

El Profeta es elegido por su bondad y rectitud como apegos al Amor de Dios, como Sus modos, atributos y Mandamientos que nos mantienen unidos a Él. En este sentido la bondad y rectitud como parte de los modos y atributos de Amor son las cualidades para enfrentar las tendencias negativas de la conciencia, para transformarlas y reorientarlas como expresiones positivas. Aprendemos a hacerlo a través del conocimiento que Dios nos da en la Torá. Lo llegamos a conocer a través de Su instrucción.

"Y Él me dijo: 'Hijo de hombre, haz que tu estómago coma, y llena tus entrañas con este pergamino que Yo te doy'. Entonces lo comí, y fue en mi boca dulce como la miel. Y Él me dijo: 'Hijo de hombre, ve, anda a la casa de Israel, y habla con Mis palabras a ellos'." (3:3-4)

La dulzura de la Torá revela en nuestra conciencia la Esencia e identidad que definen nuestro verdadero ser. Una vez adquiramos el conocimiento que Dios quiere que tengamos, nos vemos obligados a compartirlo. Somos depositarios de lo que sabemos, tenemos y hacemos. Se ha dicho que a quien mucho se le da, de él mucho se espera. Eso considerado mucho es lo máximo que tenemos, ¡nuestra conexión y relación con el Creador!

Hemos señalado aquí en este blog citando a nuestros Sabios cuando se preguntan quién es rico. Responden que aquel que es feliz con su porción, lo que llamamos aquí nuestro nexo con Dios. Si llegamos a darnos cuenta y asimilar que los modos y atributos de Amor son de hecho los medios para retornar a lo bueno como nuestra Redención de la negatividad, entonces debemos proclamar, propagar, expandir y hacer que Amor transforme y reine sobre todos los aspectos de la vida. Este es nuestro mayor conocimiento fundamental, y también nuestra máxima obligación.

"(...) porque no le advertiste, él morirá en su transgresión. Y sus buenas acciones que él haya hecho no serán recordadas, pero su sangre estará sobre tu mano." (3:20)

El Profeta dice sus palabras para que las entendamos. De ahí que dependa de nosotros entender o ignorar. Somos responsables de todos. Este es uno de los significados de amar al prójimo como a sí mismo. Así entramos a la Conciencia Mesiánica que nos conduce a vivir en los modos y atributos de Amor, como ha querido el Creador que nos ama al igual que al resto de toda Su Creación.

"Y el Eterno dijo: 'Aún así lo comerán los hijos de Israel, su pan impuro entre las naciones donde Yo los dispersaré." (4:13)

El mensaje comienza a hacerse más severo cuando el Creador compara las tendencias negativas de la conciencia con excrementos humanos. Palabras duras para tendencias duras.

"(...) y Yo enviaré sobre ti hambruna y bestias malvadas, y ellas te acosarán; y pestilencia y sangre pasarán por ti, y Yo traeré la espada sobre ti. Yo el Eterno lo ha hablado." (5:17)

Dios trata de manera peculiar las fantasías e ilusiones de ego, al igual que las tendencias negativas de la conciencia. Recordemos el episodio antes del Éxodo de Egipto, cuando Dios "endureció" en corazón del faraón. El Creador quiso darle una lección de comportamiento negativo obsesivo.

El faraón estaba excesivamente obsesionado con oprimir y destruir a los hijos de Israel, al extremo que no pudo cambiar su actitud. Nuestros Sabios explican que el endurecimiento del corazón del faraón fue hacerle perder su libre albedrío. Su única referencia de la realidad era hacer mal a Israel, al punto que no pudo ver otras referencias que pudiesen haberle hecho cambiar su conducta.

Lo mismo ocurre cuando uno queda atrapado en una obsesión, adicción u otros estados de conciencia negativos como la neurosis persistente o el comportamiento psicótico. Una vez somos cautivos de ellos perdemos el libre albedrío como premisa de la libertad. Uno se vuelve el prisionero de sus propias fantasías e ilusiones negativas.

Este predicamento negativo es más fuerte que nuestra voluntad para salir de ellas. Nuestro Amor no es suficiente para traernos de vuelta a la libertad y plenitud de sus modos y atributos. Como hemos destacado en otros comentarios en torno a la Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía, nos damos cuenta que solamente el Amor de Dios nos puede liberar, y clamamos a Él por nuestra Redención. Nuestro Amor necesita nutrirse de Su Amor, y al compenetrarnos con Él mediante Sus caminos y atributos, comenzamos a vivir en verdadera libertad.

"(...) Yo traeré una espada sobre vosotros, y destruiré vuestras cumbres. Y vuestros altares serán desolados, y vuestras imágenes solares serán destruidas; y Yo arrojaré vuestros hombres asesinados ante vuestros ídolos. Y Yo dispersaré vuestros huesos alrededor de nuestros altares." (6:3-5)

El Amor de Dios tiene el poder de redimir nuestra conciencia cuando quedamos atrapados en las fantasías de ego y las tendencias negativas. Así como Él lo hizo con el faraón, también trata nuestros apegos, adicciones y obsesiones. 

