domingo, 25 de marzo de 2012

Tzav: Elevándonos al Amor de Dios

Tzav continúa detallando las ofrendas para presentarlas al Creador con el fin de estar cerca de Él. Hemos mencionado (ver nuestros comentarios sobre la Parshat Tzav: “El Fuego Eterno” del 23 de marzo, 2010 y “El Fuego Permanente del Amor de Dios” del 13 de marzo, 2011 en este blog) que en este proceso tres partes están involucradas: el que trae la ofrenda, el sacerdote y el Creador, y el propósito es la unificación de los tres.

Realizamos esta unión integrando al Creador en nuestra conciencia a mediante Sus caminos y atributos, que son Su Amor por Su Creación. Después de todo, Él está más allá de nuestra comprensión y nuestra única forma de “conocerlo” a Él es a través de Su Creación, y las maneras en las que Él la dirige y la sustenta.

Realizamos esto mediante el conocimiento de nuestra conexión con Él, y el Sumo Sacerdote representa ese conocimiento. Nuestras ofrendas son todos los rasgos y cualidades de nuestra conciencia (que abarca todos los aspectos de la vida que nos dio el Creador) para elevarlos a Su servicio a través de Sus modos y atributos, y lo hacemos mediante Amor que es nuestro nexo con Él.

Reflexionemos en torno a las palabras de Maimónides, el Rambám, respecto a las ofrendas.

La ubicación del Altar está exactamente definida y nunca cambiará. Es una tradición establecida que el lugar donde [el reyDavid y [el reySalomón construyeron el Altar sobre el suelo de Arona es el mismo sitio donde Abraham erigió un altar y ató a [su hijo] Isaac en él; este es donde Noé levantó [un altarcuando salió del arca; este es donde Caín y Abel trajeron sus ofrendas; este es donde Adán, el Primer Hombre, ofreció un korbán cuando fue creado [por Dios], y de [la tierra deeste lugar fue creadoAsí los Sabios han dicho: 'el hombre fue formado del lugar de su expiación'.” (Mishné ToráLeyes del Templo Sagrado, capítulo 2).

Nuestra vida y todo lo que abarca son las ofrendasel lugar es nuestra conciencia mediante la que conocemos al Creador, y hemos dicho que expiación es el proceso de transformación de la ignorancia y separación de Él a la certeza de que estamos unidos a Él. Esta transformación ocurre con la intervención del fuego Divino, que es el Amor de Dios.

Análogamente, el proceso es similar al efecto del fuego como catalizador para transmutar un estado a otro con un propósito específico. En este sentido, una fiebre tiene el potencial de alterar una condición física para bien o para mal, pero visto de otro modo podríamos decir que “no hay mal que por bien no venga”.

El sacerdote enciende el fuego en representación de nuestro Amor ardiente para unirnos al Creador, que a Su vez provee Su fuego para nosotros. El proceso de elevar nuestra vida a Él de hecho implica expiación como medio para purificar todos los aspectos de la conciencia para transformarlos en las vasijas vacías que el Creador llena con Sus modos y atributos.

Entonces tenemos dos catalizadores: el sacerdote como conocimiento permanente de nuestra conexión con Él, y nuestro Amor como la Esencia que añora estar cerca de Él. Es así como las ofrendas son sublimadas al Creador.

Adán, el primer hombre, tenía esto más claro que nosotros porque estaba solo con el Creador, y asimilaba con más facilidad su conexión con Él. Caín y Abel lo hicieron a través de sus respectivas experiencias en el mundo material. Abel lo hizo con su conocimiento mayor de la Presencia Divina en Su Creación, y Caín con su vivencia de ego, de los sentidos e instintos. Caín y Abel representan la conciencia humana dividida en contradicción, fraccionada en dualidad, como resultado de la transgresión de su padre Adán.

Las ofrendas de Abel fueron preferidas porque este elevó todo el potencial de bondad en el mundo material al servicio de los caminos y atributos del Creador como nuestro propósito en la vida. Las ofrendas de Caín no fueron consideradas porque prefirió las ilusiones y fantasías de ego, y la sensualidad (representada por la vida vegetalcomo propósitos de la vida.

Noé tenía la misión de unificar la conciencia fraccionada en dualidad, pero la dividió aun más a través de sus hijos, Shem (la conciencia superior correspondiente al sacerdocio), Yafet (la mente consciente con potencial de discernir lo correcto de lo incorrecto), y Jam (el apego a la sensualidad y a los aspectos potencialmente negativos de los niveles inferiores de la conciencia).

Por su propio discernimiento, nuestro Patriarca Abraham concluyó que la conciencia humana está destinada a actuar y expresar todos sus aspectos y dimensiones como vehículo unificado y armónico para manifestar la Unidad del Creador y Sus caminos y atributos en Su Creación. En esta realización, Abraham y su hijo Isaac ofrecieron ambos sus vidas al Creador en pleno conocimiento de que todo proviene de Él y pertenece a Él, y por tanto no hay espacio para las vanidades y futilidad de las fantasías e ilusiones de ego.

En este mismo conocimiento Jacob apreció el legado de sus padres Isaac y Abraham como el destino que realizarían sus descendientesEste es nuestro destino como legado y herencia, y para realizarlo seamos conscientes de que el linaje de Israel proviene de Shem a través de Abraham, Isaac y Jacob, y somos herederos del sacerdocio que representa el mayor conocimiento del Amor de Dios, cuyos caminos y atributos dirigen Su Creación.

Nuestros Patriarcas eligieron este destino para ellos y para nosotros sus descendientes, por lo cual igualmente debemos elegir retornar al Amor de Dios como nuestra Esencia e identidad que nos hace diferentes de las otras naciones. Elegimos de vuelta nuestro sacerdocio porque el Creador nos encomienda ser una Nación de sacerdotes para proclamar en la Tierra Su soberanía, que es Su justicia y rectitud. Estas son también las manifestaciones materiales de Su Amor con el fin de guiar en Sus caminos a todas las naciones.

Individualmente interiorizamos este Mandamiento como dirección y guía de todos los aspectos de la conciencia en los caminos y atributos de Amor, contrarios al dominio y subyugación negativos de las fantasías e ilusiones materialistas de egorepresentadas por las “naciones” y “pueblos” de la Tierra. Solamente los caminos y atributos de Amor representan la verdadera vida.

