domingo, 27 de octubre de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XXVIII) Isaías

Nuestra conciencia enfrenta devastación con las fantasías e ilusiones de ego. Al dejarlas controlar nuestros pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos nos condenamos a vivir en sus antojos, caprichos y pretensiones. Es como vivir bajo la dictadura de adicciones, apegos y obsesiones producto de una falsa creencia o sentimiento de carencia.

Esto nos lleva a reflexionar acerca de lo que es relevante, más allá de nuestras necesidades inmediatas, como primer paso para liberarnos de la esclavitud moderna en la sociedad de consumo. La idea es hacer una clara diferencia entre lo que es y lo que no es relevante en la vida. Así nos damos cuenta que desde que nacimos todo lo que necesitamos es Amor, y Amor es lo necesario y lo relevante.

Podemos deducir empíricamente que no podemos vivir ni sobrevivir sin Amor. De ahí que los modos y atributos de Amor deben ser el propósito de la vida en toda su extensión. También, basados en la experiencia, aprendemos a apartar todo lo opuesto a las expresiones de Amor.  Pero no lo hacemos. El llamado "establecimiento", que también conocemos como "el sistema", "estilo de vida", "modus vivendi" o manera de vivir, es lo que generalmente determina los valores y principios de los que vivimos y por los que vivimos. Vivimos de acuerdo a lo que son, tienen y hacen los demás en nuestro entorno. Cuando nos hartamos de ello, lo que hacemos es buscar otros valores "mejores" o "superiores" y mudarnos adonde estén. Tarde o temprano (desafortunadamente nunca para muchos) nos preguntamos cuál es el fin de nuestra conciencia individual y colectiva.

Las preguntas inevitables surgen. Qué somos, de dónde venimos, y cuál es el significado y propósito de la vida. La Torá nos da todas las respuestas. Entonces aprendemos y recuperamos lo que nunca creímos haber tenido. Amor se vuelve la respuesta para todas las preguntas. Al reflexionar sobre los caminos y atributos del Creador concluimos que estos también son nuestros, porque provenimos de Él. El Profeta se refiere a la devastación en nuestra conciencia tras permitir que nuestros enemigos invadan nuestra Esencia e identidad. Devastación es todo lo que no forma parte de lo que verdaderamente somos.

"Y siete mujeres tomarán a un hombre [como esposo] en ese día, diciendo: 'Comeremos nuestro propio pan, y vestiremos nuestras propias ropas; sólo déjanos ser llamadas por tu nombre, [y] tú quitarás nuestro oprobio'." (Isaías 4:1)

Aunque nuestros Sabios enseñan que en aquellos tiempos de devastación miles de viudas querían desposarse con el remanente de los hombres, tras las guerras contra sus invasores, entendámoslo de otra manera. El hecho de que este versículo predece a otro lleno de significados redentores, nos invita a verlo con otra perspectiva. Nos hacemos conscientes de nuestras necesidades básicas y nos olvidamos de los deseos y pretensiones de ego cuando caemos en la indigencia.

Cuando la conciencia es saqueada por las exigencias y demandas de las adicciones, apegos, fantasías e ilusiones materialistas, nos vemos forzados a retornar a lo que es verdaderamente real. Las siete mujeres también representan las siete naciones cananeas como tendencias negativas en la conciencia (envidia, codicia, lujuria, ira, indiferencia, indolencia y crueldad), que en vez de consumir Amor como la fuerza vital que nutre y sustenta la vida para saciar sus deseos, comienzan a proveer por sí mismas bajo la conducción de un esposo.

Este hombre representa la conciencia humana bajo la conducción del poder unificador de Amor. Las tendencias negativas en la conciencia son transformadas en cualidades cooperantes y productivas cuando nos damos cuenta que la bondad de Amor es la directriz natural de todas las facetas y dimensiones de la vida. Amor integra y armoniza todos los aspectos e inclinaciones en la conciencia, en aras de los modos y atributos de Amor.