Dios nos hace conscientes de que vivimos las consecuencias de nuestras decisiones negativas, las espadas que vienen sobre nosotros. Aprendemos la lección viviendo en la desolación de nuestras adicciones como los ídolos rotos que el Creador pone frente a nosotros. Estos son también los deseos materialistas de ego que son como cadáveres de hombres, y nuestros huesos dispersados en torno a los objetos de nuestras fantasías.

"Y ellos sabrán que Yo soy el Eterno. Yo no he dicho en vano que traería este mal sobre ellos." (6:10)

Una y otra vez debemos enfatizar que, lo que Dios nos dice aquí y en otros pasajes de la Biblia hebrea acerca de nuestra separación de Él, no se trata de venganza, castigo, represalia o retribución de Él contra nosotros. Sabremos que Él es Dios cuando nos separemos de Él, lo que quiere decir que en Su ausencia estamos atrapados en nuestras ilusiones e invenciones. Esta es otra manera de aprender quién es Dios. De ahí que el mal que vivamos por elección nuestra sea la consecuencia directa de lo que Él nos advierte por anticipado que nos vendrá con nuestra actitud.

Entendamos las palabras severas de los primeros 35 capítulos en el mensaje del Profeta. Israel se ve confrontado por el Creador en diversas situaciones en las que las también se refiere a nosotros como Jerusalén y su hija, llamándolas prostitutas, y la razón de ello.

El Creador llama a los hechos por sus nombres para traer nuestra atención a la trascendencia de nuestro nexo permanente con Él. De una vez por todas nos hace darnos cuenta que vivimos por Amor como la expresión material de Su Amor. Aquí radica la razón real de nuestra existencia, y de nuestra verdadera libertad.

domingo, 7 de julio de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XII) Obadia

"La visión de Obadia. Así dijo el Eterno, Dios, concerniente a Edom (...)" (Obadia 1:1)

En su libro del Génesis, la Torá llama a Esaú "Edom" y narra cómo este se convirtió en el opresor de su hermano gemelo, Jacob. Reflexionemos en lo que Edom representa en nuestra conciencia. Los opuestos existen para que distingamos entre ellos y actuemos en consecuencia. Todo lo que tenemos en nuestro entorno nos invita a observar cada cosa, reconocer su propósito o función, y actuar con base en lo que necesitemos o queramos de ellas.

Los opuestos y antagonistas existen desde que Adán y Eva comieron la fruta prohibida, ofrecida por un oponente oculto llamado serpiente. El mal se convirtió, de una hipotética referencia que nos hiciera hacer prevalecer lo bueno en la vida y su entorno llamado Paraíso, en una tendencia evidente y tangible establecida en nuestra conciencia. Este giro de los acontecimientos volvió extremadamente difícil desterrar el mal de nuestras vidas. Solamente abrazando y entronizando la Conciencia Mesiánica en todos los aspectos y dimensiones de la vida, la maldad será completamente erradicada de la faz de la Tierra. Esta es la Redención Final en la que viviremos bajo la regencia de los modos y atributos de Amor.

El objetivo específico de la profecía judía es proclamar la prevalencia final del bien sobre el mal, y el dominio de Amor en todos los niveles de conciencia, como la manifestación material del Amor de Dios también regente en toda Su Creación. Así como Caín era el antagonista de Abel, Jam el verdugo de Noé, Nimrod el perseguidor de Abraham, Abimélej el codiciador de Isaac, Edom se convirtió en el enemigo mortal de Israel. Al igual que Caín y Abel, Esaú y Jacob son hermanos. Esto resulta un dilema, ya que ambos son hijos de los mismos progenitores que la Torá considera rectos. 

Pero la genética lo explica. Su madre, Rebeca, era la hija de Betuel y hermana de Labán, dos individuos que la Torá y nuestra tradición oral presentan como personificaciones de la maldad. De ahí que esto quiera decir que, en la conciencia genética de donde se deriva nuestra conciencia, encontramos rasgos negativos para transformarlos en lo bueno como principio rector del destino que el Creador preparó para nosotros. Este destino es plenamente realizado en la Era Mesiánica.

Tenemos que insistir en que el bien y el mal interactúan con el fin de hacer que el mal se someta al bien. Este es un decreto Divino aplicado a Esaú y Jacob cuando Rebeca consultó a Dios respecto a los dolores durante su embarazo: "Y el Eterno le dijo a ella: Dos naciones están en tu vientre, y dos pueblos serán separados de tus entrañas; y un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor." (Génesis 25:23).

En este sentido, "naciones" son principios por los cuales vivimos. En un significado más profundo, uno representa nuestra actitud materialista ante la vida: "Esaú era un cazador astuto, un hombre del campo" (25:27), y el otro nuestra conexión con el Creador: "y Jacob era un hombre tranquilo, morando en tiendas" (ibid.). La primera definición es clara, pero la segunda requiere precisión.