“Y decid: 'Redímenos, Oh Dios de nuestra Redención, y reúnenos juntos y libéranos de las naciones para poder dar gracias a Tu Nombre sagrado, [paraque en la alabanza a Ti podamos triunfar'.” (I Crónicas 16:35)

Triunfo como Redención viene cuando nos convertimos en Sus caminos y atributos, siendo y haciendo la bondad de Su Amor como nuestra verdadera identidad, y eso es lo que significa nuestra alabanza a Él. La Torá nos encomienda a actuar, y nuestras acciones son la alabanza a Dios, ya que actuamos de acuerdo con Sus caminos y atributos. Le pedimos que nos guíe en nuestro destino para reunirnos juntos y liberarnos de las fantasías e ilusiones de ego.

En este sentido nuestras ofrendas son las buenas acciones que elevan todos los aspectos de la vida a Su Amor, y en ellas con certeza estamos reunidos juntos y redimidos. Este es nuestro legado y destino que queremos permanentemente en nuestras vidas, porque Sus caminos son Su compasión, amorosa bondad, y verdad que nos protegen cuando hacemos bondad, tal como nos lo encomienda; y por ello pedimos.

“No retengas de mí Tu compasión, Oh Eterno. Que Tu amorosa bondad y Tu verdad siempre me protejan. Todos los modos del Eterno son de Amor y fidelidad para aquellos que guardan Sus Mandamientos.” (Salmos 40:12, 25:10)

La bondad de nuestras acciones, como modos y atributos de Amor, son las ofrendas que elevamos en nuestro mayor conocimiento de Su Presencia.

“Envía Tu Luz y Tu verdad para que me guíen, permite que me traigan a Tu Monte Sagrado [el Santuario, Tabernáculo, Templo de Jerusalén], el lugar donde Tú habitas.” (43:3)

Ese lugar es el mayor conocimiento de nuestra conexión con Su Amor.

domingo, 18 de marzo de 2012

Vayikrá: Uniendo Nuestro Amor con el Amor de Dios

Esta semana celebramos la entrada al tercer año de este blog. Lo empezamos con el libro de Vayikrá en el 2010 como un proceso de expansión de los mensajes del libro “Amor de Dios”, que fue el resultado de notas tomadas durante cuatro años de estudio de la visión mística del judaísmo ortodoxo a través de la tradición jasídica.

Todo esto presentado con una perspectiva filosófica con el fin de comunicar los mensajes hacia un entendimiento concreto y práctico de los conceptos místico judíos, y aplicarlos a la realidad material. Lo hacemos enseñando directamente lo “espiritual” del judaísmo, lo cual es el Amor de Dios y nuestra conexión con Él. Ese ha sido el propósito ocultado detrás de Su Creación, escondido por nosotros y no por Él, ya que Su Amor ya está proclamado y manifiesto; y para confirmarlo sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor.

En el libro explicamos que nuestros Sabios no ocultaron el Amor de Dios deliberadamente, sino más bien se enfocaron en las cualidades éticas y morales de Amor como sus medios y atributos, con el fin de salvaguardar la paz y la armonía individual y colectiva. Después de todo, Amor se trata de buenas acciones y no buenas intenciones.

Esperemos que tal vez ahora, en nuestros tiempos, la mayoría de los humanos y judíos en particular estemos preparados en nuestra conciencia para asumir Amor como nuestra verdadera Esencia e identidad, como la manifestación material del Amor de Dios. Después de este preámbulo de celebración, comentemos por tercera vez la primera porción de Vayikrá.

La mayor parte del tercer libro de la Torá se refiere a nuestra conexión y relación directas con el Creador, definidas como el sacerdocio, y es por ello que fuentes no judías lo llaman “Levítico”. Esta conexión y relación con Dios ocurre primordialmente mediante el estudio de la Torá, el cumplimiento de Sus Mandamientos, y las ofrendas (“sacrificios”) que elevamos a Él con el propósito de estar cerca de Él.

Nuestros Sabios cuestionan el hecho de presentar ofrendas de “alimentos” al Creador, sabiendo perfectamente que Él no “necesita” nada de nosotros, y que somos nosotros quienes lo necesitamos a Él. Por ello citan al rey David para reafirmarlo.

“Si Yo tuviese hambre, no te lo diría a ti, porque Mío es el mundo y su plenitud. ¿[Acasotengo de comer Yo carne de toros, o de beber sangre de machos cabríos? Eleva alabanza al Eterno y paga tus votos al Altísimo. Y clama a Mí en el día de tribulación: Te libraré, y tú me honrarás.” (Salmos 50:12-15)

De ahí que se trate de nosotros y de nuestra actitud hacia el Amor de Dios para desear estar cerca de Él, tal como también es señalado.

“Por vuestro propio deseo la ofrendaréis.” (Levítico 19:5)

Nuestras ofrendas a Él son los rasgos, cualidades y dimensiones de nuestra Esencia común con Él, todos ellos como expresiones de nuestro Amor como conductor y guía de todos nuestros modos. Esta es la dulzura que vivimos y de la que nos regocijamos, así como nos deleitamos en Su Gloria, que es Su Amor.

Nuestros Sabios también se refieren a esta dulzura cuando dicen de un toro grande, “Una ofrenda de elevación, un dulce sabor”; de una paloma, “Una ofrenda de elevación, un dulce sabor”; y de una ofrenda de alimentos, “Una ofrenda de elevación, un dulce sabor”.

Nos enseñan que para el Creador esta “dulzura” es la misma, ya sea si uno ofrece mucho (un toro), o poco (una paloma) de él, siempre y cuando dirija su corazón (Amor) al Cielo (para honrar a Dios siendo y realizando Sus caminos y atributos).

Esta dulzura es recibida a través de humildad como nuestro medio para manifestar Amor en lo que somos y hacemos, porque humildad es la vasija vacía donde depositamos la voluntad del Creador en nuestras vidas.

Los Sabios lo ilustran con una historia.