En este sentido entendemos que Amor es su propia causa y efecto. También podemos comprender "sólo déjanos ser llamadas por tu nombre, [y] tú apartarás nuestro oprobio" como un clamor de nuestras tendencias negativas para que sean transformadas por el Creador. Él las puso en nuestra conciencia para que podamos ejercer el libre albedrío. Le pedimos a Él que nos deje ser llamados por Su Nombre, para que pueda apartar nuestro oprobio y desgracia. En Su compasión somos redimidos del resultado de nuestras decisiones equivocadas y sus consecuencias negativas.

Como acabamos de decir, el hombre mencionado en el versículo representa la conciencia humana bajo el poder unificador de Amor. Esta es la Conciencia Mesiánica, la premisa de la Redención Final. No somos completamente redimidos si seguimos albergando en nuestra conciencia creencias, pensamientos, sentimientos, emociones, pasiones e instintos opuestos a los modos, cualidades, medios y atributos de Amor. Hemos señalado antes que la manera de concebir la Redención es radical. Así entendemos el Mandamiento de eliminar la memoria de Amalek debajo de los cielos. Amor no cohabita con nada diferente a sus modos y atributos.

Es un imperativo ético y moral remover todo rastro de maldad en todas sus expresiones con el fin de tener la vida que el Creador nos encomienda vivir. La Torá es la instrucción para hacer prevalecer lo bueno por todos los medios. Nuestra identidad judía está proclamada en la Torá. Actuamos en consecuencia para hacer prevalecer el bien. Nuestra Redención individual y colectiva se manifiesta cuando abrazamos lo bueno que hay en nosotros, y lo bueno que debemos tener como destino eterno. Bondad es el imperativo ético y moral como manifestación material del Amor de Dios. Al Él redimir nuestra conciencia nos damos cuenta de la grandeza y belleza de Su Amor.

"En ese día el retoño del Eterno será bello y glorioso, y el fruto de la tierra excelente y hermoso para los librados de Israel." (4:2)

Nos hemos referido a "el día del Eterno" y "en el final de los tiempos" como el momento en que Su Presencia es plenamente revelada, como lo han anunciado nuestros Profetas. Entendemos esta profecía como el tiempo en que retornamos a la identidad que el Creador nos dio en Su Torá. Esto significa cuando Él nos ayude a remover todo lo innecesario que obstruye nuestra conciencia. Este es el renacer de nuestra Esencia y verdadera identidad, el retoño bello y glorioso que fructifica en la tierra, como el restaurado verdadero sentido de la vida como la hizo Dios.

Quienes permanezcamos leales a Sus caminos y atributos, y a Amor como el medio para vivirlos, seremos los que cosecharemos los frutos de nuestra Redención individual y colectiva. Hemos dicho que la tierra de Israel, la Tierra Prometida, es lo bueno de la vida y la vida en su bondad. Esta es la tierra donde somos conscientes de nuestra conexión permanente con el Creador, donde nuestro Amor encuentra Su Amor.

"Y acontecerá que, aquel que se quedó en Sión, y aquel que permaneció en Jerusalén será llamado sagrado, todo aquel que está inscrito para vida en Jerusalén;" (4:3)

Aquellos que mantengan su Amor permanentemente unido al Amor de Dios son los sagrados, porque esta conexión es el significado de Sión y Jerusalén. Ambas representan nuestro nexo con el Creador. Este nexo es lo que le da sentido a la vida y nos inscribe en su libro. Reconstruimos Jerusalén y su Templo como el eterno tiempo y espacio que nos mantiene unidos al Creador, y nos hace sagrados como la vida que nos ha dado.

"cuando el Eterno lave la inmundicia de las hijas de Sión, y purgue la sangre de Jerusalén de entre ellas, por el espíritu de juicio, y por el espíritu de destrucción." (4:4)

El Profeta nos recuerda otra vez que al unir nuestro Amor al Amor de Dios, siendo y manifestando Sus caminos, Mandamientos y atributos, Él lava las tendencias negativas en nuestra conciencia. Su Amor limpia de toda impureza la fuerza motriz de nuestra vida que añora compenetrarse con Él, eliminando los rasgos destructivos y degradantes de las decisiones negativas que tomamos a partir de nuestros sentimientos o creencias de carencia de ego.

