Debemos ser siempre conscientes de que somos una emanación del Amor de Dios. Somos Sus criaturas. Le pertenecemos a Él. Tenemos una conexión inquebrantable con nuestro Creador. El judaísmo proclama en sus fundamentos que Dios creó todo lo que existe, y además sustenta y dirige Su Creación. Estos principios parecen rebotar ante una pared llamada ego en nuestra conciencia. Mientras vivamos creyendo que somos nuestros propios creadores y nuestros propios dioses, vivimos una ilusión. No estamos separados de Dios hasta que venimos con la idea o sentimiento de que estamos lejos de Él.
Hemos dicho en este blog que ser individuos no nos hace individualistas. Es obvio que como individuos somos entidades separadas, pero este hecho no nos autoriza a estar separados unos de otros. Queremos decir que al separarnos nos volvemos indiferentes, indolentes, crueles u opuestos a otros. Estamos supuestos a vivir junto a otros desde el momento en que nacemos. Nos necesitamos, y esto nos hace acudientes y responsables de otros. En este sentido el libre albedrío es reforzado por la rectitud para tomar decisiones positivas. Sin conocimiento de lo que es bueno y correcto jamás podremos ejercer el libre albedrío.
Necesitamos saber aprendiendo de la experiencia para actuar en consecuencia, y se supone que debemos actuar en aras de nuestro bienestar individual y colectivo. Esto quiere decir que lo que es bueno para nosotros individualmente también debe serlo para los demás. Este es el propósito de toda la Torá.
Si actuamos contra este principio fundamental vivimos contra la voluntad del Creador. Este es el mensaje esencial de la Torá, y nuestros Profetas hebreos nos recuerdan que la Redención Final acontece cuando comenzamos a amarnos unos a otros verdaderamente. Significa que para hacerlo debemos remover todo lo que se opone a la voluntad de Dios. Estamos hablando de las tendencias e impulsos negativos en nuestra conciencia, derivados de las fantasías e ilusiones de ego.
Si actuamos contra este principio fundamental vivimos contra la voluntad del Creador. Este es el mensaje esencial de la Torá, y nuestros Profetas hebreos nos recuerdan que la Redención Final acontece cuando comenzamos a amarnos unos a otros verdaderamente. Significa que para hacerlo debemos remover todo lo que se opone a la voluntad de Dios. Estamos hablando de las tendencias e impulsos negativos en nuestra conciencia, derivados de las fantasías e ilusiones de ego.
La Era Mesiánica se trata de vivir en los modos y atributos de Amor, y nuestros Profetas nos dicen que solamente depende de nosotros. Una vez asimilemos que somos una extensión del Amor de Dios nos hacemos responsables de Sus caminos y atributos. Nos debemos a lo bueno, de ahí que debamos responderle siendo y haciendo lo bueno. Esta es nuestra Esencia y verdadera identidad de la que fuimos creados, porque Dios es bueno. El Profeta nos enseña que el Creador nos pide ser responsables por el Amor que Él nos tiene a nosotros.
"El Eterno se ha puesto de pie para defender, y está de pie para juzgar a los pueblos. El Eterno vendrá a juicio contra los ancianos de Su pueblo, y de los príncipes ahí: 'Sois vosotros los que habéis consumido la viña, el despojo de los pobres está en vuestras casas'." (Isaías 3:13-14)
El Creador defiende a los afligidos y oprimidos debido a indiferencia, indolencia, negligencia y rechazo sin fundamento. Pertenecemos unos a otros tal como le pertenecemos a Dios. De ahí que Él salga en defensa de aquellos con el fin de recordarnos ser buenos como lo es Él con nosotros. Este recordatorio es Su juicio para los pueblos. En un sentido más profundo estos son los niveles inferiores de la conciencia que debemos proteger, nutrir, engrandecer y fortalecer para que sean aspectos poderosos en nuestra conciencia.
Nuestros niveles superiores en la conciencia -- los ancianos y los príncipes -- son responsables de los inferiores, que son los pobres, los huéfanos y las viudas. Debemos amarnos lo suficiente para sacarnos de la depresión, frustración, desaliento, abatimiento, ira, codicia o envidia, y transformar nuestras emociones y sentimientos negativos en cualidades positivas y constructivas. Nos debemos a nosotros mismos el bienestar total retornando a Amor como nuestra verdadera identidad. Esto sólo lo podremos lograr amándonos y ayudándonos unos a otros.