“Un toro era llevado a sacrificar en el Templo pero se negaba a moverse. Un hombre pobre se acercó con un puñado de heno en su mano y se lo dio al toro, que a su vez se lo comió. Entonces el toro se dejó llevar al Templo. El dueño del toro tuvo un sueño en el que se le dijo que la ofrenda del pobre al toro era mayor que la ofrenda del toro por su dueño”.

Como hemos mencionado en otros comentarios, el toro representa ego como la fuerza motriz que debemos elevar a la voluntad del Creador, a través del mayor conocimiento de nuestra conexión con Él (representada por el sacerdote en el Templo) y esto lo hacemos a través de Amor como el guía y conductor natural de todos los niveles y dimensiones de la conciencia, ego incluido.

El pobre representa humildad como el medio de hacer llegar Amor (el heno) para alimentar y dirigir nuestra fuerza motriz con el fin de servir a Dios. En este sentido, humildad y Amor son mayores que los deseos materialistas de ego (el toro).

En este sentido la agenda de ego está excluida de todos nuestros modos, medios y atributos para honrar el Amor de Dios y Su voluntad.

“Ninguna ofrenda de alimentos con levadura traerás al Eterno, porque no harás levadura ni miel para elevación de una ofrenda quemada por fuego al Eterno.” (2:11)

En este caso levadura representa soberbia como auto-engrandecimiento, y es una de las razones por la que nuestros antepasados comieron pan sin levadura (matzá) durante el Éxodo de Egipto.

Seamos conscientes de que cada nivel de conciencia debe ser una vasija vacía para llenar con los modos y atributos del Creador, y nunca olvidemos que estos no cohabitan con nada diferente de lo que son.

La miel representa sensualidad bajo el control de las fantasías e ilusiones de egoNuestros Sabios también nos recuerdan que Dios no se relaciona con aquel lleno de sí mismo, y dice que el soberbio y Él no pueden morar juntos en el mundo.

En el pleno conocimiento de nuestro Amor y el Amor de Dios con sus caminos y atributos comunes, la paz también se vuelve causa y efecto. Nuestros Sabios enseñan que la ofrenda de paz no tiene como fin la expiación como ocurre con las demás ofrendas, sino exclusivamente el regocijo y la dicha de estar cerca del Creador.

Explican que lo placentero de esta paz se debe a que es compartida por el oferente, el sacerdote y Dios unidosEsto la convierte en la ofrenda perfecta, ya que no tiene otras razones excepto deleitarse en nuestra conexión con Él, que nos da vida y todo lo que somos y tenemos.

Este conocimiento protege nuestra libertad de enredos en las fantasías e ilusiones de ego, y en esta libertad celebramos Su Amor como nuestro sustento y Esencia de la que Él nos creó. En esta conexión asimilamos que nuestro Amor es Su Amor que nos nutre, y de ahí que nuestro Amor sea el nexo con Su Amor.

(...) toda la grosura es para el Eterno.” (3:16)

Nuestro entusiasmo (toda la “grasa”), como máxima alegría y felicidad, es lo que Él quiere de nosotrosser felices y deleitarnos en este mundo. Nuestra mayor satisfacción es saber que el Amor de Dios es nuestra verdadera Esencia e identidad.

La porción concluye con la expiación de transgresiones contra el prójimo, y son definidas como traiciones al Creador.

“Si una persona peca, y comete una traición contra el Eterno, y miente a su prójimo (...)” (5:21)

Mentir se vuelve una violación de confianza y fidelidad contra lo que ciertamente es nuestra Esencia e identidad. Uno de los sinónimos de Amor es verdad, y como tal no hay espacio para nada diferente a sus atributos, y el contexto de Amor es la manera de relacionarnos con el prójimo.

Todos lo medios y arbitrios de Amor son verdad, tal como lo proclama el salmista.

“Todos los caminos del Eterno son amorosa bondad y verdad para aquellos que observan Su Pacto y Sus testimonios [la Torá]. (…) No retengas Tu compasión de mí, oh Eterno, que Tu amorosa bondad y verdad siempre me protejan.” (Salmos 25:10, 40:12)

Amor y verdad son inherentes a sí mismos. Si no hay Amor no hay verdad, y si no hay verdad no hay Amor; por lo tanto sin ellos no hay Redención.

“Guíame en Tu verdad y enséñame, porque Tú eres el Eterno mi Redentor, y mi esperanza está en Ti todo el día.(25:5)


El Amor de Dios es la verdad de Sus caminos y atributos, y todo lo que llamamos verdad en el mundo material en cada nivel de conciencia debe ser consonante con Su verdad. Hay un solo Amor y es el Amor de Dios, y una verdad que es la verdad de Dios.

Preguntas & Respuestas

Me parece difícil aplicar algunos de los principios de la cabalá a la vida diaria, en particular las siete emociones. Aunque son entidades separadas, entiendo que están conectadas entre sí. No veo cómo se relacionan, considerando sus diferencias. Puedo concebir que actúen como unidad en su diversidad, pero no lo tengo muy claro.

Ciertamente nuestros Sabios místicos definen las siete emociones contenidas una dentro de la otra, lo que quiere decir que la amorosa bondad (jésed) abarca severidad, verdad, victoria, honor, fundamento y soberanía, de manera dinámica; lo cual hace comprensible su relación entre ellas. Lo puedes ver más bien como un proceso y no como una simple interacción. Funciona de la misma manera que los siete días de la Creación de Dios: un día era el fundamento del próximo. Visto de esa manera, la amorosa bondad sería la proyección humana de Luz, severidad como reflejo de separación con el fin de establecer ordenamiento y dirección, verdad como resultado de poderes o cualidades previamente separadas y capaces de generar vida, victoria como proyección de dirección Divina, honor como plenitud de vida, y soberanía como total conocimiento del dominio Divino sobre cada dimensión de la Creación. Igualmente las siete emociones o cualidades se relacionan entre sí en el mismo proceso. 

Es importante destacar que la amorosa bondad (que aquí preferimos llamar Amor), como proyección de la Luz primordial del Creador, es la emanación Divina que sustenta todo el proceso. Amor genera y sustenta sus manifestaciones como ordenamiento (severidad o poder para organizar y establecer), verdad (la interacción armónica de lo que ha sido dividido o separado con el fin de generar más armonía), honor como consecuencia de armonía, fundamento como pleno conocimiento de armonía capaz de regir (soberanía) sobre todos los aspectos y manifestaciones de la Creación. En este sentido armonía es el propósito de Amor. Entonces nos damos cuenta que Amor es la Esencia subyacente que da significado y trascendencia a la vida en el plano material, porque Amor abarca e integra todos los aspectos de la Creación, lo cual incluye nuestra conciencia y sus dimensiones. 