"Y el Eterno creará sobre la entera habitación del monte Sión, y sobre sus asambleas, una columna de nube por el día, y una columna de fuego por la noche; sobre toda gloria habrá cobertura." (4:5)

Después de este proceso de limpieza, el Creador nos promete renovar completamente nuestra conciencia y conexión con Él. Esto incluye todos sus aspectos y dimensiones en el intelecto, discernimiento, mente, pensamiento, emociones, sentimientos, pasiones e instintos ("las asambleas"). Todos estos serán protegidos y guiados por Su voluntad , tal como lo hizo con nuestros ancestros en el desierto luego de su Éxodo de Egipto. Esa nube y ese fuego como manto de Su gloria, señales de Su Amor.

El Profeta anuncia una nueva habitación para Sión como otra dimensión de nuestra conexión con Dios. No la podemos asimilar con nuestra actual conciencia dividida, en la que bondad y maldad, verdadero y falso, correcto e incorrecto, positivo y negativo, coexisten en constante enfrentamiento y conflicto. Esta nueva realidad pertenece a la Conciencia Mesiánica en la que el Amor de Dios y nuestro Amor se compenetran para realizar el Plan del Creador para el mundo material. Una conciencia sin barreras que se oponen a los modos y atributos de Amor.

"Y habrá un pabellón para dar sombra en el día [y proteger] del calor, y para refugio como cobertura [en contra] de tormenta y de lluvia." (4:6)

domingo, 20 de octubre de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XXVII) Isaías

Debemos ser siempre conscientes de que somos una emanación del Amor de Dios. Somos Sus criaturas. Le pertenecemos a Él. Tenemos una conexión inquebrantable con nuestro Creador. El judaísmo proclama en sus fundamentos que Dios creó todo lo que existe, y además sustenta y dirige Su Creación. Estos principios parecen rebotar ante una pared llamada ego en nuestra conciencia. Mientras vivamos creyendo que somos nuestros propios creadores y nuestros propios dioses, vivimos una ilusión. No estamos separados de Dios hasta que venimos con la idea o sentimiento de que estamos lejos de Él.

Hemos dicho en este blog que ser individuos no nos hace individualistas. Es obvio que como individuos somos entidades separadas, pero este hecho no nos autoriza a estar separados unos de otros. Queremos decir que al separarnos nos volvemos indiferentes, indolentes, crueles u opuestos a otros. Estamos supuestos a vivir junto a otros desde el momento en que nacemos. Nos necesitamos, y esto nos hace acudientes y responsables de otros. En este sentido el libre albedrío es reforzado por la rectitud para tomar decisiones positivas. Sin conocimiento de lo que es bueno y correcto jamás podremos ejercer el libre albedrío.

Necesitamos saber aprendiendo de la experiencia para actuar en consecuencia, y se supone que debemos actuar en aras de nuestro bienestar individual y colectivo. Esto quiere decir que lo que es bueno para nosotros individualmente también debe serlo para los demás. Este es el propósito de toda la Torá.

Si actuamos contra este principio fundamental vivimos contra la voluntad del Creador. Este es el mensaje esencial de la Torá, y nuestros Profetas hebreos nos recuerdan que la Redención Final acontece cuando comenzamos a amarnos unos a otros verdaderamente. Significa que para hacerlo debemos remover todo lo que se opone a la voluntad de Dios. Estamos hablando de las tendencias e impulsos negativos en nuestra conciencia, derivados de las fantasías e ilusiones de ego.

La Era Mesiánica se trata de vivir en los modos y atributos de Amor, y nuestros Profetas nos dicen que solamente depende de nosotros. Una vez asimilemos que somos una extensión del Amor de Dios nos hacemos responsables de Sus caminos y atributos. Nos debemos a lo bueno, de ahí que debamos responderle siendo y haciendo lo bueno. Esta es nuestra Esencia y verdadera identidad de la que fuimos creados, porque Dios es bueno. El Profeta nos enseña que el Creador nos pide ser responsables por el Amor que Él nos tiene a nosotros.

