Hemos señalado que en la Conciencia Mesiánica la amorosa bondad prevalece en todos los niveles y dimensiones de la vida. Mientras vivamos en los modos y atributos de Amor en lo que somos y hacemos, manifestaremos la Redención Final. Quiere decir que en este pleno conocimiento no hay espacio para fantasías e ilusiones de ego. Cuando Amor lo ocupa todo, no hay nada más que Amor.
"Y todos los ídolos serán eliminados." (Isaías 2:18)
El Profeta reitera las palabras del Creador respecto al día en que Él no ocultará más Su Presencia de nuestra conciencia. Este es el momento en que el propósito de Su Creación será totalmente revelado a nosotros, y finalmente conoceremos y abrazaremos nuestra Esencia y verdadera identidad, de la cual Dios nos creó.
La Torá es el propósito de la Creación, y al aprender de ella comprendemos lo que Dios quiere para nosotros, que es conocer Sus caminos y atributos con el fin de emularlos en lo que somos y hacemos. De hecho la voluntad de Dios es nuestra Redención. Nos redimimos al vivir en Sus caminos y atributos. En los capítulos finales de la Torá el Creador nos advierte acerca de las consecuencias de vivir en los modos de las naciones, y de servir a sus ídolos.
La Torá es el propósito de la Creación, y al aprender de ella comprendemos lo que Dios quiere para nosotros, que es conocer Sus caminos y atributos con el fin de emularlos en lo que somos y hacemos. De hecho la voluntad de Dios es nuestra Redención. Nos redimimos al vivir en Sus caminos y atributos. En los capítulos finales de la Torá el Creador nos advierte acerca de las consecuencias de vivir en los modos de las naciones, y de servir a sus ídolos.
Nuestro exilio y dispersión entre las naciones son consecuencias directas de nuestra separación de los caminos del Creador, para servir a los ídolos de aquellas que son las fantasías e ilusiones de ego. Hemos sabido a través de siglos de separación de nuestra Esencia y verdadera identidad, que nuestro sueño profundo en las fantasías que hemos creado nosotros mismos no durará para siempre.
El día de Dios es el momento de nuestro despertar. Él conoce nuestra naturaleza porque nos creó. Sabe que hacemos de la iniquidad una opción y no una referencia. Conoce el sufrimiento de nuestras decisiones negativas, y también espera que aprendamos de estas. Aún así no permitirá que la maldad y la iniquidad controlen nuestra conciencia si fracasan nuestros empeños para hacer prevalecer lo bueno, ya que la amorosa bondad es Su voluntad. Él la revelará el día en que retornemos a Sus caminos para andar con Él.
"Y hombres entrarán a las cavernas de las rocas, y a los huecos de la tierra, ante su asombro del Eterno, y de la gloria de Su majestad, cuando Él se levante para asombrar a la tierra." (2:19)
Dos veces el Profeta se refiere a la insistencia de ego en mantener cautiva nuestra conciencia en sus fantasías e ilusiones, las tinieblas de las cavernas en el pensamiento estrecho. Los huecos de la tierra como los abismos del materialismo. En esta oscuridad nos ocultamos del asombro y la reverencia ante la gloria de Dios y Su majestad, que son Su Amor que nos sorprende sacudiendo todos los niveles y dimensiones de la vida.
Debemos comprender que ante el Amor de Dios nada se interpone. Únicamente hay espacio para Su Amor y nuestro Amor compenetrados en uno solo. Nuestro discernimiento, intelecto, mente, pensamientos, sentimientos, emociones, pasiones e instintos no son sacudidos por nada que no sean los modos y atributos de Amor. Cuando permitamos que Amor conduzca todos los niveles de la conciencia, permitiremos también que el Amor de Dios se revele a nosotros.
"En ese día el hombre arrojará a los topos y a los murciélagos, sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que han hecho para que él los adore." (2:20)
El Profeta reafirma una y otra vez que somos los creadores de nuestras propias fantasías e ilusiones materialistas. Cuando dejamos que Amor reine en todos los aspectos de la vida, comenzamos a vivir en el día que Dios prometió revelar Su Presencia a nosotros. Todo a lo que arbitrariamente hemos dado valor en la vida como la plata y el oro desaparecerá en la nada de donde provinieron, la misma oscuridad donde habitan los topos y los murciélagos.