Nuestros Sabios explican que la palabra traducida aquí como "tranquilo" tiene varios significados complementarios como "perfecto", "inocente" e "íntegro". Estas cualidades en el contexto de vivir en lugares cubiertos simbolizan introspección relacionada con lo que existe a nivel interior. Estas no necesariamente implican vivir en lugares cerrados o evitar el ámbito del mundo material. El propósito, determinado por nuestro Creador, es hacer que "el mayor sirva al menor". Esta es la premisa para asimilar el mensaje del Profeta.

"Debido a la violencia hecha a tu hermano Jacob la vergüenza te cubrirá, y serás separado para siempre." (Obadia 1:10)

Edom representa, no sólo nuestra actitud materialista ante la vida sino además las tendencias negativas hacia esta. De ahí que esto afecte nuestra conexión y relación con Dios, y Su voluntad en torno a nuestro destino. Edom es nuestro máximo antagonista, por lo tanto tenemos que prevalecer sobre él. Hemos dicho que la única manera de someter la negatividad es llenando todos los niveles de conciencia con los modos y atributos de Amor. Esto también lo logramos uniendo nuestro Amor con el Amor de Dios, porque Su Amor es nuestro Redentor de los dominios de las fantasías e ilusiones materialistas de ego.

Únicamente Dios como el Creador de todo posee el poder de hacer prevalecer Su voluntad. Al eliminar las tendencias negativas en nuestra conciencia, Su Amor nos conduce a la entrada de la Era Mesiánica.

"Porque el día del Eterno está cerca sobre todas las naciones. Así como has hecho, será hecho a ti. Tu proceder se volverá sobre tu propia cabeza." (1:15)

Respecto al amanecer de la Conciencia Mesiánica, y la Redención Final referida como "el final de los días" y "el día del Eterno", tengamos en cuenta que nuestras tendencias negativas -- "las naciones" -- nos conducen a nuestra propia destrucción. Es otra manera de ver aquello de que "el pecado es el castigo mismo".

"Pero en el monte Sión estarán aquellos que escapan, y este será sagrado; y la casa de Jacob tendrá sus posesiones." (1:17)

Nuestros Profetas nos recuerdan en sus mensajes que Sión/Jerusalén es el lugar más sagrado porque es el mayor conocimiento de nuestra conexión permanente con el Creador. Sión es el Templo, la Casa donde Dios habita en nosotros. Aquellos que viven en las tiendas de Jacob y en las moradas de Israel encuentran en nuestro nexo con Dios nuestra Redención de la violencia de Edom.

"Y la casa de Jacob será fuego, y la casa de José llama, y la casa de Esau rastrojos; y ellos los prenderán y los consumirán, y no quedará remanente de la casa de Esau, porque el Eterno ha hablado." (1:18)

En Su mensaje a través del Profeta, el Creador reafirma Su voluntad. Dios habla acerca del día que añoramos y por el que clamamos. El día en que la intensidad de nuestro Amor se convierta en el fuego transformador de nuestra conciencia. Jacob y José son citados como portadores de este fuego redentor. Ambos personifican los modos, medios, cualidades y atributos de Amor, los cuales mantienen nuestra conexión con el Amor de Dios. Estos son nuestra Esencia e identidad, que trascienden la vanidad, la inutilidad y futilidad de las fantasías e ilusiones negativas de ego, personificadas en Esaú. El fuego de Amor consume los rastrojos que son lo negativo en creencias, ideas, pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos, que albergamos en la conciencia.

"Y el cautiverio de este remanente de los hijos de Israel que están entre los cananeos, hasta en Zarfatá, y el cautiverio de [los de] Jerusalem que está[n] en Sefarad poseerán las ciudades del sur." (1:20)

La Conciencia Mesiánica abarca un proceso de transformación en todas las dimensiones de nuestra vida interior y exterior. Las cualidades, rasgos y potenciales representados por la Tribus de Israel son reunidos para cumplir la voluntad de Dios en la Era Mesiánica. Esta es la reunificación de los exiliados de su dispersión entre las naciones. Lo bueno de la vida recuperado y redimido de las tendencias negativas de la conciencia.

Esto también significa el retorno físico de las Tribus dispersadas y asimiladas por otros pueblos en todo el mundo. Muchos son descendientes de judíos forzados a convertirse al cristianismo ("el cautiverio de Jerusalén que está en Sefarad") que retornarán como conversos al judaísmo. Igualmente muchísimos asimilados en diferentes razas y naciones regresarán también como conversos. Es interesante señalar que nuestra tradición oral da cuenta que el Profeta Obadia era un judío converso.

La bondad en la fuerza de sus raíces hebreas los traerá de vuelta a la bondad de sus ancestros comunes, Abraham, Isaac y Jacob. Esta es la bondad de los modos y atributos de Amor como la manifestación material del Amor de Dios, y Su voluntad para hacerlos prevalecer en todos los aspectos, niveles y dimensiones de la conciencia humana. Estos son los salvadores y redentores que transforman la maldad y la negatividad en lo bueno, anunciando la Conciencia Mesiánica en el día del Eterno.

"Y redentores subirán al monte Sión para juzgar al monte de Esaú, y el reinado será del Eterno." (1:21)

Amén.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.