"El Eterno se ha puesto de pie para defender, y está de pie para juzgar a los pueblos. El Eterno vendrá a juicio contra los ancianos de Su pueblo, y de los príncipes ahí: 'Sois vosotros los que habéis consumido la viña, el despojo de los pobres está en vuestras casas'." (Isaías 3:13-14)

El Creador defiende a los afligidos y oprimidos debido a indiferencia, indolencia, negligencia y rechazo sin fundamento. Pertenecemos unos a otros tal como le pertenecemos a Dios. De ahí que Él salga en defensa de aquellos con el fin de recordarnos ser buenos como lo es Él con nosotros. Este recordatorio es Su juicio para los pueblos. En un sentido más profundo estos son los niveles inferiores de la conciencia que debemos proteger, nutrir, engrandecer y fortalecer para que sean aspectos poderosos en nuestra conciencia.

Nuestros niveles superiores en la conciencia -- los ancianos y los príncipes -- son responsables de los inferiores, que son los pobres, los huéfanos y las viudas. Debemos amarnos lo suficiente para sacarnos de la depresión, frustración, desaliento, abatimiento, ira, codicia o envidia, y transformar nuestras emociones y sentimientos negativos en cualidades positivas y constructivas. Nos debemos a nosotros mismos el bienestar total retornando a Amor como nuestra verdadera identidad. Esto sólo lo podremos lograr amándonos y ayudándonos unos a otros.

No debemos permitir que nuestro buen juicio y rasgos positivos caigan bajo las fantasías e ilusiones de ego que consumen lo bueno que hay en la vida. Esta es la viña que ellas consumen, y los despojos que devoran de nuestros sentimientos y emociones, que son los pobres a los que despojamos de lo bueno de la vida. Las casas donde guardamos los despojos son nuestros egos.

"¿Qué quiere decir eso de aplastar a Mi pueblo y moler la cara de los pobres? dice el Eterno de las multitudes. Debido a que las hijas de Sión han sido soberbias, y andan estirando el cuello, y engañando con los ojos, caminan danzando, y llamando la atención con los pies." (3:15-16)

El Creador nos hace responsables del bienestar individual y colectivo de nuestas vidas. Las fantasías e ilusiones de ego son las hijas de lo que hemos convertido en vanidad y futilidad. Hemos dicho que Sión es el conocimiento de nuestra conexión permanente con Dios. El Profeta denuncia lo que hemos hecho de nuestra Esencia e identidad. Isaías alega que hemos prostituído nuestra conciencia superior permitiéndole ir tras las fantasías e ilusiones de ego, y caer en sus resultados negativos.

"Y el Eterno pelará la mollera de las hijas de Sión, y el Eterno expondrá sus vergüenzas. En ese día el Eterno quitará la belleza de sus tobilleras tintineantes, y de sus ropas bordadas, y de sus adornos en forma de media luna." (3:17-18)

Una vez más el Amor de Dios nos redime de las consecuencias de nuestras decisiones negativas. El Creador promete remover los rasgos negativos que socavan el conocimiento de nuestra conexión permanente con Él, representada aquí por la mollera. Esta remoción nos hará conocer nuestras más íntimas creencias, pensamientos, emociones, pasiones e instintos que mantenemos secretos. Estos también nos mantienen desnudos de las vestiduras con las que Dios nos cubrió desde el momento en que nos creó. Así nos damos cuenta de que no hay belleza en las fantasías e ilusiones por las que vendimos nuestra Esencia y verdadera identidad.

"De los pendientes, y los brazaletes, y los velos. De los turbantes, y los adornos de las piernas, y de las bufandas, y de las cajas de perfumes, y los amuletos, (...)" (3:19-23)

Todo lo que hemos estado creando -- para reafirmar nuestra supuesta separación del Creador -- desde que salimos del Jardín del Edén, el Amor de Dios lo removerá de nuestra conciencia. Todo lo que hemos inventado para cubrir y vestir nuestra conciencia, en vez de las vestiduras de los Mandamientos y atributos del Creador, desaparecerá. Estas vestiduras, perfumes, adornos y amuletos son las ideas, creencias, ideologías, caprichos, deseos, fantasías e ilusiones que atraen lo que nos oprime y que convertimos en nuestros castigos.

"Y acontecerá que, en vez de perfume habrá hedor; y en vez de vestidos, harapos; y en vez de peinados, calvicie; y en vez de un ropaje llamativo, una falda de saco; defecto en vez de belleza." (3:24)

Lo que creamos de las fantasías e ilusiones de ego tarde o temprano se convierten en nuestros opresores y castigos. "Prenderán al malvado sus propias iniquidades, y atrapado estará con las sogas de su pecado." (Proverbios 5:22). La vida es la tierra donde lo bueno tiene que prevalecer. También es el campo donde libramos las guerras contra lo que niega la bondad. Las fantasías e ilusiones de ego consumen la bondad de la vida. Estas son la espada por la que caemos, incluído todo aquello que nos hace fuertes.

