domingo, 6 de octubre de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XXV) Isaías

Una de las lecciones más importantes que aprendemos de la tradición mística jasídica son los significados internos de los personajes, lugares, objetos y situaciones narrados en la Torá. Uno de estos es el faraón de Egipto, que representa la actitud egocéntrica ante la vida, de ahí que haya un faraón dentro de nosotros. Nos intriga su relación con José, su interacción con Moisés, y luego con Dios en particular.

Analicemos el papel de ego en la conciencia humana. El Creador quiere que tengamos ego, al igual que intelecto, mente, emociones, sentimientos, e instintos, para que estén subordinados a Su voluntad. Ego parece ser el que se rebela contra este Decreto Divino, y persuade a sus compañeros en la conciencia para separarse también de los Mandamientos de Dios en Su Torá.

Ego emerge como el pequeño dios que desafía el control del Eterno sobre toda Su Creación. Este desafío proviene de la "mente" o dominio de ego, conocido como la imaginación. Esta es el campo donde ego se cree un dios. Lo que ego desea, lo hace imaginándolo de la manera que quiere que sea, y cómo lo va a conseguir. En el momento que entramos en la imaginación estamos en el plano donde nos sentimos dioses. Esto no significa que no deberíamos imaginar, sino más bien ponerle atención a lo que imaginamos y por qué. Este es el plano de las fantasías e ilusiones de ego.

Lo que envidiamos o codiciamos, y lo que nos hace ambiciosos para conseguirlo sin importar las circunstancias, surge de lo que imaginamos de ello. Realmente nos sentimos dioses en el reino de la imaginación. Ahí podemos ser, tener y hacer todo lo que queramos o deseemos. Hasta llegamos a establecer los límites de lo que podamos concebir. Esto es directamente proporcional a lo que ego llegue a crear en materia de fantasías e ilusiones. Sin embargo la Torá nos advierte y enseña que todo aquello que discernamos, pensemos, sintamos, hagamos o imaginemos debe estar subordinado a los caminos y atributos del Creador, lo que aquí llamamos los modos y atributos de Amor.

Resumiendo, llegamos a darnos cuenta que las fantasías e ilusiones de ego son las antagonistas, tanto de la Torá como de Amor. Estos últimos son los cimientos de la Redención Final y la Era Mesiánica. Es por esta razón que la Torá y nuestros Profetas denuncian repetidamente la causa y el efecto de la idolatría. Nos separamos de los modos y atributos de Amor cuando permitimos que las tendencias negativas en la conciencia tomen control de nuestra vida. Estos rasgos negativos son denunciados una y otra vez como los mayores obstáculos hacia nuestra Redención individual y colectiva.

"La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será rebajada, y solamente el Eterno será exaltado en ese día. Porque el Eterno de las multitudes tiene un día en el que todo lo que es altivo y soberbio, y sobre todo lo que es ensalzado, será rebajado." (Isaías 2:11-12)

Nuestros Sabios dicen en el Talmud que la peor de todas las idolatrías es la soberbia, seguida por la ira. De ahí se hace evidente que el orgullo es auto-idolatría. También señalan que el soberbio está tan lleno de sí mismo que no deja espacio para nada más, incluyendo el Creador. Llegamos a adorarnos a nosotros mismos. En la mitología griega la auto-veneración conduce a una muerte prematura, el caso de Narciso contemplando su imagen reflejada en las aguas donde se ahogó. En este caso las aguas representan las fantasías e ilusiones de ego.

El orgullo es la presunción de que somos dioses. De ahí que su opuesto y antídoto es la humildad. Una vez reconozcamos que todo lo que somos y tenemos pertenece al Creador, llegaremos a ese día -- el conocimiento permanente -- en que seguimos Su Plan, no el nuestro. Hemos dicho aquí muchas veces que el propósito del Su Plan es la Era Mesiánica. En este contexto, como judíos entendemos el significado primordial del Shabat, "Primero en el pensamiento [de Dios], último en la Creación" (Lejá Dodí).

El Shabat es la culminación del Plan Divino. En el momento en que comenzamos a abrazar los caminos del Creador como atributos de humildad en nuestra conciencia, los modos de Amor -- como la manifestación material del Amor de Dios -- removerán el orgullo y la soberbia de nosotros. Este es el punto de partida para continuar removiendo los demás aspectos y tendencias negativas en la conciencia.

"Y sobre todos los cedros del Lebanón que están altos y elevados, y sobre todos los robles de Bashán. Y sobre todas las montañas altas, y sobre todas las colinas que están elevadas. Y sobre cada torre elevada, y sobre cada muralla fortificada. Y sobre todas las naves de Tarshish, y sobre toda imaginación de delicia. Y la altivez del nombre será hecha inclinarse, y la soberbia de los hombres será rebajada; y solamente el Eterno será exaltado en ese día." (Isaías 2:13-17)

Los demás aspectos y tendencias negativas en la conciencia son a los que el Profeta se refiere alegóricamente aquí como los árboles "altos" y "elevados",  las montañas, colinas y torres elevadas, y las murallas fortificadas. Entre más altas y elevadas sean, más difíciles son de derribar y reducir, e igualmente los árboles robustos para talar. Es interesante señalar que los cedros del Lebanón son mencionados junto a los robles de Bashán, ya que representan cualidades opuestas. Los cedros crecen en los patios del Templo de Jerusalén, que metafóricamente es llamado el Lebanón (lo blanco en hebreo que implica pureza), y los robles como árboles plantados con fines de idolatría. El Profeta abruptamente los pone en el mismo nivel, para destacar que la soberbia afecta tanto a idólatras alevosos como a aquellos llamados a servir en el Templo.

Los sentimientos más sublimes que nos acercan al Creador también se pueden corromper cuando creemos que son mejores que el resto de nuestra conciencia. Su trabajo es mantener todos los aspectos y dimensiones de la vida juntos y unidos por, mediante, para y hacia Amor como nuestro nexo común con el Amor de Dios. El Profeta califica a los sacerdotes y levitas de corruptos al igual que los sacerdotes y sacerdotisas de Bashán, debido al mismo motivo: la soberbia.

Tarshish representa la terquedad de permanecer en un estado negativo. Nos referimos a obsesiones, adicciones, hábitos y patrones de conducta que nos separan de los modos y atributos de Amor. Aquí vemos que esta ciudad portuaria -- de donde zarpaban naves para invadir la Tierra Prometida y luchar contra Israel -- está asociada con "toda imaginación de delicia", que hemos llamado las fantasías e ilusiones de ego.

Realmente nos elevamos en un viaje de falsas ilusiones de ego en nuestra imaginación, del cual tenemos que bajarnos. Nos bajamos cuando renunciamos a la idolatría de orgullo y soberbia, y abrazamos la humildad inherente a ser y manifestar los modos y atributos de Amor. El Amor de Dios espera nuestro Amor para recibir Su Redención, y comenzar a vivir en las verdaderas delicias de la Era Mesiánica, el eterno Shabat por el que rezamos cada semana.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.