Dicho de otro modo, el significado ocultado de la interacción entre las siete emociones definidas por la cabalá es Amor, porque Amor las genera a todas y consecuentemente rige sobre ellas. Debemos ser conscientes de esto. Tienes que ser práctico y sensato respecto a conceptos simbólicos o abstractos, y no caer atrapado en su aparente complejidad. Esto quiere decir que tienes que afrontar la vida y tu entorno inmediato con Amor como la Esencia que une, relaciona e integra toda la Creación. Trátate a ti mismo y a todos los aspectos de tu conciencia con una actitud afectiva, y así entenderás lo correcto y lo incorrecto, lo verdadero y lo falso, lo útil y lo inútil, lo positivo y lo negativo. Haz que Amor sea tu referencia armonizadora.

Me concierne, y de hecho me preocupa, el creciente antisemitismo y hostilidad hacia Israel, y aun más las divisiones entre judíos ante tales circunstancias. ¿Hay algunas señales que nos lleven a ser más optimistas sobre nuestro futuro como Nación y pueblo perseguidos que somos?

El antisemitismo, la judeofobia y la hostilidad hacia los judíos e Israel no son nada nuevo, como probablemente tú lo sepas. Hace 70 años también ocurrieron y más de seis millones de nuestra gente fueron asesinados ante la indiferencia del resto del mundo. 50 años antes miles de nosotros también fuimos masacrados, robados, violados y desposeídos en pogroms. Décadas antes fuimos excluidos y segregados sistemáticamente por la mayoría de los países “civilizados”. Antes de eso y durante muchos siglos, fuimos expulsados, desposeídos, perseguidos, torturados y asesinados a causa de nuestra identidad y tradición. No hay ninguna razón para creer que este predicamento pueda terminar mientras no eduquemos al mundo acerca de quiénes realmente somos como pueblo y como Nación. 

No podemos darnos el lujo de asumir que los no judíos carecen de prejuicios y que nos aceptan tal como somos, lo cual hoy día no nos hace muy diferentes a los demás. Ellos tienen una idea acerca de quiénes somos, y es nuestra obligación corregir esa idea para hacerles saber nuestra versión de la identidad judía y no la de ellos. Cuando sepan nuestra verdad respetarán, valorarán y apreciarán lo que somos. Les tenemos que decir sobre cada una de las contribuciones que hemos hecho para que este mundo sea mejor para todos. Comenzamos con la Torá como nuestra identidad y terminamos con nuestras contribuciones a las leyes, la medicina, la ciencia, la filosofía, la política y las humanidades, además de nuestros aportes filantrópicos. Sobre todo deben saber que todas ellas son producto de nuestro Amor por la vida y la armonía entre todos los seres humanos, porque nuestra identidad se trata del Amor de Dios por Su Creación, tal como se nos instruye y ordena en Su Torá. 

Todos tenemos no sólo el deber sino la obligación de decirle al mundo quiénes verdaderamente somos, libres de sus estereotipos, envidia, odio e intolerancia. Nuestra identidad no es para mostrarles que seamos mejores porque la fuente de bondad es nuestra identidad, sino para invitarlos a ser como nosotros y abrazar la vida y sus bendiciones como la manera más apropiada de vivir. No te preocupes de cuánto otros nos odien, más bien interésate por lo que tú eres y educa a los demás mediante tu ejemplo siendo judío. La bondad está destinada a prevalecer porque de lo bueno es que se trata la Creación de Dios. Tarde o temprano toda la humanidad abrazará las bendiciones y no las maldiciones, tal como nos pasa a nosotros cuando tenemos plena conciencia de lo que significa ser judío. 

Las señales de nuestra Redención de los enemigos son nuestra bondad, nuestra solidaridad y contribuciones para hacer un mundo mejor. Entre más demos para su mejoramiento, más pronto los tendremos de nuestro lado. Sólo tenemos que mostrarles y decirles quiénes somos. Y respecto a nuestra desunión entre judíos, después de todo lo dicho aquí, más nos valga que empecemos a enseñarnos entre nosotros nuestra identidad como tradición, y retornar juntos unidos como el pueblo y la Nación que la Torá nos instruye que seamos. Mientras tanto tenemos que responder con fortaleza y valentía contra aquellos que quieren destruirnos, porque hay muchos que prefieren morir en su odio que disfrutar las bendiciones de la vida. También es nuestra obligación erradicarlos de nuestro entorno por Amor a nosotros y a nuestros descendientes, y por Amor al mundo que procuramos mejorar. 

Nuestra identidad lo es todo para nosotros, y tengámosla presente como nos lo recuerda una de las bendiciones de nuestros rezos diarios: “Impón paz, bondad y bendición, vida, gracia y amorosa bondad, y compasión sobre nosotros y todo Tu pueblo, Israel. Bendícenos, Padre nuestro, como uno con la Luz de Tu rostro, porque con la Luz de Tu rostro nos diste, nuestro Dios, la Torá de vida, y amorosa bondad y rectitud, bendición y compasión, y vida y paz. Sea bueno en Tus ojos bendecir a Tu pueblo Israel, en todo tiempo y en cada momento, con Tu paz. Bendito eres Tú, Eterno, que bendice a Israel con la paz” y esto es lo que somos.

domingo, 11 de marzo de 2012

Vayajel-Pekudei: El Santuario compartido con el Creador

Podemos decir que el libro del Éxodo narra nuestro cautiverio y liberación de Egipto con un propósito primordial que estos versículos sintetizan.

“Tú los traerás [a los hijos de Israel de su esclavitud] y los plantarás en el monte de Tu heredad, el Lugar que oh Eterno, Tú has hecho para morada Tuya, el Santuario oh Eterno que Tus manos han establecido. [Porque es nuestro destino proclamar que el Eterno ha reinado, reina y] El Eterno reinará por siempre jamás” (Éxodo 15:17-18)

Nos regocijamos en nuestro destino.