"Tus hombres caerán a espada, y tus poderosos en la guerra. Y sus puertas [de Sión] se afligirán y lamentarán. Sí, ella ha sido vaciada, se sentará sobre el suelo." (Isaías 3:25-26)

Cuando nos rendimos a las fantasías e ilusiones de ego se aflige y lamenta el conocimiento de nuestra conexión permanente con Dios. Nos rendimos a la vanidad y el vacío cayendo a ellos, esperando que el Amor de Dios desperte nuestro Amor otra vez. Esta es la Redención Final que tanto añoramos, y en la que estaremos conscientes de que nuestro Amor y el Amor de Dios están unidos para siempre.

domingo, 13 de octubre de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XXVI) Isaías

Hemos señalado que en la Conciencia Mesiánica la amorosa bondad prevalece en todos los niveles y dimensiones de la vida. Mientras vivamos en los modos y atributos de Amor en lo que somos y hacemos, manifestaremos la Redención Final. Quiere decir que en este pleno conocimiento no hay espacio para fantasías e ilusiones de ego. Cuando Amor lo ocupa todo, no hay nada más que Amor.

"Y todos los ídolos serán eliminados." (Isaías 2:18)

El Profeta reitera las palabras del Creador respecto al día en que Él no ocultará más Su Presencia de nuestra conciencia. Este es el momento en que el propósito de Su Creación será totalmente revelado a nosotros, y finalmente conoceremos y abrazaremos nuestra Esencia y verdadera identidad, de la cual Dios nos creó.

La Torá es el propósito de la Creación, y al aprender de ella comprendemos lo que Dios quiere para nosotros, que es conocer Sus caminos y atributos con el fin de emularlos en lo que somos y hacemos. De hecho la voluntad de Dios es nuestra Redención. Nos redimimos al vivir en Sus caminos y atributos. En los capítulos finales de la Torá el Creador nos advierte acerca de las consecuencias de vivir en los modos de las naciones, y de servir a sus ídolos.

Nuestro exilio y dispersión entre las naciones son consecuencias directas de nuestra separación de los caminos del Creador, para servir a los ídolos de aquellas que son las fantasías e ilusiones de ego. Hemos sabido a través de siglos de separación de nuestra Esencia y verdadera identidad, que nuestro sueño profundo en las fantasías que hemos creado nosotros mismos no durará para siempre.

El día de Dios es el momento de nuestro despertar. Él conoce nuestra naturaleza porque nos creó. Sabe que hacemos de la iniquidad una opción y no una referencia. Conoce el sufrimiento de nuestras decisiones negativas, y también espera que aprendamos de estas. Aún así no permitirá que la maldad y la iniquidad controlen nuestra conciencia si fracasan nuestros empeños para hacer prevalecer lo bueno, ya que la amorosa bondad es Su voluntad. Él la revelará el día en que retornemos a Sus caminos para andar con Él.

"Y hombres entrarán a las cavernas de las rocas, y a los huecos de la tierra, ante su asombro del Eterno, y de la gloria de Su majestad, cuando Él se levante para asombrar a la tierra." (2:19)

Dos veces el Profeta se refiere a la insistencia de ego en mantener cautiva nuestra conciencia en sus fantasías e ilusiones, las tinieblas de las cavernas en el pensamiento estrecho. Los huecos de la tierra como los abismos del materialismo. En esta oscuridad nos ocultamos del asombro y la reverencia ante la gloria de Dios y Su majestad, que son Su Amor que nos sorprende sacudiendo todos los niveles y dimensiones de la vida.

Debemos comprender que ante el Amor de Dios nada se interpone. Únicamente hay espacio para Su Amor y nuestro Amor compenetrados en uno solo. Nuestro discernimiento, intelecto, mente, pensamientos, sentimientos, emociones, pasiones e instintos no son sacudidos por nada que no sean los modos y atributos de Amor. Cuando permitamos que Amor conduzca todos los niveles de la conciencia, permitiremos también que el Amor de Dios se revele a nosotros.