"Dejaos del hombre, cuyo hálito está en su nariz; porque, ¿de qué es él estimado?" (2:22)
Las fantasías e ilusiones son obra de nuestras manos. Las hemos creado con el hálito con el que Dios nos sustenta, el aliento que exhalamos de nuestras narices. Entonces, ¿por qué somos estimados sino por Su Amor del que fuimos hechos? Debemos dejar de depender de fantasías e ilusiones que hemos creado a lo largo de la historia, y comenzar a vivir en los modos y atributos de Amor para llegar a conocer la voluntad de Dios y Su Plan para nosotros.
"Todo mientras el hálito en mí, y el aliento de Dios esté en mi nariz." (Job 27:3)
El salmista también nos invita a retornar al Creador y Sus caminos.
"No confíes en príncipes, [ni] en hombre, porque este no tiene poder de redimir." (Salmos 146:3), "Mejor refugiarse en el Eterno que confiar en hombre." (118:8)
Nuestras decisiones tienen consecuencias. El Profeta anticipa en el tercer capítulo de sus mensajes el resultado de vivir bajo los niveles inferiores de la conciencia. Despreciamos el Amor de Dios y Sus caminos cuando abrazamos los ídolos que creamos con las fantasías e ilusiones de ego. Al alejarnos de los modos y atributos de Amor, estos también abandonan nuestra conciencia. Una vez más señalamos que la separación de Dios de nosotros es resultado de nuestra separación de Él.
"Porque, he aquí que Dios, el Eterno de las multitudes, está quitando de Jerusalén y de Judá el sustento y la fuerza. Cada sustento de pan, y cada sustento de agua." (Isaías 3:1)
Jerusalén es el conocimiento de nuestra conexión permanente con el Creador, y Judá es el poder para manifestar este conocimiento en el mundo material. Al elegir el pan y el agua de fantasías e ilusiones, perdemos el pan y el agua de los caminos y atributos de Dios.
"El poderoso, y el hombre de guerra, el juez, y el profeta, y el adivinador, y el anciano. El capitán de cincuenta, y el hombre de respeto, y el consejero, y el hechicero experto, el encantador diestro. Y Yo daré jóvenes para ser sus príncipes, e infantes para gobernar sobre ellos." (2:4)
Estos versículos no hacen diferencia entre juez, profeta, anciano (sabio), guerrero y consejero, adivinador, hechicero y brujo. Tanto las tendencias positivas como las negativas en la conciencia son subordinadas por la puerilidad y los caprichos de niños. El Profeta considera las fantasías e ilusiones de ego como niñerías, imaginación caprichosa.
"Y el pueblo hará violencia unos contra otros, hombre contra su prójimo; el niño hará insolencia contra el anciano, y el villano contra el honorable." (3:5, 6-7)
Las fantasías e ilusiones de ego nos llevan a explotarnos unos a otros en aras de nuestros deseos materialistas. Estos denigran y humillan la bondad de Amor. Nuestras obsesiones, apegos y adicciones insultan nuestro discernimiento, intelecto y sentido común. Corrompen el honor de los principios y valores que respetan, protegen y dignifican la vida.
"Porque Jerusalén está en ruinas, y Judá ha caído; debido a la lengua de ellos y sus acciones contra el Eterno para provocación ante los ojos de Su gloria. El semblante de sus rostros atestigua contra ellos, y declaran su pecado como Sodoma, no lo ocultan. ¡Ay de su alma! porque han traído maldad sobre ellos." (3:8-9)
Al envilecernos también envilecemos el Amor de Dios en nosotros. La lección es retornar a Amor para retornar al Amor de Dios.
"Decid al justo que él es bueno, porque ellos [los justos] comerán de los frutos de sus manos [acciones]. ¡Ay del malvado! Le irá mal, porque lo que hace con sus manos se le hará a él." (3:10-11)
Si elegimos bondad cosechamos bondad. Si elegimos fantasías e ilusiones de ego cosecharemos su futilidad y vacuidad.
"Para Mi pueblo, un infante será su amo, y una mujer los gobernará. Oh pueblo Mío, aquellos que te guían te harán errar, y destruir el camino de tus senderos." (3:12)
El Creador lamenta nuestra separación de Sus caminos, y el resultado de desviarnos de Su Amor. La inmadurez conduce a errar, y la debilidad nos hace caer. Infantes y mujeres son más vulnerables ante el peligro y el daño, de ahí que nos adviertan acerca de caer por nuestras debilidades mediante las que nos desviamos de los senderos de rectitud de Amor. Este es nuestra Esencia y fortaleza que nos conduce a ser, tener y manifestar lo que verdaderamente somos.
En esta conciencia logramos nuestra Redención Final y entramos en la Era Mesiánica. Amor es el regente destinado a gobernar y dirigir todos los aspectos, niveles y dimensiones de la conciencia, para hacer que lo bueno prevalezca en la vida.