“Dichosos son aquellos que residen en Tu Casa, [ya que] ellos te alaban por siempre. Dichoso el pueblo cuyo destino es este. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Eterno” (Salmos 84:5, 144:15)

Este también es el propósito primordial de Israel en toda la Torá, desde el Pacto con Abraham hasta nuestro asentamiento permanente en la Tierra Prometida, como el hogar desde donde realizamos nuestro destino.

Tenemos que revelar en todos los niveles de conciencia quiénes somos como hijos de Israel, el significado de nuestra liberación Divina de la esclavitud en Egipto, y qué es ese Lugar construido con las manos del Creador como Su Casa en el mundo material. Todos estos definen nuestra verdadera Esencia e identidad, mediante las que nos hacemos conscientes de nuestra dicha permanente como el pueblo cuyo Dios es el Eterno.

El versículo de arriba claramente indica que nosotros, Israel, estamos destinados a vivir en la misma Casa donde el Creador quiere morar en la Tierra. De hecho es una ubicación geográfica en la tierra de Israel y está en su capital eternindivisible, Jerusalén.

“¡Bendito es el Eterno desde Sión, Él que mora en Jerusalén!” (135:21)

Esta es la ciudad que Él también construyó en nuestra conciencia, porque Su dominio reina en todo tiempo y espacio.

“Y [el rey] David bendijo al Eterno ante toda la congregación [Israel], y dijo David: 'Bendito eres Tú, Eterno, el Dios de nuestro padre Israel en todos los mundos y tiempos. Tuyos son, Eterno, la grandeza, el poder, la gloria, la victoria, y la majestad. Porque todo en los Cielos y todo en la Tierra Tuyo es. Tuyo es el reinado, Eterno, y Tú eres exaltado [gobernando] por encima de todo” (I Crónicas 29:10-11)

El conocimiento de que todo pertenece al Creador nos obliga a reducir nuestro vano egoísmo como premisa para cumplir incondicionalmente Sus caminos y atributos, que son también nuestra verdadera identidad y destino.

“Seis días trabajo será hecho, y el séptimo día será sagrado para ti, un Shabat de solemne descanso para el Eterno. Quien haga cualquier trabajo en él será sometido a la pena de muerte.” (35:2)

Nuestros Sabios señalan que “trabajo será hecho” implica que trabajo es el medio y no el fin de la vida, y ello explica por qué la oración no dice “tu harás trabajo”. ¿Cuál es el tipo de trabajo que tiene que hacerse o necesita hacerse? Nuevamente los Sabios no se refieren al tipo de trabajo a realizarse sino a la manera en la que estamos supuestos a hacerlo. Esto significa que, lo que tengamos que hacer o elejamos hacer, debe realizarse en consonancia con los caminos y atributos del Creador.

Dicho de otra manera, mediante los modos y atributos de Amor porque de lo que se trata la vida es de Amor como la manifestación del Amor de Dios en Su Creación. Hemos mencionado antes (ver en este blog nuestro comentario “Parshat Vayajel-Pekudei: El Santuario del Amor de Dios” del 20 de febrero, 2010) que en este sentido el Shabat es una culminación o finalización de la manera en la que trabajamos los seis días anteriores.

Nuestros Sabios enseñan que debemos emular al Creador en Sus medios y arbitrios que Él aplicó en los seis días de Su Creación, con la misma magnanimidad, atención y amorosa bondad, con los que Él se relaciona con Sus criaturas. El Shabat es el tiempo y el espacio más allá de la Creación material, y por lo mismo lejos de nuestra comprensión. La mayoría de los judíos no asimilamos la trascendencia de este “día” que es más acerca de quietud que de descanso. Quietud en el sentido de pertenecer a algo completamente imposible de describir. Si hay más de 39 “cercos” para “defender” y “proteger” el Shabat, reflexionemos por un instante lo que tan celosamente está cercado, guardado y protegido.

Muchos de nosotros quedamos atrapados observando los cercos en vez de ver lo que están protegiendo, al extremo que terminamos olvidando lo que es y de lo que se trata. La Torá nos advierte que cualquier pensamiento o ilusión material que nos lleva a transgredir el Shabat nos conduce a la pena de muerte.

La Torá es clara acerca de los castigos por nuestras transgresiones, y hemos dicho repetidas veces que esos castigos simplemente son las consecuencias de la separación de nuestra verdadera Esencia e identidad. Ya sabemos que somos nosotros quienes elegimos entre los caminos y atributos de Amor y las fantasías es ilusiones materialistas de ego, y ambas elecciones tienen sus respectivas consecuencias.

Podemos elegir los modos de Amor con la misma intensidad con la que podríamos elegir nuestra lujuria, avaricia, indiferencia, envidia, desvergüenza, ira e impaciencia, ya que con esa misma pasión podemos dar para construir el Santuario de Dios con nosotros, tal como lo hicieron nuestros ancestros.

“Y ellos hablaron a Moisés diciendo: 'El pueblo trajo [donó] más que suficiente para el servicio del trabajo [de construcción del Santuario] que el Eterno ordenó hacer'.” (Éxodo 36:5)

Otro ejemplo en el siguiente versículo.

“Y él hizo el lavatorio de cobre y su base [también] de cobre de los espejos de las mujeres [israelitas] que había establecido multitudes, y que se congregaban en la entrada de la tienda de asamblea.” (38:8)

Nuestros Sabios dicen que las mujeres israelitas tenían espejos (de cobre) en los que se miraban para adornarse, y Moisés los rechazó porque habían sido usados para despertar la lujuria. Cuentan que el Eterno dijo a Moisés que los aceptara porque eran queridos para Él más que nada, ya que con esos espejos las mujeres concibieron muchos hijos israelitas en Egipto. Cuando sus esposos estaban exhaustos por los trabajos forzados, las mujeres les traían de comer y beber, y usaban los espejos para despertar el deseo de sus esposos para cohabitar con ellas y así concebían y daban a luz bajo la opresión de la esclavitud.