No debemos permitir que nuestro buen juicio y rasgos positivos caigan bajo las fantasías e ilusiones de ego que consumen lo bueno que hay en la vida. Esta es la viña que ellas consumen, y los despojos que devoran de nuestros sentimientos y emociones, que son los pobres a los que despojamos de lo bueno de la vida. Las casas donde guardamos los despojos son nuestros egos.
"¿Qué quiere decir eso de aplastar a Mi pueblo y moler la cara de los pobres? dice el Eterno de las multitudes. Debido a que las hijas de Sión han sido soberbias, y andan estirando el cuello, y engañando con los ojos, caminan danzando, y llamando la atención con los pies." (3:15-16)
El Creador nos hace responsables del bienestar individual y colectivo de nuestas vidas. Las fantasías e ilusiones de ego son las hijas de lo que hemos convertido en vanidad y futilidad. Hemos dicho que Sión es el conocimiento de nuestra conexión permanente con Dios. El Profeta denuncia lo que hemos hecho de nuestra Esencia e identidad. Isaías alega que hemos prostituído nuestra conciencia superior permitiéndole ir tras las fantasías e ilusiones de ego, y caer en sus resultados negativos.
"Y el Eterno pelará la mollera de las hijas de Sión, y el Eterno expondrá sus vergüenzas. En ese día el Eterno quitará la belleza de sus tobilleras tintineantes, y de sus ropas bordadas, y de sus adornos en forma de media luna." (3:17-18)
Una vez más el Amor de Dios nos redime de las consecuencias de nuestras decisiones negativas. El Creador promete remover los rasgos negativos que socavan el conocimiento de nuestra conexión permanente con Él, representada aquí por la mollera. Esta remoción nos hará conocer nuestras más íntimas creencias, pensamientos, emociones, pasiones e instintos que mantenemos secretos. Estos también nos mantienen desnudos de las vestiduras con las que Dios nos cubrió desde el momento en que nos creó. Así nos damos cuenta de que no hay belleza en las fantasías e ilusiones por las que vendimos nuestra Esencia y verdadera identidad.
"De los pendientes, y los brazaletes, y los velos. De los turbantes, y los adornos de las piernas, y de las bufandas, y de las cajas de perfumes, y los amuletos, (...)" (3:19-23)
Todo lo que hemos estado creando -- para reafirmar nuestra supuesta separación del Creador -- desde que salimos del Jardín del Edén, el Amor de Dios lo removerá de nuestra conciencia. Todo lo que hemos inventado para cubrir y vestir nuestra conciencia, en vez de las vestiduras de los Mandamientos y atributos del Creador, desaparecerá. Estas vestiduras, perfumes, adornos y amuletos son las ideas, creencias, ideologías, caprichos, deseos, fantasías e ilusiones que atraen lo que nos oprime y que convertimos en nuestros castigos.
"Y acontecerá que, en vez de perfume habrá hedor; y en vez de vestidos, harapos; y en vez de peinados, calvicie; y en vez de un ropaje llamativo, una falda de saco; defecto en vez de belleza." (3:24)
Lo que creamos de las fantasías e ilusiones de ego tarde o temprano se convierten en nuestros opresores y castigos. "Prenderán al malvado sus propias iniquidades, y atrapado estará con las sogas de su pecado." (Proverbios 5:22). La vida es la tierra donde lo bueno tiene que prevalecer. También es el campo donde libramos las guerras contra lo que niega la bondad. Las fantasías e ilusiones de ego consumen la bondad de la vida. Estas son la espada por la que caemos, incluído todo aquello que nos hace fuertes.
"Tus hombres caerán a espada, y tus poderosos en la guerra. Y sus puertas [de Sión] se afligirán y lamentarán. Sí, ella ha sido vaciada, se sentará sobre el suelo." (Isaías 3:25-26)
Cuando nos rendimos a las fantasías e ilusiones de ego se aflige y lamenta el conocimiento de nuestra conexión permanente con Dios. Nos rendimos a la vanidad y el vacío cayendo a ellos, esperando que el Amor de Dios desperte nuestro Amor otra vez. Esta es la Redención Final que tanto añoramos, y en la que estaremos conscientes de que nuestro Amor y el Amor de Dios están unidos para siempre.