martes, 6 de marzo de 2012

Purim: La Identidad Judía

Nos hemos referido en varias ocasiones en este blog a la identidad judía como la define la Torá, el libro que atestigua el origen de los judíos. Nuestros Sabios dicen que si (no lo permita Dios) no hubiera Torá, el libro que la reemplazaría sería el de Ester porque contiene sucesos similares a los vividos por el pueblo hebreo narrados por la Torá. Ambos libros en particular comparten la definición de la identidad judía. Nuestros Sabios señalan claras similitudes entre Moisés y Mordejai, y aunque el Nombre del Creador nunca es mencionado en el libro de Ester, Su Presencia es evidente en la narración. El mensaje que tratamos de comunicar aquí es que la identidad judía es esencial para conocer la razón de nuestras vidas y nuestro destino en el mundo.

Y todos los sirvientes del rey que estaban a las puertas del rey se inclinaron y postraron ante Hamán, porque el rey se los había ordenado referente a él. Pero Mordejai no se inclinó ni se postró ante él. (…) porque él [Mordejai] les dijo que era judío.” (Ester 3:2, 4) En algún momento de nuestra vida nos inclinamos a las fantasías e ilusiones materiales que nos separan de nuestra verdadera Esencia e identidad (ver en este blog nuestro comentario “Shemot: Nuestra Verdadera Identidad como Redención” del 8 de enero 2012). El Creador nos puso en este mundo para vivir la experiencia de las limitaciones y restricciones materiales. La naturaleza impone sus leyes inmutables que nos hacen vivir sometidos a ellas por decreto Divino. Nuestros problemas aparecen cuando las leyes y condiciones de la naturaleza no dan suficiente espacio para que nuestro libre albedrío tome las decisiones correctas, y nuestras dificultades se vuelven todavía más insoportables cuando tomamos decisiones negativas. Estas son las que aquí llamamos fantasías e ilusiones e ego que convierten lo simple en difícil o complicado, y de lo cual no podemos liberarnos.

Estamos encomendados por el Creador para vivir en el mundo de acuerdo a las condiciones y restricciones impuestas por la naturaleza, pero ello no quiere decir que permitamos que la naturaleza forme nuestro carácter según sus manifestaciones negativasEsta era la manera en la que pueblos paganos e “incivilizados” se comportaban individual y socialmente, actuando y reaccionando ya sea como ciertos animales o como algunos fenómenos naturales. Los aspectos negativos de tales referencias de la “naturaleza” son los que hacen que la vida en este mundo sea más dura y sin sentido, y esos son los rasgos que Hamán personifica.

Nuestros Sabios enseñan que Hamán en su tiempo representaba a Amalek, el enemigo constante que socava a Israel, y por ello es un Mandamiento de la Torá recordarlo todos los días. Ellos relacionan ese nombre con una serie de emociones tales como miedo, indecisión, duda e incertidumbre, en el sentido de que nos desvían de las decisiones justas que debemos hacer y de nuestro verdadero propósito en la vidaMoredejai el judío representa nuestra verdadera Esencia e identidad, que jamás se inclina a los aspectos negativos de la conciencia como reflejos de las manifestaciones destructivas de la naturaleza humana. Esto también quiere decir que Mordejai personifica el más elevado nivel de conciencia que nos conduce en la dirección correcta. En este contexto, Hamán es el enemigo del judío, tal como lo es Amalek, junto aquello que ambos representan: “Y el rey quitó su anillo de su mano, y se lo dio a Hamán el hijo de Hamedatá el agageo, el enemigo de los judíos.(3:10)

El mayor conocimiento de nuestra verdadera identidad es el guardián en las puertas de la conciencia como medio para conectarnos con nuestro Creador. Este guardián no permite ningún espacio para rasgos negativos y destructivos en la manera como nos tratamos a nosotros mismos y a nuestro entorno: “Y añadió Hamán: También la reina Ester a ninguno hizo venir con el rey al banquete que ella dispuso, sino a mí. Y aun para mañana soy invitado de ella con el rey. Pero todo esto nada me sirve cada vez que veo a Mordejai el judío sentado a la puerta del rey’.” (5:12-13) y en la mayor parte de nuestro tránsito por este mundo el mayor conocimiento de las bondades de los caminos y atributos de Amor parecen pasar desapercibidos por aquellos a quienes damos lo mejor de nosotros: “Y el rey dijo: ‘¿Qué honor y dignidad han sido concedido a Mordejai por esto?’ Entonces dijeron los consejeros del rey que le servían a él: ‘No hay nada que se ha hecho para él’.” (6:3)