“Cuando la nube [del Eterno] se elevaba sobre el Santuario, los hijos de Israel emprendían su camino. Pero si la nube no se elevaba, no partían hasta que se elevara. Porque la nube del Eterno estaba sobre el Santuario por el día, y había fuego dentro de ella por la noche, ante los ojos de la entera Casa de Israel en todos sus desplazamientos” (40:36-38)

El libro del concluye así para indicarnos que el Creador, en Sus caminos y atributos, mora siempre en nuestro más alto nivel de conciencia para protegernos y guiarnos al afrontar la vida y el mundo material en todos sus aspectos y dimensiones.

Si este conocimiento está separado de nosotros, debemos esperar hasta reconectarnos con él. Esta es la manera en la que hacemos trabajo seis días porque en el séptimo somos recompensados con la morada permanente de Su Lugar, la morada en el Santuario que Sus manos han establecido, y donde somos dichosos de ser el pueblo cuyo destino es es así.

martes, 6 de marzo de 2012

Purim: La Identidad Judía

Nos hemos referido en varias ocasiones en este blog a la identidad judía como la define la Torá, el libro que atestigua el origen de los judíos. Nuestros Sabios dicen que si (no lo permita Dios) no hubiera Torá, el libro que la reemplazaría sería el de Ester porque contiene sucesos similares a los vividos por el pueblo hebreo narrados por la Torá. Ambos libros en particular comparten la definición de la identidad judía. Nuestros Sabios señalan claras similitudes entre Moisés y Mordejai, y aunque el Nombre del Creador nunca es mencionado en el libro de Ester, Su Presencia es evidente en la narración. El mensaje que tratamos de comunicar aquí es que la identidad judía es esencial para conocer la razón de nuestras vidas y nuestro destino en el mundo.

Y todos los sirvientes del rey que estaban a las puertas del rey se inclinaron y postraron ante Hamán, porque el rey se los había ordenado referente a él. Pero Mordejai no se inclinó ni se postró ante él. (…) porque él [Mordejai] les dijo que era judío.” (Ester 3:2, 4) En algún momento de nuestra vida nos inclinamos a las fantasías e ilusiones materiales que nos separan de nuestra verdadera Esencia e identidad (ver en este blog nuestro comentario “Shemot: Nuestra Verdadera Identidad como Redención” del 8 de enero 2012). El Creador nos puso en este mundo para vivir la experiencia de las limitaciones y restricciones materiales. La naturaleza impone sus leyes inmutables que nos hacen vivir sometidos a ellas por decreto Divino. Nuestros problemas aparecen cuando las leyes y condiciones de la naturaleza no dan suficiente espacio para que nuestro libre albedrío tome las decisiones correctas, y nuestras dificultades se vuelven todavía más insoportables cuando tomamos decisiones negativas. Estas son las que aquí llamamos fantasías e ilusiones e ego que convierten lo simple en difícil o complicado, y de lo cual no podemos liberarnos.

Estamos encomendados por el Creador para vivir en el mundo de acuerdo a las condiciones y restricciones impuestas por la naturaleza, pero ello no quiere decir que permitamos que la naturaleza forme nuestro carácter según sus manifestaciones negativasEsta era la manera en la que pueblos paganos e “incivilizados” se comportaban individual y socialmente, actuando y reaccionando ya sea como ciertos animales o como algunos fenómenos naturales. Los aspectos negativos de tales referencias de la “naturaleza” son los que hacen que la vida en este mundo sea más dura y sin sentido, y esos son los rasgos que Hamán personifica.

Nuestros Sabios enseñan que Hamán en su tiempo representaba a Amalek, el enemigo constante que socava a Israel, y por ello es un Mandamiento de la Torá recordarlo todos los días. Ellos relacionan ese nombre con una serie de emociones tales como miedo, indecisión, duda e incertidumbre, en el sentido de que nos desvían de las decisiones justas que debemos hacer y de nuestro verdadero propósito en la vidaMoredejai el judío representa nuestra verdadera Esencia e identidad, que jamás se inclina a los aspectos negativos de la conciencia como reflejos de las manifestaciones destructivas de la naturaleza humana. Esto también quiere decir que Mordejai personifica el más elevado nivel de conciencia que nos conduce en la dirección correcta. En este contexto, Hamán es el enemigo del judío, tal como lo es Amalek, junto aquello que ambos representan: “Y el rey quitó su anillo de su mano, y se lo dio a Hamán el hijo de Hamedatá el agageo, el enemigo de los judíos.(3:10)

El mayor conocimiento de nuestra verdadera identidad es el guardián en las puertas de la conciencia como medio para conectarnos con nuestro Creador. Este guardián no permite ningún espacio para rasgos negativos y destructivos en la manera como nos tratamos a nosotros mismos y a nuestro entorno: “Y añadió Hamán: También la reina Ester a ninguno hizo venir con el rey al banquete que ella dispuso, sino a mí. Y aun para mañana soy invitado de ella con el rey. Pero todo esto nada me sirve cada vez que veo a Mordejai el judío sentado a la puerta del rey’.” (5:12-13) y en la mayor parte de nuestro tránsito por este mundo el mayor conocimiento de las bondades de los caminos y atributos de Amor parecen pasar desapercibidos por aquellos a quienes damos lo mejor de nosotros: “Y el rey dijo: ‘¿Qué honor y dignidad han sido concedido a Mordejai por esto?’ Entonces dijeron los consejeros del rey que le servían a él: ‘No hay nada que se ha hecho para él’.” (6:3)

En un nivel más elevado, el propósito de los aspectos inferiores de la conciencia es reconocer y validar nuestro mayor conocimiento de quiénes realmente somos, en vez de hacernos caer en el cautiverio y muerte bajo las ilusiones negativas de ego: “Y Hamán tomó el vestido y el caballo, y vistió a Mordejai, y lo llevó a caballo por la plaza de la ciudad e hizo pregonar delante de él: ‘Así se hará al varón cuyo honor deleita al rey’.” (6:11) En este sentido tenemos que eliminar los rasgos negativos de la conciencia y subordinar aquellos que podemos dirigir hacia fines positivos: “(...) ‘Si de la simiente de los judíos es Mordejai, delante de quien has comenzado a caer, no lo vencerás; antes por cierto caerás delante de él’.” (6:13) y nuestra simiente de judíos es Amor como la manifestación material del Amor de Dios, y nada puede prevalecer contra Sus caminos y atributos porque ellos son el propósito y el destino de nuestra identidad judía.