"En ese día el hombre arrojará a los topos y a los murciélagos, sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que han hecho para que él los adore." (2:20)

El Profeta reafirma una y otra vez que somos los creadores de nuestras propias fantasías e ilusiones materialistas. Cuando dejamos que Amor reine en todos los aspectos de la vida, comenzamos a vivir en el día que Dios prometió revelar Su Presencia a nosotros. Todo a lo que arbitrariamente hemos dado valor en la vida como la plata y el oro desaparecerá en la nada de donde provinieron, la misma oscuridad donde habitan los topos y los murciélagos.

"Dejaos del hombre, cuyo hálito está en su nariz; porque, ¿de qué es él estimado?" (2:22)

Las fantasías e ilusiones son obra de nuestras manos. Las hemos creado con el hálito con el que Dios nos sustenta, el aliento que exhalamos de nuestras narices. Entonces, ¿por qué somos estimados sino por Su Amor del que fuimos hechos? Debemos dejar de depender de fantasías e ilusiones que hemos creado a lo largo de la historia, y comenzar a vivir en los modos y atributos de Amor para llegar a conocer la voluntad de Dios y Su Plan para nosotros.

"Todo mientras el hálito en mí, y el aliento de Dios esté en mi nariz." (Job 27:3)

El salmista también nos invita a retornar al Creador y Sus caminos.

"No confíes en príncipes, [ni] en hombre, porque este no tiene poder de redimir." (Salmos 146:3), "Mejor refugiarse en el Eterno que confiar en hombre." (118:8)

Nuestras decisiones tienen consecuencias. El Profeta anticipa en el tercer capítulo de sus mensajes el resultado de vivir bajo los niveles inferiores de la conciencia. Despreciamos el Amor de Dios y Sus caminos cuando abrazamos los ídolos que creamos con las fantasías e ilusiones de ego. Al alejarnos de los modos y atributos de Amor, estos también abandonan nuestra conciencia. Una vez más señalamos que la separación de Dios de nosotros es resultado de nuestra separación de Él.

"Porque, he aquí que Dios, el Eterno de las multitudes, está quitando de Jerusalén y de Judá el sustento y la fuerza. Cada sustento de pan, y cada sustento de agua." (Isaías 3:1)

Jerusalén es el conocimiento de nuestra conexión permanente con el Creador, y Judá es el poder para manifestar este conocimiento en el mundo material. Al elegir el pan y el agua de fantasías e ilusiones, perdemos el pan y el agua de los caminos y atributos de Dios.

"El poderoso, y el hombre de guerra, el juez, y el profeta, y el adivinador, y el anciano. El capitán de cincuenta, y el hombre de respeto, y el consejero, y el hechicero experto, el encantador diestro. Y Yo daré jóvenes para ser sus príncipes, e infantes para gobernar sobre ellos." (2:4)

Estos versículos no hacen diferencia entre juez, profeta, anciano (sabio), guerrero y consejero, adivinador, hechicero y brujo. Tanto las tendencias positivas como las negativas en la conciencia son subordinadas por la puerilidad y los caprichos de niños. El Profeta considera las fantasías e ilusiones de ego como niñerías, imaginación caprichosa.

"Y el pueblo hará violencia unos contra otros, hombre contra su prójimo; el niño hará insolencia contra el anciano, y el villano contra el honorable." (3:5, 6-7)

Las fantasías e ilusiones de ego nos llevan a explotarnos unos a otros en aras de nuestros deseos materialistas. Estos denigran y humillan la bondad de Amor. Nuestras obsesiones, apegos y adicciones insultan nuestro discernimiento, intelecto y sentido común. Corrompen el honor de los principios y valores que respetan, protegen y dignifican la vida.

"Porque Jerusalén está en ruinas, y Judá ha caído; debido a la lengua de ellos y sus acciones contra el Eterno para provocación ante los ojos de Su gloria. El semblante de sus rostros atestigua contra ellos, y declaran su pecado como Sodoma, no lo ocultan. ¡Ay de su alma! porque han traído maldad sobre ellos." (3:8-9)

Al envilecernos también envilecemos el Amor de Dios en nosotros. La lección es retornar a Amor para retornar al Amor de Dios.