En un nivel más elevado, el propósito de los aspectos inferiores de la conciencia es reconocer y validar nuestro mayor conocimiento de quiénes realmente somos, en vez de hacernos caer en el cautiverio y muerte bajo las ilusiones negativas de ego: “Y Hamán tomó el vestido y el caballo, y vistió a Mordejai, y lo llevó a caballo por la plaza de la ciudad e hizo pregonar delante de él: ‘Así se hará al varón cuyo honor deleita al rey’.” (6:11) En este sentido tenemos que eliminar los rasgos negativos de la conciencia y subordinar aquellos que podemos dirigir hacia fines positivos: “(...) ‘Si de la simiente de los judíos es Mordejai, delante de quien has comenzado a caer, no lo vencerás; antes por cierto caerás delante de él’.” (6:13) y nuestra simiente de judíos es Amor como la manifestación material del Amor de Dios, y nada puede prevalecer contra Sus caminos y atributos porque ellos son el propósito y el destino de nuestra identidad judía.

Los caminos y atributos del Creador definen nuestra relación y conexión con Él, y la súplica de Ester lo asegura en estos versículos que insinúan Su Presencia no revelada: “Entonces la reina Ester respondió y dijo: ‘Oh rey, si he hallado gracia en tus ojos y si al rey place, séame dada mi vida por mi petición, y mi pueblo por mi demanda. Porque vendidos estamos yo y mi pueblo, para ser destruídos, para ser muertos y exterminados. Y si para siervos y siervas fuéramos vendidos, callárame, bien que el enemigo no compensara el daño del rey’.” (7:3-4) y cuando nos hacemos plenamente conscientes de que nuestra identidad judía está ligada a los caminos y atributos de Dios y cumplimos Su voluntad como nuestro destino, heredamos el poder para conducir los aspectos inferiores de la conciencia en la dirección positiva que sólo nuestro completo conocimiento del Amor de Dios como nuestra Esencia nos puede dar: “En ese día el rey Ahashverosh dio a la reina Ester la casa de Hamán, el enemigo de los judíos. Y Mordejai vino ante el rey, porque Ester le había dicho que él estaba con ellaY el rey se quitó su anillo, que él le había quitado a Hamán, y se lo dio a Mordejai. Y Ester puso a Mordejai sobre la casa de Hamán” (8:1-2)

En nuestro pleno conocimiento de los caminos y atributos del Creador como nuestra identidad, verdaderamente poseemos la fortaleza para vencer todas las amenazas, tanto inminentes como potenciales a lo largo de nuestra existencia: “Con la autorización que el rey concedía a los judíos que estaban en todas la ciudades, [para] que se juntasen y estuviesen a la defensa de su vida, prontos a destruir y matar, y acabar con todo ejército de pueblo o provincia que viniese contra ellos, aun niños y mujeres, y su despojo para presa. (…) que los judíos estuviesen apercibidos para aquel día, para vengarse de sus enemigos.” (8:11, 13) y esta es la manera en que realizamos nuestro destino, siempre y cuando sepamos que la razón y propósito de nuestra vida es reconocernos en nuestra identidad judía: “Y los judíos tuvieron Luz y alegría, y dicha y honor. Y en cada provincia, y en cada ciudad donde la orden del rey y su decreto llegaron, los judíos tuvieron dicha y felicidad, una fiesta y un buen día. Y muchos entre los pueblos de esa tierra se convirtieron al judaísmo, porque el temor [reverenciaa los judíos cayó sobre ellos. (…) en el día en que los enemigos de los judíos esperaban mandar sobre ellos ocurrió lo contrario: que los judíos mandaron sobre aquellos que los odiaban” (8:16-17, 9:1)

Este es sin duda un “final feliz” que debemos procurar mediante el conocimiento y vivencia de quiénes somos: “Y todos los príncipes de las provincias, y los regidores, y los gobernadores, y aquellos a cargo de los intereses del rey, ayudaron a los judíos; porque el temor a Mordejai cayó sobre ellos. Porque Mordejai era grande en la casa del rey, y su fama se extendió por todas las provincias; porque el varón Mordejai seguía engrandeciéndose más y másY los judíos sometieron a todos sus enemigos con el golpe de la espada, y con muerte y destrucción hicieron lo que harían a quienes los odiaban” (9:3-5)

Este es el legado que tenemos que llevar permanentemente en nuestra alma, mente, corazón y vida, no sólo una vez al año ya que nuestra identidad judía es la fuente de la más dulce de todas las dichas: “(...) y que estos días sean recordados y guardados a través de todas las generaciones, cada familia, cada provincia, y cada cuidad; y estos días de Purim no falten entre los judíos, ni la recordación de ellos desaparezca de su simiente” (9:28) y Mordejai el judío, el Moisés de su generación, nos recuerda que seamos judíos como nos lo dice la Torá: “Porque Mordejai el judío estaba junto al rey Ahashverosh, y grande entre los judíos, y aceptado por las multitudes de sus hermanos; procurando el buen para su pueblo y hablando paz a la simiente de todos ellos” (10:3)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.