Los caminos y atributos del Creador definen nuestra relación y conexión con Él, y la súplica de Ester lo asegura en estos versículos que insinúan Su Presencia no revelada: “Entonces la reina Ester respondió y dijo: ‘Oh rey, si he hallado gracia en tus ojos y si al rey place, séame dada mi vida por mi petición, y mi pueblo por mi demanda. Porque vendidos estamos yo y mi pueblo, para ser destruídos, para ser muertos y exterminados. Y si para siervos y siervas fuéramos vendidos, callárame, bien que el enemigo no compensara el daño del rey’.” (7:3-4) y cuando nos hacemos plenamente conscientes de que nuestra identidad judía está ligada a los caminos y atributos de Dios y cumplimos Su voluntad como nuestro destino, heredamos el poder para conducir los aspectos inferiores de la conciencia en la dirección positiva que sólo nuestro completo conocimiento del Amor de Dios como nuestra Esencia nos puede dar: “En ese día el rey Ahashverosh dio a la reina Ester la casa de Hamán, el enemigo de los judíos. Y Mordejai vino ante el rey, porque Ester le había dicho que él estaba con ellaY el rey se quitó su anillo, que él le había quitado a Hamán, y se lo dio a Mordejai. Y Ester puso a Mordejai sobre la casa de Hamán” (8:1-2)

En nuestro pleno conocimiento de los caminos y atributos del Creador como nuestra identidad, verdaderamente poseemos la fortaleza para vencer todas las amenazas, tanto inminentes como potenciales a lo largo de nuestra existencia: “Con la autorización que el rey concedía a los judíos que estaban en todas la ciudades, [para] que se juntasen y estuviesen a la defensa de su vida, prontos a destruir y matar, y acabar con todo ejército de pueblo o provincia que viniese contra ellos, aun niños y mujeres, y su despojo para presa. (…) que los judíos estuviesen apercibidos para aquel día, para vengarse de sus enemigos.” (8:11, 13) y esta es la manera en que realizamos nuestro destino, siempre y cuando sepamos que la razón y propósito de nuestra vida es reconocernos en nuestra identidad judía: “Y los judíos tuvieron Luz y alegría, y dicha y honor. Y en cada provincia, y en cada ciudad donde la orden del rey y su decreto llegaron, los judíos tuvieron dicha y felicidad, una fiesta y un buen día. Y muchos entre los pueblos de esa tierra se convirtieron al judaísmo, porque el temor [reverenciaa los judíos cayó sobre ellos. (…) en el día en que los enemigos de los judíos esperaban mandar sobre ellos ocurrió lo contrario: que los judíos mandaron sobre aquellos que los odiaban” (8:16-17, 9:1)

Este es sin duda un “final feliz” que debemos procurar mediante el conocimiento y vivencia de quiénes somos: “Y todos los príncipes de las provincias, y los regidores, y los gobernadores, y aquellos a cargo de los intereses del rey, ayudaron a los judíos; porque el temor a Mordejai cayó sobre ellos. Porque Mordejai era grande en la casa del rey, y su fama se extendió por todas las provincias; porque el varón Mordejai seguía engrandeciéndose más y másY los judíos sometieron a todos sus enemigos con el golpe de la espada, y con muerte y destrucción hicieron lo que harían a quienes los odiaban” (9:3-5)

Este es el legado que tenemos que llevar permanentemente en nuestra alma, mente, corazón y vida, no sólo una vez al año ya que nuestra identidad judía es la fuente de la más dulce de todas las dichas: “(...) y que estos días sean recordados y guardados a través de todas las generaciones, cada familia, cada provincia, y cada cuidad; y estos días de Purim no falten entre los judíos, ni la recordación de ellos desaparezca de su simiente” (9:28) y Mordejai el judío, el Moisés de su generación, nos recuerda que seamos judíos como nos lo dice la Torá: “Porque Mordejai el judío estaba junto al rey Ahashverosh, y grande entre los judíos, y aceptado por las multitudes de sus hermanos; procurando el buen para su pueblo y hablando paz a la simiente de todos ellos” (10:3)

domingo, 4 de marzo de 2012

Ki Tisá: Los Atributos del Amor de Dios


Nuestro mayor conocimiento del Creador y Su Amor (conocimiento representado Moisés) hace posible la mayor conciencia de nuestra conexión con Él (conexión representada por Aarón, el Sumo Sacerdote) para dirigir cada aspecto y dimensión de la conciencia en los caminos y atributos de Dios. Estos se manifiestan en el mundo material como medios y arbitrios de Amor. Aarón como Sumo Sacerdote es ciertamente el enlace en nuestra relación con el Creador aunque es Moisés, como nuestro mayor conocimiento de Él, quien habilita esta conexión. Si nuestro conocimiento del Amor de Dios es menor, igual lo será nuestra conexión con Él. Este conocimiento es la premisa para concebir quiénes somos y cuál es el nuestro propósito en la vida y el mundo material. Cuando no lo tenemos las fantasías e ilusiones de ego toman control de la conciencia. Esto sucede de inmediato porque todos los niveles de conciencia deben estar ocupados todo el tiempo con lo que elijamos poner en ellos en términos de ideas, creencias, pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos. Esta es la manera como funciona porque es parte de la naturaleza humana.

Debemos ser conscientes constantemente de nuestro conocimiento del Creador y Su Amor, ya que de ello depende no sólo nuestra conexión con Él sino nuestra identidad y destino como Sus elegidos. Esto explica el versículo, “Cuando el pueblo vio que Moisés se tardaba en descender del monte, el pueblo se congregó contra Aarón y ellos le dijeron: 'Ven, y haznos dioses [ídolos] para ir tras ellos porque este hombre, Moisés, quien nos trajo de la tierra de Egipto, no sabemos qué le pasó a él'.” (Éxodo 32:1) y el Amor de Dios anima nuestro conocimiento de Él a conducirnos en Sus caminos: “Y el Eterno dijo a Moisés: 'Ve y desciende, porque tu pueblo que trajiste de la tierra de Egipto ha actuado corrompidamente” (32:7) porque con nuestro conocimiento de los caminos del Creador podemos disipar las ilusiones que corrompen nuestra verdadera Esencia, identidad y destino. Nuestros Sabios explican que las palabras en hebreo y arameo para “ídolos” también significan “moldes” de los que se hacen “máscaras”, para enseñarnos que las máscaras que llevamos son los ídolos que seguimos en vez de los modos y atributos de Amor como nuestra verdadera Esencia.