"Decid al justo que él es bueno, porque ellos [los justos] comerán de los frutos de sus manos [acciones]. ¡Ay del malvado! Le irá mal, porque lo que hace con sus manos se le hará a él." (3:10-11)

Si elegimos bondad cosechamos bondad. Si elegimos fantasías e ilusiones de ego cosecharemos su futilidad y vacuidad.

"Para Mi pueblo, un infante será su amo, y una mujer los gobernará. Oh pueblo Mío, aquellos que te guían te harán errar, y destruir el camino de tus senderos." (3:12)

El Creador lamenta nuestra separación de Sus caminos, y el resultado de desviarnos de Su Amor. La inmadurez conduce a errar, y la debilidad nos hace caer. Infantes y mujeres son más vulnerables ante el peligro y el daño, de ahí que nos adviertan acerca de caer por nuestras debilidades mediante las que nos desviamos de los senderos de rectitud de Amor. Este es nuestra Esencia y fortaleza que nos conduce a ser, tener y manifestar lo que verdaderamente somos.

En esta conciencia logramos nuestra Redención Final y entramos en la Era Mesiánica. Amor es el regente destinado a gobernar y dirigir todos los aspectos, niveles y dimensiones de la conciencia, para hacer que lo bueno prevalezca en la vida.

domingo, 6 de octubre de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XXV) Isaías

Una de las lecciones más importantes que aprendemos de la tradición mística jasídica son los significados internos de los personajes, lugares, objetos y situaciones narrados en la Torá. Uno de estos es el faraón de Egipto, que representa la actitud egocéntrica ante la vida, de ahí que haya un faraón dentro de nosotros. Nos intriga su relación con José, su interacción con Moisés, y luego con Dios en particular.

Analicemos el papel de ego en la conciencia humana. El Creador quiere que tengamos ego, al igual que intelecto, mente, emociones, sentimientos, e instintos, para que estén subordinados a Su voluntad. Ego parece ser el que se rebela contra este Decreto Divino, y persuade a sus compañeros en la conciencia para separarse también de los Mandamientos de Dios en Su Torá.

Ego emerge como el pequeño dios que desafía el control del Eterno sobre toda Su Creación. Este desafío proviene de la "mente" o dominio de ego, conocido como la imaginación. Esta es el campo donde ego se cree un dios. Lo que ego desea, lo hace imaginándolo de la manera que quiere que sea, y cómo lo va a conseguir. En el momento que entramos en la imaginación estamos en el plano donde nos sentimos dioses. Esto no significa que no deberíamos imaginar, sino más bien ponerle atención a lo que imaginamos y por qué. Este es el plano de las fantasías e ilusiones de ego.

Lo que envidiamos o codiciamos, y lo que nos hace ambiciosos para conseguirlo sin importar las circunstancias, surge de lo que imaginamos de ello. Realmente nos sentimos dioses en el reino de la imaginación. Ahí podemos ser, tener y hacer todo lo que queramos o deseemos. Hasta llegamos a establecer los límites de lo que podamos concebir. Esto es directamente proporcional a lo que ego llegue a crear en materia de fantasías e ilusiones. Sin embargo la Torá nos advierte y enseña que todo aquello que discernamos, pensemos, sintamos, hagamos o imaginemos debe estar subordinado a los caminos y atributos del Creador, lo que aquí llamamos los modos y atributos de Amor.

Resumiendo, llegamos a darnos cuenta que las fantasías e ilusiones de ego son las antagonistas, tanto de la Torá como de Amor. Estos últimos son los cimientos de la Redención Final y la Era Mesiánica. Es por esta razón que la Torá y nuestros Profetas denuncian repetidamente la causa y el efecto de la idolatría. Nos separamos de los modos y atributos de Amor cuando permitimos que las tendencias negativas en la conciencia tomen control de nuestra vida. Estos rasgos negativos son denunciados una y otra vez como los mayores obstáculos hacia nuestra Redención individual y colectiva.