Seamos conscientes de que las ilusiones y fantasías de ego en el mundo material, al igual que la maldad, son solamente referencias para que podamos ejercer el libre albedrío y elegir lo correcto. No están ahí para que nos apeguemos a ellas o seamos sus esclavos, no importa qué tan tercos seamos para caer en sus placeres pasajeros: “Y el Eterno dijo a Moisés, 'He visto a este pueblo y he aquí que son un pueblo de dura cerviz'.” (32:9) Los judíos somos intensamente apasionados en todos los aspectos, rasgos y niveles de la conciencia. Esta es la mayor cualidad positiva siempre y cuando la dirijamos en los caminos y atributos del Creador. Seamos tercos e inflexibles en nuestro destino de convertirnos en la bondad y las bendiciones del Amor de Dios, y tener el honor y privilegio de ser los emisarios de Sus caminos para hacer de este mundo material una morada para que Él viva entre nosotros. Ver en este blog nuestro comentario sobre la parshat Ki Tisá: “Entre las fantasías de ego y la verdad de Amor” el 13 de febrero 2011.

El Amor de Dios, de donde emana nuestra Esencia e identidad, debe ser acogido con todas nuestras fuerzas y con la pasión más intensa en todo lo que discernamos, penseamos, sintamos, expresemos y hagamos. Una vez entronizamos Amor en todas las dimensiones de la conciencia, transformamos todas las ilusiones materiales en la verdad que son sus modos y atributos. Este es uno de los significados ocultados del versículo, “Entonces él [Moisés] tomó el becerro [de oro] que ellos habían hecho, lo quemó en fuego, lo molió en un fino polvo [de oro], [lo] esparció sobre la superficie del agua, y [lo] dio [a] los hijos de Israel para que bebieran” (32:20) porque la fuerza motriz intensa y apasionada (oro) de ego (el becerro) debe ser transformada (“quemada en fuego”, sublimada por los caminos y atributos del Creador mediante el fuego de Su Amor) a través de humildad (“polvo”) en nuestra conciencia (“la superficie del agua”, y agua como pensamiento o capacidad cognitiva) con la que dirigimos todos sus rasgos y cualidades (los hijos de Israel). En este sentido, el oro representa el más intenso y apasionado impulso para estar cerca del Creador, mientras que la plata corresponde a nuestro discernimiento, y el cobre a nuestras emociones, sentimientos, tendencias e instintos.

Vivir en el plano de las ilusiones materiales tratando de hacer prevalecer los atributos de Amor entre tales ilusiones de hecho se vuelve una guerra constante, hasta que hacemos que Amor gane sobre los aspectos negativos de la conciencia: “Y Moisés vio al pueblo, que estuvieron expuestos, porque Aarón los había expuesto para caer en desgracia ante sus adversarios” (32:25) Cuando somos traicionados y caemos en desgracia por las fantasías de ego, nos apoyamos en la bondad de Amor que nos sostiene como nuestra verdadera Esencia: “Entonces Moisés se paró en la entrada del campamento y dijo, 'Quien esté por el Eterno, ¡[que venga] a mí!' Y todos los hijos de Leví se congregaron alrededor de él” (32:26) porque los levitas representan las cualidades positivas en nuestra conciencia que nunca traicionan los modos y atributos de Amor, como conexión permanente con el Amor de Dios. En este conocimiento luchamos con y por los atributos de Amor contra sus contrarios que son los rasgos destructivos de las ilusiones materialistas de ego.

Nuestros Sabios dicen que la transgresión del becerro de oro fue planeada por el Creador para enseñarnos dos cosas. Una, que sin importar las decisiones negativas que tomemos, podemos siempre retornar a Su Amor. Israel tuvo que vivir la experiencia de elegir lo peor de todo (caer en la idolatría de las ilusiones de ego y cometer las más terribles transgresiones en su nombre) para enseñarnos que podemos renunciar a ellas eligiendo retornar a Sus caminos y atributos. La otra es que Él confirmó esto al revelarnos (a través de Moisés) Sus atributos de misericordia (34:6-7) ya que en ellos aprendemos a conocerlo a Él, y mediante este conocimiento nuestra conexión con Él. Reflexionemos sobre este versículo previo a Su revelación a Moisés: “Entonces Yo quitaré Mi mano y tú verás Mi espalda, pero Mi rostro no será visto” (33:23) Nuestros Sabios explican que Su “espalda” es lo que vemos que Él ha hecho (Su Creación) y Su sustento de esta. De hecho, conocemos al Creador a través de Sus obras, aquello que deja Su mano, y que contiene Su Amor.

Cuando entronizamos Su Amor como Sus caminos y atributos en todos los niveles de conciencia, los irradiamos en nuestros rostros como reflexión de nuestra verdadera Esencia e identidad: “Entonces los hijos de Israel vieron el rostro de Moisés, que la piel del rostro de Moisés se había vuelto radiante, y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro, hasta que [otra vez] entraba a hablar con Él” (34:35) porque cuando estemos llenos del conocimiento del Creador (como lo estaba Moisés) lo manifestaremos (irradiaremos) en lo que creamos, pensemos, sintamos, expresemos y hagamos.

Este es el legado de Israel, nuestro legado como judíos, nuestra herencia como el Pueblo elegido, el Pueblo de la Torá. Aun es nuestra elección abrazar ese legado. El Profeta nos lo recordó en los viejos tiempos, y nos lo recuerda ahora: “Y Elías se acercó al pueblo y dijo, '¿Hasta cuándo vais a pasar entre [sobre] dos ideas? Si el Eterno es Dios, id tras Él; y si es Baal, id tras él'. Y el pueblo no respondió palabra.” (I Reyes 18:21) ¿Tampoco nosotros respondemos ni una sola palabra? Se trata de la verdad de los modos y atributos de Amor o la falsedad de las fantasías e ilusiones de ego. La elección es nuestra.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.