"La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será rebajada, y solamente el Eterno será exaltado en ese día. Porque el Eterno de las multitudes tiene un día en el que todo lo que es altivo y soberbio, y sobre todo lo que es ensalzado, será rebajado." (Isaías 2:11-12)

Nuestros Sabios dicen en el Talmud que la peor de todas las idolatrías es la soberbia, seguida por la ira. De ahí se hace evidente que el orgullo es auto-idolatría. También señalan que el soberbio está tan lleno de sí mismo que no deja espacio para nada más, incluyendo el Creador. Llegamos a adorarnos a nosotros mismos. En la mitología griega la auto-veneración conduce a una muerte prematura, el caso de Narciso contemplando su imagen reflejada en las aguas donde se ahogó. En este caso las aguas representan las fantasías e ilusiones de ego.

El orgullo es la presunción de que somos dioses. De ahí que su opuesto y antídoto es la humildad. Una vez reconozcamos que todo lo que somos y tenemos pertenece al Creador, llegaremos a ese día -- el conocimiento permanente -- en que seguimos Su Plan, no el nuestro. Hemos dicho aquí muchas veces que el propósito del Su Plan es la Era Mesiánica. En este contexto, como judíos entendemos el significado primordial del Shabat, "Primero en el pensamiento [de Dios], último en la Creación" (Lejá Dodí).

El Shabat es la culminación del Plan Divino. En el momento en que comenzamos a abrazar los caminos del Creador como atributos de humildad en nuestra conciencia, los modos de Amor -- como la manifestación material del Amor de Dios -- removerán el orgullo y la soberbia de nosotros. Este es el punto de partida para continuar removiendo los demás aspectos y tendencias negativas en la conciencia.

"Y sobre todos los cedros del Lebanón que están altos y elevados, y sobre todos los robles de Bashán. Y sobre todas las montañas altas, y sobre todas las colinas que están elevadas. Y sobre cada torre elevada, y sobre cada muralla fortificada. Y sobre todas las naves de Tarshish, y sobre toda imaginación de delicia. Y la altivez del nombre será hecha inclinarse, y la soberbia de los hombres será rebajada; y solamente el Eterno será exaltado en ese día." (Isaías 2:13-17)

Los demás aspectos y tendencias negativas en la conciencia son a los que el Profeta se refiere alegóricamente aquí como los árboles "altos" y "elevados",  las montañas, colinas y torres elevadas, y las murallas fortificadas. Entre más altas y elevadas sean, más difíciles son de derribar y reducir, e igualmente los árboles robustos para talar. Es interesante señalar que los cedros del Lebanón son mencionados junto a los robles de Bashán, ya que representan cualidades opuestas. Los cedros crecen en los patios del Templo de Jerusalén, que metafóricamente es llamado el Lebanón (lo blanco en hebreo que implica pureza), y los robles como árboles plantados con fines de idolatría. El Profeta abruptamente los pone en el mismo nivel, para destacar que la soberbia afecta tanto a idólatras alevosos como a aquellos llamados a servir en el Templo.

Los sentimientos más sublimes que nos acercan al Creador también se pueden corromper cuando creemos que son mejores que el resto de nuestra conciencia. Su trabajo es mantener todos los aspectos y dimensiones de la vida juntos y unidos por, mediante, para y hacia Amor como nuestro nexo común con el Amor de Dios. El Profeta califica a los sacerdotes y levitas de corruptos al igual que los sacerdotes y sacerdotisas de Bashán, debido al mismo motivo: la soberbia.

Tarshish representa la terquedad de permanecer en un estado negativo. Nos referimos a obsesiones, adicciones, hábitos y patrones de conducta que nos separan de los modos y atributos de Amor. Aquí vemos que esta ciudad portuaria -- de donde zarpaban naves para invadir la Tierra Prometida y luchar contra Israel -- está asociada con "toda imaginación de delicia", que hemos llamado las fantasías e ilusiones de ego.

Realmente nos elevamos en un viaje de falsas ilusiones de ego en nuestra imaginación, del cual tenemos que bajarnos. Nos bajamos cuando renunciamos a la idolatría de orgullo y soberbia, y abrazamos la humildad inherente a ser y manifestar los modos y atributos de Amor. El Amor de Dios espera nuestro Amor para recibir Su Redención, y comenzar a vivir en las verdaderas delicias de la Era Mesiánica, el eterno Shabat por el que rezamos cada semana.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.